jueves, 16 de julio de 2015

ARTÍCULO XIX (ESTANCAMIENTO). DECISIÓN EN EL ESTE. LA OFENSIVA GORLICE-TARNOW Y LA GRAN RETIRADA

Artillería rusa en el asedio de la Fortaleza de Przemsyl (Galitzia)
Tras los intensos combates registrados en 1914 tanto en Oriente como en Occidente, y debido a la situación de estancamiento que se había alcanzado en el Frente Occidental, el Estado Mayor Alemán decidió un cambio en su estrategia.

Claramente, Moltke, inicialmente, y Falkenhayn, después, habían errado en elegir a que enemigo confrontar en primer lugar. El Plan Schlieffen, como ya vimos en su momento, dictaminaba que se orientase la búsqueda de una batalla decisiva contra Francia, pero no reflejaba que hacer ante la oposición belga al paso por su territorio, ni ante la previsible respuesta británica. Al mismo tiempo, reflejaba la necesidad de “abandonar el este a su suerte”, algo que el Estado Mayor Alemán desestimó, impidiendo, en parte, el éxito del plan.

A pesar de obtener dos imponentes victorias ante los rusos, logradas por el 8º Ejército de Paul von Hindemburg y Erich Ludendorff, en Tannemberg y los Lagos Masurianos, donde causaron bajas decisivas a los Ejércitos rusos 1º y 2º, la situación en el Este se había estancado tras la gigantesca derrota de los austrohúngaros en Galitzia; dos tercios del Ejército Austrohúngaro se habían evaporado en la batalla, aunque los rusos habían gastado todas sus reservas de municiones en el proceso, lo que evito que pudiesen proseguir la exitosa ofensiva a través de los Cárpatos.

Tampoco Hindemburg – Ludendorff estaban en disposición de continuar presionando; la ausencia de refuerzos y la escasez de suministros hizo que mantuviesen una línea defensiva desde Octubre hasta diciembre de 1914. El medio millón de bajas rusas había resultado compensado con las más de 300.000 austriacas, lo que obligaba al Imperio Austrohúngaro a una movilización masiva y a desplazar tropas del frente Serbio para poder continuar en la guerra, y a Alemania a mandar refuerzos a su aliado y a trazar planes que aliviasen su situación.

Prisioneros austriacos y alemanes
A esta necesidad se unieron dos acontecimientos fundamentales; por un lado, las presiones ejercidas tanto por los Junkers de Prusia Oriental como por el dúo al mando del 8º Ejército, Hindemburg y Ludendorff, convertidos en Héroes Nacionales; por otro lado, el desastroso plan Falkenhayn para derrotar a los británicos y ocupar los puertos del Canal, que finalizó con la sangría de Yprès, y con la caída en desgracia de Falkenhayn a ojos del Kaiser Guillermo.

Aunque lo lógico hubiese sido acometer un nuevo cambio en la dirección de la guerra, el Kaiser optó por mantener a Erich von Falkenhayn, ante la falta de alternativas razonables, aunque forzando, en cierta forma, un nuevo foco estratégico. La alternativa a Falkenhayn la suponía el dúo Hindemburg – Ludendorff, que ya expresaban su requerimiento de obtener un mando sin interferencias, próximo a una dictadura, que, de momento, el Kaiser no estaba dispuesto a aceptar.

Erich von Falkenhayn
El invierno permitió a los bandos reorganizarse. Los austrohúngaros se reforzaron con la llegada del 2º Ejército desde el Frente Serbio, y la leva le permitió reconstruir parte de las unidades perdidas, aunque a comienzos de 1915 aun se encontraba demasiado débil como para comprometerse a la ofensiva en solitario. El ejército ruso terminó su movilización general, desplegando cerca de un millón y medio de soldados en la frontera entre Prusia Oriental y Galitzia; sin embargo, la escasez de suministros de combate era notable, por lo que tampoco se planteaba ofensivas en un plazo medio.

Falkenhayn comenzó a retirar tropas del Frente Occidental al ritmo que las trincheras iban siendo finalizadas; era inútil mantener unidades en combate en áreas donde los intrincados sistemas defensivos hacían inviable la ofensiva, al menos de momento. Ordenó la formación de tres nuevos ejércitos en el Este, que comenzarían a desplegarse a comienzos de 1915 bajo el mando general del dúo Hindemburg – Ludendorff; el octavo ejército mantendría sus posiciones en el área noreste de Prusia Oriental; el nuevo Noveno Ejército ocuparía la frontera polaca frente al río Rawka; el Décimo Ejército se uniría a las ofensivas, apoyando al ejército que más éxito tuviese, desde la región de Tannemberg; y el Décimo primer Ejército colaboraría con los austrohúngaros desde el oeste de Polonia.

Las fichas estaban sobre la mesa de juego; comenzaba la partida.

MOVIMIENTOS PRELIMINARES. LAS BATALLAS DE BOLIMOW Y SEGUNDA BATALLA DE LOS LAGOS MASURIANOS:

Franz Joseph Conrad von Hotzendorff
A finales de 1914, Conrad, Jefe de Estado Mayor Austrohúngaro, presentó a su homólogo alemán, Falkenhayn, las líneas maestras de un contraataque durante 1915. El plan de ataque incluía asaltar las líneas rusas en el área de Gorlice (Polonia), buscando presionar hacia Cracovia. Sin embargo, Falkenhayn lo desestimó, primero porque pensaba mantener la presión en el oeste, pero incluso cuando cambió de parecer y puso su foco en el este, mantuvo su desestimación, ya que necesitaba darle preferencia a las maniobras previstas por el dúo Hindemburg – Ludendorff, que incluían atraer a las fuerzas rusas hacia Prusia Oriental, alejándolas de la zona de influencia austrohúngara, para destruirlas en una serie de operaciones combinadas que buscarían penetrar profundamente en territorio ruso.

El plan de Conrad quedó en un cajón, mientras que, poco a poco, se iban conformando nuevas unidades con las divisiones enviadas desde el ya estático Frente Occidental. Hindemburg y Ludendorff ocuparían el puesto de Jefes de Estado Mayor del Frente Oriental, supeditados al mando general de Falkenhayn. Su plan comenzó a ejecutarse.

Tropas rusas se dirigen al frente
El 31 de enero de 1915 se iniciaron las operaciones. La denominada “Batalla de Bolimow”, comenzó cuando el 9º Ejército Alemán atrajo al combate en la línea del río Rawka a las fuerzas del 2º Ejército ruso, comandado por el General Vladimir Smirnov. Aprovechando la escasa protección de los rusos, que apenas se habían atrincherado durante los meses previos, bombardearon la zona con una enorme cantidad de obuses, incluyendo 18.000 proyectiles con gas, aunque el ataque químico falló, al congelarse el ingrediente (era líquido). Este hecho, como ya vimos, condicionaría el uso posterior del gas, limitándolo, durante  1915 a ataques con dispensadores.

Aun habiendo fracasado el ataque químico, los proyectiles alemanes provocaron una tormenta de fuego sobre las líneas rusas. Tras el bombardeo, la infantería alemana avanzó, esperando escasa oposición. Sin embargo, su avance fue contraatacado por el grueso del 2º Ejército, once divisiones rusas con 180.000 hombres. Los alemanes se vieron obligados a pasar a la defensiva, para frenar los rabiosos contraataques rusos. La lucha se prolongó durante todo el día, sin que ningún bando sacase una ventaja sustancial, asumiendo, como sería la constante del conflicto, enormes pérdidas humanas. La artillería alemana destrozó las líneas rusas y frenó sus contraataques, infringiéndole cerca de 40.000 bajas, pero la infantería alemana sería incapaz de aprovechar las pérdidas enemigas y terminaría renunciando al avance.

Pocos días después, el 7 de febrero, cuando aun se mantenían esporádicos enfrentamientos en Polonia, Paul von Hindemburg cursó órdenes de avanzar al 8º Ejército, comandado ahora por el General Otto von Below, con el 10º Ejército del general Hermann von Heichhorn apoyando su avance desde el flanco derecho. Frente a ellos, en la región de los Lagos, atrincherado entre la nieve, se encontraba el 10º Ejército Ruso, comandado por el General Thadeus von Siever.

Seguimiento de las operaciones
Alemania había comprendido (en parte) la naturaleza del conflicto; el poder del rifle y la bayoneta había quedado sobrepasado por el enorme poder destructivo de la artillería y las ametralladoras. En una estrategia, cuyo zenit se situaría un año más tarde en Verdún (Francia), acumuló una enorme cantidad de proyectiles de artillería, a fin de realizar una preparación previa al asalto en el área de los Lagos Masurianos.

Tras un intenso bombardeo artillero, el más duro efectuado hasta la fecha, la infantería alemana avanzó, arrollando a las unidades rusas, que habían resultado tremendamente dañadas y desorganizadas por el fuego artillero alemán. El 10º Ejército Ruso era incapaz de mantenerse en línea de combate, viéndose obligado a ejecutar una retirada precipitada, con los alemanes persiguiéndoles.

Para colmo, las comunicaciones eran pésimas. Sus peticiones de auxilio fueron retrasadas, de tal suerte que no recibió refuerzos hasta pasada una semana, cuando el 12º Ejército se unió al combate. Además, el 10º Ejército Alemán avanzó por el flanco derecho del 8º Ejército, tomando por sorpresa a las unidades rusas. Entre el 18 y el 21 de febrero, el XX Cuerpo ruso fue cercado en el área del Bosque de Augustow, siendo capturado prácticamente por completo. La sangría no fue detenida hasta que la intervención del 12º Ejército ruso, comandado por el General Plehve, y la profundidad de la penetración alemana (70 km.) que impedía suministrarles correctamente, permitió al mando ruso reorganizar una línea defensiva y frenar el avance alemán. Finalizaba así la Segunda Batalla de los Lagos Masurianos, con cerca de 200.000 bajas rusas y menos de 20.000 alemanas.

Alexander von Lisingen
En la zona sur, aprovechando el éxito de la operación en Lituania y el desplazamiento de fuerzas a esa área, una unidad recién creada, el Ejército Sud, comandado por el popular General Alexander von Linsigen, lanzó una precipitada ofensiva en apoyo de los austrohúngaros, en un intento de liberar el asedio de la fortaleza de Przemysl. El ataque, escaso de preparación, fue un fracaso que ayudó a compensar los éxitos del norte, y que supuso, al no recibir a tiempo refuerzos, la caída de la fortaleza austrohúngara.

En general, el resultado final de esta primera fase de la ofensiva fue fallido; no se habían logrado los objetivos más que en Lituania, pero se había conseguido un hito que tendría influencia en el resto de la guerra, y fue el acuerdo de coordinación de operaciones entre los ejércitos de los Poderes Centrales en el Frente Oriental. El fracaso del asalto del Noveno Ejército en el Río Rawka y del Ejército Sud en Galitzia, actuando independientemente, obligó a buscar una mayor coordinación entre el Estado Mayor Alemán y el Austrohúngaro. Los resultados no tardarían en apreciarse.

OFENSIVA GORLICE – TARNOW. EL ESTE EN JUEGO:
Mapa de operaciones Gorlice-Tarnow y la Gran Retirada
La gran amenaza que suponía el saliente polaco para el Este de Alemania y, principalmente, para el despliegue austrohúngaro en los Cárpatos, tras la pérdida de Galitzia, obligaba al alto mando alemán a aceptar los planes de Conrad para un ataque combinado sobre la zona de Gorlice. Los austrohúngaros habían estado sufriendo el acoso ruso mientras se desarrollaban las batallas de finales de invierno y comienzo de primavera, que vimos anteriormente, sin que la presión aligerase aun con la fuerte penetración del 8º Ejército alemán en Lituania.

Las bajas austrohúngaras eran crecientes, y difícilmente podrían sostenerse a la defensiva durante mucho tiempo, por lo que Falkenhayn decidió tomar el rumbo de las operaciones. Aun cuando Conrad requería sólo cuatro divisiones alemanas para llevar a cabo sus planes, Falkenhayn asignó el 11º Ejército, bajo el mando del General August von Mackensen, a la operación. Durante el mes de abril las fuerzas del 11º se desplegaron entre Gorlice y Tarnow.

August von Mackensen (dcha.) con el Kaiser Guillemo (centro)
El objetivo del ataque sería amenazar a las fuerzas rusas en los Cárpatos, obligándoles a la retirada, aliviando de esa forma la presión sobre el debilitado ejército austrohúngaro. El mando general alemán fue aceptado por el ejército austriaco, que puso a disposición de von Mackensen las fuerzas del IV Ejército austriaco y unidades menores asignadas al 11º Ejército alemán. El movimiento de despliegue fue cubierto con el asalto en Yprés (Bélgica) que vimos en anteriores artículos de este blog, de tal forma que, a finales de abril, el Cuerpo de Guardias Prusianos, el X y el XI, junto con unidades austrohúngaras (VI Cuerpo), ya estaban dispuestos para iniciar el asalto. El IV Ejército Austrohúngaro se desplegaría en el flanco derecho de la línea, como fuerza de apoyo. En total, von Mackensen contaba con una masiva fuerza de 170.000 hombres y 1.000 cañones.

Revista a tropas austrohúngaras
La zona elegida para el asalto estaba guarnecida por dos divisiones del 3º Ejército Ruso, una gran formación compuesta de 18 divisiones de infantería y 5 de caballería, mandada por el General Radko-Dmitriev, con más de 200.000 hombres, pero que cubría una amplia área de Polonia, entre la frontera con la Silesia alemana y los Cárpatos húngaros. El plan alemán consistía en un asalto frontal, al corte de los que, una y otra vez, habían fracasado en el Frente Occidental. El patrón utilizado hasta ese momento en el este había sido en de ataques de envolvimiento, que redujesen las pérdidas; pero se valoró que, precedida de un fuerte apoyo artillero, al no encontrarse fortificaciones al estilo occidental, un asalto frontal destrozaría las líneas rusas.

Recreación de la batalla en el centenario. Tropas austriacas.
El 2 de mayo de 1915, al amanecer, los cañones abrieron fuego sobre las tropas rusas, arrojando cerca de medio millón de proyectiles. El bombardeo se prolongó durante cuatro horas, siendo el más violento experimentado hasta ese momento en el Frente Oriental. Las defensas rusas fueron colapsadas, así que, cuando la primera oleada de infantería alemana (las divisiones de Guardias 1ª y 2ª) avanzó, apenas encontró oposición… De hecho, descubrieron una carnicería enorme; las trincheras rusas nada tenían que ver con las occidentales, sin trincheras de comunicación para favorecer los movimientos entre ellas, los oficiales habían colocado en primera línea la práctica totalidad de sus soldados, a fin de repeler a la primera oleada enemiga; con trincheras poco profundas, los obuses despedazaron a los desdichados soldados rusos, aniquilando unidades completas. Los escasos supervivientes, aun conmocionados por el bombardeo, fueron incapaces de formar una línea de defensa efectiva. El combate se prolongó todo el día, pero al final del mismo, las Potencias Centrales se habían apoderado de la mayor parte de la primera y segunda líneas de trincheras rusas.

Tropas rusas en retirada con una ametralladora Maxim
El día 3 el avance continúo sin oposición. Cuando por fin llegaron refuerzos el día 4 de mayo, en la forma del III Cuerpo del Caúcaso, la falta de órdenes y de suministros provocó que la fuerza de 40.000 hombres fuese, superada rápidamente y capturada casi por completo. Sencillamente, en pocas horas había dejado de existir.

La penetración era tan profunda que amenazaba con derrumbar por completo en Frente ruso de los Cárpatos. Al finalizar esa semana, el día 10 de mayo, el 3º Ejército ruso había perdido cualquier capacidad combativa, dejando en manos alemanas 140.000 prisioneros y 100 cañones. La mayor parte de sus divisiones supervivientes reflejaban pérdidas entre el 80 y el 90%.

Ese mismo día 10 de mayo, el IV y VII Ejércitos Austriacos atravesaban el río San en Sanok, e iniciaban el avance hacia la fortaleza de Przemysl. Por fin se aliviaba la situación austrohúngara, y el avance en Polonia y Galitzia era relevante.

LA GRAN RETIRADA RUSA:
Gran Duque Nikolai - Jefe de la Stavka
La Stavka (Estado Mayor Ruso) veía con preocupación que el derrumbamiento del 3º Ejército ponía en serios apuros a las fuerzas mandadas por el General Brusilov en el Caúcaso. Temiendo que los ejércitos de las Potencias Centrales virasen su eje de avance en dirección sur para envolver a los rusos, el Gran Duque Nicolás ordenó la retirada. Pesaba en el ánimo del Gran Duque y su Estado Mayor el hecho de carecer prácticamente de munición de reserva para la artillería, lo que les situaba en franca desventaja, por lo que prefería sacrificar terreno, con la esperanza que las fortalezas rusas fuesen capaces de contener a los ejércitos enemigos, antes que sacrificar su ejército completo.

A primeros de junio, tras que el avance austriaco en Galitzia les llevase a la reconquista de la fortaleza de Przemysl el 3 de junio (la completa liberación de la provincia se pruduciría el 22 de junio, con la reconquista de la capital, Lemberg), el Alto Estado Mayor Alemán cambio la dirección de su avance. Mackensen, al que habían reasignado, a parte del 11º Ejército, tres cuerpos de ejército para formar el nuevo Ejército del Bug, giró su eje de avance hacia el norte, entre los ríos Vistula y Bug, con el objetivo de alcanzar la ciudadela de Brest-Litovsk.

Al mismo tiempo, desde el norte, el recién creado 12º Ejército Alemán lanzó un ataque a lo largo del Río Narew, con dirección Sureste. Falkenhayn vio la oportunidad que había estado buscando, para eliminar el grueso de los ejércitos rusos de Polonia (I, II y IV), reuniendo ambos ejércitos alemanes en Brest-Litovsk. Los peores presajios del Gran Duque Nicolás, comandante en jefe ruso, comenzaban a cumplirse.

Tropas alemanas en Varsovia el 15 de agosto de 1915
El 12º Ejército Alemán disponía de un gran apoyo artillero. Compuesto por siete divisiones de infantería y 860 cañones, atacó en la unión del 1º y 2º ejércitos rusos. Tras un terrorífico bombardeo artillero de 30 minutos, que redujo a la 11ª división siberiana, que cubría la zona, al 50% de su fuerza, la infantería alemana avanzó. A pesar de las enormes bajas y de no disponer de apenas municiones de artillería (4 disparos por cañón), los siberianos consiguieron detener el avance alemán hasta la noche, cuando finalmente, la 11ª división siberiana se desmoronó. Los alemanes penetraron por la brecha en dirección este, aislando la línea de fortalezas del Vístula, pero sin conseguir rodear a las unidades rusas que cubrían la zona y que habían recibido orden de retirarse.

Retirada rusa de Polonia
El Gran Duque Nicolás, decidió preservar su ejército, al menos parte del mismo. Por ello, ordenó a la Stavka que mantuviese abierta la línea de ferrocarril Varsovia – Bialystok – Vilna. Los ejércitos rusos II y IV consiguieron ser evacuados antes que el 12º Ejército Alemán cortase la línea férrea el 15 de agosto, al conquistar Varsovia. También consiguieron mantener abierta la línea entre Varsovia y Brest-Litovsk para ayudar a la evacuación. La fortaleza de Ivanogorod fue evacuada y destruida antes de su captura, aunque fue la excepción; las fortalezas y guarniciones (así como los almacenes de suministros y artillería) de Novo Georgievsk, a las afueras de Varsovia, fueron capturadas. El coste de evitar que los tres ejércitos rusos de Polonia fuesen capturados por los Poderes Centrales fue gigantesco, ya que se perdieron enormes cantidades de suministros, junto a más de 1.500.000 de bajas, de las cuales al menos 976.000 fueron prisioneros.

Cerca de un millón de rusos fueron hechos prisioneros
Los Poderes Centrales continuaron avanzando un mes más, aunque el objetivo estaba logrado con la caída de la línea de fortalezas del Vístula; el saliente polaco había desaparecido y Galitzia estaba en manos austohúngaras una vez más.

Estos acontecimientos, aun cuando el Gran Duque  había logrado su objetivo y la mayor parte del ejército ruso se había salvado (las enormes bajas corresponden principalmente a los ejércitos I y III, así como a las fortalezas y guarniciones polacas), comenzó a ser puesto en duda por la prensa rusa, que insinuaba que el liderazgo ejercido por el Gran Duque Nicolás Nikolovich dejaba mucho que desear. Estos comentarios iban a tener una decisiva importancia en el curso de la guerra.

El Zar con el Gran Duque Nikolai (izquierda)
El 23 de agosto, el Zar Nicolás II Romanov, en vista de los acontecimientos, con Brest-Litovsk apunto de caer (sería tomada por los alemanes el 25 de agosto, lo que supondría la eliminación definitiva del saliente polaco), iba a tomar una decisión transcendental para la resolución del futuro de Rusia y para la historia del Siglo XX. Ante la falta de confianza en la dirección de la guerra por parte de la Stavka, el Zar tomaba el mando de las operaciones militares en el Frente Occidental de Rusia.

Las críticas fueron inmediatas y furiosas. La opinión publicada esperaba que el Zar purgase el alto mando, pero no que ocupase él el Mando Supremo del Ejército ruso en occidente, lo que le ponía en una situación de preocupante exposición pública por la dirección futura de la guerra. Los intentos por hacerle cambiar de opinión fueron infructuosos. “Tsar takes command” rezaban los rotativos americanos; el Zar tomaba el mando, abriendo la puerta a una sobreexposición mediática que, en el momento en que la guerra se torció, abriría la puerta a su caída y muerte, a la revolución, a la guerra civil y al régimen que gobernaría Rusia durante los siguientes setenta años.