viernes, 9 de noviembre de 2018

ARTÍCULO XXXVIII. (APOCALIPSIS). LA CAMPAÑA DEL DESIERTO. JINETES DE LEYENDA

Fotograma film "Jinetes de Leyenda" (1987) sobre la toma de Beersheva
La guerra desencadenada en Europa por Imperios decadentes y Potencias emergentes, comenzó a globalizarse prácticamente desde el primer momento; a la llamada del Imperio Británico y del gobierno republicano francés acudieron, prontos y valientes, decenas de miles de soldados de África, América, Asia y Oceanía. Podían encontrarse combatiendo juntos a soldados del Canadá y de Nueva Zelanda, del Senegal y de Marruecos, de Indochina y de Egipto
La entrada en guerra de Turquía (el Imperio Otomano, completamente en descomposición) incrementó el número de participantes, añadiendo a los diferentes pueblos árabes a un conflicto que ya comenzaba a ser mundial. Sobre las ardientes arenas del desierto del Sinaí, Arabia, Palestina y Mesopotamia, se desarrolló una de las más desconocidas y exitosas campañas de la Primera Guerra Mundial.
Una campaña que establecerá los principios de un conflicto que aun se extiende hoy en día, convirtiendo todo el Oriente Medio en un auténtico polvorín. Una campaña que dará grandes héroes, como el General Edmund Allenby o Edward T. Lawrence (del que ya hablamos ampliamente en la entrada XXX de este blog), y batallas para el recuerdo, como las desarrolladas en Beersheva, Gaza o Meggido. Pero vayamos paso a paso… comencemos.
CONTENIDO DE LA ENTRADA:
1.       ANTECEDENTES. LA DEFENSA DEL CANAL DE SUEZ (1915-1916).
2.       LA CAMPAÑA DEL SINAI (1916-1917).
3.       INVASIÓN DE PALESTINA. LA CAMPAÑA DE GAZA (1917-1918).
4.       BATALLA DE BEERSHEVA. LA CAMPAÑA DEL SUR DE PALESTINA (1917-1918).
5.       LA CAMPAÑA DEL JORDÁN Y LA INVASIÓN DE SIRIA.
6.       FIN DE LA CAMPAÑA Y CONSECUENCIAS.
7.       ADENDAS:
a.       AUSTRALIA EN GUERRA.
b.       SIR EDMUND ALLEMBY.

1. ANTECEDENTES. LA DEFENSA DEL CANAL DE SUEZ:
Aunque las fértiles tierras de Egipto y Sudán, junto al Nilo, habían sido parte del Imperio Otomano durante más de cuatro siglos, la descomposición que este imperio experimentaba desde el siglo XVIII había llevado a los británicos a aprovechar el despojo para ocupar dichos territorios tras la guerra Anglo-egipcia de 1.882. Egipto pasó a ser un protectorado británico, donde el principal interés del formidable imperio europeo estaba en el Canal de Suez, que permitía acortar los viajes desde Reino Unido a sus posesiones de ultramar en el Cuerno de África, Oceanía y Asia.
Cuando el Imperio Otomano se unió al conflicto en el bando de las Potencias Centrales, Egipto sirvió de base para el Ejército de Oriente aliado, que se lanzó en la primavera de 1.915 a la imposible campaña de Gallipolli. Sabiendo que la debilidad de las fuerzas dejadas en defensiva en un área tan extensa como era la frontera con el Imperio Otomano, a lo largo de la Península del Sinai, se instó a una fuerza de más de treinta mil hombres que la guarnecía, a buscar posiciones más seguras, junto a la orilla occidental del Canal de Suez. El Imperio Otomano no dejó escapar la oportunidad de intentar recuperar sus antiguas posesiones, atacando con una fuerza de 25.000 hombres a través del Sinai, mientras fomentaba la rebelión de las tribus árabes en Sudán y Libia. Entre el 26 de enero y el 4 de febrero de 1.915, una gran fuerza otomana atacó el Canal de Suez, entre las poblaciones de Kantara y Suez. Las tropas otomanas mandadas por el coronel alemán Kress von Kressenstein consiguieron romper la defensa y cruzar el canal en Ismilia el 3 de febrero. Sin embargo, la fuerza era muy reducida, apenas un par de compañías, que fueron contraatacadas por los defensores británicos, obligándolas a retirarse.
Coronel Kress von Kressenstein
Ningún otro asalto conseguiría cruzar exitosamente el Canal, así que las fuerzas otomanas se establecieron defensivamente en la orilla oriental, entre El Arish y Nekhl, desplegando fuerzas de reserva en alejadas posiciones de Palestina, al otro lado del Sinai. El coronel von Kressenstein estaba convencido de poder defender el área de los probables ataques británicos; de hecho, los intentos aliados por avanzar fueron rechazados, encabezando alguna de las contracargas el propio coronel alemán. Según avanzó la guerra, von Kressenstein se dio cuenta del incremento de fuerzas británicas, egipcias y de soldados del Imperio frente a sus posiciones; solicitó vehementemente a sus superiores el envío de fuerzas de choque alemanas, que le permitiesen apoderarse del Canal antes que fuese imposible. Estas fuerzas llegarían finalmente en febrero de 1.916, a fin de preparar un nuevo intento de cruzar el Canal de Suez. Sin embargo, la necesidad de trasladar su cuartel general para realizar los preparativos y, posteriormente, los problemas de comunicación a lo largo del Sinai, supusieron un retraso definitivo en el operativo.
Para entonces, los británicos habían adelantado sus defensas casi diez kilómetros hacia el este, en un intento de alejar a la artillería de largo alcance otomana del paso del Canal. El mando británico desplazó su cuartel general a Port Said, desplegando un cuartel avanzado en Kantara, mucho más próximo al frente. Se reorganizó la defensa, mejorándola con nuevas fuerzas, procedentes muchas de ellas del final de la ruinosa operación en Gallipolli. Los soldados del ANZAC (Cuerpo Australiano y Neozelandés), curtidos duramente en el infernal campo de batalla de los Dardanelos, ocuparon el área central del despliegue, entre Ismalia y Kabrit. Unos cuatrocientos mil hombres componían ahora la guarnición en Egipto, puestos bajo el liderazgo de Sir Archibald Murray, en la que será conocida como “Fuerza Expedicionaria Egipcia”.
Los planes británicos incluían el avance sistemático a lo largo del Sinai, con una fuerza combinada de un cuarto de millón de hombres, cuyo objetivo limitado por la Oficina de Guerra sería la ocupación de terreno, estableciendo una defensa entre El Arish y Rafa, el área de oasis del Sinai, mientras una fuerza de ochenta mil hombres defendía el Canal, y otra de cincuenta mil guarnicionaba el área de Katia, manteniendo abiertas las líneas de suministro al este del Canal. El avance comenzó lentamente en febrero de 1.916, yendo al ritmo que se construía el ferrocarril que permitiría abastecer a las fuerzas en campaña; para abril de 1.916 apenas se habían avanzado veintiseis kilómetros en territorio hostil.
Artillería Otomana en acción en el Sinai
Temiendo un ataque otomano que rompiese sus defensas, al considerar al ejército de von Kressenstein bien abastecido por la carretera central que cruzaba el Sinai, Murray ordenó una penetración cuyo objetivo era eliminar los depósitos de agua y destruir instalaciones en la población de Jifjafa. Entre el 11 y el 15 de abril, una reducida fuerza de doscientos cincuenta hombres viajó a través de las extendidas líneas otomanas sin ser detectados, atacando la guarnición de Jifjafa y destruyendo los depósitos de agua, municiones y equipamientos otomanos en la población.  Este éxito invitó a Murray a intentar nuevas penetraciones en las semanas siguientes, en un intento por desgastar a los defensores otomanos sin arriesgar su fuerza de combate. Penetraciones similares se realizaron en mayo y junio sobre Wadi Mukhsheib y Moiya Harab, privando de agua a las guarniciones otomanas, y consiguiendo bloquear cualquier avance hacia el Canal siguiendo la costa norte del Mediterráneo. La constante durante aquellos meses de 1.916 fueron las penetraciones en profundidad de ambos bandos; sin suficientes tropas para conformar una línea de defensa continuada a lo largo de la enorme extensión del Sinai, los pozos de agua y oasis se convirtieron en puntos clave a lo largo de la campaña, al igual que la única carretera viable y el ferrocarril. Romani, Katia y Ogratine fueron atacados por uno u otro bando, en intentos de desmontar las capacidades del adversario para mantener una campaña constante a lo largo de la Península. Los británicos, además, cursaron órdenes a sus mandos para impedir que sus tropas se arriesgasen cerca de la frontera con el Imperio Otomano, por lo que las intenciones de Murray siempre fueron sostenerse en la línea de oasis.
Tropas montadas esperando acción. Sinai.
Mientras, los ingleses ampliaron el ferrocarril y construyeron una línea de tuberías para llevar el agua hasta la primera línea en Romani. Este hecho les pondría en situación de cambiar sus planes estratégicos a medio plazo, al mejorar la dieta de la tropa y sus capacidades para desplazarse soportando las duras condiciones en el desierto del Sinai.
Una de las constantes en este periodo inicial de la campaña del Sinai, fue la utilización de la innovadora arma aérea. En pequeñas cantidades, los aviones comenzaron a presentarse como un elemento fundamental en la guerra en el desierto; su capacidad de penetración tras las líneas, atacando puntos tan alejados como Port Said (mayo), de mantener vigilado al enemigo, o de estorbar sus patrullas o líneas de suministros ametrallándolas o bombardeándolas con pequeños explosivos, permitieron dotar a los mandos de ambos bandos de un arma efectiva.
La situación se había convertido en un himpas en el centro del Sinai. Alguno de los bandos debía dar un puñetazo en la mesa para desmoronar las defensas adversarias si no querían eternizar su estancia sobre aquellas ardientes arenas. Las piezas estaban colocadas, y el tablero ardía. El juego podía comenzar.

2. LA CAMPAÑA DEL SINAI (1.916-1.917):
Tropas montadas australianas, formarán la punta de lanza.
La llegada de las tropas veteranas del ANZAC al área central del Sinai, junto con la mejora en las condiciones de las tropas por el suministro de agua y comida, permitió que la división de caballería australiana iniciase en mayo una serie de penetraciones en profundidad, que hicieron mucho daño sobre las líneas de suministro y la moral de las guarniciones otomanas. Montadas sobre sus caballos, los australianos y neozelandeses podían cubrir distancias de hasta un centenar de kilómetros en pocas horas, atacar las guarniciones enemigas, y desaparecer con la protección de la noche como fantasmas.
El enorme calor y las consecuentes tormentas de arena durante los meses de junio y julio obligaron a las tropas de ambos bandos a refugiarse. Los australianos habían desarrollado nuevos sistemas de obtención de agua que les permitían mover tropas con mayor facilidad. Sin embargo, este periodo de reconocimientos previos lo finalizarían las fuerzas otomanas cuando ocuparon posiciones en las proximidades de Romani, tomando El Salmana y disponiéndose para el asalto.
Oficiales otomanos toman un café durante un descanso.
El 3 de agosto de 1.916, fuerzas combinadas de los Poderes Centrales, bajo el mando directo de Kress von Kressenstein, avanzaron hacia la población, ubicada a unos treinta y siete kilómetros del Canal de Suez; en total sumaban unos doce mil hombres, en su mayoría de la 3ª División de infantería otomana, apoyados por irregulares beduinos, ametralladoras alemanas y artillería austriaca. Las defensas británicas se sostenían, principalmente, en la 52ª División de infantería escocesa (Tierras Bajas – Lowland). El ímpetu de las fuerzas otomanas obligó a replegarse a varias unidades australianas frente a las defensas de la división escocesa. La llegada de refuerzos de caballería neozelandesa, permitió restablecer la situación al atardecer del 4 de agosto, atacando el flanco derecho del despliegue de von Kressenstein, lo que le obligaría a retirarse ordenadamente hacia Katia para evitar ser capturados.
Von Kressenstein ordenó continuar la retirada hasta Bir el Abd, aunque la persecución de la caballería australiana desembocaría en un amargo combate el 12 de agosto, tras el que los otomanos continuaron su retirada.
Este sería el último movimiento ofensivo de los Poderes Centrales en la zona, ya que las fuerzas de Murray aprovecharían su victoria defensiva para iniciar una serie de ofensivas que llevarían a las batallas de Maghdaba y Rafa, a lo largo de 1.916, y que finalizarían frente a la frontera otomana con Palestina. Allí descansarían las tropas preparándose para la primera batalla de Gaza y la invasión de Palestina.
Levantamiento árabe del Jerife Hussein de la Meca
Mientras tanto, al otro lado del Sinai, más allá de Palestina, estallaba la revuelta del Ejército Árabe del Jerife Hussein de la Meca, impulsada por el ínclito militar y aventurero británico Thomas E. Lawrence. Ya vimos este episodio detalladamente hace unas entradas, así que tan sólo volveré a el de forma recurrente cuando la historia cruce ambas campañas. En este caso, la revuelta árabe obligó a los otomanos a replantear la defensa en todo Oriente Medio, mientras que el Gobierno británico animaba a Murray a planificar su avance sobre El Arish, la principal base otomana en el área de oasis del Sinai.
Sin embargo, Murray, un militar precavido, decidió esperar a que los ingenieros ampliasen el ferrocarril y las tuberías de agua hasta Bir el Mazar, para, desde allí, atacar la base otomana. Fueron varios meses de intercambio de misiones de caballería y aviación, de preparativos, meses en que el golpe y el contragolpe de mano fueron la constante; una guerra de movimiento en medio del desierto. En septiembre de 1.916, Murray desplazó su Cuartel General a El Cairo, desde donde esperaba controlar más eficientemente los levantamientos tribales en el área occidental de Egipto, lo que parecía restarle peso a la campaña en el Sinai. Los ímpetus previos, tras los desastres ofensivos en Europa occidental (la desastrosa batalla de Somme estaba aun librándose), hizo que el alto mando imperial obligase a otros sectores a tomar una disciplina defensiva. En el Sinai, esto repercutió en la agrupación de las unidades implicadas en la Fuerza de la Frontera Oriental, cuyo objetivo principal sería ocupar el Sinai hasta la frontera con Palestina y establecer una sólida línea de defensa.
Los movimientos iniciales buscaban consolidar la ampliación de las instalaciones a lo largo del Sinai. No sería hasta diciembre de 1.916, tras la ampliación del ferrocarril hasta Mazar, que las fuerzas británicas no atacarían seriamente la posición otomana. El 21 de diciembre, fuerzas australianas entraban en El Arish, que había sido abandonado por los otomanos para retirarse al puesto defensivo de Magdhaba, el que era el último puesto defensivo otomano antes de la frontera de Palestina. Animados por la fácil victoria en El Arish, el Cuerpo de Camellos  y la División Montada Australiana avanzaron hacia Magdhaba.
Tropas montadas en camello australianas. El uso de camellos
en el desierto fue muy amplio, aunque nunca superó al caballo.
El comandante  británico, Chauvel, desplegaba  el día 23 a la Brigada de Rifles montados de Nueva Zelanda y la 3ª Brigada de Caballería Ligera australiana en ambos flancos de la población, para cortar la retirada de las tropas acantonadas en Magdhaba. Una vez posicionados, lanzó al Cuerpo de Camelleros y a la 1ª Brigada de Caballería Ligera australiana a un asalto frontal, pero el eficaz fuego rociado turco les obligó a refugiarse en un wadi. Hacia el mediodía, las tres brigadas montadas, apoyadas por ametralladoras y artillería, avanzaron nuevamente, trabándose en un amargo combate cuerpo a cuerpo con varios reductos otomanos.
A la una de la tarde, los turcos aun controlaban la mayor parte de los oasis y pozos de agua, lo que hizo plantearse a Chauvel la retirada. Sin embargo, cuando se preparaban las órdenes para hacerla operativa, las fuerzas australianas atacaron con renovados bríos, tomando a los turcos por sorpresa. La derrota turca fue evidente, cuando a las tres y media de la tarde, los neozelandeses y australianos en los flancos capturaban varios reductos y hacían un centenar de prisioneros. A las cuatro y media, la guarnición otomana se rendía. La victoria les había costado a los atacantes poco más de ciento cuarenta bajas.
EL nuevo gobierno británico, surgido del desastre del Somme y encabezado por David Lloyd George, quería más esfuerzo ofensivo en todos los frentes; estaba ansioso de victorias, necesarias para levantar la moral tras el fiasco de Somme. Necesitaba una mayor implicación en la Península y Palestina, en apoyo a la revuelta árabe, que obtenía obvios éxitos. Por tanto exigió de Murray explotar los éxitos en Romani y Magdhaba.
Tropas otomanas se retiran desde Rafah.
Viendo la rentabilidad de las unidades móviles en el desierto, Murray ordenó mover rápidamente a las tropas hacia Rafah (o Rafa, o El Magruntein), donde los turcos mantenían una guarnición de unos tres mil hombres. Hacia el ocho de enero de 1.917, una considerable fuerza montada, compuesta por los australianos, el cuerpo de camellos, una patrulla de coches blindados y la 5ª Brigada de caballería Yeomanri (británicos) atajó por El Arish para llegar a Rafah. Atacando de madrugada del día nueve de enero, la guarnición fue sorprendida, y aunque intentó oponer una resistencia, fracasó. Al anochecer, Rafah estaba en manos británicas. La captura de la posición les costó a las tropas montadas la pérdida de quinientos hombres, tomando a cambio más de mil quinientos prisioneros enemigos.
El resto de enero sería gastado en recomponer las fuerzas, dejando el protagonismo a las fuerzas aéreas. El bombardeo de Beersheva el diecinueve de enero obligó a la aviación alemana a abandonar ese aérodromo por el más seguro de Ramleh. Por su parte, ese mismo día, la aviación turca trituraba las líneas de suministro británicas al oeste de El Arish. Hacia finales de enero, ambos bandos se implicaban en constantes acciones de ataque aéreo, lo que retrasaba los preparativos para la reorganización y el siguiente paso de la campaña. La conquista de los puestos otomanos de Nekel y Bir El Hassana, dieron por finalizada la campaña del Sinai.

3.- LA INVASIÓN DE PALESTINA. LA CAMPAÑA DE GAZA (1.916-1.917):
Con el ejército anglo-egipcio ya desplegado frente a la frontera del Imperio Otomano, parecía obvio que los británicos no tardarían en lanzarse a la ofensiva sobre el corazón del Oriente Medio. Con la victoria en Rafah, Murray había completado todos los objetivos asignados a su mando por la Oficina de Guerra; había asegurado el Canal de Suez y controlaba toda la Península del Sinai. Además, había conseguido construir una eficiente línea de comunicación ferroviaria, y había llevado la tubería de agua hasta cerca de la frontera otomana en Rafah.
Las tropas británicas tenían la moral muy alta; se sentían superiores a los otomanos en número y armamento, tras dos semanas continuadas de victorias. Fue por ello que la retirada de la 42ª división (East Lancashire) el 17 de enero, para reforzar el debilitado Frente Occidental, cayó como un jarro de agua fría sobre el mando británico, que se aprestaba a invadir el Valle del Jordán. Paralizada la ofensiva por falta de fuerza, apenas un mes después, tras la conferencia aliada de Calais, se apremió a todos los frentes de batalla a retomar la ofensiva. A Murray le pidieron atacar Gaza de forma inmediata, pero no le proporcionarían reemplazo para los soldados retirados del frente hasta la primavera.
Jinetes australianos con su mascota.
Este periodo de inactividad forzada fue utilizado por las tropas que habían sobrellevado el grueso de la ofensiva, las divisiones de caballería, especialmente los ANZAC, y el Cuerpo de Camellos, para regresar a El Arish y recuperarse. La maquinaria de guerra británica había conseguido realizar una obra de ingeniería sin precedentes, al construir paralelamente una línea férrea (un kilómetro diario) y una tubería que permitía transportar una gran reserva de agua hasta la primera línea, habilitando a las fuerzas imperiales a permanecer en campaña durante largo tiempo sin tener que atenerse a la conquista de los oasis.
Mientras los preparativos militares comenzaban, la actividad política y diplomática estaba disparada. Los franceses querían tener su peso en la zona, pero veían con preocupación las ambiciones británicas sobre Oriente Medio. Como ya vimos en la anterior entrada sobre este tema, los acuerdos diplomáticos de mayo de 1.916, denominados Sykes-Pycot, aprobaron un reparto de Oriente Medio entre ambas potencias, despreciando las ambiciones árabes. Las presiones de otros miembros de la coalición, como Italia, les llevaron a cerrar nuevos acuerdos secretos, como los de Saint-Jean-de-Maurienne, en el que se comprometían a hablar nuevamente con todas las partes sobre Palestina al acabar el conflicto. Para garantizar su presencia, el gobierno italiano envío a medio millar de hombres, que se integrarían en la nueva Fuerza Militar de Oriente.
La retirada de unidades obligó a Murray a reorganizar su ejército. Varias unidades de infantería y caballería fueron desplazadas desde las defensas del Canal y desde Salónica al frente de Palestina. La 53ª división de Gales ocupó el lugar principal en el despliegue desplegada al este de El Arish. A ellos se unirían la 54ª división (East Anglian) y la 74ª división Yeomanri, formada por las brigadas de caballería desmontada que prestaban servicio de seguridad en Egipto.
Oficial australiano.
La Columna del Desierto, que había servido de punta de lanza en la ofensiva del Sinai, fue reforzada por dos brigadas de rifles montados (6ª y 22ª) provenientes de Salónica. La 22ª se uniría a la División de caballería del ANZAC, mientras la 3ª brigada de caballería ligera del ANZAC sería transferida para conformar con la y otras dos nuevas brigadas la División Imperial de Caballería (General Hodgson). En marzo, Murray dividió la fuerza militar en dos grandes unidades; la Fuerza Oriental, comandada por el General Charles Dobell, tendría bajo su mando las divisiones 52 y 54 de infantería, así como el Cuerpo de Camellos; la Columna del Desierto, bajo el mando del General  Philip Chetwode incluiría la división montada del ANZAC y la división montada Imperial.
Tampoco los otomanos permanecían ociosos; aun implicados en varios frentes y con la rebelión árabe en su apogeo, los refuerzos comenzaron a llegar a Gaza para confrontar una eventual invasión británica. La llegada de dos nuevas divisiones, permitió incrementar la fuerza a ochenta mil hombres, que cubrían las defensas a lo largo de los treinta kilómetros de la línea que unía Gaza y Beersheba, aun cuando la mayor parte de los mismos permanecerían en reserva. Kress von Kressenstein insistió en recibir apoyo aéreo, de tal forma que le fueron enviados desde Alemania un escuadrón completo de cazas, equipados con los Halberstadt D.II, ya obsoletos frente a los poderosos cazas aliados.
Trinchera otomana en Gaza.
Las fuerzas móviles británicas consiguieron interferir en el despliegue de los refuerzos otomanos, situándose entre ellos y Gaza, lo que permitiría a las fuerzas de Murray atacar el 26 de marzo la guarnición otomana de Gaza. La 53ª división de Gales apoyada por parte de la 54ª división (East Anglian) se arrojaron sobre las fortificaciones al sur de la ciudad. A pesar de la fiera resistencia otomana, y de la ausencia de armas pesadas, los refuerzos australianos que llegaron por la tarde, permitieron alcanzar la mayor parte de los objetivos previstos. Sin embargo, la batalla cesó al anochecer, y sin tener garantías de haber alcanzado todos los objetivos, los mandos británicos ordenaron la retirada.
Los informes de Murray resultaron engañosos para el gobierno británico, quienes ordenaron conquistar Jerusalen, sin percatarse que ni siquiera Gaza podía tomarse. Las posiciones otomanas se habían reforzado, por lo cual los británicos dedicaron parte de abril a operaciones subsidiarias y de reorganización de fuerzas. Sería pasado mediados de mes cuando empezaron a operar otra vez seriamente, buscando una aproximación y asalto de las posiciones enemigas en Gaza.
Varios tanques Mk. IV fueron enviados al frente de
Oriente Medio durante la primavera de 1.917
El ejército otomano no había estado ocioso, y construyó una serie de posiciones fortificadas que resultarían decisivas en la batalla que estaba por llegar. A pesar de recibir refuerzos de tanques y contar con proyectiles de gas, el asalto iniciado el 17 de abril fue estéril. El gas fue ineficiente, tal vez por que el calor reinante había estropeado los proyectiles, y los tanques no lograron penetrar la línea de fortines otomana. La infantería británica y las tropas montadas de apoyo fueron diezmadas, y tuvieron que retirarse el 19 de abril, causando la caída de sus mandos. Murray sería llamado a consultas a Londres, arrastrando en su caída al jefe de la fuerza oriental, Dobell.
Erich von Falkenhayn pasa revista a sus tropas.
La falta de tropas frescas obligó a los británicos a detener su campaña. Mientras el gobierno británico afrontaba los terribles resultados de la primavera y verano de 1.917 en Europa (la desastrosa Ofensiva Nivelle, la sangrienta victoria de Arras y el terror en el barro de la Passchendaele), la situación en Oriente Medio se estancaba. Ambos bandos se fortificaron en la línea entre Gaza y Beersheva, mientras los ejércitos recibían refuerzos y nuevos mandos. En Junio, el Grupo de Ejércitos Yildirim o F, fue establecido en Palestina con el mando directo del antiguo Jefe de Estado Mayor alemán, Erich von Falkenhayn, un hombre de prestigio en horas bajas tras su sustitución en agosto de 1.916 al mando de la dirección de guerra.
Por su parte, Archibald Murray fue reemplazado por el General Edmund Allenby ese mismo mes. Allenby era otro popular general en un mal momento; las enormes bajas sufridas en el Somme por el Cuarto Ejército que comandaba, hizo que Haig cargase sobre el la responsabilidad de la carnicería, alejándole del mando. Ahora, era enviado a Egipto con una fuerza expedicionaria, para hacerse cargo de una campaña considerada menor por el gobierno británico.
Sir Edmund Allenby (derecha) tomó el mando
de la campaña en la primavera de 1.917
Allenby estaba ansioso por recuperar su prestigio, por lo que en octubre, contando con una fuerza efectiva de cincuenta mil hombres (también disponía de otros tantos egipcios, pero eran tropas poco fiables que no habían entrado en combate), ocupó Karm y estableció una gran base de suministro para su ofensiva. Tampoco Falkenhayn quería permanecer ocioso, por lo que organizó una ofensiva en la zona de Beersheva, realmente reconocimientos en fuerza poco exitosos, y que colisionaría con los planes de Allenby. Todo estaba a punto de dar un drástico giro de guión.

4.- BATALLA DE BEERSHEVA. LA CAMPAÑA DEL SUR DE PALESTINA (1917-1918):
Curiosamente, el inicio del avance de las fuerzas de Falkenhayn coincidió con el ataque más serio recibido sobre Beersheva. El 31 de octubre de 1.917, dio inicio la campaña del Sur de Palestina, con el asalto llevado a cabo sobre el cuartel general del III Cuerpo Otomano.
La ciudad de Beersheva estaba bien fortificada, protegida por una considerable fuerza de casi cinco mil hombres. Contaba con sesenta ametralladoras y cerca de treinta cañones; la ciudad estaba rodeada por una línea de trincheras, que la protegía desde tres puntos, protegidas por los cañones de los reductos de Tel el Saba, una altura situada a pocos kilómetros de la ciudad.
Frente a ellos, Allenby concentró sus fuerzas, sumando cerca de sesenta mil hombres, que incluían a los quince mil jinetes australianos de las divisiones montadas.
Recreación de la batalla por Beersheva (2017). Caballería
Ligera Australiana a la carga.
La infantería atacó frontalmente, mientras los australianos realizaban un formidable movimiento de flanquéo (cerca de cincuenta kilómetros recorridos en pocas horas) que les llevó a rodear la ciudad desde el este. A primera hora de la mañana la infantería de la 74ª división tomaba la colina 1070, permitiéndole enfilar con sus cañones las trincheras entorno a la ciudad. El asalto posterior alcanzó las trincheras, alargándose el combate cuerpo a cuerpo durante horas. A las 13:30 horas, la trinchera oriental fue conquistada.
Por su parte, los jinetes del ANZAC se situaron entre Beersheva y Hebron, para evitar la llegada de refuerzos desde Jerusalen, preparándose para atacar Tel el Saba. El asalto comenzó con la madrugada, llevado a cabo por los jinetes neozelandeses de la Brigada de Rifles Montados de Nueva Zelanda, aunque tuvieron que ser reforzados hacia media mañana ante la tenacidad de los defensores. No sería hasta las tres de la tarde que el asalto consiguió romper las defensas y capturar la posición.
La caballería australiana sería la protagonista del combate
tomando la plaza tras una sorprendente y exitosa carga.
Una vez asegurado Tel el Saba, se ordenó un ataque general contra Beersheva desde la retaguardia. Dos de las brigadas montadas avanzaron hasta la distancia de fuego de los rifles otomanos, siendo muchos caballos alcanzados. Se ordenó desmontar e iniciar el avance a pié, pero gran parte del 12º regimiento de Caballería Ligera asutraliana, cargó a caballo, alcanzando velozmente las posiciones otomanas, sorprendiéndolas y derrotando a los defensores. Cuando los refuerzos comenzaron a alcanzar las trincheras, los otomanos se rendían a cientos. Al frente, la infantería también penetró las defensas en desbandada, mientras los jinetes australianos capturaban el centro de la población. Al atardecer, Beersheva había sido conquistada. La posición había sido derrotada con la pérdida de tan sólo ciento setenta y un hombres, y un número parecido de heridos. A cambio, los otomanos se dejaron en el terreno cerca de medio millar de cadáveres, y unos dos mil prisioneros.
Prisioneros turcos tras la toma de Beersheva.
Con Beersheva en su poder, Allenby decidió aprovechar el golpe de fortuna y presionar a las fuerzas de Falkenhayn en retirada. El primero de noviembre envió a sus tropas en persecución del Séptimo y Octavo ejércitos otomanos, pero chocó con importantes fuerzas de retaguardia que, atrincheradas entre Gaza y la costa mediterránea, contuvieron a los británicos, permitiendo una retirada ordenada de sus fuerzas. Los intentos de romper la línea y atacar Jerusalen fueron infructuosos, ante los considerables refuerzos que llegaban. Pero reforzar Jerusalen obligaba a debilitar otros puestos, lo que sería aprovechado por Allenby en las siguientes semanas.
Ilustración que muestra uno de los soldados heridos en la carga.
Aunque Gaza caería en manos británicas el dos de noviembre, tras un par de días de batalla en los que el XXI Cuerpo británico sufrió más de dos mil quinientas bajas, no sería hasta el ocho de noviembre, tras combatir a las retaguardias otomanas en Sharia y Hareira, cuando la persecución comenzaría a dar sus frutos. Las fuerzas británicas y australianas apuntaron hacia Jaffa y el interior montañoso de Judea, chocando con cuatro divisiones del Octavo Ejército Otomano en Wadi Sara, sobre la línea férrea que unía Jaffa y Jerusalén. El trece de noviembre, una poderosa fuerza de veintemil hombres, atacó la línea defensiva otomana, improvisada en los accidentes del terreno. Aunque los ataques en los flancos fracasaron, la infantería británica en el centro consiguió romper la línea, apoyada por una carga a caballo de la 6ª Brigada montada británica. Al día siguiente, la 3ª división otomana, que intentaba retrasar las operaciones enemigas, fue duramente derrotada por tropas neozelandesas en Ayun Kara, obligando al ejército otomano a replegarse hacia Nahr el Auja, en las montañas de Judea, intentando establecer una línea que le permitiese mantener Jerusalén a salvo. Esta retirada sería un duro golpe para las fuerzas de Falkenhayn, que sufriría la pérdida de diez mil soldados prisioneros y un centenar de piezas de artillería capturadas por los británicos.
El Octavo Ejército otomano estaba deshecho, así que fue reforzado por el también debilitado Séptimo Ejército. Las operaciones para conquistar Jerusalén comenzaron a mediados de noviembre, con el ataque sobre Nebi Samwill, donde los combates se alargarían durante una semana, resultando inconclusa, y obligando a ambos bandos a desgastarse en continuos ataques y contraataques durante gran parte de diciembre. La falta de fuerzas obligó a los otomanos a abandonar la ciudad de Jerusalén, a fin de establecer una férrea línea defensiva hacia el este, a la espera de refuerzos. Esto supuso que los británicos ocupasen la población sin oposición el 9 de diciembre.
Monumento a la caballería ligera australiana en Beersheva.
La batalla por las colinas de Judea continúo durante gran parte de diciembre, incluyendo un ataque secundario sobre Jaffa y un contragolpe otomano sobre Jerusalén que fue rechazado entre el 27 y el 30 de diciembre de 1.917. La línea de frente quedó establecida desde Jaffa, en la costa mediterránea, a lo largo de las Colinas de Judea hasta Bireh, y en Jerusalén al este del Monte de los Olivos.
La toma de Jerusalén fue un gran hito político para el gabinete británico, liderado por David Lloyd George, y que había sufrido un grave desgaste con los terribles combates del Frente Occidental. Por su parte, el responsable otomano de las operaciones, Djemal Pasha, fue llamado a Estambul, quedando el mando bajo dirección alemana. Pocos meses después también Falkenhayn, responsable directo de las operaciones, sería reemplazado.
Allenby se pasea a caballo junto a las
murallas de Jerusalen.
La temporada de lluvias en la zona paralizó las operaciones. Allenby aprovechó para organizar el cuerpo administrativo en los territorios recién conquistados; era estrategia del gabinete británico el garantizar las posesiones conquistadas, a fin de convertirlas en colonias, aunque de cara a la opinión pública, con los alemanes arrollando a los rusos y firmemente asentados en Francia, se hacía complejo de explicar como salvaguardar las colonias cuando podía perderse la guerra.
El gabinete británico dictó la directiva número doce, en la que instaba a Allenby a destruir los ejércitos otomanos y marcaba el objetivo en echar de la guerra al Imperio Otomano a principios de 1.918; sin embargo, Allenby lo veía una tarea compleja; con Rusia fuera de la guerra, presionar hacia los Dardanelos carecía de sentido, y para alcanzar el corazón administrativo del gigante otomano aun restaban cientos de kilómetros de desierto y montaña. Ante sus dudas, el gabinete de Lloyd George envío a un halcón, el general Jan  Christiaan Smuts, como medio de control y consejo hacia el comandante británico en Oriente Medio. La campaña debía continuar.

5. LA CAMPAÑA DEL JORDÁN Y LA INVASIÓN DE SIRIA (1.918):
Tras la época de lluvias, Allenby reinició las operaciones en febrero de 1.918. Allenby deseaba extender su ala derecha sobre Jericó y el Mar Muerto, a fin de rodear las colinas de Judea desde el sur. A mediados de febrero, dos de sus divisiones de infantería (53ª de Gales y 60ª de Londres) apoyadas por caballería atacaron a las fuerzas de las Potencias Centrales al este de Jerusalén, provocando la retirada de los defensores y ocupando Jericó. La caída de Jericó aceleró la ocupación del Valle del Jordán; los intentos otomanos por reconquistarlos obligaron a guarnicionar la zona en fuerza, preparando de esa forma una campaña que acabase por derrumbar la resistencia en las vecinas colinas de Judea.
Falkenhayn comenzaba a estar en entredicho, especialmente
entre los generales de la élite turca.
Para ello, Allenby planificó una penetración desde el Valle del río Jordán hacia la Transjordania, a fin de atacar Amman en primavera. El 21 de marzo comenzarían las operaciones, cuando una fuerza de tamaño considerable, dirigida por el general Shea, realizó una racia en la que consiguió ocupar Es Salt, atacar Amman y destruir buena parte del ferrocarril de Hedzaj. Tras fracasar en el asalto sobre Amman, la llegada de refuerzos otomanos comprometió seriamente la retirada de las tropas de Shea; cuando Es Salt fue asaltado, el mando ordenó la retirada general. La retirada británica se completó el dos de abril, renunciando a sus ganancias territoriales, sufriendo un fuerte revés en los planes ofensivos y un grave retraso para los objetivos estratégicos británicos.
Mientras tanto, en las Colinas de Judea, la Fuerza Expedicionaria Egipcia conseguía empujar a los defensores hasta la costa del Mediterráneo. Tras el fracaso de Shea en la Transjordania, Allenby decidió no detener sus planes en la zona de las colinas, donde ocultaba el objetivo de tomar Tulkarm y avanzar hacia Nablus. El 9 de abril, la 75ª división de infantería atacaba y tomaba las aldeas de Berukin, Sheikh Subi y Rafat. Actuando junto con la 54ª división y fuerzas australianas montadas, el ataque profundizó las líneas otomanas, presionando hacia Tulkarm, por la llanura de Arara. Durante tres días la presión continúo, aunque ya era obvio el diez de abril que la resistencia de los defensores era mucho más seria de lo esperado. A fin de no desgastar sus fuerzas, el 21 de abril las tropas más adelantadas retrocedieron, abandonando la llanura para consolidar sus ganancias en las villas conquistadas.
Obús de 105 mm otomano.
A primeros de mayo, Allenby intentó un segundo ataque en el sector de Transjordania, con objetivos similares al primero. Encargado a las tropas del General Chauvel, también fracasó, ya que las fuerzas defensoras habían doblado su número. El riesgo que se estaba tomando era demasiado elevado, aunque Allenby lo había aceptado; su objetivo oculto era alejar los refuerzos y suministros otomanos de la costa mediterránea, donde esperaba lanzar una gran ofensiva en septiembre.
Los contragolpes de las fuerzas de las Potencias Centrales se sucedieron durante el verano, no obteniendo resultados más allá de incrementar la cuenta del carnicero.
La ofensiva de Primavera Alemana en el Frente Occidental obligó al mando británico a desviar toda su atención hacia el mismo, abandonando los planes para derrotar al Imperio Otomano y priorizando el detener, primero, la ofensiva alemana, y derrotar, después, con los refuerzos americanos, a los alemanes, forzando su rendición.
Camelleros hindúes, británicos, neozelandeses y australianos.
Por tanto, el Ejército de Allenby vio sus fuerzas mermadas, y se vio obligado a realizar una reorganización de las mismas. Buena parte de la infantería británica partió hacia Francia, mientras los refuerzos que llegaban no eran de la mejor calidad, en su mayor parte batallones del Ejército Anglo-hindú. Tanto las fuerzas de caballería como la artillería sufrieron también una profunda reorganización, que buscaba adaptar las fuerzas restantes agrupándolas en nuevas brigadas que permitiesen una mayor capacidad de maniobra.
Por fortuna para Allenby, los otomanos no se encontraban en situación de lanzar una gran ofensiva en Palestina. El Grupo de Ejércitos Yildirim había sufrido enormes bajas en la parte final de 1.917 y se encontraba demasiado debilitado como para no agradecer un periodo de inactividad. No obstante, el alto mando requería a los maltrechos ejércitos otomanos un esfuerzo, prometiendo refuerzos. Pero la pérdida de la superioridad aérea en la zona, con la entrada en servicio de los nuevos aparatos británicos S. E. 5.a y Bristol, obligó a los refuerzos otomanos a refugiarse en su traslado hacia primera línea.
Liman von Sanders y su estado mayor se harían cargo de la
campaña de Palestina en la primavera de 1.918. La guerra
ya había tomado un inexorable rumbo contrario para el
Imperio Otomano.
El mando otomano estaba muy poco satisfecho con la labor que Falkenhayn estaba desarrollando con el Grupo Yildirim; le consideraban el principal responsable de la derrota en Beersheba, por lo cual fue reemplazado el 19 de febrero de 1.918 por el general alemán Liman von Sanders, al que se le dieron órdenes para establecer una defensa activa y flexible, más adecuada al quebrado terreno que la defensa estática que había sido derrotada en los meses previos. Liman von Sanders dispuso de tiempo en la primavera de 1.918 para reorganizar sus ejércitos y prepararse para la siguiente ofensiva británica.
La batalla en el Frente Occidental estaba consumiendo a gran velocidad los recursos de los contendientes. Las iniciales victorias alemanas dieron paso a un estancamiento y, con la llegada de los refuerzos americanos, a una gran contraofensiva aliada.
Durante el verano, Allenby intentó asegurar la región del Valle de Yarmuk, ocupando Tiberias y Haifa, consolidando las posiciones frente a las defensas otomanas. Allenby planeaba una gran ofensiva final en Palestina para septiembre, ante la incertidumbre que estaba creando el Ejército Árabe en su decidido avance hacia Damasco. No quería ni toleraría que el Ejército árabe y Lawrence llegasen primero a dicha ciudad, por lo que aceleró los preparativos para avanzar al final de la estación seca.
Ametralladoras otomanas en acción en Palestina.
El 19 de septiembre de 1.918, Allenby inició su proyectada ofensiva final. El servicio secreto británico realizó grandes esfuerzos por enmascarar los objetivos reales de la operación, consiguiendo una sorpresa total al atacar la población de Meggido. Duramente castigados por la aviación aliada, los otomanos tuvieron que retirarse. La persecución aliada y el apoyo aéreo terminó de castigar al ya maltrecho ejército otomano de Palestina, hasta reducirlo a un grupo de tropas dispersas incapaces de presentar una seria resistencia ante el bien organizado ejército británico.
Derrotada toda la resistencia en Palestina, el ejército británico inició la carrera contra el Ejército Árabe por alcanzar Damasco, entrando en Siria a finales de septiembre de 1.918. Allenby dividió sus fuerzas, lanzando una columna encabezada por la caballería del ANZAC desde Galilea, mientras otra columna, compuesta por caballería hindú y fuerzas de la milicia que seguía a Lawrence de Arabia, avanzaba siguiendo la línea del ferrocarril de Hejaz. El primer día de octubre, tropas del 10º regimiento de Caballería Ligera de Australia, entraban sin oposición en Damasco, recibiendo la rendición de la ciudad. Al día siguiente llegaban las tropas de Lawrence, adjudicando al Ejército de Faisal la conquista de la ciudad.
Jinete de leyenda. Oriente Medio. 
Sin tiempo para festejar la victoria, las fuerzas de Allenby apuntaron hacia la Transjordania, para atacar Amman, aunque los problemas de salud ocasionados por una epidemia de malaria entre las fuerzas australianas que encabezaban el avance, provocaron un retraso en las operaciones.
El 25 de octubre los británicos atacaban y tomaban sin seria oposición la ciudad de Alepo, tercera mayor ciudad del Imperio Otomano. Este sería el golpe definitivo a las esperanzas otomanas de alcanzar un armisticio favorable. El colapso de Bulgaria provocó la caída del Imperio Otomano, que el 30 de octubre firmaba el armisticio en Mudros, rindiéndose dos días más tarde.

6.- FIN DE LA CAMPAÑA Y CONSECUENCIAS:
Caballo herido. Aunque las pérdidas aliadas no fueron muy
elevadas, jinetes y animales si sufrieron algunas bajas.
El final de la campaña de Oriente Medio apenas llegó unos pocos días antes de la finalización del conflicto mundial. Los británicos y las tropas coloniales del Imperio habían sufrido más de cincuenta mil bajas en combate, incluyendo casi trece mil muertos y más de un millar de desaparecidos. Las muertes se incrementaron en 6.000 hombres fallecidos por enfermedad, especialmente a causa de la epidemia de malaria que afectó a las fuerzas en campaña a finales de 1.918.
Las bajas otomanas fueron mucho más duras, aunque también inciertas, debido a que la ineficacia de la burocracia militar otomana, así como al deliberado intento de ocultar las consecuencias reales de su derrota. Teniendo en cuenta que un ejército fue destruido por completo, los historiadores militares estiman que los otomanos perdieron un total de 230.000 hombres, de los que unos quince mil murieron y cerca de ochenta mil fueron capturados. Unos 41.000 cayeron enfermos, aunque es imposible conocer cuantos murieron por esta causa, ya que no existen registros fiables.
Lejos de las bajas militares, las consecuencias de la campaña se dejarían notar en los años de posguerra, e incluso hoy en día, en pleno siglo XXI. El Imperio Otomano fue troceado en pequeñas naciones, que, tras diversas negociaciones derivadas de la Paz de Versalles de 1.919, quedaron bajo la influencia directa de mandatos británicos o franceses. El Reino de Iraq fue creado artificialmente para contentar a Faysal, líder de la rebelión árabe, poblándolo con tribus de diferentes confesiones, lo que ocasionaría graves conflictos civiles y enfrentamientos militares en la región que aun sufrimos hoy en día.
Palestina, Líbano y Transjordania quedaron bajo mandato británico. Siria quedó bajo mandato francés. Turquía, heredera del Imperio Otomano, fue dividida en cuatro partes, que serían unificadas tras la guerra de liberación encabezada por Mustafá Khemal y otros miembros del movimiento de los Jóvenes Turcos, consiguiendo crear una Turquía moderna y abierta al mundo, cuyo legado ha sido dinamitado por los acontecimientos de los últimos años conel presidente turco Erdogan.
Los mandatos coloniales serían desastrosos. Tras la Segunda Guerra Mundial, la descolonización llevó a la creación del estado de Israel en el área de Palestina, a la independencia de Jordania y Siria, que inmediatamente, junto a Egipto e Iraq, se enfrentaron contral Israel. Con las naciones árabes unidas ante un enemigo común, el conflicto estaba servido; guerra tras guerra, Israel sobrevivió y se fortaleció, sometiendo a sus vecinos y provocando un conflicto estancado y eterno que aun hoy en día nos sacude.
La mezcla de confesiones religiosas en las naciones árabes, incluyendo árabes chiitas y sunitas, cristianos cóptos y armenios, kurdos, etc, causó enormes problemas e inseguridad en la región, que degeneró en conflictos armados y la creación del Estado Islámico de Siria e Iraq a finales del siglo XX, y su consecución como gobierno independiente en 2.007. La guerra contra este gobierno extremista aun continúa, mientras las diferentes facciones mantienen la guerra en los dominios que, hace cien años, Allenby y su ejército arrebataron, tras una larga campaña, al extinto Imperio otomano.

7.- ADENDAS:
7. 1.- AUSTRALIA EN GUERRA:
Como el resto de naciones y dominios del Imperio Británico, Australia se vio metida en la Primera Guerra Mundial el 4 de agosto de 1.914, cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania en virtud del acuerdo de defensa que tenía firmado con Bélgica. El Primer Ministro australiano, Joseph Cook, que se encontraba en plena campaña electoral, acordó con el jefe de la oposición, Andrew Fisher, aparcar sus diferencias y prestar un total apoyo a Gran Bretaña. Como en cualquier otro rincón del vasto Imperio Británico, la guerra fue recibida con un insólito entusiasmo, y muchos jóvenes australianos corrieron a los centros de reclutamiento para alistarse y viajar a la Vieja Europa.
No obstante, Australia iba a realizar las primeras acciones hostiles contra Alemania en zonas más próximas al continente oceánico. El 11 de septiembre de 1,914, fuerzas de la armada y el ejército australianos, ocuparon Rabaul. El 17 de septiembre, las posesiones germanas en Nueva Guinea eran completamente conquistadas, y en octubre le tocaría el turno al Archipiélago de las Bismarck.
El 9 de noviembre, el buque australiano HMAS Sydney daba caza al buque pirata alemán SMS Emden. No será hasta el 25 de abril de 1.915, tras un periodo de acondicionamiento en Egipto, que las fuerzas australianas desembarcaban en Gallipolli, Turquía, junto a fuerzas aliadas de Nueva Zelanda, Gran Bretaña y Francia.
Carga a la bayoneta en ANZAC Cove, Gallipolli. 1915
Aquel día, neozelandeses y australianos desembarcaban en un lugar que sería conocido como ANZAC Cove (La Cueva del Anzac); desde allí, combatirán tenázmente sobre las laderas y acantilados sobre la playa. Tras varios intentos sangrientamente infructuosos de romper las líneas turcas, fueron obligados a atrincherarse, recibiendo brutales contraataques de sus enemigos. La situación se degradó rápidamente; las graves pérdidas y la imposibilidad de suministrar de forma continuada las posiciones australianas, causó que la situación de volviese insostenible. Entre el 19 y el 20 de diciembre de 1.915, los supervivientes, famélicos y enfermos, fueron reembarcados, suponiendo un severo revés a los intereses de los aliados.
Una de las más aclamadas fotos del ANZAC. Nadie queda atrás.
Después de Gallipolli, las fuerzas australianas fueron reorganizadas y reforzadas con nuevas divisiones. La caballería ligera, que había sufrido enormes pérdidas luchando como infantería en Gallipolli, fue enviada al Sinai. La mayor parte de la infantería, fue destinada a Francia.
Durante los años 1.916 y 1.917 las bajas en el Frente Occidental fueron monstruosas y las ganancias territoriales diminutas. La guerra en Francia se había estancado en una red de trincheras que más se parecían a una guerra de asedio medieval que a una guerra de movimientos. A partir de julio de 1.917, los australianos y otras fuerzas del Imperio Británico se vieron inmersas en una serie de ofensivas brutales que trataban de romper la situación de bloqueo. Asalto tras asalto, todos seguían el mismo patrón; enormes concentraciones artilleras, seguidas por asaltos a la bayoneta, y contraataques enemigos inmediatos que destruían a los supervivientes del avance.
Tropas australianas avanzan hacia el frente en el Somme.
La primera actuación de Australia en el Frente Occidental se produjo en Fromelles, durante la Batalla del Somme, el primero de julio de 1.916. Aquel día los australianos sufrieron 5.533 bajas en veinticuatro horas de lucha; al finalizar la batalla, en diciembre de ese año, cuarenta mil australianos habían sido muertos o heridos. 1.917 aun sería peor, con los australianos participando activamente en las batallas de Messines y Bullecourt, y, sobre todo, la sangrienta y terrible ofensiva conocida como Passchendaele, desarrollada en el verano y otoño de 1.917 en Yprés, Bélgica. Un total de 76.836 soldados australianos causarían baja en ese periodo, la mayoría durante esta última batalla.
Durante 1.918, las fuerzas australianas alcanzaron el clímax de su capacidad combativa durante la Batalla de Hamel, el 4 de julio. Desde el 8 de agosto, tomaron parte de las gigantescas ofensivas de pacificación, que llevarían a los aliados a realizar grandes avances que finalizarían el 11 de noviembre de 1.918 con el Armisticio y posterior rendición de Alemania.
En Oriente Medio, los australianos participarían ampliamente desde 1.916, especialmente con las fuerzas montadas que tanto se habían desgastado en Gallipolli. Como vimos, la campaña los llevó desde el Sinai hasta Beersheva, donde ganarían la leyenda con una última y exitosa carga. De allí a la ocupación de Palestina, Jerusalén, Gaza, Líbano y Siria, hasta la rendición de Turquía el 30 de octubre de 1.918.
Para Australia, la Primera Guerra Mundial será recordada como el conflicto más costoso en que haya participado. De una población de menos de cinco millones de personas, 416.809 hombres se alistaron para el combate. De ellos 331.781 partieron hacia Europa y Oriente Medio; más de sesenta mil murieron, y unos ciento cincuenta y seis mil fueron heridos, gaseados o tomados prisioneros, lo que supone una tasa de bajas superior al 65%.
A pesar de lo terrorífico del conflicto, las enormes bajas australianas colaboraron a crear un espíritu de nación que llevaría a la Independencia en 1.931. Que el 25 de abril sea día festivo en Australia, conmemorando el Día del ANZAC, no viene si no a ratificar la importancia que el conflicto tuvo para los australianos; muchas fueron las familias que perdieron a un hijo, hermano, padre; muchos los amigos, vecinos o conocidos que regresaban heridos o no regresaban. Al igual que otras muchas naciones de la actual Commonwealth, celebran como días relevantes o nacionales, las fechas que, de otro modo, serían recordadas con pena y tristeza, como días de la infamia, de la ignominia de una guerra que se llevó lo mejor de una nación.



7.2.- SIR EDMUND ALLENBY:
Sir Edmund Allenby, primer vizconde
de Allenby, entorno a 1900
El 23 de abril de 1861, Catherine Anne Cane y su esposo, Hynman Allenby, tuvieron un hijo, al que llamarían Edmund Henry Hynman. Nacido en Nottinghamshire, este niño estaba destinado a convertirse en uno de los actores destacados del terrible conflicto que azotaría el mundo entre 1914 y 1918.
Tras ser educado durante su niñez en el Haileybury College, ingresaría alos diecinueve años en la Real Academia Militar de Sandhurst. Allí recibiría una primera instrucción, antes de incorporarse, debido a las urgencias de las guerras coloniales que el Imperio Británico soportaba, al 6º Regimiento de Dragones (Inniskilling), con el rango de teniente. En 1882, con escasa preparación, fue destinado a Sudáfrica, donde continúo su instrucción sin entrar en combate.
Regresó a Inglaterra, donde sirvió varios años en Canterbury, antes de regresar a Sudáfrica en 1888 tras su nombramiento como capitán. Dos años después intentaba su ingreso en la Escuela Superior de Camberley, fallando en las pruebas de acceso, aunque continúo intentándolo para superarlas al año siguiente. Allí continúo su formación, dirigida a la formación de mandos de estado mayor; allí coincidiría con un teniente de húsares llamado Douglas Haig, que se convertiría posteriormente en el comandante supremo británico durante el conflicto mundial. En 1897, a los treinta y seis años de edad, fue ascendido al rango de mayor y enviado a prestar un periodo de servicio en Irlanda. Regresaría a su regimiento en 1899 para participar en la Segunda Guerra Boer, regresando a Sudáfrica, aunque esta vez para combatir, ya que llegó a participar en varias acciones de importancia.
Durante la Primera Guerra Mundial
Tras su regreso a Inglaterra continúo su formación, y ser ascendido a coronel por méritos en campaña, fue asignado al mando del 5º regimiento de Lanceros Reales Irlandeses. En 1905 sería ascendido a General de Brigada, asumiendo el mando de la 4ª brigada de caballería; dejaría este mando tras su ascenso a General Mayor, en 1909. Al año siguiente dería nombrado inspector general de caballería, cargo de carácter administrativo que desempeñaría hasta el inicio del conflicto mundial en 1914.
En ese momento, a la ruptura de hostilidades, se conformó un cuerpo espedicionario que, bajo el título de Ejército Expedicionario Británico o BEF, y mandado por Sir John French, sería enviado a Francia para apoyar al ejército francés ante la arremetida alemana. Inicialmente, el BEF estaba formado por cuatro divisiones de infantería y una de caballería; Allenby mandaba esta última.
El 23 de agosto de 1914, su división veía combate por primera vez, en la batalla de Mons, donde se produjeron algunos enfrentamientos con la caballería alemana cuando la división cubría la retirada del BEF. Durante el enfrentamiento, Allenby pecó de falta de decisión en el mando, lo que ocasionó cierto caos en las órdenes, hecho que fue denunciado por algunos de sus subordinados. En octubre de 1914 la unidad paticiparia activamente en la terrible Primera Batalla de Ypres, donde la división se distinguió, asumiendo fuertes pérdidas en apoyo de las unidades de infantería. Por ello, cuando el BEF estuvo completo, recibió el ascenso temporal al rango de Teniente General para asumir el mando del Cuerpo de Caballería.
Tras el invierno de 1915, decidió renunciar al arma de caballería, cuyo papel en la guerra estática que comenzaba a mostrarse sería secundario, y asumió el mando del V Cuerpo de Infantería, durante el transcurso de la terrible Segunda Batalla de Ypres.
Entregando medallas durante la Campaña del Desierto
Allenby era conocido entre otros oficiales por su mal genio; este defecto pareció multiplicarse al afrontar el mando de un cuerpo de infantería en medio de la batalla, por lo que sus estallidos de ira comenzaron a ser frecuentes y temidos por sus subordinados. En el curso de la Segunda Batalla de Ypres, ordenó airadamente mantener la presión, ante cualquier pérdida territorial, terminando la batalla con una victoria para el V Cuerpo, pero habiendo sufrido gravísimas pérdidas humanas. Estas bajas se repetirían en septiembre de 1915, cuando se le encargó realizar una acción a pequeña escala en apoyo de las fuerzas británicas que combatían en la Batalla de Loos. Allenby, que sólo tenía que lanzar un ataque de diversión en Ypres, se obcecó en la batalla y obligó al V Cuerpo a asumir, nuevamente, importantes pérdidas.
A pesar de ello, en octubre de 1915, se le otorgaba un mando superior, asignándosele el mando del Tercer Ejército Británico. Su rango de Teniente General fue ratificado en enero de 1916. Tras el reemplazo de Sir John French por Sir Douglas Haig, con quién había coincidido en su periodo de instrucción, Allenby hizo saber a sus subordinados las dudas sobre la capacidad de Haig para el mando general, aunque les prohibió que hiciesen públicas dichas reservas. Su carácter fue aun a peor, al tener que aceptar las órdenes de Haig. Muchos de sus oficiales, entre los que se encontraban J. F. C. Fuller (posteriormente importante historiados y escritor) y Archibald Wavell (quién tendría importante mando en la siguiente guerra mundial), pensaban que Allenby era incapaz de expresar cualquier emoción que no fuese la ira.
El 1 de julio de 1916, Haig lanzaba la esperada ofensiva británica en la zona del río Somme. El Tercer Ejército participaría sólo al comienzo de la misma, en apoyo del asalto principal, y atacaría el sector de Gommecourt con escaso éxito, sufriendo gravísimas bajas.
Allenby con Faysal
En enero de 1917, Haig encargaba a Allenby la preparación de un plan para atacar durante la primavera en el sector de Arras, en apoyo al asalto principal que los franceses pensaban lanzar bajo el mando del Mariscal Nivelle. Allenby incluyó en la planificación las nuevas técnicas de combate que sus oficiales le habían sugerido. Rehusó el bombardeo de una semana habitual en anteriores ofensivas, e incluyó técnicas de avance de la artillería, tanques y tácticas de asalto. La retirada alemana a la Línea Hindemburg hizo que Allenby solicitase la suspensión del ataque, que partiría de posiciones demasiado alejadas del frente, pero Haig rehusó, amenazando con que Allenby sería responsable del fracaso de la operación en caso de modificar los planes. La ofensiva empezó el 9 de abril de 1917, con un gran éxito inicial; sin embargo, la continuación de la ofensiva degeneró en un nuevo estancamiento y las habituales enormes bajas entre las divisiones del Tercer Ejército. A pesar de ser ascendido nuevamente, había perdido la confianza de Haig, quién lo relevó el 9 de junio de 1917, mandándolo de regreso a Inglaterra.
El gobierno de Lloyd George no quería un general de la importancia de Allenby creando problemas en Inglaterra, por lo que decidió dar un impulso a la guerra en el Sinai, sustituyendo a Archibald Murray por Edmund Allenby. Para Allenby fue una bofetada, lo tomó como un mal chiste, que le alejaba de las opciones de promoción y reconocimiento que suponía el Frente Occidental. Trató de evitar el mando argumentando la futilidad de intentar avanzar hacia Palestina cuando se estaba apunto de lanzar la terrible ofensiva en Flandes que sería conocida como Passchendaele.
Allenby en Jerusalen
Allenby tuvo que rendirse a la evidencia, y el 30 de junio de 1917, llegaba a Egipto. El 29 de julio fallecía su hijo Michael en los combates de Flandes, causando que, por primera vez, su ira se tornase en lágrimas públicas. A partir de ese momento decidió encomendarse sin descanso a la tarea impuesta, lanzando las ofensivas que hemos visto en el artículo y que llevaron a la conquista de las importantes ciudades de Jerusalen, Damasco y Alepo.
Finalizado el conflicto sería nombrado Vizconde Allenby y Mariscal de Campo, en reconocimiento a su mando. Ocuparía desde 1921 el cargo de Alto Comisionado en Egipto. En 1925, a la edad de sesenta y cuatro años, Allenby decidió retirarse, regresando a Inglaterra. Allí residiría, en Londres, hasta que el 14 de mayo de 1936 fallecía de una aneurisma cerebral. Fue incinerado y sus cenizas se conservan el la Abadía de Westminster.
Con el se iba una parte de la historia, una parte de un conflicto donde fue parte y juez, sentenciando el destino de todo un imperio.