lunes, 18 de diciembre de 2017

ARTÍCULO XXXVII. (LA PRIMERA GUERRA MODERNA). LA MÁQUINAS INFERNALES. EL TANQUE:

Los tanques fueron una revolución en el conflicto, aunque su impacto sería limitado hasta 1.918. En la imagen, un
Saint-Chamond francés asalta una trinchera alemana durante las Ofensivas de Pacificación de 1.918.
Desde los albores de la Historia de la guerra, el ser humano llegó al convencimiento que los campos de batalla son lugares peligrosos, donde la capacidad de supervivencia de los individuos dependía no tanto de su habilidad en el combate, si no de su capacidad para aguantar los peores golpes.
La historia de los conflictos ha estado ligada a evoluciones relevantes desde el punto de vista armamentístico, táctico y de protección. En este último ámbito cabe inscribir el desarrollo de sistemas defensivos que, de forma individual o grupal, permitiesen al guerrero aguantar impactos que, de otra suerte, le habrían costado una seria herida o, incluso, la muerte.
Al principio, cuando el hombre acudía a la guerra a pie, la protección paso a ser básicamente individual, portando armaduras y escudos que le permitiesen un grado de resistencia ante el armamento portado por sus enemigos. Cuando la rueda se aplicó a los avances militares, se articularon carros tirados por caballos, que permitían a los guerreros, al mismo tiempo, velocidad de movimiento y protección ante los proyectiles enemigos.
La evolución nos llevó luego a la época de la infantería blindada, abandonado ya el carro. En esa época, los escudos se acorazaron y permitieron una mayor protección del cuerpo del guerrero, como experimentaron los griegos y, posteriormente, las legiones romanas; grandes escudos que, al juntarse unos con otros, formaban un muro infranqueable, que reducía la posibilidad de sufrir una herida en combate.
La época de la caballería dio las primeras muestras de por donde se dirigiría la táctica militar; caballos y caballeros acorazados, que formaban una sólida línea de ataque, reduciendo la posibilidad de recibir heridas, provocando al mismo tiempo la inutilidad de las defensas de la infantería. Para contrarrestarlo, las tropas a pie se equiparían con armas de proyectiles más pesadas y letales, para, posteriormente, incorporar las armas de fuego, que acabarían con la seguridad que las protecciones pesadas de la caballería les habían permitido durante varios siglos.
Fue entonces cuando los primeros visionarios decidieron comenzar a utilizar suertes de vehículos blindados que, con el tiempo, acabarían dando lugar al carro de combate, que será conocido genéricamente como TANQUE.
Uno de los tanques originales, el Mk. I británico. Su debut en batalla en septiembre de 1.916, supuso una revolución en la
historia de los conflictos bélicos.

1.- LOS PIONEROS DEL CARRO BLINDADO. HISTORIA DEL TANQUE:
Carro Hussita del siglo XV. Recreación.
Sería en el siglo XV, cuando la pólvora ya había hecho su aparición en Europa, cuando la época de la caballería llegaba a su fin, cuando surgieron los primeros pioneros en la búsqueda de un concepto que acabaría teniendo un nombre: el tanque.
Los primeros en plantear algo parecido a un carro blindado fueron los Husitas centroeuropeos. Su líder, Jan Ziska, seguidor de Jan Hus, y que ocupaba el cargo de Mayordomo de la Reina Sofía de Bohemia, creó una táctica para aprovechar su escasez de caballería frente a las huestes de la Orden Teutónica, compuesta principalmente por caballeros acorazados, que consistiría en agrupar sus caballos tirando de carros de madera de altas paredes, con troneras a través de las cuales sus husitas disparaban sus armas de fuego y ballestas.
Defensa de carros hussita.
Durante la batalla de Grunwald, el 15 de julio de 1410, las huestes de Ziska obtuvieron una contundente victoria sobre los teutónicos, incapaces de penetrar los sólidos muros de madera conformados por los carros de guerra. Posteriormente volvería su táctica sobre el Sacro Imperio y Hungría, uniendo a la confluencia de carro y arma de fuego la presencia, cada vez más habitual, de piezas de artillería. Sus innovaciones militares llevaron a los husitas a dominar Centroeuropa durante un corto periodo de tiempo.
Unas décadas después, sería el genio de Leonardo da Vinci quién, visionariamente, desarrollase el primer concepto real de un carro blindado. Patrocinado por Ludovico Sforza en 1.487, Leonardo realizó una serie de bocetos en los que representa un vehículo con forma cónica, blindado con planchas de madera y refuerzos de hierro, y que se desplazaba sobre ruedas, con pequeños cañones apareciendo de sus flancos inferiores. La máquina habría sido manejada por cuatro hombres, de haber visto la luz; un fallo en el diseño de locomoción del vehículo, que muchos atribuyen a un boicot del propio Leonardo, que temía que su diseño fuese robado, lo convertían en ingobernable, por lo que sus sucesores abandonarían cualquier esperanza de ponerlo en funcionamiento.
Pocos intentos fueron realizados posteriormente para afianzar el camino del carro blindado. Según avanzó la historia de los conflictos, se desarrollaron ingenios blindados para acompañar al ferrocarril (vagones blindados), e incluso se retomó la idea original de los husitas, aplicando blindaje a diligencias o carros tirados por caballo, pero nada destinado a convertirse en el avance definitivo que si supondría la Primera Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial lo cambió todo; fue una consumada pionera en avances industriales y tecnológicos en lo militar, donde los estados mayores se veían obligados a rebuscar entre los anillos del infierno de la tecnología humana, a la búsqueda de la fórmula magistral que les permitiese romper el estancamiento, el empate técnico en que se encontraban enfangados desde el fracaso del Plan Schlieffen para finalizar la guerra en unos pocos meses.
Los primeros intentos por dotar a las tropas de primera línea de protección y movilidad dieron lugar a los Coches Blindados, que podríamos considerar como predecesores del tanque; sin embargo, se mostraron poco útiles en un terreno tan extremo como el que representaba un campo de batalla del Frente Occidental; era necesario sortear extremos peligros, cráteres, campos de alambre de espino y barro, a los cuales los coches blindados era improbable que sobreviviesen.
El objetivo inicial para los desarrolladores fue buscar un arma que realizase una “sencilla” tarea: atravesar la tierra de nadie hasta las trincheras enemigas sin sufrir daño. Pocos durante ese crítico periodo de la Humanidad fueron capaces de darse cuenta de las importantes y reales capacidades del tanque, que le llevarían pocas décadas después, apoyado por la aviación, a crear una nueva forma de combatir. Pero veamos previamente todo su desarrollo.
Antes de comenzar el conflicto, algunos ingenieros próximos a las escuelas de artillería, crearon prototipos de cañones autopropulsados, poco más que tractores armados, que servirían de estímulo y base a los desarrolladores finales. Los proyectos de Levavasseur, Roberts, Wells o Burstyn apenas tuvieron eco. Por su parte, Benjamin Holt, en los Estados Unidos, comenzó a desarrollar un tractor de trabajo que vería la luz en 1.907; tras desplazarse a Gran Bretaña para hacerse con la patente del desplazamiento con cadenas, que tenía Alvin Lombard, y produjo los primeros Tractores Oruga (Caterpillar Tractor).
Cerca de un millar de estos tractores estaban en servicio con la artillería británica en 1.916. Se adquirieron como tiros de artillería que permitiesen moverse en los peores terrenos, aunque la realidad era que los desarrolladores aliados querían observar el funcionamiento de las orugas para sus propios proyectos.
Serían los británicos los primeros que se lanzaron a la aventura de crear un ingenio ofensivo blindado. El objetivo era llevar artillería blindada lo suficientemente cerca de los cañones enemigos, para destruirlos. Sin embargo, la realidad del conflicto rápidamente haría que los objetivos fuesen variados. La necesidad de romper el estancamiento en que desembocó el conflicto en 1.915, obligó a los desarrolladores a centrarse en un ingenio que ayudase a la infantería a recorrer la tierra de nadie, aplastando el alambre de espino y evitando el fuego enemigo. Las pruebas del vehículo denominado “Tritón” resultaron poco satisfactorias y el proyecto fue abandonado.
Sería el Primer Lord del Almirantázgo, Winston Churchill, quién, basándose en la idea del tractor blindado, reinicio la idea original, de una artillería móvil, una suerte de acorazado terrestre. Auspiciado y patrocinado por la Marina Real y el Comité de Acorazados, se ordenó la construcción de dieciocho acorazados terrestres. Ninguno de ellos llevaba el sistema original de orugas de Holt, para evitar pagar los derechos; doce usaban un sistema de cadenas ideado por Diplock, y otros seis se movían mediante grandes ruedas. Ambos modelos fracasaron en sus intentos de mover de forma efectiva el tonelaje blindado que debían transportar.
La comisión se negó a abandonar el proyecto; cientos de miles de bajas sufridas durante 1.915 entre las potencias de la Entente, obligaban a continuar los esfuerzos, aun cuando estos fueron fracasando, proyecto tras proyecto, hasta diciembre de 1.915. Fue en este momento cuando, ante los primeros éxitos obtenidos tras el rediseño de la máquina inicial, creada por el ingeniero William Tritton, que ahora era conocida como “Pequeño Willie”, y para mantener el más estricto secreto ante los intentos alemanes de espionaje, el proyecto pasó a denominarse “Tanque”.
Los desarrolladores se referían al primero de los “Pequeños Willie”, como “Madre”, siendo el primer “tanque” de la Historia. La palabra tanque permitía hacer creer a los espias alemanes que se enfrentaban a un intento aliado por crear un ingenio que almacenase agua cerca de la primera línea para la campaña de Mesopotamia. La realidad era que, el 29 de enero de 1.916, el tanque completaba su primer test con un rotundo éxito, premiado inmediatamente por el gobierno con un pedido de cien unidades, inicialmente, y otro de cincuenta adicionales en abril de 1.916.
Tanque Schneider francés.
Francia había iniciado sus propios desarrollos sobre vehículos blindados sobre orugas en enero de 1.915, yendo siempre un paso por detrás de los británicos. Incapaces de llevar su desarrollo adelante para participar en la gran batalla de 1.916, Verdún, serían los británicos quienes llevarían sus “Pequeños Willie” para acompañar a las tropas en la Batalla del Somme.
Por su parte, el Estado Mayor francés, ordenó en febrero de 1.916 el desarrollo de cuatrocientos vehículos Schneider y otros cuatrocientos Saint-Chamond, pero estos vehículos no estarían operativos hasta muchos meses después.
Ni los rusos, a los que el resto de aliados mantenían al margen de sus avances en el uso de orugas, ni las Potencias Centrales, habían previsto desarrollos en este sentido, aunque los alemanes, a consecuencia de la actuación de los tanques aliados, a pesar de la drástica escasez de acero que padecía Alemania, acabarían desarrollando el AV7 que entraría en servicio en 1.918.
Capitán George S. Patton con un carro ligero FT17
La actuación de los tanques para romper el estancamiento en la guerra acabaría siendo decisiva. Tras la ofensiva británica de Cambrai, donde se usaron en masa los tanques, serían los americanos, comprando tanques franceses Renault, quienes lanzarían la primera ofensiva móvil, rompiendo las líneas alemanas bajo el liderazgo de un oficial de nombre George S. Patton, que retomaría unos años después las enseñanzas de aquellos años.
El periodo de entreguerras permitió avanzar en el desarrollo del “Tanque”. Se escribieron tratados sobre su uso en combate, aunque sería una pequeña corte de visionarios quienes entenderían que la próxima guerra se combatiría con tanques y aviación. Charles de Gaulle, en Francia, escribiría en 1.934Vers l’armee de métier” (Hacia el Ejército profesional), lo que serviría de inspiración a los generales alemanes para establecer los principios de la “Guerra Relámpago” (Blitzkrieg). Einz Guderian escribiría su tratado “Alto, Tanques” (Achtung Panzer) en el que explicaba claramente como el ejército alemán afrontaría la próxima guerra.
Los modelos alemanes de la década de los treinta reflejaban ese aprendizaje; más rápidos y pequeños, ya no buscaban acompañar a la infantería, como hacían sus predecesores, si no romper las líneas enemigas y envolver rápidamente a la infantería, forzando su rendición.
Panzer Pz. 38 (t) alemán. La (t) hace referencia al chasis
de origen checoslovaco. Con estos tanques Hitler sometió
a Polonia, Bélgica, Holanda y Francia al comienzo de la guerra.
Por el contrario, el resto de naciones, ajenas a estos principios, continuaron desarrollando vehículos muy pesados, que servían como plataformas artilleras móviles que apoyaban a la infantería. El acierto alemán se vería premiado en septiembre de 1.939 con su rápida conquista de Polonia, movimiento de apertura del segundo conflicto mundial. La “Blitzkrieg” suponía un éxito que dejaba en estado de colapso a las naciones aliadas. Sucesivamente Dinamarca, Holanda, Francia, Yugoslavia, Grecia y gran parte del norte de África, sucumbieron a la marea blindada alemana. Rusia, que no se encontraba preparada para una guerra blindada moderna, fue arrasada, aunque consiguió detener la ofensiva frente a sus principales ciudades.
Carro de combate alemán Pz. VI E Tiger
Lentamente, los términos fueron cambiándose. Según avanzó la guerra, Alemania buscó vehículos menos móviles y más pesados, mientras el resto de enemigos hacían su propia versión de la Guerra Relámpago. La derrota final alemana, dejó a las Potencias aliadas enfrentadas entre si, pero con una idea clara; el carro de combate dominaría el campo de batalla en las siguientes décadas.
Desde entonces, la evolución ha demostrado que el carro de combate, a pesar de ser la punta de lanza de los ejércitos modernos, es extremadamente vulnerable ante la aviación, los helicópteros, e incluso a la infantería armada con misiles altamente efectivos.
Los tanques modernos se alejan mucho de aquellos primitivos carros británicos que cruzaron la tierra de nadie en el Somme. Lentos, propensos a las averías mecánicas, poco artillados y escasamente blindados, no tienen nada que ver con los modernos blindados, veloces (no es extraño que alcancen los 70 km por hora en carretera), muy blindados y pesados (muchos superan las 70 toneladas, lo que es tanto como el más pesado tanque de la Segunda Guerra Mundial), fuertemente artillados (con cañones extremadamente precisos de 105 a 120 mm), preparados contra la guerra nuclear, bacteorológica y química, capaces de recorrer cientos de kilómetros sin repostar. Un arma moderna.
Nueva serie de carros rusos "Armata"
¿Y en el futuro?. El futuro del arma blindada pasa, como tantos otros asuntos de actualidad, por una intensificación de la robótica y otras teconologías, aplicadas al vehículo blindado. Ante la batalla de blindaje contra protección, los desarrolladores actuales están tendiendo a desarrollar modelos más ligeros y veloces, que puedan moverse por cualquier terreno. Se calcula que la aplicación de nuevos materiales al blindaje, permitirá reducir el peso en un 50%, incrementando la velocidad en un 100%. Igualmente, se habla ya de implementar armas ultra modernas, como es el laser (aun en desarrollo), o cañones con características especiales, que permitan reducir el habitáculo y necesidades de mantenimiento en combate del AFV (Armored Fighting Vehicle – Vehículo de combate blindado).
Y ese futuro no está muy lejano…



2.- EL TANQUE EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. LA BATALLA DE CAMBRAI:
La situación de estancamiento que confrontaban los jefes militares en el Frente Occidental tenía que cambiar. Los alemanes habían intentado un primer movimiento introduciendo a la historia del conflicto los gases asfixiantes, que habían tenido un impacto limitado en el desarrollo de la guerra, después de la sorpresa inicial causado por su primer uso, durante la segunda batalla de Yprés en la primavera de 1.915.
Tanque Whippet británico. Protagonista de la parte final
de la guerra, su influencia llegaría hasta bien entrados los '30.
Mucho había llovido, sin que los esfuerzos de uno u otro bando hubiesen variado la tónica de empate técnico, de cientos de miles de bajas, la pérdida de moral causada entre tropa y oficiales tras largos días enterrados en las sucias y heladas trincheras del Frente Occidental. Los desarrolladores británicos habían conseguido dar con una tecla que podría variar este apocalipsis, permitiendo romper las densas líneas de defensa: el tanque; y se proponían probarlo cuanto antes. Aun así, a pesar que los primeros pedidos datan de enero de 1.916, no sería hasta el 15 de septiembre de 1.916, cuando se llevase a cabo su primer combate.
Durante la desgarradora ofensiva británica en el Somme, la falta de progresos permitió lanzar a los nuevos titanes, las máquinas infernales, al combate durante la batalla de Flers-Courcelette. Los Mk I fueron utilizados individualmente, avanzando por delante de la infantería; aunque los alemanes fueron impactados por su simple visión, arrollando el alambre de espino y alcanzando sin dificultad sus trincheras, pronto aprendieron a combatirlos. Los problemas fueron muchos; de los cuarenta y nueve tanques desplegados, tan sólo treinta y dos estaban en condiciones mecánicas de cumplir su misión al inicio del ataque. La mayoría sufrió averías mecánicas o quedó empantanado en la tierra de nadie, aunque nueve de ellos alcanzarían las defensas alemanas causando el terror, y permitiendo a la infantería ocupar las posiciones alcanzadas.
Tanque Mk. I maniobrando en la zona de trincheras.
Los resultados, aunque esperanzadores, no resultaban los esperados. El tanque había sido enviado demasiado pronto a la batalla, y en un número tan reducido que su impacto en la misma había sido pequeño comparado con las esperanzas despertadas. El estado mayor francés, por su parte, fue muy crítico con el uso británico del arma secreta, por tanto y cuanto se había desperdiciado ese “secretismo” para obtener un éxito mínimo. Francia esperaba estrenar sus propios tanques en pocos meses, y pensaban que descubrir el arma secreta tan pronto sólo serviría para que los alemanes desarrollasen sus contramedidas rápidamente.
Los tanques británicos volverían a la batalla varias veces más durante el Somme, en pequeños números y graves pérdidas. Mientras tanto, los franceses, ya perdido el factor sorpresa, sopesaron retrasar el debut de sus tanques, alejándolos del contragolpe francés en Verdun y retrasando su empleo hasta la Ofensiva Nivelle en la primavera de 1.917. Durante los combates en la Meseta de Craonne y en el Camino de las Damas, participaron grandes cantidades de tanques Saint- Chamond y Schneider, con resultados poco esperanzadores; cerca del 50% de los Schneider desplegados el 16 de abril fueron destruidos por la artillería alemana de largo alcance; por su parte los Saint-Chamond desplegados el 5 de mayo, fueron incapaces de alcanzar la primera línea de trincheras alemanas.
Tanque Saint-Chamond capturado durante la Ofensiva Nivelle.
Como parte de los apoyos a la Ofensiva Nivelle, los británicos desplegaron numerosos tanques durante la campaña de Arras, participando también ampliamente en los éxitos (limitados) logrados por las tropas de la Commonwealth durante la Tercera Batalla de Yprés.
Sin embargo, el momento de inflexión para el tanque, especialmente para el Cuerpo de Tanques británico, iba a ocurrir en el otoño de 1.917, cuando se puso en marcha el operativo diseñado por el comandante de artillería de la 9ª división escocesa, Henry Hugh Tudor. En agosto de 1.917, Tudor presentó un plan para realizar un ataque sorpresa sobre las posiciones de la Línea Hindemburg frente al sector del IV Cuerpo británico en la Picardía, al este del río Somme, empleando las últimas doctrinas de “armas combinadas”, con un fuerte apoyo artillero, aviación y la presencia de un pequeño contingente de tanques. El plan fue bien aceptado por el Alto Mando británico, aunque influenciado por las teorías del Coronel Fuller, comandante del Cuerpo Real de Tanques, se incrementó la participación de sus máquinas infernales hasta sumar un apoyo masivo.
Henry Hugh Tudor, planificó el asalto en Cambrai
Las sucesivas reformas del plan inicial llevaron a la implementación de un plan de batalla que sería puesto en funcionamiento el 20 de noviembre de 1.917, cuando, cerca del amanecer, más de un millar de cañones británicos saturaron las defensas alemanas del 2º Ejército, en el sector de los cuerpos III y IV británicos. Tras unos minutos de bombardeo, arrojaron humo para oscurecer el avance de la infantería, e iniciaron una barrera móvil justo unas decenas de metros por delante de las tropas en avance. La fuerza asaltante estaba compuesta por seis divisiones de infantería, apoyadas por más de cuatrocientos tanques. El ataque fue demoledor, tomando por sorpresa a la defensa alemana; las fuerzas del General von der Marwitz sucumbieron, cediendo numerosas posiciones fuertes ante el ímpetu del ataque británico. En algunos puntos, la punta de lanza aliada penetró hasta ocho kilómetros la Línea Hindemburg. En el sector de Masnières, sólo el colapso del puente sobre el Canal de Saint-Quentin, al hundirse ante el paso de los pesados tanques, frenó el avance británico. Tras el primer día, ciento ochenta tanques estaban fuera de servicio, sesenta y cinco de ellos destruidos o capturados por la defensa alemana.
Las armas combinadas (tanques, artillería, aviación,
infantería) marcarán la Batalla de Cambrai.
A partir del segundo día de ofensiva, el avance se relantizó de forma obvia, al tiempo que se incrementaban las bajas. El éxito más notable del segundo día de batalla fue la conquista de Flesquières, abandonado el día veinte por los defensores alemanes. A partir del 22 de noviembre, el esfuerzo británico se concentró en atacar a lo largo de la carretera de Baupame a Cambrai, apuntando hacia el Risco de Bourlon. El avance hacia Bourlon y Anneux fue terriblemente costoso; los contraataques alemanes socavaron la capacidad de avance de las fuerzas británicas, incapaces de coordinar el avance de los tanques y la infantería como había ocurrido el primer día. El puño acorazado que impulsó el esplendoroso triunfo del día veinte se había evaporado.
El 23 de noviembre, la 40ª división, apoyada por cien tanques y más de cuatrocientos cañones, atacó los bosques frente al risco, consiguiendo muy pocos éxitos y sufriendo enormes bajas. Los contragolpes alemanes sólo pudieron ser contenidos por la rápida intervención de las reservas británicas. Los atacantes estaban exhaustos, y sus tanques de apoyo estaban reducidos a menos del cincuenta por ciento de los iniciales.
Muchos tanques quedarían convertidos en chatarra. Cambrai.
El último esfuerzo ofensivo por alcanzar Cambrai lo realizó el día 27 la 62ª división, apoyada por treinta tanques, aunque no logró avances significativos. El día 28 de noviembre la ofensiva era paralizada sin lograr sus objetivos, aunque con una importante lección sobre como usar los tanques en el futuro.
La batalla aun duraría algo más de una semana, cuando los alemanes, que habían desplazado veinte divisiones de refuerzo al sector de Cambrai, lanzaron una serie de fuertes contraataques, empleando las técnicas de infiltración diseñadas por von Hutier. Los alemanes sufrirían fuertes pérdidas, pero el 7 de diciembre, ante la insistencia alemana, y con sus fuerzas muy disminuidas, Haig ordenaba la retirada, cediendo la mayor parte de sus ganancias territoriales. Al final, tras más de dos semanas de combates, los logros habían sido diminutos. 44.000 británicos y 45.000 alemanes fueron bajas. Aunque cerca de 300 tanques estaban fuera de combate al final de la batalla, sólo 179 de ellos fueron destruidos.
Tras las enseñanzas de Cambrai, los británicos detectaron que el problema fundamental había estado en la escasa velocidad de sus tanques, lo que imposibilitaba profundizar más las rupturas logradas en los asaltos iniciales. Por tanto desarrollarán los tanques Whippet (Lebrel) con el objetivo específico de explotar las brechas abiertas en las líneas enemigas. Los Whippet doblarán la velocidad de los Mk IV, y será la base de los modelos de posguerra.
A la izquierda un Mk. IV inglés. A la derecha un AV7 alemán.
Aunque los alemanes apenas tendrán acero para desarrollar sus propios tanques, constuirían una veintena de AV7, que apoyarían con Mk IV capturados. El primer enfrentamiento entre tanques registrado ocurrirá el 24 de abril de 1.918 en la batalla por Villers-Bretonneux, al enfrentarse tres AV7 alemanes con tres Mk. IV británicos.
Serán, no obstante, los americanos, los primeros en percatarse de la capacidad del tanque como arma ofensiva. Construyendo su propia unidad de tanques bajo el mando del General de Brigada Rockembach, que incluía más de dos mil tanques ligeros y cuatrocientos pesados, cedieron la organización sobre el terreno al capitán George S. Patton, quién los dirigiría durante las Ofensivas de Pacificación, en el verano y otoño de 1.918.

El tanque sería finalmente pieza fundamental para forzar a los Poderes Centrales al armisticio.
Recreadores durante la conmemoración del centenario de la Batalla de Cambrai. Noviembre de 2017.