Desde los albores de la
Historia de la guerra, el ser humano llegó al convencimiento que los campos de
batalla son lugares peligrosos, donde la capacidad de supervivencia de los
individuos dependía no tanto de su habilidad en el combate, si no de su
capacidad para aguantar los peores golpes.
La historia de los
conflictos ha estado ligada a evoluciones relevantes desde el punto de vista
armamentístico, táctico y de protección. En este último ámbito cabe inscribir
el desarrollo de sistemas defensivos que, de forma individual o grupal,
permitiesen al guerrero aguantar impactos que, de otra suerte, le habrían
costado una seria herida o, incluso, la muerte.
Al principio, cuando el
hombre acudía a la guerra a pie, la protección paso a ser básicamente
individual, portando armaduras y escudos que le permitiesen un grado de resistencia
ante el armamento portado por sus enemigos. Cuando la rueda se aplicó a los
avances militares, se articularon carros
tirados por caballos, que permitían a los guerreros, al mismo tiempo,
velocidad de movimiento y protección ante los proyectiles enemigos.
La evolución nos llevó
luego a la época de la infantería blindada, abandonado ya
el carro. En esa época, los escudos
se acorazaron y permitieron una mayor protección del cuerpo del guerrero, como
experimentaron los griegos y, posteriormente, las legiones romanas; grandes
escudos que, al juntarse unos con otros, formaban un muro infranqueable, que
reducía la posibilidad de sufrir una herida en combate.
La época de la caballería dio las primeras muestras de por donde se
dirigiría la táctica militar; caballos y
caballeros acorazados, que formaban una sólida línea de ataque, reduciendo
la posibilidad de recibir heridas, provocando al mismo tiempo la inutilidad de las
defensas de la infantería. Para contrarrestarlo, las tropas a pie se equiparían
con armas
de proyectiles más pesadas y letales, para, posteriormente, incorporar
las armas
de fuego, que acabarían con la seguridad que las protecciones pesadas
de la caballería les habían permitido durante varios siglos.
Fue entonces cuando los
primeros visionarios decidieron comenzar a utilizar suertes de vehículos
blindados que, con el tiempo, acabarían dando lugar al carro de combate, que será conocido
genéricamente como TANQUE.
Uno de los tanques originales, el Mk. I británico. Su debut en batalla en septiembre de 1.916, supuso una revolución en la historia de los conflictos bélicos. |
1.- LOS PIONEROS DEL CARRO
BLINDADO. HISTORIA DEL TANQUE:
Carro Hussita del siglo XV. Recreación. |
Sería en el siglo XV, cuando la pólvora
ya había hecho su aparición en Europa, cuando la época de la caballería llegaba a su fin,
cuando surgieron los primeros pioneros
en la búsqueda de un concepto que acabaría teniendo un nombre: el tanque.
Los primeros en plantear
algo parecido a un carro blindado
fueron los Husitas centroeuropeos. Su líder, Jan Ziska, seguidor de Jan
Hus, y que ocupaba el cargo de Mayordomo de la Reina Sofía de Bohemia,
creó una táctica para aprovechar su escasez de caballería frente a las huestes
de la Orden Teutónica, compuesta principalmente por caballeros acorazados, que consistiría
en agrupar sus caballos tirando de carros de madera de altas paredes,
con troneras a través de las cuales sus husitas disparaban sus armas de fuego y
ballestas.
Defensa de carros hussita. |
Durante la batalla
de Grunwald, el 15 de julio de
1410, las huestes de Ziska obtuvieron una contundente
victoria sobre los teutónicos, incapaces de penetrar los sólidos muros de madera
conformados por los carros de guerra. Posteriormente volvería su táctica sobre
el Sacro
Imperio y Hungría, uniendo a la confluencia de carro y arma de fuego la
presencia, cada vez más habitual, de piezas
de artillería. Sus innovaciones militares llevaron a los husitas
a dominar Centroeuropa durante un corto periodo de tiempo.
Unas décadas después, sería
el genio de Leonardo da Vinci quién, visionariamente, desarrollase el
primer concepto real de un carro blindado.
Patrocinado por Ludovico Sforza en 1.487,
Leonardo
realizó una serie de bocetos en los que representa un vehículo con forma cónica, blindado
con planchas de madera y refuerzos de hierro, y que se desplazaba sobre ruedas, con pequeños cañones apareciendo de sus flancos
inferiores. La máquina habría sido manejada por cuatro hombres, de haber visto la luz; un fallo en el diseño de locomoción del vehículo, que muchos
atribuyen a un boicot del propio Leonardo, que temía que su diseño
fuese robado, lo convertían en ingobernable, por lo que sus sucesores
abandonarían cualquier esperanza de ponerlo en funcionamiento.
Pocos intentos fueron
realizados posteriormente para afianzar el camino del carro blindado. Según
avanzó la historia de los conflictos, se desarrollaron ingenios blindados para acompañar al ferrocarril (vagones blindados), e incluso se retomó
la idea original de los husitas,
aplicando blindaje a diligencias o carros tirados por caballo, pero nada
destinado a convertirse en el avance definitivo que si supondría la Primera
Guerra Mundial.
La Primera Guerra Mundial lo
cambió todo; fue una consumada pionera en avances
industriales y tecnológicos en lo
militar, donde los estados mayores se veían obligados a rebuscar entre los
anillos del infierno de la tecnología
humana, a la búsqueda de la fórmula magistral que les permitiese romper el
estancamiento, el empate técnico en que se encontraban enfangados desde el fracaso
del Plan
Schlieffen para finalizar la guerra en unos pocos meses.
Los primeros intentos por
dotar a las tropas de primera línea de protección y movilidad dieron lugar a
los Coches
Blindados, que podríamos considerar como predecesores del tanque;
sin embargo, se mostraron poco útiles en un terreno tan extremo como el que
representaba un campo de batalla del Frente Occidental; era necesario
sortear extremos peligros, cráteres, campos de alambre de espino y barro, a los
cuales los coches blindados era improbable que sobreviviesen.
El objetivo inicial para los
desarrolladores fue buscar un arma que realizase una “sencilla”
tarea: atravesar la tierra de nadie hasta las trincheras enemigas sin sufrir daño.
Pocos durante ese crítico periodo de la Humanidad
fueron capaces de darse cuenta de las importantes y reales capacidades del tanque,
que le llevarían pocas décadas después, apoyado por la aviación, a crear una
nueva forma de combatir. Pero veamos previamente todo su desarrollo.
Antes de comenzar el
conflicto, algunos ingenieros próximos a las escuelas de artillería, crearon
prototipos de cañones autopropulsados, poco más que tractores armados, que
servirían de estímulo y base a los desarrolladores finales. Los proyectos de Levavasseur, Roberts, Wells o Burstyn apenas tuvieron eco. Por su
parte, Benjamin Holt, en los Estados Unidos, comenzó a
desarrollar un tractor de trabajo que vería la luz en 1.907; tras desplazarse a Gran Bretaña para hacerse con la
patente del desplazamiento con cadenas, que tenía Alvin Lombard, y produjo los primeros Tractores Oruga (Caterpillar Tractor).
Cerca de un millar de estos
tractores estaban en servicio con la artillería británica en 1.916. Se adquirieron como tiros de
artillería que permitiesen moverse en los peores terrenos, aunque la realidad
era que los desarrolladores aliados querían observar el funcionamiento de las
orugas para sus propios proyectos.
Serían los británicos
los primeros que se lanzaron a la aventura de crear un ingenio ofensivo
blindado. El objetivo era llevar artillería blindada lo suficientemente cerca
de los cañones enemigos, para destruirlos. Sin embargo, la realidad del
conflicto rápidamente haría que los objetivos fuesen variados. La necesidad de
romper el estancamiento en que desembocó el conflicto en 1.915, obligó a los desarrolladores
a centrarse en un ingenio que ayudase a la infantería a recorrer la tierra
de nadie, aplastando el alambre de espino y evitando el fuego enemigo.
Las pruebas del vehículo denominado “Tritón” resultaron poco
satisfactorias y el proyecto fue abandonado.
Sería el Primer Lord del Almirantázgo, Winston
Churchill, quién, basándose en la idea del tractor blindado, reinicio la idea original, de una artillería
móvil, una suerte de acorazado terrestre. Auspiciado y
patrocinado por la Marina Real y el Comité de Acorazados, se ordenó la
construcción de dieciocho acorazados terrestres. Ninguno de ellos
llevaba el sistema original de orugas de Holt, para evitar pagar los
derechos; doce usaban un sistema de cadenas ideado por Diplock, y otros seis se
movían mediante grandes ruedas. Ambos modelos fracasaron en sus intentos de
mover de forma efectiva el tonelaje blindado que debían transportar.
La comisión se negó a abandonar el proyecto;
cientos de miles de bajas sufridas durante 1.915
entre las potencias de la Entente, obligaban a continuar los esfuerzos, aun
cuando estos fueron fracasando, proyecto tras proyecto, hasta diciembre de 1.915. Fue en este momento
cuando, ante los primeros éxitos obtenidos tras el rediseño de la máquina
inicial, creada por el ingeniero William Tritton, que ahora era
conocida como “Pequeño Willie”, y para mantener el más estricto secreto ante
los intentos alemanes de espionaje, el proyecto pasó a denominarse “Tanque”.
Los desarrolladores se
referían al primero de los “Pequeños
Willie”, como “Madre”, siendo el primer “tanque” de la Historia. La palabra tanque
permitía hacer creer a los espias alemanes que se enfrentaban a un intento
aliado por crear un ingenio que almacenase agua cerca de la primera línea para
la campaña de Mesopotamia. La realidad era que, el 29 de enero de 1.916, el tanque completaba su primer test con
un rotundo éxito, premiado inmediatamente por el gobierno con un pedido de cien unidades, inicialmente, y otro de cincuenta adicionales en abril de 1.916.
Tanque Schneider francés. |
Francia había iniciado sus propios desarrollos sobre vehículos
blindados sobre orugas en enero de 1.915,
yendo siempre un paso por detrás de los británicos.
Incapaces de llevar su desarrollo adelante para participar en la gran batalla
de 1.916, Verdún, serían los
británicos quienes llevarían sus “Pequeños
Willie” para acompañar a las tropas en la Batalla del Somme.
Por su parte, el Estado Mayor francés, ordenó en febrero de 1.916 el desarrollo de cuatrocientos vehículos Schneider
y otros cuatrocientos Saint-Chamond,
pero estos vehículos no estarían operativos hasta muchos meses después.
Ni los rusos, a los que el resto
de aliados mantenían al margen de sus avances en el uso de orugas, ni las Potencias
Centrales, habían previsto desarrollos en este sentido, aunque los
alemanes, a consecuencia de la actuación de los tanques aliados, a pesar de la
drástica escasez de acero que padecía Alemania, acabarían desarrollando el
AV7
que entraría en servicio en 1.918.
Capitán George S. Patton con un carro ligero FT17 |
El periodo de entreguerras
permitió avanzar en el desarrollo del “Tanque”. Se escribieron tratados
sobre su uso en combate, aunque sería una pequeña corte de visionarios quienes
entenderían que la próxima guerra se combatiría con tanques y aviación. Charles
de Gaulle, en Francia, escribiría en 1.934 “Vers l’armee de métier” (Hacia el Ejército profesional), lo que
serviría de inspiración a los generales alemanes para establecer los principios
de la “Guerra Relámpago” (Blitzkrieg).
Einz
Guderian escribiría su tratado “Alto, Tanques” (Achtung Panzer) en el que explicaba claramente como el ejército
alemán afrontaría la próxima guerra.
Los modelos alemanes de la
década de los treinta reflejaban ese aprendizaje; más rápidos y pequeños, ya no
buscaban acompañar a la infantería, como hacían sus predecesores, si no romper
las líneas enemigas y envolver rápidamente a la infantería, forzando su
rendición.
Panzer Pz. 38 (t) alemán. La (t) hace referencia al chasis de origen checoslovaco. Con estos tanques Hitler sometió a Polonia, Bélgica, Holanda y Francia al comienzo de la guerra. |
Carro de combate alemán Pz. VI E Tiger |
Desde entonces, la
evolución ha demostrado que el carro de combate, a pesar de ser la
punta de lanza de los ejércitos modernos, es extremadamente vulnerable ante la aviación,
los helicópteros,
e incluso a la infantería armada con misiles altamente efectivos.
Los tanques modernos se
alejan mucho de aquellos primitivos carros británicos que cruzaron la tierra de
nadie en el Somme. Lentos, propensos a las averías mecánicas, poco
artillados y escasamente blindados, no tienen nada que ver con los modernos
blindados, veloces (no es extraño que alcancen los 70 km por hora en
carretera), muy blindados y pesados (muchos superan las 70 toneladas, lo que es
tanto como el más pesado tanque de la Segunda
Guerra Mundial), fuertemente artillados (con cañones extremadamente
precisos de 105 a 120 mm), preparados contra la guerra nuclear, bacteorológica
y química, capaces de recorrer cientos de kilómetros sin repostar. Un arma
moderna.
Nueva serie de carros rusos "Armata" |
2.- EL TANQUE EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL. LA BATALLA DE CAMBRAI:
La situación de
estancamiento que confrontaban los jefes militares en el Frente Occidental tenía que cambiar. Los alemanes habían intentado
un primer movimiento introduciendo a la historia del conflicto los gases
asfixiantes, que habían tenido un impacto limitado en el desarrollo de
la guerra, después de la sorpresa inicial causado por su primer uso, durante la
segunda batalla
de Yprés en la primavera de 1.915.
Tanque Whippet británico. Protagonista de la parte final de la guerra, su influencia llegaría hasta bien entrados los '30. |
Durante la desgarradora
ofensiva británica en el Somme, la
falta de progresos permitió lanzar a los nuevos titanes, las máquinas infernales,
al combate durante la batalla de
Flers-Courcelette. Los Mk I fueron utilizados individualmente,
avanzando por delante de la infantería; aunque los alemanes fueron impactados
por su simple visión, arrollando el alambre de espino y alcanzando sin
dificultad sus trincheras, pronto aprendieron a combatirlos. Los problemas
fueron muchos; de los cuarenta y nueve tanques
desplegados, tan sólo treinta y dos estaban en condiciones
mecánicas de cumplir su misión al inicio del ataque. La mayoría sufrió averías
mecánicas o quedó empantanado en la tierra de nadie, aunque nueve
de ellos alcanzarían las defensas alemanas causando el terror, y permitiendo a
la infantería ocupar las posiciones alcanzadas.
Tanque Mk. I maniobrando en la zona de trincheras. |
Los tanques británicos
volverían a la batalla varias veces más durante el Somme, en pequeños números y graves pérdidas. Mientras tanto, los franceses,
ya perdido el factor sorpresa, sopesaron retrasar el debut de sus tanques,
alejándolos del contragolpe francés en Verdun
y retrasando su empleo hasta la Ofensiva Nivelle en la primavera
de 1.917. Durante los combates en la Meseta de Craonne y en el Camino
de las Damas, participaron grandes cantidades de tanques Saint-
Chamond y Schneider, con resultados poco esperanzadores; cerca del 50%
de los Schneider desplegados el 16 de abril fueron destruidos
por la artillería alemana de largo alcance; por su parte los Saint-Chamond
desplegados el 5 de mayo, fueron incapaces de alcanzar la primera línea de
trincheras alemanas.
Tanque Saint-Chamond capturado durante la Ofensiva Nivelle. |
Sin embargo, el momento de
inflexión para el tanque, especialmente para el Cuerpo de Tanques británico,
iba a ocurrir en el otoño de 1.917, cuando se puso en marcha el operativo diseñado
por el comandante de artillería de la 9ª división escocesa, Henry
Hugh Tudor. En agosto de 1.917, Tudor
presentó un plan para realizar un ataque sorpresa sobre las posiciones de la Línea Hindemburg frente al sector del IV
Cuerpo británico en la Picardía,
al este del río Somme, empleando las
últimas doctrinas de “armas combinadas”,
con un fuerte apoyo artillero, aviación y la presencia de un pequeño
contingente de tanques. El plan fue bien aceptado por el Alto Mando británico,
aunque influenciado por las teorías del Coronel Fuller, comandante del Cuerpo
Real de Tanques, se incrementó la participación de sus máquinas
infernales hasta sumar un apoyo masivo.
Henry Hugh Tudor, planificó el asalto en Cambrai |
Las armas combinadas (tanques, artillería, aviación, infantería) marcarán la Batalla de Cambrai. |
El 23 de noviembre, la 40ª
división, apoyada por cien tanques y más de cuatrocientos
cañones, atacó los bosques frente al risco, consiguiendo muy pocos
éxitos y sufriendo enormes bajas. Los contragolpes alemanes sólo pudieron ser
contenidos por la rápida intervención de las reservas británicas. Los
atacantes estaban exhaustos, y sus tanques de apoyo estaban reducidos a
menos del cincuenta por ciento de los iniciales.
Muchos tanques quedarían convertidos en chatarra. Cambrai. |
La batalla aun duraría algo
más de una semana, cuando los alemanes, que habían desplazado veinte
divisiones de refuerzo al sector de Cambrai, lanzaron una serie de fuertes contraataques, empleando las
técnicas de infiltración diseñadas por von Hutier. Los alemanes sufrirían
fuertes pérdidas, pero el 7 de diciembre, ante la insistencia
alemana, y con sus fuerzas muy disminuidas, Haig ordenaba la
retirada, cediendo la mayor parte de sus ganancias territoriales. Al final,
tras más de dos semanas de combates, los logros habían sido diminutos. 44.000
británicos y 45.000 alemanes fueron bajas. Aunque
cerca de 300 tanques estaban fuera de combate al final de la batalla,
sólo 179
de ellos fueron destruidos.
Tras las enseñanzas de Cambrai, los británicos detectaron que
el problema fundamental había estado en la escasa velocidad de sus tanques,
lo que imposibilitaba profundizar más las rupturas logradas en los asaltos
iniciales. Por tanto desarrollarán los tanques Whippet (Lebrel) con el objetivo específico de
explotar las brechas abiertas en las líneas enemigas. Los Whippet doblarán la
velocidad de los Mk IV, y será la base de los modelos de posguerra.
A la izquierda un Mk. IV inglés. A la derecha un AV7 alemán. |
Serán, no obstante, los americanos,
los primeros en percatarse de la capacidad del tanque como arma
ofensiva. Construyendo su propia unidad de tanques bajo el mando del
General
de Brigada Rockembach, que incluía más de dos mil tanques ligeros y
cuatrocientos
pesados, cedieron la organización sobre el terreno al capitán
George S. Patton, quién los dirigiría durante las Ofensivas de Pacificación,
en el verano y otoño de 1.918.
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