viernes, 6 de mayo de 2016

ARTÍCULO XXV. (ESTANCAMIENTO). LA BATALLA NAVAL DE JUTLANDIA. KAISER’S FLEET LAST GAMBLE*:


*El Kaiser Guillermo II era un enamorado del mar y la navegación; su pasado como miembro de la Marina Alemana, le había llevado a amar el océano y la Marina de Guerra con una fuerza inusitada para un monarca alemán, más acostumbrado a la dirección de poderosos ejércitos terrestres; de hecho, la declaración de guerra austrohúngara a Serbia, que llevaría a Europa a la locura del conflicto (la conocida como Crisis de Julio) le sorprendió en mitad de un crucero de recreo, que realizaba a bordo de su buque personal, el SMY Hohenzollern. Desde el comienzo de su regencia, había dedicado especial atención a la Marina de Guerra alemana, a la que consideraba anticuada e inadecuada para presentar batalla frente al principal rival comercial de la Alemania Imperial: Gran Bretaña. La flota británica era la mayor y más poderosa del mundo, y la primera en introducir los buques acorazados modernos, con la botadura del HMS Dreadnought en 1906.
El Kaiser dedicaría grandes recursos a gestar una magnífica e imponente flota, pero que, al comienzo del conflicto, aun era netamente inferior a su contrapartida británica. El bloqueo comercial al que sometieron los aliados de la Entente a los Poderes Centrales, provocaba un descorazonador efecto sobre la población civil alemana; el hambre se había convertido en endémica en numerosas regiones de los Poderes Centrales, y la moral entre los civiles era muy baja. Los intentos alemanes por romper el bloqueo sin arriesgar sus preciosos buques de guerra pasaron por la ejecución de una guerra submarina; como ya vimos previamente en este blog, funcionó hasta que la ejecución de una guerra submarina sin restricciones, causó el hundimiento del Crucero de Recreo “Lusitania” por parte del submarino U-20 alemán, el 7 de mayo de 1915, con la consabida y airada reacción americana, que había perdido numerosos compatriotas en el ataque.
7 de mayo de 1915. Hundimiento del "Lusitania".
fin de evitar una intervención del gigante americano, el Kaiser Guillermo decidiría calmar a Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, y alimentar su aislacionismo ordenando paralizar la guerra submarina, restringiéndola a ataques a buques de guerra y suministros enemigos, dentro del corto alcance del Mar del Norte. La incapacidad para forzar la paralización del bloqueo naval inglés por este medio limitado, obligó al Kaiser a tomar la decisión de emplear su último recurso, y ordenar la salida de su preciosa y amada flota, buscando aquello que se le negaba en tierra; una única y última oportunidad para conseguir una victoria decisiva sobre la marina británica. Sería “la apuesta final de la Flota del Kaiser” y se decidiría en el Golfo de Jutlandia entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1916.

LA ERA DELOS ACORAZADOS:
El 5º Escuadrón de acorazados, de la Escuadra del Almirante
David Beatty. Formada por los cuatro acorazados más
modernos de la flota británica, lo componían los HMS
Warspite, Barham, Vanguard y Malaya.
Desde el siglo XVI, el dominio del mar ha sido siempre uno de los objetivos fundamentales de las potencias mundiales ante cualquier conflicto armado. Cuando los conflictos se limitaban al terreno unido por tierra, como son Europa, Asia y el Norte de África, normalmente no era completamente necesario cobrar el predominio naval, ni cubrir rutas de suministros claves que eran, en su mayor parte, trazadas por tierra. Normalmente, ya que la Historia nos ha demostrado que incluso el dominio naval de un espacio tan limitado como es el Mar Mediterráneo, es vital. Algunos conflictos de la Historia (anteriores al Renacimiento) si vieron la intervención y lucha de grandes flotas, principalmente durante el periodo de la Grecia Clásica (Salamina) o durante el dominio de Roma.

La necesidad de mantener grandes flotas estuvo ligada al descubrimiento de nuevos territorios, especialmente en África y América, y la consiguiente globalización de los conflictos. La necesidad de transportar tropas, valiosos recursos, suministros y viajeros, y, sobre todo, defenderlos de la acción de piratas, corsarios o flotas enemigas, hizo perentorio para las principales naciones europeas el mirar hacia el mar de forma definitiva. España, Portugal, Francia e Inglaterra construyeron cientos de buques de guerra que, a lo largo de los siguientes cuatro siglos, se enfrentarían en una miriada de conflictos armados.

El tamaño y materiales de construcción de los buques evolucionarían con el paso de los siglos, aunque, básicamente, el tipo y formato de los buques de guerra sería muy parecido hasta la Revolución Industrial. Construidos en madera, los cambios básicos se encontraban en las mejoras para la navegación a vela, los cambios de carácter aerodinámico, la protección de los buques y su artillería, avanzando desde las galeras y galeazas de la Armada Invencible hasta los enormes buques de tres puentes de la época napoleónica.

Plano del HMS Dreadnought (tras su remodelación 1911)
La Revolución Industrial trajo consigo la máquina de vapor, y, por tanto, una gran revolución en la marina de guerra. Aparecieron buques construidos en madera, con grandes protecciones de metal y, cada vez, mayores cañones. Según avanzaba el siglo XIX, los buques de madera fueron desapareciendo de los océanos (los mares hace mucho que habían quedado pequeños), siendo sustituidos por buques construidos completamente en metal, hasta que, finalmente, el 10 de Febrero de 1.906, los británicos botaban un nuevo y moderno buque de guerra, en la figura del acorazado HMS Dreadnought, que contaba por primera vez con baterías de artillería montadas en torretas, un mayor blindaje y, sobre todo, turbinas de vapor, lo que incrementaba notablemente su velocidad y capacidad de maniobra; la navegación y la marina de guerra entraban en una nueva era.

El Dreadnought cambió todo lo conocido en combate naval; su potencia de fuego, blindaje y propulsión era muy superior a la de cualquier buque imaginado hasta la época, lo que obligaba a revisar todas las tácticas navales. Las naciones rápidamente copiaron el modelo británico, quienes ya hace siglos que dominaban con facilidad los océanos de un mundo cada vez más global.

Botadura del HMS Dreadnought el 17 de febrero de 1906
Antes de la Primera Guerra Mundial ya se había producido algunos enfrentamientos entre buques acorazados, aunque siempre en la época Pre-Dreadnought. A la Guerra de Cuba en la que la flota de Estados Unidos dio buena cuenta de la Flota Española en Santiago de Cuba y Filipinas, siguió el conflicto Ruso-Japonés por el control de Corea y Manchuria. Iniciado en 1904, dió las dos mayores batallas de la época de los Acorazados (pre-Dreadnought), primero cuando la flota japonesa del Almirante Togo dio buena cuenta de la flota rusa de Extremo Oriente, derrotándola el 10 de agosto de 1904 en la Batalla del Mar Amarillo. Posteriormente, en el curso del mismo conflicto, el Zar Nicolás II ordenó a su flota del Báltico cruzar medio mundo para apoyar a las fuerzas rusas que defendían Port Arthur. Tras meses de dura navegación, la Flota del Báltico sería interceptada por la flota japonesa de Togo, entre el 27 y el 28 de mayo de 1905, siendo prácticamente destruida en la batalla naval de Tsutshima.

La búsqueda de mejoras que evitasen la necesidad de la constante dependencia del carbón, así como el incrementar alcance, poder artillero y protección, dirigió el camino hasta el Dreadnought. La era de predominio de los acorazados en el mar sería muy corta, limitándose prácticamente a la Primera Guerra Mundial y parte del periodo de entreguerras. La aparición de la aviación militar al inicio de la Primera Guerra Mundial, y de la aviación naval hacia mediados de la misma, obligó a los estrategas militares a desarrollar un nuevo modelo de buque de guerra, el portaaviones, que reinaría en los océanos desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.

La única gran batalla librada por Dreadnoughts, y la mayor de la era de los acorazados sería Jutlandia. Enfrentaría dos enormes flotas, la Gran Flota Británica (Grand Fleet), mandada por el Almirante Sir John Jellicoe, contra la Flota de Alta Mar Alemana (Hochseeflotte), mandado por el Vice-Almirante Reinhard Scheer, cerca de la Península de Jutlandia, en Dinamarca.

Veamos como llego a producirse, su desarrollo y resultado.

EL PLAN ALEMÁN. ROMPER EL BLOQUEO:
El Almirante von Pohl, responsable estratégico de la Flota de Alta Mar alemana, tenía el convencimiento que existían escasas posibilidades de derrotar a la flota británica en un combate tradicional. La Flota de Alta Mar contaba con 16 acorazados de la clase Dreadnought, contra los 28 que podía poner en línea de batalla el almirantazgo británico. Por tanto, debían conseguir dividir la flota británica, obligarla a defender diferentes puntos, y enfrentarse a sus acorazados en combates más pequeños, que beneficiasen las excelentes prestaciones de los Dreadnoughts alemanes.

La estrategia diseñada (“Dividir y Conquistar”) consistiría en atacar, utilizando pequeños grupos de buques rápidos, diferentes puntos del Mar del Norte y la costa británica, obligando al Almirantazgo británico a dividir su flota en pequeños grupos de buques, y atrayéndolos a combates en igualdad o inferioridad, donde las flotas alemanas obtendrían ventaja al actuar apoyadas por submarinos.

Almirante Reinhard von Scheer
Comandante de la Hochseeflotte
A comienzos de 1916, la enfermedad obligó al almirante von Pohl a ceder su puesto al mando de la Flota Alemana de Alta Mar en la figura de Reinhard Scheer, quién tenía una visión diferente de la situación estratégica. Scheer decidió utilizar su Flota de Alta Mar de forma más ofensiva, atacando a los grupos de buques británicos de bloqueo en superioridad, minando los puertos británicos y usando de forma ofensiva los submarinos contra los buques de guerra británicos.

Mediante esta táctica, esperaba desgastar la armada británica, y, confiando en que contaba con mejores marinos y buques más modernos, presentar una única batalla decisiva en circunstancias favorables.

A finales de abril de 1916, el almirantazgo alemán decidió detener su campaña de ataques submarinos sin restricciones, ante la presión internacional, especialmente de Estados Unidos, acordando que, a partir de ese momento, los ataques se limitarían a lo permitido por los convenios internacionales. Estos convenios obligaban a advertir a las tripulaciones civiles enemigas del ataque, permitiendo, eventualmente, abandonar el buque al personal antes de su hundimiento. El almirantazgo alemán estaba convencido que este reconocimiento impedía usar el arma submarina contra mercantes, ya que eliminaba el factor sorpresa, por lo que decidió concentrar el arma submarina contra los buques militares británicos, reforzando su empeño estratégico.

El Almirantazgo británico había destinado gran parte de sus buques rápidos, los destructores, a tareas de escolta de buques mercantes y patrullas antisubmarinas, lo que dejaba a los grandes buques de guerra prácticamente indefensa frente a los sumergibles alemanes. Aprovechando la reasignación de funciones de los sumergibles alemanes, Scheer esperaba dar un golpe definitivo a la flota británica.

Almirante Franz Ritter von Hipper.
Jefe de la Escuadra de cruceros alemana.
Para ello, desarrollo un complejo plan de operaciones, que incluía la utilización de submarinos, dirigibles y el grueso de la Flota Alemana de Alta Mar. Se había previsto el inicio de las operaciones para principios de mayo, pero los problemas en las reparaciones en el crucero de batalla SMS Seydlitz, uno de los cruceros más modernos de la flota, y que había sido dañado en una operación previa, obligó a retrasar todo el operativo. Un nuevo retraso se sufrió cuando se descubrió un pequeño problema en los condensadores de algunos acorazados, lo que obligó a situar el comienzo del operativo el 23 de mayo.

Días antes, diez submarinos alemanes dejaron sus bases, con el objetivo de patrullar el área central del Mar del Norte y estacionarse entre Scapa Flow (principal base de la Grand Fleet británica) y el Skageraak, a fin de emboscar a los cruceros británicos cuando estos comenzasen a juntarse para la batalla. Otro pequeño grupo de submarinos partió posteriormente en funciones de apoyo y patrulla en zonas circundantes al área elegida para la emboscada, incluyendo labores de minado. Con los submarinos desplegados, un nuevo problema con la reparación del Seydlitz forzó a retrasar el inicio de la operación hasta el 29 de mayo; esto, unido al silencio radio, dejó a los sumergibles sin órdenes adicionales y enfrentados a numerosos problemas: dificultades atmosféricas, con una muy escasa visibilidad debido a la densa niebla del Mar del Norte, así como la necesidad de actuar sin delatar sus objetivos reales.

Los submarinos de apoyo, muy expuestos, fueron detectados por los británicos, que, sorprendidos por la elevada actividad submarina alemana, iniciaron patrullas de búsqueda y destrucción, que supusieron la pérdida del U-74 y el que otros submarinos abortasen la misión.

Aun así, los submarinos principales no fueron descubiertos, y permanecieron a la espera en sus puestos, como lobos esperando la llegada de las presas para darse un festín.

Hochseeflotte, la Flota de Alta Mar Alemana.
En su apoyo fue desplegada una flota de dirigibles Zeppelin, que realizarían labores de reconocimiento y bombardeo. Se planeó un bombardeo sobre la localidad de Sunderland para el 28 de mayo, pero el mal tiempo obligó a retrasarlo. Este nuevo retraso ponía a los submarinos ante un nuevo problema, ya que sólo tenían suministros para permanecer en campaña hasta el 1 de junio.

Por tanto, se decidió anular el previsto apoyo aéreo, mandando, a cambio, patrullas de cruceros de batalla al Skagerrak, que atacasen a los cruceros y transportes enemigos que localizasen. Las órdenes finales con el cambio estratégico, fueron cursadas bajo la denominación “31 May G. G. 2490”, informando a la flota que el ataque en el paso de Skagerraak se iniciaría el 31 de mayo, aunque tan sólo dos de los submarinos participantes en la operación recibirían las nuevas órdenes.

DESPLIEGUE BRITÁNICO. LA GRAND FLEET AL COMBATE:
El mando alemán desconocía que, prácticamente desde el comienzo de la guerra, cuando los rusos capturaron el crucero ligero SMS Magdeburg en el Báltico, los aliados de la Entente disponían de las claves navales alemanas, por lo que estaban en preaviso de muchas de sus acciones.

Admiral Sir John Jellicoe.
Comandante de la Grand Fleet británica.
El Almirantazgo británico había creado un servicio de seguimiento, conocido como “Sala 40”, que interceptaba y descifraba las comunicaciones navales alemanas. Cuando detectaron el mensaje alemán del 28 de mayo, se hizo evidente que la Flota Alemana de Alta Mar preparaba una acción de envergadura. Aun así, el comunicado de Reinhard Scheer “31 May G. G. 2490” no aclaraba a los informadores británicos el objetivo de la operación. Desconociendo este punto, el Almirante John Jellicoe, comandante de la Grand Fleet británica, y su Estado Mayor, decidieron situar la flota en la zona de Skagerrak, para así impedir a los alemanes cualquier salida hacia el Mar del Norte o hacia el Báltico.

Al mando de cuatro escuadras de acorazados, con un total de dieciseis de estos grandes buques y tres cruceros de batalla, Jellicoe partió hacia el este desde Scapa Flow, el 30 de mayo de 1916. Se uniría a la flota dirigida por el Vicealmirante Martyn Jerram, compuesta por otros ocho acorazados y que había levado anclas desde Cromarty. La unión de ambas flotas les daría superioridad en grandes buques respecto a los alemanes.

Contra Almirante David Beatty
El objetivo de Jellicoe era desplegar las flotas junto a la costa de Jutlandia, cerca de Heligoland, para presentar batalla a la flota alemana antes de que esta accediese al Skagerrak.
La fuerza británica contaba con un formidable arsenal para la inminente batalla, contando con 28 acorazados, 9 cruceros de batalla, 8 cruceros acorazados, 26 cruceros ligeros y 79 destructores. Su superioridad respecto a la fuerza alemana era muy notable, lo que otorgó al mando británico un alto nivel de confianza, que resultaría fatal en las primeras fases de la batalla.

Por delante de la Grand Fleet se desplegaría la fuerza de reconocimiento, mandada por el almirante Sir David Beatty y compuesta por seis cruceros de batalla, cuatro de los más modernos acorazados, pertenecientes a la clase Queen Elisabeth, 14 cruceros ligeros y 27 destructores. La fuerza de reconocimiento incluía también el HMS Engadine, uno de los primeros buques usado como porta aviones en la Historia (en realidad transportaba hidroaviones que otorgarían ojos desde el aire a la flota).

Las cartas estaban echadas… comenzaba la batalla.

LOS CRUCEROS DE BATALLA. ACCIONES PREVIAS:
Buques de la Grand Fleet marchan hacia el Skagerrak
La ruta seguida por la escuadra de Beatty se encontraba en el área que cubría el submarino U-32, comandado por el capitán von Spiegel. El submarino había recibido instrucciones de desplazarse hacia la isla May durante el amanecer del 31 de mayo. Hacia la mitad de la noche descubrió a los cruceros británicos HMS Galatea y HMS Phaeton navegando en dirección este y se preparó para atacarlos. Lanzó un torpedo sobre el primero de ellos a una distancia de 900 m, aunque un fallo en la navegación expuso su periscopio, siendo descubierto por los cruceros británicos, que iniciaron maniobras de evasión y ataque contra el submarino.

El U-32 se sumergió, y cuando volvió a emerger, media hora después, vió un segundo escuadrón de cruceros, navegando hacia el sureste. El capitán von Spiegel intentó seguirles para atacarles, pero no le fue posible, por lo que transmitió el avistamiento al almirantazgo alemán.

Submarino alemán en acción
El U-66 también se encontraba en la ruta de la unidad de Beatty, y casi una hora después del avistamiento del segundo escuadrón de cruceros por parte de von Spiegel, contactó con ellos. Sorprendido por el crucero HMS Duke of Edinburgh, el U-66 se vió obligado a sumergirse, aunque antes tuvo tiempo de observar que el crucero británico era seguido por el HMS Bodiacea y ocho acorazados. Sin posibilidades de explotar su ventaja, decidió comunicar el avistamiento. El almirantazgo alemán comenzaba a tener un bosquejo del despliegue británico.

Sin embargo, los rumbos definidos por ambos submarinos fueron erróneos, lo que llevó al almirantazgo alemán a pensar que la flota británica se encontraba dividida y en rutas diferentes.

Los buques de la escuadra principal mandada por Jellicoe alcanzaron sus posiciones sin ser descubiertos. Sin embargo, la inteligencia naval le mandó mensaje erróneo con respecto que la flota alemana aun no había abandonado el puerto de Wilhelmshaven.

Hacia las nueve de la mañana del 31 de mayo, los cruceros de batalla alemanes comenzaron a limpiar de minas el canal de Amrum, dirigiéndose hacia la garganta del Skagerrak, seguidos a una prudencial distancia por el grueso de la Flota de Alta Mar alemana.

Línea de batalla de la Flota Alemana de Alta Mar.
Formados en líneas de batalla de cuatro buques, los cruceros alemanes alcanzaron el área de Skagerrak hacia las 11 de la mañana del 31 de mayo, con una muy baja visibilidad provocada por la densa niebla reinante.

El contacto entre las flotas de cruceros de ambos bandos se produciría hacia las 14:00 horas del 31 de mayo, cuando la escuadra de Beatty, dirigiéndose hacia el este, se encontró con la escuadra alemana mandada por el almirante Franz von Hipper, dirigiéndose hacia el norte. Si Beatty continuaba con su rumbo actual, quedaría atrapado entre las dos flotas alemanas, cumpliendo las expectativas previstas por el plan de Scheer. No obstante, sus órdenes eran evitar el combate, por lo que decidió virar hacia el norte a fin de unirse al grueso de la Grand Fleet.

El choque se iniciaría hacia las 14:20 horas cuando los cruceros HMS Galatea y HMS Phaeton abrieron fuego sobre las torpederas alemanas que cubrían la flota de Hipper, obligándolas a replegarse hacia los cruceros ligeros alemanes, que comenzaban a tener a los cruceros británicos a alcance de su artillería. De hecho, el primer impacto logrado en la batalla lo anotó el SMS Elbing, cuando alcanzó al Galatea con un disparo a distancia máxima.

Beatty inició un movimiento hacia el sureste, colocando sus cruceros de batalla en el centro y los buques de apoyo protegiendo sus flancos, y utilizando los hidroaviones del Engadine como reconocimiento avanzado. Sin embargo, su movimiento de viraje no fue completamente exitoso.

Línea de Avance de la Grand Fleet de Jellicoe
El HMS Tiger, el crucero de batalla que abría la marcha del 5.º escuadrón de la flota, mandado por Sir Hugh Evan-Thomas, se había alejado demasiado del resto de la flota como para leer los mensajes cifrados con banderas, lo que les hizo retrasar su maniobra, alejándolos del resto de la escuadra de Beatty, y exponiéndoles a un probable combate en inferioridad con los buques de Hipper.

De hecho, los cruceros de batalla de Hipper, con una visibilidad que mejoraba por momentos, consiguieron contactar con los buques de la escuadra de Beatty hacia las 15:20, sin ser detectados hasta diez minutos después, justo cuando el viraje de Beatty le había colocado en rumbo hacia la Flota de Scheer. La batalla comenzaba.

LA BATALLA DE JUTLANDIA. LA ÚLTIMA APUESTA DE LA FLOTA DEL KAISER:
Mapa de la batalla de Jutlandia con sus fases
1.- LA CARRERA HACIA EL SUR: En la primera fase de la batalla, que será conocida para la Historia como “La Carrera hacia el Sur”, el comandante británico David Beatty se encontró enfrentado a una situación crítica. Superado numéricamente por la escuadra alemana de von Hipper, había cometido el error de permitir la aproximación alemana a rango de fuego sin realizar ni un solo disparo contra los buques enemigos. Además, su plan para situar los cruceros de batalla en una línea de combate tradicional había fracasado, lo que les iba a obligar a maniobrar con la batalla ya comenzada.

Hacia las 15:50 del 31 de mayo, con los oponentes navegando en paralelo a una distancia de 14 km., los alemanes situados a la derecha de los buques de Beatty, von Hipper ordenó abrir fuego. La visibilidad alemana era idónea, pero los buques de Hipper aun estaban parcialmente cubiertos por la niebla, lo que desorientó a los artilleros de los buques británicos, que realizaron sus primeros disparos por encima de la línea alemana.

SMS Lützow abre fuego al inicio de la batalla
Sólo los cruceros de batalla HMS Lion y HMS Princess Royal habían conseguido entrar en formación; el resto demasiados problemas tenían en conseguir formar la línea como para preocuparse de apuntar correctamente a sus respectivos objetivos. Beatty ordenó a sus capitanes formar urgentemente la línea de batalla y tomar cada uno a un objetivo enemigo, con el que se batirían en fuego artillero. De hecho, su buque insignia, HMS Lion, se las iba a ver con el buque insignia de Hipper, el SMS Lützow.

La desastrosa coordinación británica ocasionó que un mal entendimiento entre el Tiger y el Queen Mary dejase libre de fuego al crucero SMS Derfflinger, lo que iba a suponer una enorme ventaja para la flota alemana. Ambos buques británicos iban a concentrar su fuego sobre el SMS Moltke, sin conseguir grandes resultados, ya que el preciso fuego del Moltke no tardaría en cobrarse los primeros éxitos. De hecho, en los primeros diez minutos de batalla, había conseguido numerosos impactos sobre el HMS Tiger sin apenas oposición.

SMS Seydlitz, uno de los protagonistas
Los alemanes olían la sangre, sabían que podían sacar una gran rentabilidad de la deficiente maniobra de Beatty y de la superior posición que tenían, por lo que comenzaron a presionar con un fuego muy certero, mientras ambas flotas se dirigían directamente hacia los cañones de los buques pesados de Scheer.

El primer impacto crítico lo consiguió el crucero alemán SMS Lützow, cuando uno de sus proyectiles de 305 mm alcanzó de lleno la torreta “Q” del buque insignia británico, el crucero de batalla HMS Lion. Eran las cuatro de la tarde. La explosión mató a decenas de hombres, aunque la heroica actuación de Mayor Francis Harvey, comandante de la torreta, que ordenó inundar los paños para evitar que el fuego se propagase, consiguió evitar la completa destrucción del buque. El Mayor moriría pocos minutos después debido a sus heridas. El Lion se había salvado, aunque estaba seriamente dañado.

No tuvo tanta fortuna el HMS Indefatigable, ya que a las 16:02 h., tras 15 minutos de intercambio artillero, fue impactado por tres proyectiles de 280 mm disparados por el crucero ligero SMS Von der Tann. Aunque aparentemente el daño no era muy grave, el buque empezó a resentirse, recibiendo un nuevo impacto del buque alemán que le destrozó la torreta “A”. La munición preparada para ser disparada, comenzó a estallar, propagando los incendios por todo el barco. Instantes después una terrible explosión sacudió el buque, provocando su rápido hundimiento, y arrastrando a las profundidades a 1.019 hombres (tan sólo dos tripulantes lograron sobrevivir al desastre).

El HSM Barham, uno de los acorazados
del 5º Escuadrón británico
La privilegiada posición de la escuadra de Hipper se iba a ver comprometida cuando, cerca de las 16:15 horas, y tras más de una hora de combate, los buques del 5º escuadrón de cruceros británico conseguía, por fin, situar sus modernos acorazados a distancia de disparo. Los cuatro acorazados británicos empezaron a golpear a los buques alemanes, comenzando con el HMS Barham, que alcanzó al SMS Von der Tann con uno de sus primeros disparos, entorpeciendo su capacidad de disparo que, hasta entonces, había causado un grave daño a los buques británicos.

Sin embargo, seguía siendo la escuadra de Beatty la que se llevaba la peor parte del combate. A las 16:25 horas, los cruceros alemanes Derfflinger y Seydlitz alcanzaban con sus disparos al crucero de batalla HMS Queen Mary, que se incendiaba rápidamente y, tras una devastadora explosión, provocada al alcanzar el fuego los almacenes de municiones, se desintegraba y hundía con 1.266 hombres. Sólo nueve tripulantes conseguirían sobrevivir a su hundimiento.

HMS Queen Mary, hundido a las 16:25 horas por el
certero fuego de los cruceros Seydlitz y Derfflinger.
Se perdieron 1.266 vidas.
Las pérdidas británicas comenzaban a pesar en el ánimo de las tripulaciones y comandantes. De hecho, Beatty, ciertamente tocado en su moral, llegó a registrar el hundimiento del HMS Princess Royal, al ver desaparecer el buque entre el humo provocado por los incendios que llevaba a bordo, después que una salva cercana de los cruceros alemanes pareciese impactarle de nuevo. Por suerte para el Princess Royal, seguía a flote a pesar de haber sufrido graves daños, y mantenía la línea británica. La gran pericia de los artilleros alemanes para infligir impactos graves a sus adversarios colaboraba a empeorar la sensación de derrota entre los británicos; en una hora de combate habían obtenido cuarenta y dos impactos de gran calibre sobre la escuadra británica, mientras que los artilleros ingleses apenas habían colocado once.

Hacía las cuatro y media de la tarde del 31 de mayo, un nuevo actor entraba en acción, cuando los acorazados de la Flota de Alta Mar alemana del Almirante Reinhart Scheer, alcanzaban una distancia suficiente para visualizar el combate entre las escuadras de cruceros. El HMS Southampton del Comodoro William Goodenough fue el primero en descubrir el cuerpo principal de la flota alemana, mandando mensajes urgentes a Beatty indicando el contacto con un gran número de buques enemigos, y enumerando que esta nueva escuadra contaba al menos con 16 acorazados clase Dreadnought y 6 pre-dreadnought.

La Flota de Alta Mar alemana entra en acción.
Siendo la primera referencia que, tanto Beatty, enfrascado en su particular combate con Hipper, como Jellicoe, como Almirante de la Grand Fleet, tenían de los acorazados alemanes, Beatty decidió acometer una maniobra arriesgada, que le permitiese tomar aire con su maltrecha línea de cruceros de batalla, y le permitiese evitar los cañones de los acorazados alemanes. Desplegó una pantalla de destructores entre ambas flotas, condenándoles realizar un ataque con torpedos. Encabezados por el destructor HMS Nestor, bajo el mando del capitán de navío Barry Bingham, los destructores avanzaron hasta distancia de lanzamiento de torpedo, enzarzándose con las torpederas alemanas en una lucha mortal. Uno de los primeros torpedos, lanzados por el HMS Petard, consiguió alcanzar al crucero ligero SMS Seydlitz, aunque no le causó daños relevantes.

Los británicos consiguieron sus primeros éxitos cuando el Petard alcanzó a las torpederas alemanas V27 y V29, que se hundieron rápidamente, aunque la mayor parte de sus tripulantes serían rescatados. La batalla entre los más pequeños buques de las dos flotas se igualaría cuando los torpedos alemanes inmovilizaban a los destructores Nestor y Nomad (posteriormente hundidos por los acorazados alemanes). El Capitán Bingham sería rescatado para ganar la Cruz Victoria en la dirección de esta heroica acción.

2.- LA CARRERA HACIA EL NORTE: Cuando Beatty observó personalmente la negra y larga silueta de la línea de acorazados alemanes, ordenó, alarmado, a su línea de cruceros, virar 180º poniendo proa hacia el norte y dirigir a los alemanes hacia el grueso de la flota británica. Esta acción iniciaba la segunda fase de la batalla, conocida como “La Carrera hacia el Norte”.

El Acorazado alemán SMS Kaiser bombardea al
HMS Warspite, la cola del 5º Escuadrón.
Como ocurrió con su anterior maniobra, el 5º escuadrón, con los acorazados británicos, estaba demasiado alejado de la formación para leer sus señales visuales, por lo que se encontraron navegando en dirección contraria al resto de la flota de Beatty y dirigiéndose directamente hacia los acorazados alemanes. A las 16:50 los buques de Scheer, a máxima distancia, comenzaron a cañonearlos.

Las dificultades que atravesaba el 5º Escuadrón serían parcialmente solventadas por Beatty, quién les ordenó virar en sucesión, y no conjuntamente, lo que les situaría en orden invertido tras la línea británica. Sin embargo, la orden fue erróneamente emitida por el responsable de señalización de la flota, comandante Ralph Seymour, lo que podía agravar la posición del escuadrón de acorazados mandado por Evan-Thomas.

A pesar del error, Evan-Thomas se dio cuenta de que las órdenes eran erróneas y que cumpliéndolas no acabaría bien, por lo que emitió sus propias órdenes, frenando la aproximación hacia los buques alemanes. El acorazado HMS Malaya consiguió completar la maniobra de giro con celeridad y oscureció con su humo al resto de acorazados, ocultándolos de la vista de los artilleros alemanes, lo que reduciría su efectividad de disparo, permitiendo a los otros tres acorazados completar la maniobra.

Destructores minadores británicos. Tendrían una gran
importancia al interponerse entre las flotas de Beatty y Hipper
Durante la siguiente hora, el 5º escuadrón británico actuaría como retaguardia de la flota británica, atrayendo gran parte del fuego alemán, cuyos buques seguían manteniendo una posición privilegiada, con una clara visibilidad a sus objetivos. A fin de aliviar la presión sobre el 5º escuadrón, Beatty ordenó al resto de sus buques que cerrasen la distancia sobre los cruceros de Hipper, que navegaban en paralelo a ellos, lo que impediría que las dos flotas alemanas concentrasen su fuego sobre el 5º escuadrón.

Hacia las 17:15 h., tres de los cuatro acorazados británicos (los HMS Barham, Warspite y Malaya) ya habían sido alcanzados, aunque su grueso blindaje redujo los efectos nocivos de los impactos; de ellos, tan solo el Malaya, alcanzado por los disparos de los acorazados de Scheer, había sufrido graves daños y numerosas bajas entre sus tripulantes. Pero el fuego de los acorazados británicos también había comenzado a ser más preciso, especialmente por parte del HMS Valiant, liberado del fuego enemigo; tres cruceros alemanes serían alcanzados (Lützow, Derfflinger y Seydlitz) así como uno de los acorazados de Scheer (el SMS Markgraf, que recibió importantes daños).

SMS Markgraf abre fuego, antes de ser alcanzado.
Las flotas de Beatty, Hipper y Scheer, convergían sobre la posición de la Grand Fleet de Jellicoe, quién, aun estando sobre aviso del acercamiento, carecía de suficiente información sobre la composición y formación de la línea de combate enemiga. Su necesidad de información la saldó ordenando al tercer escuadrón de cruceros de batalla, bajo el mando del Almirante Horace Hood, avanzar a plena potencia al contacto con las formaciones entrantes, averiguar todo lo posible sobre las formaciones enemigas. Mientras, por si algo salía mal, destinó al primer escuadrón de cruceros a patrullar el área al sureste de su posición.


Hacia las 17:30, el crucero HMS Black Prince del primer escuadrón, observó en la distancia al HMS Falmouth, primer buque de la línea de Beatty. Poco después, hacia las 17:40, el crucero acorazado HMS Chester, que se ocupaba de oscurecer con humo el despliegue del escuadrón de cruceros de Hood, fue interceptado por la fuerza de avanzada de Hipper, mandada por el Contra Almirante Bödicker.

HMS Invincible, buque insignia del Almirante Hood
Superado en número por los cuatro cruceros de Bödicker, el Chester intentó virar para protegerse acercándose a los buques más pesados del cuerpo principal del escuadrón de Hood, pero fue gravemente alcanzado en el proceso. El buque insignia de Hood, el acorazado HMS Invincible, consiguió poner fuera de combate al crucero SMS Wiesbaden en la refriega que siguió a la intercepción del Chester. Aun así, el Wiesbaden conseguiría mantenerse a flote, e incluso arrojar sus torpedos contra el grueso de la escuadra enemiga. Bödicker, pensando que los buques del escuadrón de Hood conformaban el grueso de la flota británica, viró para proteger sus barcos, integrándolos en la línea principal de la flota alemana. En el proceso, el fuego alemán puso fuera de combate al destructor británico HMS Shark, aunque la mayor parte de los disparos efectuados por ambas escuadras fue ineficiente.

Ambas flotas mayores comenzaban a aproximarse.

3.- WINDY CORNER: Mientras las grandes flotas se aproximaban, los buques de Beatty y Evan Thomas seguían trabados en combate con los cruceros de batalla del almirante Franz von Hipper, y aunque ahora contaban con una mejor posición y visibilidad, estaban encajando los impactos más graves. Sin embargo, con varios de sus principales barcos dañados, Hipper tomó la decisión de virar hacia el sur, dirigiéndose hacia Scheer, a fin de unirse definitivamente a la línea de combate principal.

Esta decisión, ejecutada por la flota alemana hacia las 18:00 h, permitió un respiro a los maltrechos buques de Beatty, que ya se encontraban a vista de la vanguardia de la Grand Fleet. Hacia las 18:15 h, Beatty transmitió a Jellicoe las condiciones de la flota alemana, aunque de forma muy confusa, que impedía a Jellicoe evaluar con certeza la batalla a la que debía sumarse.

La Grand Fleet se despliega para la batalla
Jellicoe se encontraba confuso y preocupado. Debía unirse a un combate en el que sus almirantes no se ponían de acuerdo sobre el tamaño y posición del enemigo. Era perentorio que conociese lo más posible a su enemigo antes de cambiar la línea de marcha de sus acorazados a una línea de batalla, ya que si los alemanes los alcanzaban en medio del despliegue, podrían masacrar sus preciados buques sin problemas. Finalmente, Jellicoe pudo ver la silueta de los primeros buques de la Flota de Alta Mar alemana recortada en el horizonte, por lo que se vio obligado a decidir si realizar su maniobra de este a oeste, lo que le acercaría a los buques de Scheer y, probablemente, causaría que estos le alcanzasen antes de acabar la maniobra, o bien realizarla de oeste a este, alejándose del enemigo, pero lo que supondría que no podría cortar la “T”, es decir, barrer a los alemanes cuando estos estuviesen entrando, una maniobra en la que los marinos británicos eran expertos.

El despliegue era una maniobra que llevaría unos veinte minutos en realizarse, un tiempo extremadamente valioso mientras ambas flotas avanzaban a toda máquina la una hacia la otra. En una decisión crítica, de las más delicadas que ningún comandante de tierra o mar debería tomar a lo largo de todo el conflicto, Jellicoe decidió ordenar un cambio de formación hacia el este. Eran las 18:15 horas del 31 de mayo de 1916.

Acorazado HMS Revenge
Mientras tanto, los buques de Hipper se habían unido a la línea de batalla de la Flota de Alta Mar alemana. Scheer llevaba a sus buques a toda máquina hacia los buques de Beatty, cuyos cuatro cruceros supervivientes se habían unido a los tres de Hood. Scheer no tenía noticias sobre la cercanía del grueso de la flota británica, y pensaba que se enfrentaba en superioridad a un enemigo con fuerzas limitadas (Beatty y Hood). La maniobra de la escuadra de Beatty para formar una línea de batalla estaba dejando bastante que desear, con los buques de menor tamaño, los destructores, desplegándose por su cuenta, y los cruceros abordándose. Apunto estuvieron de colisionar los cruceros Warrior y Lion. Además, los buques alemanes en aproximación estaban sembrando de proyectiles la zona, disparando sin cesar sus cañones. Esta área de la batalla, tan desastrosamente llevada por los británicos, sería recordada para la Historia como “Windy Corner” (algo así como la esquina ventosa).

Una porción de la escuadra británica, mandada por el Capitán Arbuthnot, y compuesta por los HMS Warrior y Defence, se vió atraída por la silueta del SMS Wiesbaden, que se encontraba a la deriva tras su enfrentamiento con el Invincible. Ambos buques pusieron proa hacia esta presa, dando su flanco al preciso fuego de los Dreadnought alemanes. El Defence fue alcanzado de lleno por obuses de gran calibre, provocando la detonación de sus depósitos de municiones, estallando en mil pedazos antes de hundirse con sus 903 marineros.

HMS Vanguard en acción durante la batalla
El Warrior, tras esta absurda maniobra, quedó muy expuesto y recibió graves daños, pero pudo refugiarse tras el acorazado Warspite, evitando así su hundimiento. El Warspite, a la cabeza del 5º escuadrón, estuvo a distancia de fuego de los acorazados alemanes a las 18:20 h. recibiendo, rápidamente, trece impactos de las baterías pesadas alemanas. Habiendo sufrido graves daños, el Warspite tuvo que abandonar la formación, retirándose, a velocidad muy reducida, en dirección norte. Su retirada expuso nuevamente al Warrior, que, incapaz de mantener la línea, sería abandonado y hundido al día siguiente.


Hipper, incitado por sus recientes victorias, metió su escuadra, a la cabeza de la flota, dentro del alcance del 3.er escuadrón de Hood. Los británicos, con visibilidad favorable, comenzaron a hacer daño en los buques alemanes. El acorazado HMS Indomitable tomó como blanco al SMS Derfflinger, impactándole tres veces, mientras los buques Lion, Inflexible e Invincible tomaban como blanco al SMS Lützow, al que alcanzaban por diez veces, una de ellas bajo la línea de flotación, lo que sentenciaba al buque insignia de Hipper.

El HMS Invincible se parte en dos y se hunde a las 18:30 h.
Junto con el mueren 1.026 tripulantes, incluido el
Almirante Hood
Sin embargo, un error en la navegación, provocó que el Invincible quedase expuesto al fuego concentrado de los dos dañados cruceros alemanes. La concentración de disparos impactó de lleno al buque británico, que se hundiría en tan sólo 90 segundos. Eran las 18:30 h. cuando el buque era alcanzado en una de sus torretas (la Q), que estallaba, partiendo el buque en dos y hundiéndolo junto con 1.026 marineros, incluido el contra almirante Hood. Sólo seis de sus tripulantes se salvarían.


De los restantes buques británicos, sólo el HMS Princess Royal recibió impactos de gran calibre (del acorazado SMS Markgraf). El SMS Lützow era abandonado y el mando de Hipper trasladado a la torpedera SMS G39, que le trasladaría más tarde a otro crucero de batalla.

La batalla en “Windy Corner” no podía ir peor para los británicos.

4.- JELLICOE CRUZA LA T: Sin embargo, todos los movimientos entorno a la Windy Corner, habían desviado la atención de Scheer de la formación y aproximación de la línea de la flota británica. Jellicoe se vio en situación de “cruzar la T” (posición de barrer la proa o popa enemiga con una línea de combate) de la flota alemana hacia las 18:30 h. El movimiento de formación de combate había sido perfecto, gracias al sacrificio de los buques de Beatty y Hood, que habían retrasado la marcha de la flota alemana.

Cuando los buques alemanes atravesaron los bancos de niebla y humo, se encontraron de frente con la línea de fuego de la Grand Fleet, con Scheer tomado completamente por sorpresa. Sólo diez de los veinticuatro Dreadnought británicos pudieron abrir fuego; el buque insignia de Jellicoe, el HMS Iron Duke, logró rápidamente siete impactos sobre el buque de cabeza alemán, el acorazado SMS König.

La Grand Fleet desplegada para el combate.
Dándose cuenta de su inferior posición en la batalla, Scheer ordenó a la flota virar 180º para desengancharse del combate. La maniobra fue increíblemente realizada por las expertas tripulaciones alemanas, mientras las torpederas avanzaban para cubrir la acción y amenazar a los gigantes de Jellicoe. Preocupado por los torpedos enemigos, Jellicoe no inició inmediatamente la caza, y comenzó a maniobrar para evadir los torpedos enemigos; aun así, el acorazado HMS Marlborough fue alcanzado por uno de los torpedos.


Scheer, que sabía que en una caza llevaba las de perder, decidió tomar un rumbo más favorable, girando al este, mientras esperaba que la oscuridad permitiese su maniobra de evasión. Eran las 18:55 h.

Como episodio final de esta parte de la batalla, el destructor HMS Shark, que se encontraba a la deriva, se vió enfrentado a cuatro torpederas alemanas, hundiendo una, la V48 antes de ser hundido a su vez. Su capitán, Loftus Jones, ganaría la Cruz Victoria por esta acción.

Los destructores alemanes atacan a los acorazados
británicos para cubrir la retirada alemana.
5.- EVASIÓN O DERROTA: En un movimiento de huida que será conocido por los alemanes como la “Gefechtskehrtwendung” (combate de viraje), los alemanes habían logrado desengancharse de la flota enemiga. Sin embargo, Jellicoe destacó el 2º escuadrón de cruceros a la caza de la flota de Scheer. Bajo el mando del Comodoro Goodenough, los cruceros ligeros británicos contactaron nuevamente a la flota alemana en retirada hacia las 19:15 h. El giro de huida les había expuesto a un nuevo corte de la “T”, esta vez de popa, por parte del grueso de la flota británica. El fuego, más concentrado y efectivo que en el anterior paso, consiguió daños importantes sobre cinco buques alemanes, la mayoría pertenecientes al 3.er escuadrón que cerraba la formación. Por parte alemana, sólo el SMS Seydlitz consiguió impactar al acorazado británico HMS Colossus.

Viendo su inferioridad en posición y número, Scheer decidió, por segunda vez en una hora, el realizar su maniobra Gefechtskehrtwendung, virando hacia el oeste, aunque esta vez la maniobra se realizaría con mayores problemas que en la primera ocasión, debido al intenso fuego enemigo. Varios de los buques de cabeza iniciaron el giro sin coordinación, lo que desorganizó la línea alemana; necesitado de tiempo para reorganizar su formación, Scheer decidió mandar una misión suicida que retrasase el avance británico. Con el objetivo de detener la caza británica, ordenó un ataque masivo de sus destructores, apoyados por el grupo de cruceros de exploración, con órdenes de avanzar a distancia de torpedo y obligar a la flota enemiga a evadir, causando los máximos daños posibles. El Almirente Hipper aun se encontraba a bordo de la torpedera G39 cuando se inició el ataque.

El asalto fue comandado por el Capitán Hartog, a bordo del crucero ligero SMS Derfflinger, enfrentando los dañados cruceros ligeros a la mayor concentración de fuego naval vista hasta aquel momento en la Historia.

La flota alemana vira para retirarse del combate
La acción será conocida como la “carga mortal” (“Death Ride”). Todos los cruceros ligeros, salvo el SMS Moltke, encajaron impactos y graves daños, al recibir la concentración de fuego de 18 acorazados británicos simultáneamente. El SMS Derfflinger perdió sus dos torretas principales, sufriendo graves pérdidas humanas; increíblemente, los cruceros sobrevivirán a la cabalgada, uniéndose de nuevo a la línea de cruceros de Scheer una vez la flota estuvo a salvo.

Mientras sus cruceros ligeros y torpederos se sacrificaban encajando el fuego enemigo, los cruceros de batalla de Scheer se desenganchaban del combate y comenzaban a crear una cortina de humo que ocultase los movimientos de la flota (19:40). Los acorazados de Jellicoe se vieron obligados a evadir las salvas de torpedos alemanes, no siendo impactado ninguno de sus buques, y hundiendo en el intercambio de fuego al torpedero S35.

La pérdida de tiempo ocasionada por el ataque alemán, consiguió que, aprovechando las últimas luces del día, la flota alemana consiguiese ponerse, al menos temporalmente, fuera de peligro. De hecho, los últimos disparos se intercambiaron entre las 20:19 y las 20:35 entre los lentos pre-Dreadnought alemanes, mandados por el contra almirante Mauve, y algunos de los cruceros de batalla supervivientes entre los británicos.

Aunque la noche les había alcanzado, y tras cinco horas largas de combate, ninguno de los dos bandos daba aun la batalla como concluida.

6.- LA RETIRADA ALEMANA: Hacia las 21:00 h, Jellicoe, consciente de la deficiente capacidad de la Grand Fleet para desarrollar un combate nocturno, decidió esperar al amanecer para presentar nuevamente batalla. Desplegó una pantalla de cruceros y destructores frente a la flota, a fin de protegerse de eventuales ataques enemigos, y mandó patrullar el área que consideraba que Scheer tomaría en su retirada.

SMS Pommern, sería perdido durante la retirada.
Scheer había decidido huir justo por la zona cubierta por los buques ligeros de Jellicoe, en dirección a Horns Reef. Por fortuna para la flota alemana, los destructores británicos tenían un pésimo equipo de radio, y fueron incapaces de comunicar los diversos enfrentamientos que, durante la noche, sufrieron con los buques alemanes en retirada. De hecho, muchos de los destructores británicos fueron siquiera incapaces de coordinar los ataques sobre los buques alemanes, incumpliendo la tarea que les había sido ordenada, de bloquear la retirada de la flota alemana.

En un grave error de apreciación, Jellicoe y su estado mayor creyeron que las explosiones que se veían hacia el norte pertenecían al cruce de fuego entre destructores, perdiendo la oportunidad de evitar la retirada alemana. De hecho, los buques más poderosos de la flota británica, integrados en el 5º Escuadrón de Acorazados, apenas estaban a 5 km. del área de retirada de los alemanes, a alcance de su artillería, pero no intervinieron. Ni tan siquiera rompieron el silencio radio para informar que la flota alemana escapaba por la retaguardia.

Los buques y tripulaciones alemanas eran superiores a los británicos en el combate nocturno, y lo aprovecharían en los enfrentamientos que se darían durante su retirada del área de batalla. El buque insignia del comodoro Goodenough, el HMS Southampton, fue gravemente dañado por los cruceros ligeros alemanes del grupo de exploración, pero se las apañó para lanzar un torpedo, que impactó sobre el crucero ligero alemán SMS Frauenlob, hundiéndolo (22:25) junto a sus 320 tripulantes.

El Pommern se va a pique en medio de una gran explosión
Durante las siguientes cuatro horas, los destructores británicos intentaron atacar la formación alemana, sufriendo importantes bajas, pero consiguiendo, a su vez, varias victorias. El crucero SMS Rostock fue torpedeado y varado, hundiéndose varias horas después; el acorazado pre-dreadnought SMS Pommen fue impactado por un torpedo y estalló, hundiéndose en pocos minutos (03:10) con todos sus tripulantes, un total de 839 marineros y oficiales.

En el caos del combate nocturno, tres de los destructores británicos colisionaron entre ellos, mientras que el acorazado alemán SMS Nassau arrollaba al destructor HMS Spitfire, que explotaría, causando graves daños al buque alemán. Increiblemente, el Spitfire, que había perdido gran parte de su cubierta en la explosión, no se hundiría, y conseguiría llegar a puerto, remolcado, al día siguiente. El caos crecía, incluso entre la flota alemana; el crucero ligero SMS Elbing se cruzaba en el camino del acorazado pre-dreadnought SMS Posen, que lo arrollaba y dejaba inservible, siendo abandonado y hundiéndose el 1 de junio.

Poco después de la medianoche del 1 de junio, los acorazados alemanes se cruzaban con el HMS Black Prince, hundiéndolo en pocos minutos. El desdichado buque británico había perdido el contacto con su escuadrón, enviado en misión de apantallamiento de la flota, y tomó la línea alemana que se aproximaba como su propia flota, incorporándose a la misma; sin embargo, el acorazado SMS Thuringen descubrió la nueva adquisición, e inició el fuego. Alcanzado a muy corta distancia, el Black Prince estalló y se hundió junto a sus 857 tripulantes.

Una experiencia similar al Black Prince, en cuanto a extraviarse de la flota, la sufrieron los cruceros de batalla alemanes SMS Moltke y SMS Seydlitz, pero, afortunadamente para ellos, los capitanes de los buques británicos con que se encontraron rehusaron abrir fuego para evitar delatar su posición.

La batalla nocturna. El Black Prince es localizado.
Hacia las 01:45 del primero de junio de 1916, el SMS Lützow, varado tras su encuentro con el Invincible, fue hundido por la torpedera alemana G38 tras rescatar a sus 1.150 tripulantes.

Hacia las 02:30, un grupo de destructores británicos, encabezados por el HMS Champion, contactaron con la fuerza de retaguardia alemana. Aprovechando la lentitud de la escuadra alemana, que contenía los cruceros más dañados y los lentos acorazados pre-dreadnought, el capitán James Uchtred, ordenó al HMS Moresby avanzar sobre ellos y lanzar torpedos. El crucero SMS Von der Tann consiguió vislumbrar los torpedos en su aproximación, iniciando una acción de evasión que evitaría el impacto. Posteriormente, los destructores iniciaron el repliegue, esperando no ser descubiertos en la noche.

Hacia el amanecer del primero de junio, la flota alemana ya estaba a salvo de enfrentarse con la flota británica y encaminando hacia puerto. Aun así, aun tendría algún problema, especialmente cuando el acorazado SMS Ostfriesland colisionó con una mina, sufriendo daños que no le impidieron llegar a puerto. También consiguió alcanzar su base el SMS Seydlitz, gravemente dañado y del que se temió su hundimiento durante el viaje de regreso.

A las 07:30 horas del primero de junio, los buques alemanes llegaban a puerto, dando por finalizada la batalla de Skagerrak, que los británicos renombrarían como batalla de Jutlandia. Ya hacía algunas horas que Jellicoe había desistido de perseguir a la flota alemana.

DESPUÉS DE LA BATALLA. VICTORIA Y CONSECUENCIAS:
El Alto Mando alemán, entusiasmado con las primeras noticias sobre las pérdidas de ambos bandos, decidió otorgarse a nivel internacional la victoria. Según sus notas, habían hundido un acorazado, dos cruceros de batalla y otros dos cruceros acorazados, un crucero ligero, un submarino y varios destructores, por la pérdida del Pommern y el Wiesbaden. La realidad pasaba por ocultar a la opinión pública sus pérdidas reales, ya que los cruceros Lützow, Elbing y Rostock habían sido inutilizados por completo o hundidos; ocultar esta información incrementaba la incertidumbre de un enemigo sobre el que pesaba una sombra de incompetencia, de haber dejado pasar una gran oportunidad.

La Victoria de Skagerrad sería ampliamente celebrada por la prensa y población civil alemana.

Los terribles daños del Seydlitz
En Inglaterra, se vivía la historia de forma más apesadumbrada. Las noticias que llegaron rápidamente a los diarios, sobre la pérdida de numerosos buques y más de seis mil hombres, comenzaban a alarmar a la opinión pública británica. El Almirantazgo, esperando las notificaciones oficiales por parte de Jellicoe, permitió que la prensa británica comenzase a propagar la victoria alemana en Jutlandia.

A partir del 3 de junio, el gobierno británico comenzó a tener noticias reales de las pérdidas alemanas, y a difundir que la reclamación de Alemania sobre una victoria era exagerada. El 7 de junio los alemanes admitieron por primera vez la pérdida del Lützow y el Rostock, lo que comenzaba a cambiar la perspectiva británica sobre la batalla.

Aunque la prensa internacional, que inicialmente había tomado como buena la noticia de la victoria alemana, comenzó a vislumbrar que la realidad dictaba que los alemanes, a un gran coste por parte británica, habían sido rechazados del Mar del Norte, olvidó pronto la historia ante la avalancha de noticias procedentes de la Ofensiva del Somme, que comenzó, sangrientamente, el 1 de julio. Jutlandia caería en el olvido de la prensa, aunque su efecto en la guerra sería decisivo.

La realidad fue que en Jutlancia los alemanes con una flota de 99 buques, hundió 115.000 toneladas de buques británicos, causando la muerte de 6.094 tripulantes, mientras a su vez, la Grand Fleet lograba con sus 151 buques hundir 62.000 toneladas y matar a 2.551 tripulantes alemanes. A parte, muchos buques, como el HMS Lion o el SMS Seydlitz quedaron gravemente dañados.

La tripulación del HMS King George V rinde honores
a los caidos tras la batalla de Jutlandia
Los acontecimientos dictarían que, a pesar de hundir un número significativamente más alto de buques, los alemanes fracasaron en su estrategia de derrotar a la flota británica en un enfrentamiento en superioridad, y, por tanto, en romper el bloqueo que la Royal Navy imponía al comercio naval con Alemania. Significativamente, significaría que Alemania renunciase a nuevos enfrentamientos a cañón, centrando su actividad en la guerra submarina, y declarando poco después una nueva campaña de Guerra Submarina sin restricciones, que llevaría a Estados Unidos a unirse a las fuerzas de la Entente, siendo el principal factor que decantaría la guerra a favor de los aliados.

Consecuencia directa de la batalla fue también las críticas sobre la actitud del Almirantazgo, sobre su comportamiento al permitir la huida de la flota alemana, y sobre la escasa efectividad de las municiones de grueso calibre empleadas, comparadas con sus contrapartidas alemanas. No obstante, la crítica se hizo de forma constructiva, permitiendo el aprendizaje con vistas a posteriores enfrentamientos.

El terrible momento de la explosión y hundimiento del
HMS Queen Mary, al comienzo de la batalla.
La flota británica registró la pérdida de los cruceros de batalla Indefatigable, Queen Mary e Invincible; los cruceros acorazados Black Prince, Warrior y Defence y ocho destructores.

Alemania perdió el acorazado pre-dreadnought Pommern, el crucero de batalla Lützow, los cruceros ligeros Frauenlob, Elbing, Rostock y Wiesbaden, así como cinco torpederas.

La flota alemana, la “Joya del Kaiser” no volvería a ver acciones de relevancia hasta el final de la guerra, cuando la mayor parte de la misma sería hundida en cumplimiento del Armisticio de Versalles.

Almirante von Hipper y sus oficiales, tras la batalla.
Los comandantes de ambas flotas fueron laureados y promocionados por sus respectivos gobiernos. Franz Hipper y Reinhard Scheer recibieron la máxima condecoración militar alemana, el “Pour le Merite”. David Beatty sería promocionado a Almirante de la Grand Fleet, tanto en cuanto John Jellicoe sería promocionado al máximo rango militar de la marina británica, siendo nombrado Primer Lord del Almirantazgo.

Las noticias del frente harían olvidar la Batalla de Jutlandia, dándose la curiosidad que, sin conocerlo, la victoria decisiva que se buscaría, una y otra vez, en tierra, a costa de cientos de miles de vidas, se había logrado entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1916, al coste combinado de menos de 10.000 muertes; Alemania, con su población hambrienta y su flota incapaz de romper el bloqueo británico, recurriría a la guerra submarina sin restricciones, provocando la entrada en guerra de los Estados Unidos y, finalmente, la completa derrota de los Poderes Centrales.

Pronto el mar quedaría a un lado. Jutlandia quedaría en el olvido… Gran Bretaña y los miembros de la Commonwealth se preparaban para la gran batalla en tierra… otra batalla decisiva que “cambiaría el signo de la guerra”, según sus organizadores; otra sangría sin precedentes, la gran ofensiva en la Picardia francesa, que pasaría a la Historia con el nombre de “la batalla del Somme”.