viernes, 18 de diciembre de 2015

ARTÍCULO XXII. (ESTANCAMIENTO). BULGARIA ENTRA EN GUERRA*. LA CAIDA DE SERBIA

Acciones búlgaras durante la Primera Guerra Mundial
*La Guerra Europea había comenzado a transformarse en mundial con la incorporación de combatientes de numerosas nacionalidades y territorios (canadienses, australianos, etc) o colonias (senegaleses, marroquíes. Indochinos, hindúes, etc), así como el inicio de operaciones en territorios de ultramar, donde ya veremos más adelante las acciones que ambos bandos acometieron para intentar arrebatar las colonias a sus adversarios. Pero aun había numerosas naciones europeas que se habían declarado neutrales y alejadas de la locura generalizada. Alguna de ellas iban a cambiar pronto su razón, y en esta entrada vamos a ver una de las que alcanzarían una cierta influencia en el desarrollo de una parte de la guerra: el Reino de Bulgaria.

Sería el 14 de octubre de 1915 cuando Bulgaria ligaba su futuro al de los Poderes Centrales, pero… ¿Cómo habíamos llegado hasta ese punto de la Historia?... Hay que observar el desarrollo de los años previos al conflicto para entender la decisión. Veamoslo.

SITUACIÓN GEOPOLÍTICA DE BULGARIA. LAS GUERRAS BALCÁNICAS:
Tsar (Zar) Ferdinand I de Bulgaria
El Reino de Bulgaria se había independizado del Imperio Otomano el 22 de septiembre de 1908, aprovechando un periodo de extrema debilidad en que el gigante otomano se encontraba inmerso. Sería nombrado Tsar (Zar, Rey) Fernando I (Ferdinand I), quien escogería para dirigir el gobierno al primer ministro Aleksandar Malinov, perteneciente al Partido Demócrata Búlgaro.

Situada al sureste de los Balcanes, Bulgaria tenía frontera con Serbia, Rumanía, Grecia y el Imperio Otomano, aislando, gracias a su ubicación estratégica, al resto de naciones balcánicas de estos últimos. Desde el mismo momento de su creación como estado independiente, Bulgaria se sumergió en una política exterior tendente a debilitar al máximo al Imperio Otomano, fijándose en las provincias pan-búlgaras que aun eran gobernadas por este como un objetivo deseable y necesario para la joven nación balcánica.

En 1911 el ejecutivo moderado de Malinov es sustituido tras elecciones generales, por un nuevo gobierno dirigido por Ivan Evstratiev Geshov, presidente del Partido del Pueblo, con tendencias marcadamente nacionalistas, y que planteaba como eje de su gobierno el conseguir un amplio pacto con otros países balcánicos que permitiese la expansión de Bulgaria a costa del Imperio Otomano.

Tras arduas negociaciones, es en 1912 cuando Geshov obtiene el compromiso griego y serbio para la creación de una coalición de naciones, que será denominada Liga Balcánica, imponiendo los firmantes del pacto una serie de reclamaciones territoriales sobre el Imperio Otomano que este desprecia, confiado en el poder y tamaño de su ejército.

Tropas búlgaras frente a civiles turcos muertos en Tracia
En octubre de 1912, las regiones balcánicas de Macedonia y Albania se sublevan contra el Imperio Otomano, quién aun tiene la autoridad sobre los mismos. Entre las provincias más deseadas por las naciones balcánicas está Macedonia, de la que tanto Bulgaria como Serbia pretenden sacar tajada. Por tanto, con el pretesto de apoyar a las poblaciones de origen balcánico, la Liga interviene en el conflicto, dando lugar a la que será denominada Primera Guerra Balcánica. Los ejércitos otomanos no se encontraban preparados para afrontar la amenaza de varios ejércitos de diversas nacionalidades unidos, por lo que son derrotados rápidamente por búlgaros y serbios, perdiendo tanto la Macedonia como la Tracia Oriental. El ejército búlgaro se muestra especialmente combativo y consigue llegar a 40 km. de Constantinopla, amenazando la capital del Imperio Otomano.

Asalto búlgaro contra las líneas turcas en Kirkaleri (1913)
Tras un mes de conflicto abierto, se alcanza un armisticio, en el cual los otomanos no renuncian al control sobre los territorios perdidos en la batalla. La situación queda tan inestable que, en enero de 1913, se reanudan las hostilidades, con una gran ofensiva otomana sobre Tracia Oriental. Los otomanos habían aprovechado el armisticio como una tregua, durante la cual habían hecho llegar tropas del Oriente del Imperio, formando una gran fuerza militar con la que esperaban aplastar al pequeño ejército búlgaro. Pero los búlgaros aguantan bien, contraatacan y derrotan nuevamente a los turcos, poniendo sitio a la ciudad de Adrianópolis, y obligando al Imperio Otomano a firmar un acuerdo de paz definitivo en marzo de 1913.

Diversas imágenes de las Guerras Balcánicas
La victoria de Bulgaria podía haber sido total, con grandes ganancias territoriales, de no existir de por medio la reclamación rumana sobre la región de Dobrujda Sur (Southern Dobrudja), que exijen como pago por haber permanecido neutrales durante el conflicto, así como la reclamación serbia sobre la totalidad de Macedonia, incluyendo los territorios de mayoría búlgara (Vardar). Es necesario realizar una serie de reuniones multilaterales, en las que Rusia, con grandes intereses en la zona, ejerce de árbitro. Finalmente, se firma el Tratado de San Petersburgo, muy desfavorable para los intereses búlgaros; Macedonia se divide en dos, yendo la mayoría a manos serbias; además Bulgaria se ve forzada a ceder la ciudad de Silistra a Rumanía, motivo que será el embrión del enorme rencor que mantendrá enfrentada a ambas naciones durante décadas.

El final de la Primera Guerra Balcánica se firma en Londres, con Gran Bretaña como observador, comprometiendo al Imperio Otomano a renunciar a todas las provincias al oeste de la línea Midia – Ednos, salvo Albania.

Reyes de Serbia y Grecia, Pedro I y Constantino I
Sin embargo, el conflicto entre los aliados balcánicos en cuanto al reparto de los territorios acaba rompiendo la Liga Balcánica. Considerándose ofendida por las condiciones de los tratados, Bulgaria se retira de la misma. El Primer Ministro Geshov es acusado de debilidad en la negociación que ha llevado a cabo, y es sustituido por Stoyan Danev, político reconocidamente comprometido con las reclamaciones búlgaras sobre la Macedonia. Se espera de el una mayor capacidad a la hora de negociar con Grecia y Serbia el reparto territorial, pero todos sus intentos fracasan (incluyendo el intento de crear en Albania un estado independiente). Rusia intenta salvar la Liga, pero se ve obligada a tomar partido por uno de los países en disputa. Ante la terquedad búlgara, acaba apoyando las posturas serbias, lo que aleja a Bulgaria de cualquier tipo de acuerdo.

Esta ruptura supone una victoria diplomática para el Imperio Austro-húngaro, quién había comenzado a apoyar las reclamaciones búlgaras por interés en debilitar la posición de sus rivales en la zona, Serbia y Rusia. Unos Balcanes divididos, permitirán un mayor control de Austro-Hungría sobre las provincias de Croacia y Bosnia, así como ejercer una presión real sobre Montenegro y Serbia.

La firma de la Alianza Greco-Serbia a mediados de 1913, fuerza a Bulgaria a tomar la iniciativa diplomática. Son enviados emisarios a Rusia, intentando que medie en el creciente conflicto entre las tres naciones balcánicas. El gobierno teme una guerra, pero tanto el Zar como el Jefe de Estado Mayor búlgaro, General Savov, la desean. Confían en que el ejército búlgaro les llevará a la victoria, por lo cual, a espaldas del gobierno Danev, cursan órdenes para ocupar las zonas en disputa de Macedonia. Dos ejércitos búlgaros entran en Macedonia, provocando un fuerte incidente diplomático. Aunque Danev, saltándose al Zar y al Jefe de Estado Mayor, ordenó tajantemente a las tropas la retirada, apenas 24 horas después del inicio del movimiento ofensivo, ya era demasiado tarde.

Tropas griegas durante las Guerras Balcánicas
Grecia y Serbia, ansiosas por acudir a la batalla y garantizar los territorios disputados, declaran la guerra a Bulgaria sin que el gobierno Danev pueda hacer nada por detenerla. El Zar no midió bien su arriesgado movimiento, ya que, aprovechando que los ejércitos búlgaros se encontraban en occidente, enfrentados a fuerzas superiores serbias y griegas, Rumanía invadió Dobrudja y el Imperio Otomano la Tracia Oriental. Comenzaba así la Segunda Guerra Balcánica.

El gobierno Danev dimite en bloque, siendo nombrado como primer ministro el liberal pro austriaco Vasil Radislavov, quién rápidamente inicia los contactos diplomáticos que finalicen la guerra con el menor daño posible para Bulgaria, buscando la mediación de Alemania. Sin embargo, las derrotas se suceden rápidamente y, en pocas semanas, el ejército búlgaro sufre elevadas bajas que le ponen próximo al colapso.

Primer Ministro Búlgaro Vasil Radoslavov
Radoslavov se ve obligado a detener la guerra con Rumanía, firmando un acuerdo de paz desfavorable, ya que Bulgaria renuncia al control de Dobrudja del Sur, pero la negociación con Serbia y Grecia es harina de otro costal. Se saben ganadores, así que no están dispuestos a dar la paz a cambio de poco.

A fin de forzar la negociación, el ejército búlgaro se concentra en una valiente ofensiva contra sus enemigos occidentales, consiguiendo derrotar y cercar a un ejército griego. Para salvar la situación, Grecia se muestra de acuerdo en detener las hostilidades, abriendo la vía diplomática el 13 de julio de 1913, menos de un mes después del comienzo de la guerra.

Prisioneros búlgaros en manos griegas
Tras duras negociaciones en las que Rusia ejerce como mediador, se termina considerando a Bulgaria como perdedora, y se la obliga a firmar el Tratado de Bucarest, por el cual Rumanía recibe el control permanente sobre Dobrudja, y Serbia la zona en litigio de Macedonia. Grecia es compensada con la ciudad de Kavala. Esto supone a Bulgaria la importante pérdida del 16% de su territorio y del 8% de su población, la mayor parte de la cual se verá obligada a abandonar sus casas y refugiarse en Bulgaria, por el temor a una limpieza étnica de las naciones ganadoras.

Lo único positivo que obtiene el gobierno Radoslavov es el comienzo de una relación de amistad con el Imperio Otomano, basada en la devolución de los territorios ganados por Bulgaria en la Primera Guerra Balcánica, a cambio de una alianza contra Serbia y Grecia, alianza que no llega a concretarse a pesar de sellarse un acuerdo previo (Tratado de Constantinopla).

Así las cosas, finalizadas las guerras balcánicas, Bulgaria se encuentra en una situación realmente terrible, rodeada de enemigos y apartada de la escena internacional, con muy pocos amigos continentales, y con una enorme suma en deuda exterior. Rusia y Francia culpan a Bulgaria de la ruptura del sueño que suponía la Liga balcánica, por lo que la alejan de su esfera de influencia. Bulgaria se encuentra aislada.

LA RECONSTRUCCIÓN. EL GOBIERNO RADOSLAVOV Y LA VÍA DIPLOMÁTICA:

Pérdidas búlgaras
Finalizada la guerra, el Gobierno búlgaro se ve sometido a grandes tensiones internas y externas. La enorme masa de refugiados búlgaros que proceden de los territorios perdidos (unos 120.000) y las fuertes pérdidas humanas (66.000 hombres perdidos, muchos de ellos muertos o desaparecidos), obligan al gobierno búlgaro a emprender una gigantesca tarea de reconstrucción para un país tan joven. Deben recomponer la maltrecha economía, reubicar a los refugiados y reconstruir la política de alianzas exteriores, buscando además financiación allende sus fronteras.

Sin ambargo, antes de emprender las reformas necesarias, primero debería resolver los problemas internos del gobierno. La coalición que conformaba el gobierno se deshizó, al no estar de acuerdo algunos de sus miembros con la forma de llevar las negociaciones de paz y el resultado de las mismas, por lo que Radoslavov se vió obligado a convocar elecciones legislativas. Estas tendrían lugar durante noviembre de 1913; el resultadode las elecciones fue poco concluyente, ya que el gobierno sólo consiguió una mayoría simple con 97 de los 204 escaños, lo que impidió la formación de un nuevo gobierno y obligó a una segunda convocatoria electoral. Los búlgaros volvieron a las urnas en marzo de 1914.

Para las nuevas elecciones, Radoslavov consiguió sacar adelante una ley que permitía votar a los refugiados, aun cuando carecían de la nacionalidad búlgara de pleno derecho. La campaña de todos los partidos se volcó sobre este grupo poblacional, especialmente la realizada por el partido de gobierno, quién incluso fue ayudado por oficiales de origen turco, quienes presionaron a la población musulmana en el oriente del país para votar a favor de Radoslavov. Como resultado de las elecciones, el gobierno liberal consiguió la mayoría absoluta, al hacerse con 116 escaños, dando cierta tranquilidad sobre el futuro que debían afrontar. Aun así, al necesitar para ciertas leyes las dos terceras partes de los votos del parlamento, se utilizarían acuerdos puntuales con otros partidos, compra de votos, etc… incluso se llegaría a ignorar las decisiones del Parlamento, siempre “por el bien de Bulgaria”.

Familia Real Búlgara
Una vez formado gobierno, el ejecutivo de Radoslavov afrontó la reconstrucción del país. Las arcas públicas estaban en bancarrota, tras el desmesurado coste del conflicto. La economía, eminentemente agraria, se había visto gravemente afectada por la guerra. Muchos trabajadores del campo habían perecido en los campos de batalla o habían resultado heridos o mutilados. Además, la pérdida de Dobrudja del Sur, había supuesto la pérdida del 20% de los campos de grano, lo cual, sumado a la falta de mano de obra y el mal tiempo del invierno de 1913/1914, hizo que la producción cayese un 79%, provocando una fuerte crisis alimentaría que amenazaba una hambruna en el deprimido país.

A la crisis alimentaria, se sumaron las pérdidas en la industria y el mercado exterior, que se cifraron en 87 millones de Levs (moneda búlgara). La pérdida de Dobrudja del Sur amenazaba el puerto de Varna, por donde pasaba gran parte del comercio continental con destino al Mar Negro. De todas las exportaciones búlgaras, sólo la de tabaco se mantuvo en unos niveles aceptables.

Búlgaras en traje tradicional (1915)
Ante tan graves problemas, el gobierno Radoslavov decide que debe conseguir crédito exterior, que le permita iniciar la reconstrucción del país, aunque para poderlo conseguir deberá reconstruir sus alianzas, retardar el pago de la deuda y obtener financiación. Para conseguir esta compleja tarea, nombra nuevos embajadores en las capitales de la Entente, y comienza a tender puentes con sus gobiernos. También inicia los contactos con los Poderes Centrales, quienes transmiten al gobierno búlgaro su deseo de crear una coalición anti Serbia, enemigo conocido del Imperio Austro-húngaro.

Por su parte, el gobierno ruso comunica al embajador Radko Dimitriev su objetivo de refundar la Liga Balcánica, para la que consideran un elemento fundamental a Bulgaria. Aun cuando el gobierno Radoslavov mantiene muchas dudas sobre esta nueva oportunidad, decide no dar una respuesta negativa, y esperar acontecimientos. Rusia intenta convencer a Serbia para realizar concesiones territoriales a Bulgaria, aunque los serbios se obcecan y declinan cualquier posibilidad de acuerdo que incluya territorios.

Rusia desea el acuerdo, pero para forzar a Rumanía a adherirse al pacto balcánico, realiza un gran esfuerzo económico y diplomático para convencerla. Bulgaria ve este trato con su rival como una provocación, alejándoles, aparentemente, de cualquier posibilidad de acuerdo futuro.

Viendo que Bulgaria se aleja de su esfera, Rusia le ofrece financiación, intentando mantenerla en la órbita de la Entente, aunque tanto Gran Bretaña como Francia no parecen tener el mismo interés. Esto tiene vital importancia, ya que gran parte de la deuda búlgara está contraída con Francia, quién desoye las peticiones rusas para ampliar los plazos de devolución de la deuda búlgara. La negativa va acompañada por una campaña de créditos a Rumanía y Grecia, algo que los búlgaros consideran ofensivo y muy grave para las relaciones de Bulgaria con la Entente. Es en este punto cuando entra en juego el Imperio Austro-húngaro, quién ofrece créditos en buenas condiciones al gobierno búlgaro para que puedan ir liquidando la deuda francesa.

Refugiados, 1914
A comienzos de 1914 se inician conversaciones con el banco alemán Disconto-Gesellschaft, dispuesto a atender las necesidades completas de financiación de Bulgaria, lo que genera una gran desconfianza tanto en París como en San Petersburgo. Los diplomáticos de la Entente vuelven a la mesa de negociaciones intentando romper las nuevas relaciones económicas búlgaras; sin embargo, aunque el gobierno búlgaro decide volver a la mesa de negociación, la falta de propuestas concretas por parte de la Entente conduce de nuevo al fracaso de las negociaciones.

Viendo que podía perder definitivamente el control sobre Bulgaria, el Servicio Secreto ruso comienza a mantener contactos con la oposición parlamentaria, comprando adhesiones a fin de obstaculizar las acciones del gobierno de Radoslavov. También se intenta presionar directamente al Zar, ofreciéndole un préstamo de 500 millones de Levs, pero el ofrecimiento llega demasiado tarde, ya que a principios de Julio, cuando la “Crisis de Julio” que llevará a la declaración de guerra de Austro-Hungría a Serbia, está en pleno apogeo, un consorcio de bancos alemanes encabezados por el Disconto-Gesellschaft y auspiciados directamente por el Kaiser, concede financiación ilimitada al gobierno búlgaro, a cambio de un compromiso defensivo y la adhesión búlgara a los Poderes Centrales. Este movimiento supone la más grave derrota diplomática de la Entente hasta la entrada en guerra de Bulgaria.

La Crisis de Julio no acaba bien, como ya sabemos, produciéndose la consecución de declaraciones de guerra que finaliza convirtiéndose en la Primera Guerra Mundial. Cuando el 28 de julio estalla la guerra, Bulgaria declara su neutralidad, alegando que su pacto es defensivo, y que Austro-Hungría es la agresora. Para reafirmar sus argumentos, incluye en sus argumentos el hecho de la falta de apoyo que, durante la Segunda Guerra Balcánica le dejaron de prestar los Poderes Centrales, remarcando su derecho a permanecer neutral.

Aun así, el gobierno, sabiendo que tarde o temprano deberá cumplir sus compromisos, aprueba en el Parlamento un crédito extraordinario de 50 millones de Levs para modernizar el ejército, así como la Ley Marcial.

La neutralidad búlgara es recibida con satisfacción en las capitales de la Entente, aunque, preocupados por los frentes de guerra, desperdician la oportunidad de aproximarse al gobierno búlgaro, ofendiendo nuevamente a Bulgaria al acercar posturas con Rumanía, a la que consideran clave estratégicamente para atacar el flanco del Imperio Austro-húngaro. La jugada diplomática acabará saliendo nefastamente, ya que Rusia vetará el acuerdo con Rumanía (que reclama la Bessarabia rusa como pago), cuando ya Bulgaria se ha alejado de la vía diplomática con la Entente.

Por su parte, Bulgaria comienza a mover sus piezas hábilmente. El 6 de agosto firma un acuerdo secreto con el Imperio Otomano para una defensa mutua en caso de ser atacados por otro país de los Balcanes, así como un compromiso para consultarse mutuamente antes de atacar a otras naciones balcánicas.

Sin embargo, el Imperio Otomano rompe su neutralidad en octubre de 1914, invocando su pacto con Bulgaria. Nuevamente el gobierno búlgaro decide mantenerse neutral, con un apoyo casi total de la opinión pública. Es una política inteligente de Radoslavov; el desea entrar en guerra, pero prefiere esperar a ver quién es el ganador, a fin de prestar su apoyo al bando que más ventajas le proporcionará y esté dispuesto a atender más concesiones territoriales.

Quedando obvia la estrategia búlgara, la Entente y los Poderes Centrales aprovechan cualquier éxito militar para acercarse a Bulgaria. De hecho, la victoria rusa en Galitzia, la caída de la fortaleza austriaca de Przemysl y el ataque sobre los Dardanelos, son utilizados favorablemente por la Entente. Sin embargo, la obstinación de Serbia sobre sus posesiones en Macedonia, hace que, nuevamente, se pierda la oportunidad de volcar el poder búlgaro a su lado.

Los Poderes Centrales comienzan a cansarse de la indefinición búlgara. Alemania comienza a utilizar la devolución de los préstamos realizados como método de presión. Inicialmente obtiene el compromiso búlgaro de colaborar diplomáticamente con los Poderes Centrales. De hecho, la primera misión que se le solicita a Bulgaria, tiene como objeto el averiguar la postura que va a tomar Italia en la guerra. Utilizando una reunión de países no beligerantes en Roma, la misión diplomática búlgara sondea a los italianos, intentando averiguar su postura, aunque, como ya vimos en el capítulo sobre Italia, el hermetismo de la diplomacia italiana no permite sacar conclusiones claras a los “espías” búlgaros. Aun así, el Ministerio de Asuntos Exteriores búlgaro transmite a Alemania la impresión que Italia acabará uniéndose a la Entente, más a modo de predicción que de certeza, aunque en poco tiempo se mostrará como tal.

Justamente, la entrada en guerra de Italia causa un nuevo trauma a la maltrecha vía diplomática de la Entente. La rivalidad entre Italia y Serbia por la región austro-húngara de la Dalmacia, complica las negociaciones con Serbia para la cesión de Macedonia a Bulgaria. Adelantándose a la respuesta Serbia, el 29 de mayo de 1915, los negociadores de la Entente envían una nota diplomática al gobierno búlgaro, prometiendo la zona en disputa de Macedonia, la Tracia Oriental, la devolución griega de Kavalla y la devolución rumana de Dobrudja del Sur.

Las fuertes protestas provenientes de los países afectados, especialmente de Serbia y Grecia, hacen desechar la propuesta a las autoridades búlgaras, aunque deciden esperar antes de dar su respuesta definitiva. El motivo es la cambiante situación bélica; con los Poderes Centrales estancados, la ofensiva parece favorable a los aliados de la Entente, hasta que la situación cambia en Galitzia y Polonia. Las derrotas militares de Italia en el río Isonzo, de Rusia en Galitzia y las dificultades que atraviesa la cabeza de playa de los Dardanelos, hacen que el gobierno Radoslavov de su respuesta a la Entente el 16 de junio: “No”.

Aprovechando la respuesta búlgara, los Poderes Centrales cursan una nueva propuesta en términos muy próximos a los que daba la Entente, pero la intervención directa del Zar Fernando hace que se siga apostando por la neutralidad.

El doble juego del gobierno búlgaro comienza a pasarle factura en los círculos internacionales. Tanto Lloyd George (Primer Ministro Británico) como su Ministro de Marina (Winston Churchill) dudan de las intenciones reales del gobierno búlgaro y desaconsejan ceder un ápice en la negociación, mientras los gobiernos ruso y francés temen la probable entrada en guerra de Bulgaria al lado de los Poderes Centrales.

Se apuesta por dar una última oportunidad a la diplomacia, lanzándose una firme ofensiva desde ambos bandos para atraer a Bulgaria a su lado. Durante el verano de 1915 las ofertas y contra-ofertas surgen constantes. Se realizan promesas, en muchos casos incumplibles, y se envían conocidos diplomáticos a Sofia. En este ambiente, sólo un error puede hacer que Bulgaria cambie su neutralidad, y este sucede cuando, durante el mes de julio, los enviados de la Entente se reúnen con la oposición búlgara, prometiéndoles ventajas y ayuda económica para influir en miembros del ejecutivo, comprar votos y voluntades.

Es el momento que aprovechan los Poderes Centrales para enviar un nuevo embajador, el Duque de Mecklenburgo, con carta de libertad para negociar la hegemonía búlgara en los Balcanes.

General Mayor Nikola Zhekov
Ministro de Guerra búlgaro
Los gobiernos de la Entente, preocupados por los reveses militares que les trae el verano (derrotas en Artois y Champagne, estancamiento de Gallipolli, la Gran Retirada rusa), piden disculpas y realizan una nueva oferta diplomática. Sin embargos, tanto el Zar como el Ejecutivo búlgaro consideran las promesas como vagas, y realizan un acercamiento definitivo a los Poderes Centrales.

En agosto se envía una delegación militar a Berlín, encabezada por el Coronel Petar Ganchev, y se reemplaza al Ministro de la Guerra, Teniente General Ivan Fichev por el pro-germánico General Mayor Nikola Zhekov. El objetivo es coordinar esfuerzos con el alto mando militar alemán para una futura adhesión búlgara.

Mientras, los aliados de la Entente no cesan en su objetivo. Intentan provocar la cesión de territorios por parte de Serbia y Grecia, pero la obstinación de estos les impulsa a tomar una decisión definitiva; si no pueden alinear al gobierno búlgaro, deberán derrumbarlo o desestabilizarlo. Para ello, financian a la oposición búlgara para que tumbe al gobierno, apoyándoles desde el exterior con la compra de toda la producción de grano búlgara, intentando provocar una hambruna en el país que facilite la acción opositora.

El gobierno descubre la conspiración por las delaciones de varios opositores, deteniendo a los responsables de la traición. Los aliados de la Entente intentan ponerse de perfil, desmarcándose de las acusaciones búlgaras. El error diplomático les obliga a presionar de forma definitiva a Serbia para ceder en las pretensiones búlgaras, consiguiendo, el 1 de septiembre, que esta acepte ceder la zona en disputa de la Macedonia (Vardar) a Bulgaria. A cambio pide que se le permita ocupar Croacia y Eslovenia cuando el Imperio Austro-húngaro sea derrotado. La respuesta diplomática búlgara es fulminante; no está dispuesta a que Serbia cobre tanto poder y territorio.

Cinco días después, Bulgaria firma su adhesión a los Poderes Centrales, mediante el “Tratado de Amistad y Alianza entre el Reino de Bulgaria y el Imperio Alemán”, firmado en Sofia, lo que obliga a las partes a la defensa mutua. Además, se añade un documento secreto que incluye las ganancias territoriales que se garantizan a Bulgaria tras la victoria de los Poderes Centrales, y que incluían Macedonia y las zonas en disputa, parte de Serbia, más un compromiso para apoyar la recuperación de territorios sobre Rumanía y Grecia, si alguna de ellas se uniese al conflicto en contra de los Poderes Centrales. Se concedía, adicionalmente, un préstamo de 200 millones de francos, más préstamos adicionales si la guerra se prolongaba más allá de cuatro meses.

Movilización búlgara
Un tercer documento era sellado en Berlín entre el jefe de estado mayor alemán, Erich von Falkenhayn, el jefe de estado mayor austriaco, Conde Franz Conrad von Hötzendorf, y el enviado búlgaro, Coronel Peter Ganchev, por el cual Bulgaria se comprometía a entrar en guerra pasados 35 días de la firma del documento. Se describían planes militares, que incluía el añadir cuatro divisiones búlgaras a disposición del Mariscal alemán August von Mackensen, encargado de la apertura de un corredor entre Hungría y Bulgaria en el menor tiempo posible, a fin que Alemania pudiese suministrar material de guerra a Bulgaria y al Imperio Otomano.

Bulgaria se compromete a respetar la neutralidad rumana y griega. Además, firma un acuerdo separado con el Imperio Otomano, por el que se garantiza la posesión de los territorios otomanos al oeste del río Maritsa.

Un último intento francés y ruso, con la oposición británica, de romper las negociaciones de Bulgaria con los Poderes Centrales, fracasa el 13 de septiembre. El 22 de septiembre es declarada la movilización general, pasando Bulgaria a un estado de “neutralidad armada”.

Caricatura búlgara sobre el ultimatum ruso
La situación se torna en negros nubarrones para Serbia, que nota la sombra de su enemigo muy próxima. Solicita a los aliados de la Entente planes y ayuda ante una eventual intervención búlgara, pero recibe evasivas por contestación. La realidad es que los aliados no se encuentran preparados, con sus fuerzas derrotadas y dispersas, enfrascadas en grandes ofensivas (Artois/Champagne y Gallipolli). Sólo pueden comprometerse a intentar retrasar el ataque búlgaro lo máximo posible.

La presión rusa obliga a los diplomáticos de la Entente a abandonar Sofía el 4 de octubre, dejando sobre la mesa un ultimátum de 24 horas. Las palabras son refrendadas por la fuerza, cuando 24 horas antes, tropas francesas y británicas desembarcan en el puerto griego de Salónica, amenazando el flanco sur búlgaro.

El gobierno Radoslavov rechaza el ultimátum, que no se cumple. Rotas ya las vías diplomáticas, la vía de la guerra es la última alternativa. El 14 de octubre de 1915, Bulgaría declara la guerra a Serbia e invade su territorio, entrando de lleno en la Primera Guerra Mundial.

EL EJÉRCITO BÚLGARO EN 1915:

Las fuertes bajas asumidas por el Ejército Búlgaro durante la Segunda Guerra Balcánica, así como la amenaza surgida por la pérdida de territorios al final de la misma, provocaron una lenta desmovilización del ejército regular.

Aun así, a mediados de 1914 ya se había completado la desmovilización, pasando el ejército búlgaro a componerse de sus habituales 40 regimientos de infantería, cerca de 70.000 soldados, un número que, como ya hemos comprobado en anteriores entradas, era absolutamente inadecuado para el desarrollo de una guerra como la que se encontraba en ciernes.

Bien lo sabían los jefes militares búlgaros, por lo cual decidieron que en caso de movilización, se realizaría obligatoriamente sobre todos los hombres entre los 20 y los 48 años, a fin de alcanzar un grueso de ejército de, aproximadamente, medio millón de soldados. Todos los hombres por encima de los 40 configurarían una milicia territorial, que permitiese cubrir la seguridad interior y de fronteras “seguras”, mientras los hombres más jóvenes eran destinados a línea de frente. Gran parte de estos “reclutas” carecían de entrenamiento (entorno a un cuarto de millón), que recibirían en la segunda mitad de 1915, cuando se hizo obvio que Bulgaria no podría quedarse neutral en la guerra que se desarrollaba en Europa.

Oficiales chetniks búlgaros
El equipamiento del ejército búlgaro era bastante moderno, al ser una nación recientemente formada y haber adquirido el equipamiento entre 1908 y 1912. Mucho de su equipo era de origen ruso, aunque también contaba con rifles y ametralladoras de origen alemán, capturadas a los turcos en el transcurso de la Primera Guerra de los Balcanes.

Contaban con 1.200 piezas de artillería, un tercio de los cuales eran cañones de tiro rápido Schneider de 75 mm. Pronto se demostraría que el número de piezas y, sobre todo, de municiones (unas 500 por cañón) eran absolutamente insuficientes en una guerra moderna.

Como hemos visto previamente, la movilización general fue decretada tiempo antes de la entrada en guerra de Bulgaria. Los acuerdos sellados en Berlín entre el Coronel Ganchev y los responsables militares de los Poderes Centrales, obligaban a Bulgaria a disponer de fuerzas suficientes en el momento de su entrada en guerra; por tanto, el 22 de septiembre de 1915 se cursó el decreto de movilización general. Llevaría 18 días completarla, no estando exenta de problemas materiales, ya que en el curso de la misma se conoció una gran escasez de caballos, de carros, e incluso de uniformes. Aunque había desaparecido el entusiasmo mostrado por los voluntarios, que tras ir alegremente al combate durante la Primera Guerra de los Balcanes, vieron la parte más oscura de la guerra en el curso de la Segunda, los números previstos para la movilización (577.000 hombres) se vieron ampliados, alcanzándose la movilización de 616.000 hombres a principios de octubre de 1915.

Zar Ferdinand I, Comandante en Jefe del Ejército Búlgaro
Esto permitió que Bulgaria pudiese desplegar once divisiones al comienzo de la guerra, en lugar de las cinco previstas por los acuerdos militares alcanzados con los Poderes Centrales. Se organizarían en tres Ejércitos, dos de los cuales se dispondrían en la frontera con Serbia y otro, de forma disuasoria, en la frontera con Rumanía.

Para comandarlos en la batalla, el Zar Fernando, al cual atribuía la Constitución  el rango de comandante en jefe del ejército, decidió delegar en el Ministro de la Guerra, Mayor General Nikola Zhekov.

El plan general de ofensiva disponía que la ofensiva Búlgara se dirijiese contra Serbia, cediendo el control sobre el 1º Ejército Búlgaro al mando alemán del Mariscal von Mackensen, y manteniendo el control sobre el 2º Ejército, que operaria sobre Macedonia.

BULGARIA EN GUERRA. LA CAIDA DE SERBIA:

Movimientos militares - Campaña de Serbia 1915
La movilización general decretada el 22 de septiembre en Bulgaria supuso un duro golpe para la causa serbia, y dejo en estado de shock a los responsables militares y políticos serbios. Sus intentos por lograr un plan de apoyo del resto de naciones de la Entente, enfrascadas en sus respectivas ofensivas, quedarían en nada más que compromisos verbales y el desembarco de escasas fuerzas en Salonica, lo que les obligó a reformar su sistema defensivo para confrontar la previsible amenaza búlgara.

En la frontera con Bulgaria quedarían desplegados a primeros de octubre, 145 batallones de infantería, la mitad del ejército serbio. Se confiaba en el envío por parte de las potencias aliadas, de un contingente de 150.000 hombres que les ayudasen para cubrir la desprotegida región de Macedonia, pero mientras tanto, comenzaron los trabajos para construir defensas que ayudasen a frenar a los atacantes.



Tropas serbias en Belgrado, 1915
Mientras Serbia trazaba sus planes contando con fuerzas de sus aliados, estos estaban convencidos que no podían renunciar a muchos soldados para ayudar a su aliado balcánico. Rusia había perdido más de un millón de hombres en la Gran Retirada, y tenía necesidades urgentes para reconstruir las unidades perdidas; Francia aun no se había recuperado de las ofensivas de 1914, y se encontraba en otro sangriento trance con sus ofensivas de otoño; finalmente, la Commonwealth se encontraba reformando su ejército, mientras sus tropas coloniales se habían estancado en un sangriento conflicto en los Dardanelos. Por tanto, decidieron que sólo Grecia, quién tenía un acuerdo de mutua defensa con Serbia, podría aportar las tropas necesarias para la defensa de Serbia.

August von Mackensen
La inacción aliada permitió que los preparativos de las Potencias Centrales alcanzasen su zenit sin interferencias, salvo por la incapacidad austro-húngara para aportar las divisiones solicitadas en el tiempo previsto; combatiendo en tres frentes, y habiendo sufrido un durísimo revés en el otoño del 14, los austro-húngaros estaban escasos de personal para reunir en tan corto tiempo las seis divisiones solicitadas. Pero el Estado Mayor Alemán no estaba dispuesto a retrasos, por lo que decidió cubrir el hueco austrohúngaro con divisiones propias. Por tanto, las fuerzas a disposición del Mariscal von Mackensen, contaban con el 11º Ejército Alemán del General Gallwitz, con siete divisiones, y el 3º Ejército Austro-húngaro del General Kövess, con cuatro divisiones austriacas y tres alemanas. Posteriormente se unirían al conflicto las divisiones búlgaras del 1º Ejército.

Tropas Austriacas camino del frente




El 6 de octubre, las fuerzas de Mackensen dispusieron un fuerte bombardeo artillero sobre la línea de defensa entre los ríos Sava y Danubio. Veinticuatro horas más tarde, el grueso de la infantería de Mackensen cruzaba los ríos sin apenas oposición. El acuerdo entre las Potencias Centrales incluía que las fuerzas búlgaras atacasen dentro de los primeros cinco días tras el asalto del cuerpo principal de Mackensen, pero un problema en la concentración de fuerzas obligó a retrasar la fecha del asalto.

Unidades serbias
en los alrededores de Belgrado
El retraso en el ataque sorprendió a los serbios, que albergaron esperanzas que la ofensiva búlgara nunca se produjese. Acuciado por el asalto principal de Mackensen, el Alto Mando serbio decidió mover tropas de la frontera búlgara para encarar el ataque alemán. La realidad era que los búlgaros estaban concentrando, con lentitud,  300.000 hombres frente las fronteras de Serbia. La mitad del grueso de soldados búlgaros estaban asignados al 1º Ejército, que, bajo el mando del Teniente General Kliment Boyadzhiev, respondían directamente de sus operaciones ante el Mariscal alemán von Mackensen.

Estado Mayor del Primer Ejército Búlgaro
El 2º Ejército búlgaro quedó bajo el mando general búlgaro, y comandado directamente por el General Giorgi Todorov. Su objetivo sería penetrar profundamente en el Vardar Macedonio, a fin de arrebatárselo a Serbia. La línea de despliegue de los dos ejércitos búlgaros se alargaba más de 300 km. de frente.

El 14 de octubre los búlgaros se encontraron por fin preparados para atacar a su rival, y declararon la guerra a Serbia, entrando de lleno en la Primera Guerra Mundial. El ataque fue dirigido a reducir el hueco que separaba a los ejércitos dirigidos por Mackensen del 1º Ejército búlgaro. Mackensen había atacado en un frente continuado a lo largo del Danubio, de más de 130 km., penetrando unos 15 km. en el sistema defensivo serbio. Para apoyar el ataque búlgaro, Mackensen varió su línea de asalto, ordenando a sus fuerzas ocupar los valles del río Morava y tomar las poblaciones de Nis y Alksinac.

Tropas búlgaras
La oposición serbia frente al 1º Ejército búlgaro fue muy débil, y muy rápidamente sus fuerzas fueron derrotadas y comenzaron la huida. A pesar del éxito inicial, el mal tiempo redujo la velocidad de las operaciones. La lluvia hizo que las carreteras se embarrasen, empantanando soldados, carros y caballos. Además, las mañanas se veían cubiertas por una densa niebla en los valles de los ríos, impidiendo la visibilidad más allá de 50 metros. Avanzando por una región montañosa, y con las fortalezas serbias de Pirot y Zajecar en su camino, los flancos del 1º Ejército búlgaro quedaban al descubierto.

Sin embargo, para el 26 de octubre se produjo el derrumbamiento del frente central serbio, y las dos fortalezas fueron ocupadas sin oposición.
Tropas francesas en Salónica

Mientras, el 2º Ejército búlgaro avanzaba sin grandes problemas, tomando el 16 de octubre la ciudad de Vranje, cortando las comunicaciones ferroviarias entre Vardar y Serbia. Para aliviar la presión sobre el flanco del primer ejército, parte de las divisiones del segundo viraron en dirección a Nis, mientras el resto de las tropas avanzaban en profundidad en Macedonia. El 20 de octubre caían Veles y Kumanovo. Durante los combates entorno a Veles, las tropas búlgaras chocaron por primera vez con tropas aliadas (francesas) que avanzaban desde la zona de Salónica en apoyo de los serbios. Desconociendo el nivel de la amenaza, el Alto Mando búlgaro ordenó el envío a la zona de dos nuevas divisiones, obligando a operar al 2º Ejército en dos direcciones, hacia el sur contra los aliados, y hacia el oeste contra los serbios.

El 22 de octubre, tras duros enfrentamientos con la guarnición serbia, los búlgaros ocupaban Skopje y el paso de Kacanik, cortando la retirada al grueso de las fuerzas serbias. La posibilidad de destruir por completo al ejército serbio, decidió al mando búlgaro a asumir posiciones defensivas frente a las tropas aliadas al sur, y reforzar el ataque en la zona de Skopje.

La retirada serbia hacia Kosovo
Las fuerzas serbias, temiendo ser destruidas, decidieron ceder terreno y retirarse hacia la región de Kosovo. El 1 de noviembre los alemanes tomaban Kragujevac, permitiendo iniciar la persecución del grueso del ejército serbio a lo largo del río Morava.

Mientras los serbios se retiraban empujados por el grupo de ejército de Mackensen, los búlgaros atacaban hacia Nis (capital en tiempo de guerra, al encontrarse más protegida que Belgrado), capturando 5.000 prisioneros. Para el día 5 de noviembre, el 1º Ejército búlgaro y el 11º Ejército alemán juntaban sus líneas de avance, abriendo la ruta de suministros entre Austro-Hungría y Bulgaria, y por ende, al Imperio Otomano, lo cual hería de muerte la aventura militar aliada en los Dardanelos.

Los serbios huyen hacia Albania
El Ejército serbio se concentró en el área de Kosovo, dispuesto a presentar batalla mientras esperaba una ruptura aliada en Macedonia que le permitiese retirarse. Observando la amenaza de una posible retirada serbia, Mackensen decidió cortar las probables líneas de retirada serbia y lanzar una ofensiva decisiva sobre Pristina. Conseguirlo obligaba a concentrar los cuatro ejércitos de los Poderes Centrales en el ataque. Sin embargo, las malas condiciones de las carreteras retrasaron el avance de las tropas alemanas, austriacas y búlgaras situadas más al norte, obligando al 2º Ejército búlgaro a iniciar el asalto sin apoyo. Los serbios confrontaron el ataque con éxito, y, a pesar de que las tropas estaban exhaustas por la retirada, iniciaron un contraataque que fracasaría.

Conmemoración de la toma de Nis, capital de guerra serbia
Sin embargo, a pesar de ser rechazados en su intento de unirse a los aliados en Macedonia, el Alto Mando serbio pudo organizar la retirada hacia Albania, donde la persecución sería más difícil y lenta. El 23 de noviembre los restos del ejército serbio alcanzaban la frontera albanesa, mientras que los ejércitos de las Potencias Centrales tomaban ciudad tras ciudad. El 4 de diciembre de 1915 fuerzas búlgaras conquistaban Bitola, completando la conquista del sur de Serbia. Cerca de 200.000 soldados serbios habían cruzado la frontera en su retirada a través de las montañas albanesas. Una cuarta parte nunca alcanzaría los puertos albaneses, donde el resto, sin apenas equipo y desmoralizados, serían embarcado por los aliados y evacuados a la isla de Korfú.

A mediados de mes, toda Serbia estaba ya ocupada por las Potencias Centrales.

Ejecución de civiles serbios
Terrible sería la represalia que desencadenarían las potencias ocupantes, especialmente Austro-Hungría, sobre la población civil serbia, que sufrió ejecuciones sumarias y una suerte de limpieza étnica que provocó un éxodo masivo de determinadas zonas.

Mientras, las tropas aliadas desembarcadas en Salónica y mandadas por el General Maurice Sarrail (tres divisiones francesas y una británica) intentaban, sin mucho entusiasmo, avanzar frente al 2º Ejército búlgaro. La caída de Pristina convenció al General Sarrail para abandonar el avance, y previendo el riesgo que las fuerzas de Mackensen se concentrasen contra el, retirarse de nuevo a Salónica. No sería hasta el 3 de diciembre cuando el 2º Ejército búlgaro inició su avance contra los franceses, quienes ya habían desalojado sus posiciones. Derrotaron a los británicos en Kosturino, e iniciaron su persecución. El 11 de diciembre el ejército búlgaro alcanzaba la frontera griega, y siguiendo los acuerdos alcanzados con los Poderes Centrales, se mantuvieron en su lado de frontera.

CONCLUSIONES:

Las Potencias Centrales al completo
En menos de dos meses, Bulgaria había conseguido todos sus objetivos militares, perdiendo menos de 37.000 hombres. Los Poderes Centrales también lograban sus objetivos, suministrando toneladas de material militar y suministros al Imperio Otomano, y estableciéndose en un enorme territorio, desde el Mar del Norte hasta el Golfo Pérsico. Además, asegurado el flanco sureste del Imperio Austro-húngaro, sus fuerzas estaban disponibles para confrontar los frentes ruso e italiano.



La Entente salió muy malparada. Aun consiguiendo salvar a 150.000 soldados serbios, la pérdida territorial fue terrible, y, al abrirse los flujos de comercio entre los Poderes Centrales, se tuvo que abandonar la misión en Gallipolli, sobre la que se tenían grandes esperanzas para sacar de la guerra al Imperio Otomano.

Consecuencia directa de la confrontación con Bulgaria,  fue la apertura de un nuevo frente, que será conocido como Frente de Salónica, y que conoceremos más ampliamente en futuras ediciones de este blog.

Tarjeta italiana representando la caída de Serbia:
Alemania y Austria atacan, Bulgaria apuñala y Grecia mira.
Las pérdidas fueron muy elevadas para ambos bandos. Junto a las 37.000 bajas búlgaras, los alemanes sufrieron 12.000, mientras que los austro-húngaros, desde el comienzo de la guerra en 1914, habían sufrido 260.000 bajas. Los serbios perdieron su ejército completo, evacuando finalmente a 150.000 hombres; sin embargo, más de 320.000 hombres se perderían a lo largo de la campaña.


El Frente Serbio había sucumbido.