viernes, 29 de enero de 2016

ARTÍCULO XXIII. (ESTANCAMIENTO). LA BATALLA DE VERDÚN. OPERACIÓN LUGAR DE EJECUCIÓN. PARTE I*


Verdún, la primera batalla de artillería de la Historia. Cañón ferroviario francés de 370 mm.
*La Batalla de Verdún fué una de las batallas más largas, violentas y devastadoras de la historia de la Humanidad, la primera batalla librada puramente con artillería, un auténtico monumento a la destrucción y la muerte, esculpido sobre la pobre tierra de la bellísima región francesa de la Lorena, en el Departamento del Mosa, con los proyectiles artillería a modo de cincel y la sangre de la pobre infantería como pintura. Tan inmenso sería el choque, que he decidido dividir la entrada en dos partes. En la primera de ellas, descubriremos los primeros y brutales ataques alemanes, siguiendo un concepto estratégico absolutamente innovador (y criminal), cuyo desarrollo abarcaría desde el 21 de febrero hasta el 1 de julio de 1916, fecha del incio del otro gran desastre de 1916, la Batalla del Somme. Este periodo cubrirá las tres primeras fases de la Operación Gericht (Ejecución), incluyendo la conquista de los fuertes de Douaumont y Vaux, que se convertirán en el emblema mismo de la batalla. La segunda parte abarcará desde la fase final de la ofensiva y la parálisis alemana, hasta los demoledores contraataques franceses durante el otoño de 1916, que llevarían la batalla hasta la horrenda cifra de bajas que reflejaría al final de la misma, el 19 de diciembre de 1916.

Bienvenidos a Verdún, bienvenidos al infierno.


Poilus franceses en una trinchera. RFV.
SITUACIÓN ESTRATÉGICA EN EL FRENTE OCCIDENTAL:
Como ya hemos visto en anteriores entradas de este blog, la rápida invasión alemana de Francia fue detenida en octubre de 1914, tras la derrota alemana en la Batalla del Marne. Durante el otoño de 1914, el ejército alemán, tras fracasar en sus intentos de una victoria decisiva, construiría una gran cantidad de posiciones fortificadas que darían lugar a los complejos de trincheras que cubrirían Flandes y Francia durante los siguientes años, desde el Canal de la Mancha hasta la frontera Suiza, provocando el total estancamiento de las operaciones militares. Más tarde, durante 1915, los ejércitos de la Entente se desangrarían en una serie de ofensivas de asedio, en un intento de romper las líneas fortificadas alemanas; dichas ofensivas supondrían costosísimas derrotas, en las que el terreno ganado sería insignificante en relación con la gran cantidad de bajas sufrida.

La situación de estancamiento absoluto en el Frente Occidental, fue aprovechado por el Estado Mayor alemán, comandado por Erich von Falkenhayn, para dirigir su punto de mira hacia el este de Europa. Concentrando la mayor parte de sus esfuerzos bélicos y diplomáticos en el Frente Oriental, consiguió para las Potencias Centrales una serie de importantes victorias, empujando a los ejércitos rusos muy profundamente hacia su retaguardia, y, como ya vimos previamente, sacando de la guerra a Serbia, mientras que un nuevo miembro se unía a los Poderes Centrales: Bulgaria.

Soldado alemán con uniforme de
1914. Para febrero de 1916 aun muchas
unidades mantenían estos uniformes
No obstante, si la situación estratégica había tornado hacia el este, había sido por propuesta de los responsables militares del Frente Oriental, Erich Ludendorff y Paul von Hindemburg, aprovechando la debilidad de Falkenhayn ante el Kaiser Wilhelm tras la derrota de su Carrera hacia el Mar (Ypres 1914). Recuperado el control por parte de Falkenhayn gracias a sus excelentes estrategias durante 1915, se recuperaban también sus planes para conseguir la victoria decisiva en el Frente Occidental. Falkenhayn estaba convencido que aun era posible la victoria ante Francia conseguida en una batalla decisiva en la cual “si el ejército francés no fuese derrotado, sufriría tal cantidad de bajas que no le quedaría más salida al gobierno francés que solicitar la paz”. Por tanto, comenzó a desarrollar una estrategia cuyo objetivo sería concentrar las reservas estratégicas en un ataque sorpresa en la Región Fortificada de Verdún durante el invierno de 1916, a fin de atraer al ejército francés a una trampa, en la cual la infantería alemana se apoderaría de las alturas entorno a la ciudad de Verdún y la artillería pulveracizaría a los franceses cuando estos intentasen recuperarlas.

Las enseñanzas de la Segunda Batalla de Champagne y de la Ofensiva Gorlice-Tarnow habían permitido al Estado Mayor alemán convencerse que el poder de la artillería sería determinante en el desarrollo del conflicto. Si conseguían atraer al ejército francés a la batalla, podrían destruirle por el simple peso de un gigantesco fuego artillero, sin arriesgar muchos soldados en el empeño. En enero de 1916 fue enviado a la región de Verdún el 5º Ejército alemán, bajo el mando directo del Príncipe Heredero Guillermo (Köprinz Willhelm), compuesto por cinco cuerpos procedentes de la reserva estratégica alemana, y se comenzó a acumular artillería y proyectiles para apoyar el próximo asalto.

Soldados alemanes se fotografían sobre un álamo que sufrió
los devastadores efectos de la batalla
Mientras, los aliados de la Entente se encontraban en una encrucijada terrible. Con Serbia derrotada y Rusia al borde de la revolución, una derrota más podría ocasionar la pérdida de la guerra. Ninguna de las acciones iniciadas en 1915 había obtenido éxito; los británicos habían fracasado en los Dardanelos, Gallipolli, y en las batallas de Ypres o Loos; los franceses se habían desangrado en inútiles ofensivas entre Saint Mihiel, Champagne y Artois; la entrada en guerra de Italia había sido un fiasco, que apenas había logrado atraer algunas fuerzas austriacas a la región; Rusia había preservado su ejército, a costa de sufrir cientos de miles de bajas y ceder cientos de kilómetros de terreno; y Serbia había sucumbido a la ofensiva combinada de las Potencias Centrales. Las reuniones entre los estados mayores de la Entente les llevaron a una conclusión parecida a la de su contrapartida alemana; había que destruir el ejército alemán como único medio para obtener la victoria final. En un intento por desarmar el sistema defensivo alemán, se planificaron ofensivas en todos los frentes: Italia debería romper el estancamiento en el área del Isonzo, antes que los alemanes reforzasen a los austriacos; Rusia debería reorganizar sus enormes fuerzas y lanzar una gran ofensiva en primavera con todas sus reservas; los ejércitos aliados del Frente Occidental lanzarían un gran ataque en la región de la Picardía durante la primavera. La ofensiva conjunta provocaría la dispersión de fuerzas alemanas, y su destrucción al no poder oponerse a tal número de enemigos.

Ambos bandos estaban de acuerdo en el objetivo. Pero los alemanes se adelantarían a los planes aliados…

Verdún hacia el final de la batalla.
PUNTO DE EJECUCIÓN. LA REGIÓN FORTIFICADA DE VERDÚN:
La Región Fortificada de Verdún (RFV) conformaba un saliente causado tras la invasión alemana de 1914. Situada en la Región de la Lorena, en el Departamento del Mosa (Meuse), es un bello paraje compuesto por elevaciones de terreno, parte final de la zona quebrada de la Sierra de Argonne, cubierta por densos bosques que van a dar a un amplio valle donde se encuentra la ciudad de verdún. La Región Fortificada de Verdún fue ignorada por los avances iniciales alemanes, ya que sus elevaciones boscosas se encontraban protegidas por un denso sistema de fuertes que, como se demostraría en los asaltos alemanes en Lieja y Namur, aun estando obsoletos, imponían un gran respeto al mando alemán.

Fort Douaumont durante la batalla
La obsolescencia de los fuertes en una guerra moderna, impulsaría al General Joseph Joffré a tomar la decisión de eliminarlos, dictando una directiva durante el mes de agosto de 1915, cuyo objetivo era el “desmantelamiento y demolición de los fuertes ubicados entre Verdún y Epinal”. La necesidad de tropa cualificada en primera línea y, muy especialmente, de municiones de artillería, provocó que 54 baterías y 128.000 proyectiles fuesen despachados desde los fuertes de Verdún al frente de batalla. Se planificó la demolición de los fuertes de Douaumont y Vaux, argumentos fundamentales en el antiguo sistema defensivo de la región, aunque la ofensiva alemana de febrero de 1916 evitaría su destrucción y los haría entrar en el terreno de la leyenda. En total, la Región Fortificada de Verdún contaba con dieciocho fuertes de gran tamaño, aunque para principios de 1916 su guarnición había quedado reducida a menos de 300 cañones y escasas reservas de proyectiles; de hecho, algunos de los fuertes tan sólo disponían del personal imprescindible para su mantenimiento.

El Campo de Batalla de Verdún hoy en día (2015)
La elección alemana de la región para implementar su “Operación Gericht”, partía de un amplio estudio de las características del terreno y de las comunicaciones francesas. Las líneas de ferrocarril a Verdún eran escasas, especialmente desde que los alemanes ocuparon la línea férrea al sur de Verdún, en la zona de Saint Mihiel, en Argonne, durante la ofensiva del 14. Además, sólo una carretera principal, la que será conocida como la“Vía Sagrada de Verdún” unía el saliente con el resto de Francia.

El corazón del saliente lo formaba la bella ciudad de Verdún. Lugar de paso entre Francia y Centroeuropa, era una población histórica, por la que habían transitado personajes históricos como Atila o Carlomagno; Verdún cuenta con una ciudadela construida en el siglo XVII, que fue ampliada posteriormente hasta conformar una formidable fortaleza con un doble anillo de 28 fuertes y posiciones menores rodeando la ciudad.

Tras la derrota francesa de 1870, se inició un ambicioso programa para fortificar todas las regiones fronterizas con la Lorena y Alsacia, desde Verdún hasta Toul, y entre Belfort y Epinal. En la década de los ochenta del siglo XIX, sería construido el emblema de la defensa de Verdún, el gran fuerte de Douaumont, una gigantesca fortificación con paredes de hormigón armado con un espesor de dos metros y medio y recubierta de arena. Muchos de los fuertes serían modernizados a comienzos del siglo XX, equipándolos con posiciones para artillería de 155 mm, y torretas dobles con cañones de 75 mm.

Antes de empezar la guerra, la Región Fortificada de Verdún (RFV) era una formidable línea defensiva, incluyendo aproximadamente 1.000 piezas de artillería y 65.000 hombres; sin embargo, como ya hemos adelantado, la directiva de Joffré los había desarmado. Tendrían que presentar batalla con tan sólo el grosor de sus pieles y el valor de sus defensores.

Mapa de las operaciones entre el 21 de febrero y el 16 de diciembre de 1916. Usar para referencias del texto.
EL PLAN ALEMÁN. LA OPERACIÓN GERICHT:
Verdún se encontraba aislado de Francia por tres de sus lados, teniendo una deficiente comunicación ferroviaria con el resto del país. El Alto Mando alemán evaluó la ventaja que suponía este déficit logístico aliado, especialmente cuando los alemanes contaban con un eficiente sistema ferroviario, con cabeceras de ferrocarril a tan sólo una veintena de kilómetros de la futura línea de frente.

Durante el mes de enero de 1916, se tendieron miles de kilómetros de cable telefónico, con el objetivo de garantizar las mejores comunicaciones internas entre las unidades de combate y las baterías de artillería, que permitiese solicitar en cuestión de minutos tanto refuerzos como fuego artillero.

Obús alemán de 420 mm.
Ya durante 1915 se había ordenado un incremento de la producción de proyectiles de artillería, en la certeza que esta sería la gran reina de la batalla, especialmente después de las experiencias proporcionadas por las operaciones en Gorlice y Tarnow (a finales de 1915 se estaban produciendo más de 200.000 proyectiles de artillería mensuales). Se enviaron miles de toneladas de municiones a la retaguardia del sector de Verdún; se evacuaron las poblaciones próximas a la futura línea de frente, a fin de evitar filtraciones sobre las intenciones alemanas y la presencia de espías. Se crearon grandes depósitos para albergar grandes cantidades de alimentos, municiones y combustible, y se construyeron nuevas instalaciones ferroviarias y estaciones más próximas al frente de batalla.

Príncipe Heredero Hohenzollern
Köprinz Wilhellm, Comandante 5º Ejército
El 5º Ejército alemán, bajo el mando del Köprinz Wilhellm (el Príncipe Heredero de Prusia, hijo del Kaiser), sería el responsable de llevar el peso de la batalla. Se le asignaron tres cuerpos extras de la reserva general (III Cuerpo, VI Cuerpo de Reserva y XVIII Cuerpo), a fin de reforzar al V Cuerpo, ya situado en el Frente de batalla, mientras que el XV Cuerpo sería la reserva general del ejército.

Se realizaría, por petición explícita del Alto Mando Alemán, un esfuerzo muy significativo por mantener una elevada cadencia de fuego de artillería. A tal efecto, en los depósitos de municiones de retaguardia se acumularon hasta dos millones de proyectiles de todos los calibres, dispuestos a ser disparados durante la primera semana de ofensiva, mientras que otros dos millones llegarían en fechas posteriores para ser utilizados durante la segunda semana. Se concentraron 1.200 piezas de artillería en el que sería el Frente de Verdún, de las cuales las dos terceras partes eran cañones pesados u obuses de gran calibre.

El plan alemán sería denominado “Unternehmen Gericht” (Operación Ejecución, o también conocido como Lugar de Ejecución), y se convertiría en el primer episodio consciente de la que sería denominada “Guerra de Desgaste”, la primera batalla de la Historia librada puramente con poder artillero. Las líneas maestras de la Operación Gericht serían: 1º) Un devastador bombardeo artillero que se iniciaría en la madrugada del 12 de febrero, triturando durante horas las posiciones francesas con la enorme potencia de fuego de sus piezas de artillería, golpeando desde los tres flancos del frente, y laminando toda oposición de la infantería francesa. 2º) El avance de la infantería alemana se realizaría en orden abierto, para minimizar la acción de ametralladoras y artillería enemiga, apoyando el asalto con lanzallamas y tropas de asalto. 3º) En la primera fase de la ofensiva se eliminarían las posiciones francesas de primera línea, ocupando las alturas del Mosa, desde Froide Terre al Fuerte Tavannes, con punto de quiebra en Fuerte Souville. 4º) En una segunda fase se garantizaría una línea de defensa sólida en las tierras altas de ambas orillas del Mosa, a fin de rechazar los previsibles contraataques franceses. 5º) Asegurada la tierra alta, se batiría con fuego masivo de artillería, tanto la ciudad de Verdún como sus líneas de defensa y comunicaciones, destruyendo cualquier oposición francesa. 6º) En una última etapa, destruida la capacidad combativa francesa, se descendería hacia el valle para ocupar toda la orilla oriental del Mosa, y conquistar la ciudad de Verdún.

El plan especificaba que el objetivo era “involucrar en la batalla la mayor cantidad de fuerzas enemigas, destruyéndolas por el peso del fuego artillero, sin sacrificar un número de tropas importante”. Era el comienzo de la guerra de desgaste, donde el que más bajas resistiese, sería el triunfador.

LA PRIMERA FASE. EL DÍA DEL JUICIO:
Tiro de artillería francés huyendo ante la barrera
de artillería alemana.
La estrategia alemana se basaba en el inicio de las operaciones militares lo antes posible, durante el invierno, a fin de aprovechar el periodo de tiempo previo a las lluvias de primavera. Se estableció como fecha de inicio de la ofensiva el 12 de febrero de 1916. Sin embargo, el Alto Mando alemán no podía controlar todos los factores, y el meteorológico parecía haberse vuelto en su contra. La niebla impidió durante días la visión de los observadores de artillería; cuando esta desapareció, comenzó una intensa lluvia, enfangando el terreno e impidiendo los movimientos ofensivos. Cuando, finalmente, el tiempo empezó a despejar, se levantó un fuerte viento que impidió volar los globos y aviones de observación para la artillería.

El Gran Bertha. Obús de 420 mm.
Estas pésimas condiciones atmosféricas, en cualquier caso, tan sólo sirvieron para retrasar la llegada de la dama blanca sobre las líneas francesas, ya que a las siete de la mañana del día 21 de febrero de 1916, entre 800 y 1400 cañones (los estudiosos no terminan de ponerse de acuerdo en el número de piezas empleadas en el bombardeo inicial; a finales de enero ya estaban asignadas 1.201 piezas al ataque, aunque fueron reforzadas a principios de febrero) iniciaron un devastador fuego de artillería sobre un frente que se extendía a lo largo de 30 km con unos 5 km de profundidad. Durante diez horas, la artillería alemana sometió a las posiciones francesas en la orilla oriental del Mosa a un durísimo castigo; se calcula que se despacharon entre 1 y 1,7 millones de proyectiles, incluyendo los disparados por los 26 gigantescos cañones de 420 mm (incluido el conocido como “Gran Bertha”, popular por haber bombardeado París desde una distancia de 40 km), cuyo poder de destrucción era absolutamente devastador. Tras las primeras cinco horas de bombardeo, este se detuvo durante unos minutos; el objetivo era provocar la salida de los defensores franceses supervivientes de sus búnkeres, y aniquilarlos completamente cuando ocupasen de nuevo sus trincheras.

Un rápido cálculo hace ver que en ese periodo de diez horas, en un área de 1.500.000 m2, cayeron, al menos, un proyectil por cada metro cuadrado de terreno bajo la barrera artillera alemana. ¿Que podría sobrevivir en esas condiciones?. Nada en el exterior, ni hierba, ni árboles, ni animales, ni hombres.

Infantería alemana preparada para el ataque
Hacia las cuatro de la tarde, los cuerpos alemanes III, VII y XVIII hicieron avanzar a su infantería, apoyándola con tropas de asalto y lanzallamas. Atravesando un paisaje lunar, donde había desparecido cualquier vestigio de naturaleza, donde las trincheras habían sido destruidas o sepultadas, y sólo se vislumbraban restos humanos y cráteres de bombas, la infantería alemana comenzó a ocupar el terreno frente a ellos; sólo unos pocos defensores franceses habían sobrevivido a la apertura de las puertas del infierno, y, aunque realizaron una tenaz defensa, los alemanes habían ocupado buena parte de sus objetivos previstos para el final del primer día, sufriendo menos de 600 bajas.

Para el segundo día de campaña, la infantería alemana ya había conseguido penetrar unos 3 km en el sistema defensivo francés. La primera y gran parte de la segunda líneas de trincheras francesas habían sido pulverizadas bajo el demoledor fuego artillero alemán. Los franceses presentaron una tenaz defensa en el entorno del Bois de Caures, cuando dos batallones de Chasseurs a Piéd (Cazadores) franceses, dirigidos por el Coronel Émile Driant, opusieron una feroz resistencia al ataque alemán, deteniendo su avance hasta el 23 de febrero, cuando, con Driant muerto y contando tan sólo con 118 supervivientes (de un número aproximado de 800 hombres), fueron obligados a retroceder en dirección a las poblaciones de Beaumont y Samogneux.

Trinchera francesa en el sector de Verdún
Fue en ese momento cuando el Estado Mayor francés se percató de la seriedad de la ofensiva alemana; Joffré estaba sabía que el ejército alemán planeaba llevar a cabo una operación en la Región Fortificada de Verdún, pero se había convencido que sería un ataque de diversión, intentando enmascarar que el ataque real se realizaría durante la primavera más al norte, o bien forzarles a usar tropas que necesitaban para la ofensiva que estaban preparando en la Picardía. Como primera medida, sin contar con una perspectiva real de la batalla, ordenó a los cuerpos de infantería XX y XXX recuperar las posiciones perdidas, lo que ocasionó una severa derrota francesa cuando lanzaron un precipitado contraataque sobre el Bois de Caures; mientras, los alemanes continuaban avanzando con oposición creciente, ahora sobre los bosques (Bois) de l’Herbebois, Wavrille y Fossesand; en este último punto, frente a la villa de Samogneux, su ataque fue detenido por los defensores franceses, sufriendo las tropas de asalto numerosas bajas.

A pesar de las pérdidas sufridas y de la oposición creciente, la infantería alemana retomó su asalto el día 24 de febrero, obligando al XXX Cuerpo francés a abandonar precipitadamente las trincheras que mantenía aun en la segunda línea de defensa, siendo el XX Cuerpo del general Balfourier arrastrado en la huida hacia la tercera línea. La segunda línea francesa había sido completamente conquistada.

Philippe Petain, comandante del 2º Ejército francés.
Promocionado a Jefe del Grupo de Ejércitos Centro (GEC)
El general Castelnau, jefe de Estado Mayor del Cuartel General francés, comunicó a su superior, Joffré, que Verdún podría caer, salvo que el 2º Ejército bajo el mando del General Philippe Petain interviniese inmediatamente a la lucha. Presentó un informe en el que señalaba la pérdida de importantes áreas de terreno y posiciones, lugares como Beaumont, el Bois des Fosses y el Bois des Caurieres, y advirtió que las tropas alemanas se estaban moviendo rápidamente hacia el Fuerte de Douaumont.

Aunque Joffré, alarmado por el cariz de los acontecimientos, cursó órdenes urgentes para mover el ejército de Petain hacia la zona de batalla, la suerte del emblema de la Región Fortificada de Verdún estaba echada. A las tres de la mañana del 25 de febrero, el 24º Regimiento de Infantería de Brandemburgo avanzó sobre la colina donde se encuentra Fort Douaumont, con dos batallones avanzando por delante (el 2º y 3º) y el 1º batallón en reserva. Los alemanes rápidamente conquistaron las posiciones francesas en los bosques y la cota 347, gracias al eficaz fuego de ametralladoras procedente del linde del Bois del Hermitage. Los defensores franceses fueron arrasados en pocos minutos, dejando en manos alemanas una gran cantidad de prisioneros, retirándose los supervivientes desde las posiciones frente al fuerte, en dirección al pueblo de Douaumont, batidos en su retirada por la artillería alemana. Los soldados de Brandemburgo habían conseguido sus objetivos iniciales en tan sólo veinte minutos; sin órdenes para continuar, muchas unidades se arrojaron en persecución de los franceses en su retirada, siendo detenidos por el fuego graneado de ametralladora procedente de la iglesia del pueblo de Douaumont.

El 24º Regimiento de Brandemburgo asalta Fort Douaumont
Mientras tanto, la artillería alemana comenzó a machacar el fuerte, dirigida por observadores que avanzaban con las tropas de asalto, gracias a teléfonos de campaña que les permitían comunicar directamente con las baterías. Las tropas alemanas comenzaron a situarse entorno al fuerte, a sólo unos pocos cientos de metros de la enorme mole de hormigón, que resaltaba como un espigón en medio del desierto lunar en que se había convertido su entorno. Varios grupos de asalto comenzaron a avanzar apoyados por lanzallamas, saltando de cráter en cráter en su aproximación final al fuerte.


La fuerza de asalto alemana desconocía el tamaño real de la guarnición de Fort Douamont. Como vimos anteriormente, la directiva de Joffré de agosto de 1915, consideraba innecesarios los fuertes, y había eliminado la mayor parte de la artillería y guarnición asignada a los mismos. Por tanto, realizaron un avance cauto sobre Fuerte Douaumont, intentando minimizar las bajas; un grupo de un centenar de soldados trató de iluminar la posición con bengalas, a fin de señalizar el área y evitar el fuego artillero propio, mientras comenzaban a cortar las alambradas que cerraban los accesos al fuerte.

Los franceses en la villa de Douaumont tomaron las livianas luces, apenas perceptibles en la noche y con la nieve cayendo, por “poilus” franceses que se retiraban desde la colina 378, por lo que apenas intervinieron inicialmente contra ellos; cuando se percataron de su error, era demasiado tarde, ya que habían alcanzado el fuerte por el noreste, Aun así, reiniciaron el fuego de ametralladora sobre los asaltantes, en un intento de protegerlo.
Fort Douaumont, Emblema de la RFV cayó en pocas horas
Los soldados alemanes comenzaron la escalada hacia el techo del fuerte sin que las ametralladoras del mismo hiciesen acto de presencia. Varios grupos de asalto se situaron sobre el techo del fuerte, e intentaron localizar posibles accesos al interior del mismo; encontraron varias brechas abiertas por los proyectiles pesados en la superestructura, y comenzaron a ocupar sigilosamente el pasillo central interior.

Una vez en el interior del Fuerte de Douaumont, capturaron uno de los puestos de observación, donde hicieron varios prisioneros, a los que persuadieron para que los llevasen hacia el interior del fuerte; allí encontraron al comandante de la guarnición, un suboficial llamado Chenot y a veinticinco soldados franceses, todo lo que quedaba de la guarnición del fuerte, a los que hicieron prisioneros sin oposición. La captura de Fort Douaumont les había costado a los alemanes escasamente un centenar de bajas… Meses después, como diría un general francés, “los franceses perderíamos más de 100.000 hombres intentando recuperarlo”.

El autor del blog. Fort Douaumont.
Junio 2015. Manejando la torreta
doble de 75 mm.
A pesar de haber conseguido la victoria táctica de tomar Fort Douaumont sin apenas bajas, las pérdidas alemanas no eran tan moderadas en general como Falkenhayn había requerido; de hecho, los alemanes habían conseguido un importante avance en esos seis primeros días, penetrando más de 5 km. en profundidad a lo largo de un amplio frente. Para conseguirlo, habían sufrido cerca de 25.000 bajas por 24.000 francesas.

El día 26 de febrero, el General Petain ordenó contraatacar a las tropas del 2º Ejército que ya habían ocupado las posiciones defensivas, cuando aun se encontraban descansadas. Desde el pueblo de Douaumont partió la infantería francesa, en un intento de recuperar Fort Douamont antes que los alemanes lo pusiesen en funcionamiento, pero la artillería alemana disperso a los asaltantes franceses con enormes bajas. Escarmentado por su error, que le había costado cientos de hombres, Petain dio el fuerte definitivamente por perdido, y ordeno a su infantería que se concentrasen en la defensa de la villa de Douaumont.

Joffré, disgustado por el golpe moral que supuso  la pérdida de Fort Duaumont, decidió revocar sus órdenes previas, y reequipar los restantes fuertes e incrementar sus guarniciones.

Tropas de asalto alemanas, equipadas con granadas
La meteorología vino a aliviar la presión sobre los defensores franceses el 27 de febrero; la nieve fue sustituida por una densa lluvia, y el campo de batalla se convirtió en un cenagal donde era extremadamente dificultoso moverse. Además, la llegada de los esperados refuerzos del 2º Ejército comenzaba a notarse en el peso de la batalla. El 27 de febrero los alemanes fracasaron en un primer intento de tomar el pueblo de Douaumont, sufriendo en el asalto elevadas pérdidas humanas. De hecho, la ofensiva alemana quedaría prácticamente detenida el 29 de febrero, cuando el 33º Regimiento de Infantería francesa ocupó posiciones defensivas en el entorno del pueblo de Douaumont en medio de una gran nevada que negaba cualquier operación ofensiva. Durante el despliegue del 33º Regimiento de Infantería francesa, sería capturado por los alemanes el Capitán Charles de Gaulle, futuro líder de la resistencia francesa y presidente de Francia.

Este retraso en las operaciones ofensivas alemanas, permitió la llegada de más de 90.000 soldados franceses de refuerzo, ubicando su artillería de acompañamiento en la orilla occidental del Mosa, que se encontraba libre del asalto alemán. Desde allí batieron a las fuerzas alemanas desde el 1 de marzo, causando bajas crecientes entre la expuesta infantería alemana de la orilla oriental.

LA SEGUNDA FASE. EJECUCIÓN EN LA ORILLA OCCIDENTAL:
Poilus franceses intentan ocultarse al horror del
bombardeo masivo alemán.
Cuando Falkenhayn planificó la operación Gericht esperaba que la artillería francesa en la orilla occidental del Mosa fuese destruida o silenciada por el fuego de contra batería alemán, aunque sus cálculos fueron erróneos y esta no dejó de machacar las posiciones alemanas en ningún momento. La situación se había vuelto especialmente grave tras la llegada de la artillería del 2º Ejército francés. Aun así, el 5º Ejército alemán había cumplido diligentemente con su labor, y había ocupado gran parte de las posiciones previstas en la primera fase de la operación, aunque el agotamiento de las tropas de asalto obligó al Köprinz a solicitar refuerzos, que Falkenhayn consideró innecesarios y denegó.


Aun así, el 29 de febrero se insistió nuevamente, presionando para que se atacase la orilla occidental y se silenciasen los cañones franceses, lo que permitiría acabar la conquista de los objetivos en la orilla oriental. El jefe de estado mayor del 5º Ejército, general Knobelsdorf, que más adelante sería nombrado comandante del Grupo de Asalto en la orilla oriental, situó dos divisiones en la orilla occidental del Mosa, a fin de comenzar a operar rápidamente en el área.

Tropas francesas esperan la acción en el área de la colina 304
La parada en las operaciones causada por el cenagal en que se había convertido el campo de batalla, hizo que se iniciase la segunda fase de la operación, que consistiría en ocupar la orilla occidental del Mosa, desde Avocourt hasta la cota 304, el Mort Homme, el Bois de Cumieres y la cota 205, lugares desde donde la artillería francesa estaba machacando a los atacantes de la orilla oriental. Aparte de las divisiones desplegadas por el 5ª Ejército, se destinó el resto del VI Cuerpo de Reserva y el X Cuerpo de Reserva a la operación.

Para el 6 de abril, la artillería de los dos cuerpos alemanes, apoyada por 25 baterías de artillería pesada, inició un demoledor bombardeo sobre las posiciones francesas entre la colina de Le Mort Homme (“El Hombre Muerto”, un nombre que sería todo un presagio) y las colinas 265 y 304. Tan demoledor sería el fuego iniciado, que la cota 304 perdería 4 metros de altitud debido a los bombardeos sufridos durante la batalla.

El fuego artillero alemán trituró las posiciones de la artillería francesa sobre Le Mort-Homme, aquellas que habían dificultado el avance alemán en la orilla derecha del Mosa;  visto desde dicha orilla, parecía como si las colinas de la orilla occidental estuviesen, literalmente, saltando por los aires.

El ataque de la infantería alemana se dividiría en dos fases: la primera fase incluiría un rápido avance a cubierto del fuego de artillería alemán, hacia las colinas de Le Mort-Homme y 265, para lanzar posteriormente un nuevo ataque el 9 de marzo sobre la población de Avocourt y la colina 304.

El avance de la infantería alemana rápidamente conquistó el Bois des Corbeaux, al norte de Mort-Homme, aunque un feroz contraataque de la infantería francesa conquistó recapturarlo y defenderlo durante un tiempo, ante la abrumadora superioridad numérica alemana. Sin embargo, esta obstinación defensiva permitió un cierto retraso en el operativo alemán, de tal suerte que Mort-Homme no pudo ser asaltado hasta el día 9 de marzo, cuando los alemanes colocaron dos batallones en posición en la carretera de Bethincourt, al noroeste.

Testimonio del salvajismo de los
bombardeos. El cadáver de un Poilu.
La batalla alcanzó un clímax brutal entre el 9 y el 14 de marzo, cuando los dos cuerpos alemanes se enzarzaron en una mortal lucha contra las tropas francesas. Recuperar Boix des Corbeaux le costó a la infantería alemana enormes pérdidas, aunque tomada la posición pudo avanzar hacia sus objetivos principales, ocupando buena parte de Mort-Homme, la colina 304, y las poblaciones de Cumieres y Chattancourt.

Así las cosas, a los alemanes les habían costado una semana alcanzar los objetivos asignados para el primer día de ofensiva, con un coste humano desgarrador. Además, la artillería francesa en la Colina de Marre y en Bois Borrous seguía plenamente operativa, infligiendo fuertes bajas entre las tropas que avanzaban en la orilla oriental del Mosa.

Era obligado reposicionar las baterías alemanas, ya que habían quedado fuera de alcance; algunas baterías avanzaron a la Colina 265, sólo para quedar en el punto de mira de la artillería francesa, que las sometieron a un demoledor fuego contra batería, inhabilitando el apoyo artillero alemán, y forzando al mando a implementar una segunda fase de la ofensiva, como medio de garantizar que las ganancias obtenidas en la orilla occidental durante la primera fase de la misma no se perdiesen.

La ofensiva alemana se vio obligada a reducir sus objetivos estratégicos a unos objetivos tácticos mucho más limitados, que permitiese mantener el avance en la orilla occidental. El 14 de marzo se conquistó la colina 265, aunque la 75ª Brigada de Infantería francesa consiguió mantener la colina 295, situada al este, amenazando todo el flanco del avance alemán.

El 20 de marzo, la artillería alemana bombardeo las posiciones francesas para cubrir el asalto de las divisiones 11ª Bávara y 11ª de Reserva, que atacaron y ocuparon en poco tiempo los Bois d’Avacourt y de Malancourt.

Joven soldado alemán
El General Gossler, quién era responsable del asalto en la orilla occidental, ordenó una parada en las operaciones a fin de consolidar las posiciones ocupadas y reagrupar las tropas. El día 22 de marzo, tras un fuerte bombardeo artillero, las dos divisiones alemanas atacaron la “Colina de las Termitas”, una pequeña elevación de terreno, muy próxima a la colina 304, pero fueron recibidos por un demoledor fuego de artillería francés que desmontó las líneas de comunicación alemanas y obligó a la infantería a refugiarse en los cráteres provocados por los continuos bombardeos, primero, y a replegarse, más tarde, deteniendo completamente su avance.

Las insignificantes ganancias alemanas habían sido extremadamente costosas. El 30 de marzo, las tropas de Gossler ya habían sufrido 20.000 bajas y, aunque habían ocupado el Bois de Malancourt, no habían conseguido ocupar completamente la colina 304. Ese mismo día, las fuerzas atacantes en la orilla occidental fueron reforzadas por el XXII Cuerpo de Reserva, pasando el mando de la ofensiva al General Maximillian von Gallwitz, bajo en nuevo Angriffsgruppe West.

La llegada de los refuerzos alemanes sirvió de revulsivo a las agotadas fuerzas de combate, reanudándose la ofensiva con notable éxito. El día 31 de marzo cayó el pueblo de Malancourt, el 5 de abril lo hizo Haucourt y Bethincourt el día 8.

También se reactivó la ofensiva en la orilla oriental, ahora menos hostigada por la artillería francesa, que había quedado silenciada en muchas de sus posiciones occidentales. Los combates se volvieron extremadamente intensos en las proximidades de la pequeña villa de Vaux. Los ataque alemanes consiguieron conquistar Bois Caillette y cortar el ferrocarril entre Vaux y Fleury, cerca de Fort Douaumont, aunque un fiero contraataque encabezado por la 5ª división de infantería francesa pudo recuperarlo y mantenerlo abierto.

Soldados franceses huyen en el área de Vaux
Al anochecer del 9 de abril, el mando alemán lanzó un gran ataque sobre ambas orillas, incluyendo cinco divisiones en la orilla occidental. Sin embargo, el ataque fue rechazado en toda la línea, salvo en Mort-Homme, donde la 42ª división francesa sucumbió y se vio obligada a retirarse a la cara sur de la colina. En la orilla oriental, el ataque se concentró en la Côte-du-Poivre, pero fue un fracaso total.

Los ataques de marzo no habían conseguido grandes ventajas estratégicas a pesar de la sorpresa inicial, ya que habían chocado con un enemigo obstinado, atrincherado en posiciones defensivas muy sólidas. La artillería alemana había devastado las posiciones defensivas francesas, pero no había conseguido impedir plenamente que la artillería francesa continuase machacando a la infantería alemana, ahora en ambos márgenes del río, ni que cortase continuamente las líneas de comunicación alemanas entre sus baterías y la vanguardia, lo que dificultaba enormemente los movimientos ofensivos germanos.

El avance masivo en la orilla occidental había demostrado al mando alemán que capturar los objetivos previstos podía no ser suficiente, ya que la falta de refuerzos o el quedar expuestos al fuego artillero enemigo, terminaba, frecuentemente, con el abandono de las posiciones que tanto había costado ganar, algo incomprensible, cuando fue la táctica alemana utilizada durante las acciones aliadas en Artois y Champagne contra los franceses, durante 1915.

Restos de soldados alemanes. Muerte en Verdún.
La situación a finales de marzo era muy delicada para los alemanes. Aunque habían avanzado profundamente en ambas orillas del Mosa, se encontraban aun lejos de sus objetivos para la Operación Gericht, situados, además, sobre un terreno donde la construcción de líneas defensivas era inviable, al estar completamente destruido y repleto de cráteres y restos humanos insepultos, de tal suerte que el mando comenzaba a plantearse que si un contraataque francés fuese suficientemente intenso, se verían obligados a retirarse hasta las posiciones iniciales de la línea de frente de febrero. Las pérdidas alemanas habían crecido alarmantemente… de los 25.000 hombres perdidos en febrero, se había pasado a unas pérdidas de 82.000 durante el mes de marzo, lo que iba contra la estrategia general de la Operación planificada por Falkenhayn, y que especificaba que los avances se harían reduciendo al máximo las pérdidas. El temor de Falkenhayn a reeditar su fracaso tras la Primera Batalla de Ypres, comenzó a limitar su juicio.

El Köprinz Willhelm clamaba sin cesar por conseguir refuerzos para su maltrecho 5º Ejército, que estaba llevando el peso de la ofensiva. Con vistas al mes de Abril, como hemos visto más arriba, quería reanudar la ofensiva en la orilla oriental, donde era optimista sobre el desgaste de las fuerzas francesas; de hecho, presentó un informe en el cual estaba seguro de poder avanzar durante abril hasta la línea entre Thiaumont, Fleury, Fort Souville y Fort Tavannes, mientras que esperaba pasar a la defensiva en la orilla occidental, donde, especulaba, las fuerzas francesas serían destruidas cuando pasasen al contraataque, por el puro peso del fuego artillero.

Aunque la ofensiva continuó durante unos días, la demora de Falkenhayn en la respuesta no albergaba buenas noticias. El 4 de abril, comunicó al 5º Ejército que los franceses aun tenían una fuerte reserva de infantería y proyectiles de artillería, y que no podían reemplazarse de forma continuada las pérdidas sufridas por el ejército alemán, por lo cual, si fallaba en su nuevo intento por ocupar las alturas del Mosa, se vería obligado a finalizar la ofensiva y a aceptar la derrota.

LA TERCERA FASE. LA LÍNEA DEL PÁNICO:
Prisioneros alemanes. Abril de 1916.
A pesar del fracaso de los asaltos alemanes durante los primeros días de abril de 1916, el Köprinz estaba seguro de que tenía al ejército francés muy cerca del colapso, por lo que requirió nuevos refuerzos para continuar la ofensiva en ambas orillas del Mosa. La infantería alemana, incapaz de preparar puestos defensivos en un terreno triturado por la artillería y embarrado por las lluvias de primavera, estaba sometido de forma constante al martilleo de la artillería francesa, que se cebaba no sólo en las unidades de primera línea, si no también con las líneas de comunicación, causando constantes y cuantiosas pérdidas al 5º Ejército alemán. De hecho, la moral alemana comenzaba a estar al borde de la ruptura, a pesar de las aspiraciones del Köprinz… Los ataques con gas fosgeno por parte de la artillería francesa estaban mellando la resistencia alemana.

A fin de presionar a Falkenhayn para obtener refuerzos, el general Knobelsdorf, jefe del destacamento de asalto oriental y jefe de estado mayor del 5º Ejército, envío un informe al Comandante en Jefe alemán, indicando que, de no proseguir inmediatamente el asalto, el 5º Ejército estaría obligado a retroceder hasta sus líneas de partida de febrero. Se incluían en el informe la necesidad de abandonar la práctica de la segunda fase, de realizar ataques tácticos puntuales, requiriendo que era necesario volver a la teoría de la Gran Ofensiva, atacando en una amplia área, fijando objetivos estratégicos, que incluían toda la zona de las alturas del Mosa, desde Thiaumont a Fleury, Fort Souville y Fort Tavannes.

Posición francesa frente a Douaumont. Barro y muerte.
Falkanhayn por fin cedió, y envío 21 divisiones más las reservas estratégicas del Frente Occidental en apoyo del asalto. Cursó órdenes para proceder con nuevas tácticas, que permitiesen un avance más fluido a un coste relativamente bajo de pérdidas. Las divisiones alemanas deberían avanzar muy próximas a la barrera de artillería, a fin de sorprender a la infantería francesa aun fuera de sus posiciones preparadas. Además, el avance sería cubierto ampliamente con el uso de tropas de asalto, equipadas con lanzallamas, que convertirían en un infierno el terreno triturado por la artillería frente a ellos. Finalmente, se cursaron órdenes para sobrepasar las posiciones defensivas que no pudiesen ser conquistadas en un primer momento, dejándolas para las tropas de segundo escalón, que se ocuparían de su limpieza. El objetivo seguía siendo preservar la infantería alemana, reduciendo sus bajas, aunque los comandantes de primera línea advirtieron que si quería conservarse el ímpetu del asalto, era imposible mantener un ritmo reducido de bajas.

Las tropas francesas no paran de llegar
al frente por la Voi Sacrée
Estas discusiones entre los mandos alemanes hicieron que se retrasase el inicio de la tercera parte de la ofensiva alemana en Verdún. Mientras, los franceses recurrían a un sistema de rotación de unidades en la línea de frente que permitiese mantener un alto espíritu de combate y reducir el efecto demoledor que el tipo de combate que se estaba sufriendo en Verdún tenía sobre los Poilus; con una iniciativa logística superior, Petain comenzó a mejorar la “Voi Sacrée”, la Vía Sagrada de Verdún, que comenzó a registrar el tránsito constante de tropas y suministros a la línea de batalla. Poco más adelante, se implementaría la táctica rotacional que haría pasar a 74 de las 89 divisiones que componían el Ejército francés por el Frente de Verdún, y que sería la base para las ofensivas de otoño e invierno de 1916.

Durante la segunda parte de abril, los contraataques franceses entre las poblaciones de Douaumont, Vaux y el Mosa marcaron la tónica, obligando a los alemanes a buscar refugio ante los proyectiles franceses y a emplearse duramente en defensa. La infantería francesa sufriría grandes bajas sin conseguir ganancias relevantes de terreno, aunque si que frenaron el ímpetu del asalto alemán, ahora enfangado en la planificación de su tercera fase de la ofensiva.

General Robert Nivelle, comandante del
2º Ejército. Impulsivo e irreflexivo, tomó
la ofensiva desde el primer momento
A primeros de Mayo, el Generalísimo Joffré promocionó a Philippe Petain, comandante del 2º Ejército, que se estaba fajando en Verdún, a Comandante del Grupo de Ejércitos del Centro, tomando el mando del 2º Ejército el impulsivo General Robert Nivelle, que se haría muy popular entre sus soldados por su lema “No pasarán”. Desde el 4 de mayo, los alemanes retomarían la ofensiva.

En la orilla occidental, tras un fuerte bombardeo con proyectiles de artillería y gases asfixiantes, el mismo 4 de mayo sería conquistada la cara norte de la Colina 304. Los franceses se negaban a aceptar la pérdida de posiciones relevantes, por lo que iniciaron importantes contraataques entre el 5 y el 6 de mayo, sufriendo terribles pérdidas sin conseguir ningún éxito. Aunque la artillería alemana obligaría a los defensores franceses a retirarse de la cresta de la colina 304, los alemanes fueron incapaces de ocuparla, ante el demoledor fuego artillero francés sobre la misma. En el flanco izquierdo de Le Mort Homme, caía Cummieres en manos alemanas, justo el día que los franceses comenzaban una violenta contraofensiva en la orilla oriental.

Tras tomar el mando del 2º Ejército, Nivelle ordenó al comandante de la 5ª división de infantería, General Charles Mangin, preparar un ataque sobre Fort Duoaumont. Las necesidades de tropas para un ataque serio eran excesivas para lo que Nivelle podía permitirse, por lo cual, las fuerzas destinadas al asalto estarían limitadas a una única división, la 5ª, con apoyo de la 34º en reserva.

Casamata móvil con piezas del 75. Fort Douaumont.
Verano 2015.
Para cubrir el ataque, desde el 17 de mayo comenzó a bombardearse el fuerte con un gran número de cañones pesados, incluidos cuatro morteros de 370 mm. El daño en el área del fuerte de Douaumont fue tremendo, incluyendo la superestructura misma del fuerte, que sufrió varios impactos directos, algunos de los cuales penetró la gruesa piel de hormigón, causando decenas de muertos entre los ocupantes alemanes. Las posiciones defensivas alemanas, incluyendo las casamatas del fuerte, fueron aplastadas por el peso del bombardeo de los cañones pesados franceses, lo que obligó a muchos defensores a ocupar los cráteres de bombas como única protección. Enfangados completamente, los alemanes se prepararon para recibir el ataque francés. De hecho, sólo 37 supervivientes le restaban al 52º regimiento de infantería alemán, que protegía los accesos exteriores al fuerte (de unos 1.000 totales) cuando el 22 de mayo se inició el ataque de la 5ª división francesa.

Sin embargo, la situación de los franceses empeoraría rápidamente. De hecho, el bombardeo de respuesta alemán trituró a los atacantes franceses, de tal suerte que, para el inicio del asalto, a las compañías del 129º Regimiento de Infantería de la 5ª división apenas le quedaba un 50% de su fuerza inicial (unos 1.000 hombres).

Posiciones francesas en Verdún. Tras la caída de Fort Vaux,
el mando francés colapsó y ordenó ocupar la Línea de Pánico
frente a la ciudad de Verdún.
El asalto francés se inició al mediodía del 22 de mayo, en un frente de un kilómetro de largo. Por la izquierda avanzó el 36º Regimiento, que consiguió capturar algunas trincheras alemanas, pero sufrió tantas bajas que tuvo que refugiarse en los cráteres de bombas, repletos de cadáveres y fango, y protegerse allí durante horas. En el flanco izquierdo, el 74º Regimiento tuvo un comportamiento desigual; uno de sus batallones fue obligado a meterse en los cráteres de bombas sin alcanzar ningún objetivo; otro ni tan siquiera fue capaz de salir de sus propias trincheras. Un tercer batallón consiguió conquistar sus objetivos entorno al Bois Caillette, pero se vio aislado y con sus flancos expuestos.

El maltrecho 129º Regimiento avanzó frente al fuerte, consiguiendo alcanzarlo en pocos minutos, y accediendo al mismo con numerosas tropas, consiguiendo capturar aproximadamente la mitad de los túneles al final del día 22. Sin embargo se encontraban exhaustos y apenas podían mantener la presión. Por tanto, Mangin, como jefe del asalto, decidió hacer intervenir a la 34º división, que mantenía en reserva. A primera hora del día 23, la 34º división avanzó hacia el fuerte, pero fue paralizada nada más salir de sus trincheras por un decisivo fuego artillero alemán.

La artillería alemana ocultó los movimientos de infantería que estaban realizando, y fuerzas de reserva alemanas alcanzaron el fuerte, capturando a las tropas francesas en su interior, así como a muchos de los que habían logrado otros objetivos durante el ataque del día 22. En total, 1.000 franceses fueron capturados, y otros 5.000 fueron muertos o heridos. Los alemanes, por su parte, habían sufrido más de 4.000 bajas totales. Fort Douaumont seguía en manos alemanas.


Fort Vaux, objetivo del asalto alemán del 31 de mayo.
La defensa del fuerte será el acto central de la ofensiva.
Conservado en la actualidad. Verano 2015.
Aprovechando el desastroso ataque francés, los alemanes decidieron detener los avances en la orilla occidental, y centrarse nuevamente en la oriental. La debilidad de las unidades francesas frente a Fort Douaumont tras su costoso ataque tenía que ser aprovechado. Así, el 30 de mayo el ataque alemán comenzó, con un feroz bombardeo que fue seguido por la infantería alemana usando sus nuevas técnicas de asalto. Rápidamente saturaron las defensas francesas, alcanzando el risco de Fleury, desde donde batían toda la última línea de defensa francesa. Las fuerzas francesas entraron en pánico, y se retiraron, cayendo rápidamente en manos alemanas el Ouvrage de Thiaumont y la villa de Fleury, alcanzando Fort Souville y sobrepasando Fort Vaux.

Fort Vaux centraría la batalla durante la siguiente semana (en los apéndices de esta entrada haré un detallado examén de la batalla por Fort Vaux y su heróica defensa). El fuerte, que había sido triturado por la artillería alemana desde el comienzo de la batalla, fue sobrepasado por cerca de 10.000 soldados alemanes, que forzaron a los defensores exteriores a buscar refugio en el fuerte. En su interior, a partir del 2 de junio, se inició un violentísimo combate, con granadas de mano y lanzallamas, un combate por la supervivencia en el que se vivió el auténtico paroxismo de la guerra de desgaste. Los alemanes en el exterior estaban siendo machacados por la artillería francesa, mientras que en el interior, la guarnición se batía como auténticos leones. Finalmente, tras cinco días de tremendos combates, la capacidad de resistencia de los defensores, aislados, sin agua ni suministros, se vino abajo. El Mayor Reynal (ver apéndices) rendía el fuerte de Vaux el 7 de junio.

Área entorno al Fuerte de Vaux. La tierra herida.
Los demoledores bombardeos a que ambos bandos
sometieron la zona, la convirtieron un paraje lunar. Verano 2015.
A los alemanes les había costado casi 3.000 bajas avanzar escasamente 65 metros frente al fuerte. Sin embargo, la noticia de la caída de Fort Vaux, hizo que cundiese el pánico entre los franceses. Las tropas comenzaron a ocupar la denominada “línea del pánico” entorno a la ciudad, una línea de trincheras preparadas para defender directamente la ciudad, ante la seguridad que las alturas del Mosa iban a caer. Además, los alemanes habían reanudado la presión sobre la orilla occidental del Mosa, ante el temor francés a un derrumbamiento, avanzando ampliamente en Le Mort Homme y la colina 304, hasta amenazar Avocourt. La lluvia vino a aliviar la presión sobre las desmoralizadas fuerzas francesas, al frenar el avance alemán.

Los combates continuarían en medio de infernales bombardeos que permitieron a los alemanes avanzar poco a poco su posición. Los defensores franceses eran despedazados o sepultados en sus trincheras. Literalmente, la tierra se elevaba del suelo varios metros y volvía a caer, haciendo llover sobre los soldados que se parapetaban donde podían tierra, metralla, cascotes y restos de sus compañeros.

En cierta forma, la apertura de la Ofensiva Brusilov en el Frente Oriental, con los rusos atacando decididamente la línea de las Potencias Centrales, obligó al mando alemán a replegar alguna tropa, aunque también le obligaba a acelerar sus operaciones. Falkenhayn dudaba en paralizar definitivamente la ofensiva, pero los objetivos estaban tan próximos, que estaba dispuesto a forzar la máquina hasta que fuese obligatorio el envío de tropas al Frente oriental.

Ataque con gases.
La lluvia cesó hacia mediados de junio, y los alemanes retomaron la gran ofensiva el día 22. Ese día, los alemanes arrojaron 116.000 proyectiles de Gas Difosgeno (denominado “La Cruz Verde”, una variante del Fosgeno que dañaba las máscaras de gas, haciéndolas inefectivas) sobre las posiciones de la artillería francesa, causando enormes bajas y silenciando gran parte de las baterías francesas. El día 23, la infantería aprovecharía el amanecer para lanzar una gran ofensiva en la orilla oriental del Mosa, avanzando sin oposición en las defensas francesas y creando un saliente en las mismas con una profundidad de 2 km. Hacia las nueve de la mañana los franceses consiguieron reaccionar, iniciando algunos contraataques que redujeron la capacidad de penetración alemana. Los alemanes habían avanzado rápidamente por la llanura entre los Ouvrages de Froidterre y Thiaumont, capturando por completo la villa de Fleury y la Capilla de Sainte-Fine. El ataque se dirigía hacia el Fuerte de Souville, a menos de cinco kilómetros de la ciudad de Verdún.

Muerte en Verdún. Poilus al ataque.
Un contraataque francés consiguió recuperar la capilla, parando el avance alemán. Las tropas de asalto alemanas perdían ímpetu tras horas de combate, y comenzaban a comprobar que se encontraban en una posición delicadísima. Habían penetrado en un frente de tres kilómetros y ahora ocupaban un área sin protecciones defensivas, donde podían ser acosados por la infantería francesa desde tres lados. Habiendo agotado los proyectiles de gas en el ataque del día 22 de junio, era casi imposible continuar avanzando. La Capilla de Sainte-Fine sería el punto de máxima penetración alemana en la orilla oriental del Mosa durante toda la batalla.

El día 24 de junio, en el área del Somme, las fuerzas Anglo-francesas iniciaban una gigantesca concentración de artillería, lo que alertó al mando alemán sobre la inminencia de un ataque en la Picardía. Los franceses mandarían cuatro divisiones a la zona, y los alemanes comenzaron a mandar refuerzos con vistas a lo que parecía sería una gran ofensiva (la Batalla del Somme, que comenzaría el 1 de julio).

El 25 de junio el General Knobelsdorf suspendió la ofensiva. Aun así, la batalla continúo violentamente a lo largo del verano de 1916. La villa de Fleury centraría los ataques y contraataques, cambiando dieciséis veces de mano entre junio y agosto, y convirtiéndose en una villa fantasma, reducida a escombros hasta sus cimientos.

La batalla de Verdún continuaría durante cinco largos meses más, que veremos en la entrada XXVI próximamente.

APÉNDICES ARTÍCULO XXIII:
Monumento Le Tranchée des Bayonets. Verano 2015.
I.- LE TRANCHÉE DES BAYONETS: Como demostración de la brutalidad de los bombardeos sucedidos en Verdún, la primera batalla librada puramente con artillería en la Historia, está el lúgubre testimonio que representa la “Trinchera de las Bayonetas”. El 12 de junio de 1916, dos batallones del 137º Regimiento de Infantería francés se encontraban cubriendo parte del terreno que formaba el saliente al oeste de Fort Douaumont, un terreno que los alemanes necesitaban conquistar antes de lanzar su gran ofensiva del 23 de junio.



Siguiendo las directrices oficiales del Estado Mayor, de reducir al máximo las bajas, la artillería alemana laminó la zona, aplastando a los defensores bajo toneladas de proyectiles. Una de las compañías del regimiento, la número tres, había perdido 94 de sus 164 hombres en los bombardeos del día 11 de junio. Los 70 supervivientes fueron desplegados en una delgada línea de trincheras muy expuestas al fuego artillero. Este se incrementó aun más en la mañana del 12 de junio, de tal forma que la tercera compañía fue aniquilada hasta el último hombre.

En una de las trincheras que ocupaban, fueron encontradas doce bayonetas, que sobresalían de los montones de barro y tierra. Sus portadores habían sido literalmente enterrados en vida por el fuego artillero. Hoy en día un monumento da testimonio de la locura de la guerra, y presta cumplido homenaje a aquellos hombres que murieron en su puesto, enterrados en vida.

II. FORT VAUX: Construido entre 1881 y 1884, era uno de los fuertes más pequeños del sistema defensivo de Verdún, ya que tan sólo podía albergar una pequeña guarnición de 150 hombres. Modernizado antes de 1914, añadiéndole capas adicionales de hormigón y nuevas piezas de artillería, fue afectado por las disposiciones de Joseph Joffré del verano de 1915, de tal suerte que al comienzo de la ofensiva alemana estaba virtualmente desarmado. Tras la caída de Fort Douaumont sin oposición, los fuertes de la Región Fortificada fueron nuevamente guarnecidos.

Les Poilus. Fort Vaux. Mayo 1916.
La defensa de Fort Vaux fue puesta en manos de un Mayor procedente de la reserva, Sylvain-Eugene Raynal. Bajo su mando se colocaron tanto los 150 hombres de guarnición como los batallones que cubrían el área exterior. Desde el primer día, los alemanes tomaron el fuerte como uno de los objetivos fundamentales de su artillería pesada; se calcula que unos 8.000 proyectiles diarios cayeron sobre el fuerte desde el comienzo de la ofensiva. Los alemanes bombardearon con cañones pesados, incluidos varios obuses de 420 mm., incluido el “Gran Bertha”. Uno de los disparos del “Bertha” alcanzó de lleno la casamata principal con un montaje doble de cañones de 75 mm., convirtiendo el armazón de la casamata en chatarra. Otros impactos alcanzaron el fuerte y penetraron la super estructura, matando a numerosos poilus en su interior.

Túneles de Fort Vaux. 2015.
Cuando los alemanes iniciaron su asalto el 1 de junio, la artillería había pulverizado a los defensores exteriores, y los supervivientes se vieron obligados a refugiarse en el interior. El fuerte fue sobrepasado por una masa de más de 10.000 fusileros alemanes, que tomaron el techo del fuerte y comenzaron a silenciar las casamatas de ametralladoras y puntos de observación. Una de las casamatas estableció una fuerte resistencia, con un poilu manejando una ametralladora que segaba a los alemanes sobre el techo del fuerte de Vaux, hasta que el arma se encasquilló y las tropas de asalto alemanas acabaron con su resistencia con granadas de mano.

Casamatas interiores. 2015
La batalla se libro de
posición en posición.
A partir del día 2 de junio, los combates se trasladaron al interior del fuerte. Las tropas de asalto alemanas no habían conseguido avanzar más que unas decenas de metros por delante del fuerte, ante el terrorífico fuego al que les estaban sometiendo la artillería francesa, y al mismo tiempo necesitaban eliminar la fuerte guarnición del fuerte.

El mayor Raynal, ante los ataques con gases venenosos y el hedor a cordita que emanaba tras los impactos de la artillería, había ordenado sellar todas las aperturas de ventilación al exterior y apagar los ventiladores. Las tropas de asalto alemanas consiguieron abrir varias brechas, por las que penetraron usando lanzallamas, que abrasaban a los soldados franceses que trataban de oponerse; ni los parapetos que se habían preparado en los corredores del fuerte se salvaban de ser abrasados por el devastador fuego alemán. El fuerte corría riesgo real de caer, con los alemanes avanzando con un enorme coste hacia la casamata de Bourges, por un lado, y hacia la enfermería y las letrinas por el otro, cuando Raynal ordenó encender los ventiladores y abrir algunas fuentes de ventilación exterior. El efecto fue un chorro de aire fresco, que impulsó el fuego hacia sus manejadores, permitiendo a los poilus retomar sus parapetos y rechazar el asalto alemán.

Interior de Fort Vaux. 2015
Una cruz refleja el punto
donde se enterraba a los
héroes caídos.
Raynal tuvo noticias entonces de las bajas existencias de agua para el personal; los depósitos de agua estaban pensados para una larga resistencia, pero la presencia del doble de soldados que la guarnición preveía, así como las brechas causadas en los depósitos por el continuo martilleo artillero, habían mermado las provisiones de agua potable.

El día 3 de junio ya tuvo que racionar las existencias, limitándolas a un litro por soldado y día. En las circunstancias en que se encontraban, encerrados en estrechos corredores inundados de humo, las bocas se secaban rápidamente, y la tensión del combate incrementaba la sensación de sed. Los alemanes continuaban introduciendo más y más tropas en el interior del fuerte, y los franceses continuaban rechazando ataque tras ataque, acumulando más y más bajas en cada asalto.


Figura que representa el envío
de Vaillant, "es mi última paloma".
El día 4, el agua apenas se limitaba a una embarrada sustancia acuosa. Se redujeron los suministros a medio litro de agua sucia al día. Raynal, desesperado por la ausencia de apoyo exterior, intentó mandar mensajes de ayuda. Paloma tras paloma, sucumbieron abatidas por los alemanes, la artillería y el fosgeno con que se bombardeaba el fuerte constantemente. Al final, milagrosamente consiguió hacer llegar al fuerte de Tavannes un mensaje con una heroica paloma, que murió tras entregar su mensaje. El mensaje decía: “Aguantamos, pero estamos bajo ataque de gases y humos mortíferos. Es urgente que nos liberen. Comuníquennos por señales ópticas desde Souville, ya que han cortado nuestras comunicaciones telefónicas. Esta es mi última paloma”.



Restos de la Casamata principal de Vaux.
Alcanzada por un proyectil de 420 mm
disparado por el Gran Bertha, salto en
pedazos. Verano 2015.
Los combates prosiguieron sin respuesta, ya que el mando francés poco o nada podía hacer. Cada intento de romper el cerco sufría cientos de bajas. El día 5, Raynal, desesperado, mandó petición a Fort Souville, mediante señales ópticas, para que la artillería francesa bombardease el fuerte, y el intentaría forzar la salida de sus hombres. Pero la salida era imposible. La artillería francesa bombardeo el fuerte, machacando a las tropas de asalto alemanas, aunque no impidiendo que la batalla prosiguiese dentro de los túneles. El agua se agotó ese mismo día 5, cuando los hombres tuvieron que conformarse con un cuarto de litro de barro.

El día 6 de junio fue terrible para los defensores. Los túneles estaban repletos de soldados agotados por la batalla y la sed. Además, el día antes los alemanes habían capturado las letrinas, por lo cual comenzaron a aliviarse donde podían. El hedor era insoportable; el humo, los cadáveres en descomposición, las heridas que comenzaban a pudrirse, y las defecaciones hacían la existencia en el fuerte una auténtica pesadilla. No había agua, por lo que hubo hombres que comenzaron a beberse sus propios orines. Aun así, continuaban resistiendo, heroicamente.

El día 7 de junio, Raynal decidió que sus hombres habían llegado al límite. El horror pasado y la tortura de la sed no podían ser compensados con más días de agonía. Ordenó a uno de sus oficiales, que hablaba alemán, que contactase con las fuerzas de asalto. Tras cinco días de un horror inimaginable, Raynal rendía el fuerte de Vaux.

La rendición de Fort Vaux. Raynal, tras cinco días de brutal
enfrentamiento, con sus hombres agotados, sin agua,
con escasos alimentos y municiones, rinde el fuerte.
Fue tal el respeto ganado ante sus contrincantes, que, espontáneamente, los oficiales de la fuerza de asalto alemana ordenaron a los hombres que habían sufrido las penurias del asalto formar a las afueras de fuerte, y Raynal y los supervivientes desfilaron frente a ellos, camino del cautiverio, mientras su enemigo le rendía sentido homenaje.

El día 11 de junio, el mismísimo Príncipe Heredero, el Köprinz Wilhelm, recibió a Raynal, homenajeándole al entregarle una daga de ingenieros. Se disculpó por no haber encontrado su espada de oficial, algo complejo, ya que las únicas armas que Raynal usó en el fuerte fueron su bastón de herido y su pistola.

Raynal y sus hombres fueron liberados tras el armisticio, convirtiéndose en héroes para una nación que tantos hombres había perdido.

Casamata de Bourges. Fort Vaux. Verano 2015.
El fuerte de Vaux sería recuperado por los franceses el 2 de noviembre de 1916. Aunque los alemanes lo habían reequipado, sufrió tan violento bombardeo por ambos bandos que se convertiría en uno de los lugares más bombardeados en la historia (el fatídico récord lo ostenta Fort Douaumont), por lo que decidieron abandonarlo.

Hoy en día Fort Vaux se conserva en su estado original, incluyendo los cañones de 75 mm en la Casamata de Bourges, como monumento a los héroes de ambos bandos que sucumbieron en ese tétrico lugar.


III.- LOS OJOS DE RAYNAL: Sylvain-Eugene Raynal nació en la francesa ciudad de Burdeos el 3 de marzo de 1867, contando para el periodo de la batalla por Fort Vaux con 49 años.


El Mayor Raynal mandaba al comienzo de la guerra uno de los regimientos de tropas coloniales, en concreto el 7º regimiento de exploradores de Argel. A su mando fue herido levemente en el hombro por fuego de ametralladora, durante el mes de septiembre de 1914. Reincorporado a su unidad, fue nuevamente herido, esta vez gravemente, al ser alcanzado su puesto de mando por el impacto de un proyectil de artillería en diciembre de 1914. Pasó un largo periodo de convalecencia en el hospital, reincorporándose finalmente al frente el primero de octubre de 1915. Otra vez herido de gravedad, escasamente unos días más tarde, esta vez en una pierna, recibió la Legión de Honor. Incapaz de caminar sin ayuda de su sempiterno bastón, fue jubilado por el ejército, manteniendo sus galones y rango.

Sylvain-Eugene Raynal.
Una vez iniciada la batalla de Verdún, tras la caída de Fort Douaumont, el Ministerio de la Guerra decidió que el resto de fuertes fuesen reequipados, y su mando fuese otorgado a oficiales que no pudiesen desempeñar empleos en primera línea de trinchera. Raynal se presentó voluntario, y se le otorgó el mando del Fuerte de Vaux, uno de los más pequeños de la Región Fortificada de Verdún.

Como hemos contado más arriba, Raynal enfrentó la batalla con valentía y serenidad, convirtiéndose en un ejemplo de heroísmo, confrontando finalmente, tras terribles sufrimientos, la rendición de Fort de Vaux el 7 de junio de 1916 y su posterior cautiverio.

Homenajeado por el mismísimo Príncipe Heredero de los Hohenzollern, paso su periodo de cautividad entre las ciudadelas de Mainz, Estrasburgo e Interlaken. Sería liberado el 4 de noviembre de 1918, una semana antes del final del conflicto.

Firme creyente de la paz, había seguido las teorías de Jaurés y militado en el Partido Socialista, en defensa de los derechos civiles y la preservación de la paz en Europa. Tras el asesinato de Jaurés, antes del inicio de la guerra (Jean Jaurés comandaba el movimiento pacifista en Francia, y fue muerto a finales de julio de 1914 por nacionalistas franceses, mientras tomaba un café en una terraza parisina), cumplió con su deber como militar y patriota francés, confrontando al monstruo que trataba de evitar: La Guerra.

En esta fotografía, siendo ya Gobernador Militar de Mayence, tras la guerra, sus ojos muestran el espantoso horror que vivió en los lúgubres corredores de Fort Vaux, ojos que han visto de lo que es capaz el hombre, de la máxima crueldad y el mayor sacrificio, los ojos que tienen aquellos soldados de infantería que han afrontado la muerte más terrorífica, cara a cara, cruda, sin tapujos; aquellos que han afrontado un horror inenarrable, el espantoso final de lo que más quieren, sus compañeros que sufren y mueren a su lado.

Sylvain Eugene Raynal fallecería el 13 de enero de 1939, evitando, por tanto, revivir el horror vivido, que se reiniciaría tan sólo unos meses después con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Sirva esta entrada de mi blog como homenaje a todos los caídos durante la batalla de Verdún, y que, para el momento en que cortamos la narración, superaban ya los 400.000 seres humanos de ambos bandos. Lo que quedaba por delante sería el Apocalipsis.