lunes, 28 de julio de 2014

Artículo 5.- MOVILIZACIÓN PARTE I. LOS CAÑONES DE AGOSTO.

28 de Julio de 1914. Francisco José I, el hombre sereno que fue esposo de Sissi, y Emperador del Imperio Austrohúngaro, incitado por el Kaiser Guillermo II de Alemania, quién le aseguró que ni Rusia ni Francia activarían sus tratados para defender a Serbia, máxime después del magnicidio sobre la persona del Archiduque Franz Ferdinand, que ya vimos en uno de los anteriores artículos, declaró la guerra a Serbia.

Cuando se quiso dar cuenta, la bola de nieve que había empujado, el pistón que había detonado, se puso en salvaje movimiento… El Zar Nicolás II, en la seguridad que le proporcionaba su parentesco con el Kaiser, decidió responder a la petición de ayuda vinculada al Pacto de Asistencia Mutua con Serbia. Aunque inseguro, sólo ordenó una movilización parcial de sus fuerzas en la frontera con Austro-Hungría, lo que fue invocado como suficiente por Alemania para generar un Casus Belli y mandar un ultimátum a Rusia el 29 de julio, ante la consternación del Zar. Tanto el Kaiser como el Zar trataron a última hora de detener los movimientos, pero la decisión del Alto Mando ruso de realizar una movilización total (debido a una falta de previsión, sólo había planes realizados para una movilización completa) causó definitivamente la declaración de guerra por parte de Alemania el 1 de agosto.

Francia, aliada de Rusia y Serbia, comenzó sus movimientos diplomáticos para garantizarse el cumplimiento por parte de Gran Bretaña de los acuerdos de la Triple Entente con Rusia, pero el Gobierno Británico prefería mantenerse neutral a la espera de acontecimientos. Sin embargo, el pueblo francés comenzó a movilizarse en favor de una guerra con Alemania… El día 3 de agosto, Alemania decidió adelantarse a los acontecimientos y declarar la guerra a Francia, como contramedida ante una posible declaración de guerra contra ella cuando se encontrase contra Rusia, y ceñirse de esa manera al estricto cumplimiento del Plan Schlieffen.

Los siete sellos se habían roto, y los Jinetes del Apocalipsis cabalgarían a sus anchas por Europa en los siguientes cuatro años. Ven y mira.

Fuerte de Loncin al final de la batalla, reducido a escombros
LA VIOLACIÓN DE BÉLGICA: No obstante, allí no había acabado la bola de nieve. Esta continuaba rodando… El Plan Schlieffen incluía la ocupación pacífica de una parte de Bélgica para realizar el movimiento de ola que barrería a los franceses con el ala derecha alemana.

El Kaiser envió el día 3 de Agosto una carta al Rey Alberto de Bélgica, en términos que garantizaba la independencia de Bélgica y ventajas posteriores, en el caso de permitir el tránsito del ala derecha alemana, casi un millón de hombres, a través de su territorio. El rey de los belgas quedó estupefacto ante semejante petición… cualquier permiso que diese iría en contra de los Acuerdos Internacionales, y supondría el fin de Bélgica como estado independiente, ya que sabía de sobra las pretensiones que sobre este pequeño estado mantenían tanto Francia como Alemania.

Por tanto, decidido a defender la independencia y la entidad de Bélgica, Alberto respondió negativamente a Alemania, envió una petición formal de ayuda a Gran Bretaña, que era el garante de su independencia, y ordenó la movilización general del ejército y de los reservistas. El Kaiser intentó denodadamente detener la maquinaria alemana, ya dispuesta en la frontera belga, cuando recibió un ultimátum del gobierno británico para que fuese respetada la integridad territorial belga. En una reunión de urgencia con el Estado Mayor alemán el día 4 de agosto, solicitó la detención de la ofensiva, recibiendo de Helmuth von Moltke, Jefe del E. M. la famosa respuesta que desataría la matanza: “Lo que se ha puesto en movimiento, no puede ser detenido”.

Gran Bretaña declararía la guerra a Alemania ese mismo día 4 de Agosto, momento en que ya habían comenzado los movimientos ofensivos… Alemania desarrollaba fielmente el Plan que tenía para derrotar a Francia, pero entre las fuerzas francesas y el ala derecha alemana se situaba el pequeño ejército belga y las fortalezas de Lieja, Namur y Bruselas.

Gran Bertha. Cañón Krupp de 420 mm.
LA BATALLA DE LIEJA: Los movimientos iniciales fueron realizados por el enorme Segundo Ejército Alemán, dirigido por el General von Bulow, y compuesto por 320.000 hombres. Su principal objetivo era derrotar rápidamente las doce fortalezas que defendían la ciudad belga de Lieja, situada en la ruta principal de avance alemana, al norte del Bosque de las Ardenas.

Las fortalezas de Lieja habían sido construidas en la década de 1880, para proteger ambas orillas del rio Meuse (Mosa), incluyendo 400 cañones de diferentes calibres (hasta grandes obuses de 210 mm.) y una fuerte guarnición, bajo mando del general Lehmann. El grosor de los muros hacia que los fuertes fuesen virtualmente inexpugnables en el momento de su construcción, pero la tecnología armamentística había avanzado mucho en la última década, y el ejército alemán contaba con un enorme tren de artillería pesada.
La noche del 5 de agosto, un fuerte contingente alemán, liderado por el general Emmich, lideró un desastroso intento de tomas los fuertes al asalto, sufriendo terribles pérdidas. Así que al día siguiente, se cambió de táctica. Se bombardeó los fuertes mientras la 14.ª Brigada alemana, que había perdido a su comandante, fue liderada personalmente por el General Erich Ludendorff, y que posteriormente sería uno de los más importantes comandantes de Alemania en la guerra, atacaba directamente la ciudad. La estrategia fue totalmente exitosa, y la guarnición de la ciudad se rindió el 7 de agosto. Sin embargo, los fuertes continuarían resistiendo, lo que suponía un retraso en la estrategia alemana.

Fortaleza Belga destruida en Lieja
Por tanto, fueron llamados a primera línea los enormes obuses de asedio cedidos por los austrohúngaros, así como los enormes cañones Krupp de 420 mm. Gran Bertha, quienes bombardearon constantemente la ciudadela y los fuertes hasta su rendición el 16 de agosto.

A pesar de su derrota final, los defensores de Lieja habían ganado unos días vitales para los aliados.

Rendida Lieja, el primero, segundo y tercer ejército alemán, es decir, el ala derecha alemana, inició la segunda fase del Plan Schlieffen. Presionó a los belgas hasta capturar Bruselas el 20 de agosto (Primer Ejército del general von Kluge) y obligarles a refugiarse en Amberes (Antwerp). Y giró hacia su derecha, convergiendo hacia la frontera francesa, donde se encontraban las ciudadelas de Namur y Charleroi, y en ellas las primeras fuerzas francesas… pero esto será visto en un próximo artículo.

EL SUFRIMIENTO DE LOS BELGAS: Desde el primer momento los belgas estuvieron dispuestos a defender su integridad territorial. Los alemanes, a quienes se había garantizado desde todas las instancias que el tránsito por Bélgica sería un paseo entre una población amistosa, se encontraron con una fiera oposición, y con la acción de pequeños grupos de resistencia en su retaguardia.

El soldado alemán era, por tanto, proclive a odiar a los belgas por considerarse traicionados por ellos, aunque lo que desencadenaría el verdadero odio fue la acción y uso de una palabra: Francotirador.
El uso de algunos francotiradores belgas contra la retaguardia alemana ocasionó en los ejércitos implicados una enorme sensación de inseguridad, lo que degeneraría en una terrible represalia sobre muchas poblaciones que iban siendo conquistadas. Esta sensación era, no obstante, falsa, ya que apenas se registraron acciones aisladas por parte de francotiradores.

El caso de represión más llamativo fue el fusilamiento masivo e incendio en la localidad de Battice durante el primer día de enfrentamientos. Aunque los líderes militares alemanes no estaban satisfechos con esas actitudes hacia los civiles, que en guerras posteriores serían tan salvajemente familiares, lo cierto es que no pudieron detener el hecho que Bélgica fuese la primera nación literalmente violada, no sólo en su territorialidad e independencia, si no también en el respeto hacia los derechos humanos de los civiles.

Como veremos posteriormente, en Bélgica se desarrollaran algunas de las más violentas y sangrientas batallas de la Guerra. Nombres como Mons, Charleroi, Namur, Ypres, Passchendale, … quedaran impresas con letras de sangre en los Anales de la Historia.


miércoles, 16 de julio de 2014

Artículo 4.- LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS. MOVILIZACIÓN.

Antes del inicio de la I Guerra Mundial, los ejércitos de los diferentes contendientes habían evolucionado tanto organizativa como tecnológicamente, basándose en las experiencias extraídas de los conflictos de la segunda mitad del siglo XIX. No obstante, distaba una gran distancia que ninguno de ellos estuviese realmente preparado para lo que había que venir.

Tropas rusas son enviadas a pie al frente
A continuación os presento una descripción de los contendientes, viéndolos desde los diferentes puntos de vista, es decir, tecnológico, organizativo, logístico y moral.
El título del artículo (Movilización), hace referencia al periodo de tiempo que fue conocido de esta forma, y que abarcó desde el inicio del conflicto al estancamiento en la guerra de trincheras en diciembre de 1914. Será el periodo que abarquen nuestros próximos artículos, así que sirva este como preámbulo.



LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS. TECNOLOGÍA SOBRE PREPARACIÓN; MORAL SOBRE EVALUACIÓN DE RIESGOS: Desde el final de las guerras napoleónicas, se hizo obvio para las naciones europeas que la época de las cargas gloriosas, de los jinetes avanzando con estandartes al viento, había finalizado para dar paso a la reina del campo de batalla, el arma preferida de Napoleón: La Artillería. Todos los ejércitos desarrollaron cañones y armas ligeras cada vez más eficaces y rápidas.

Ametralladora británica Vickers
A las armas ligeras de avancarga de comienzos del siglo XIX, siguieron las primeras carabinas de retrocarga y repetición, que tanto daño hicieron en la Guerra Civil Americana. Durante la Guerra Franco-prusiana de 1870, los fusiles Chassepot franceses destrozaron las filas de la Guardia Prusiana, disparando eficazmente a distancias de 400 metros. Y durante las aventuras coloniales británicas, las armas ligeras y ametralladoras Gatling, deshicieron de forma continuada las masivas cargas de zulúes, sudaneses o hindúes. De hecho, experimentaron en sus carnes el devastador fuego que las armas ligeras podían implementar en la Guerra Anglo-Boer de finales de siglo. Todas las naciones pudieron contemplar como la evolución de estas armas pasaba una grave factura a su desdichada infantería y trasnochada caballería.

Para el comienzo de la I Guerra Mundial, cada nación entró en batalla con lo último en armamento ligero. Las armas ligeras más conocidas al inicio de la contienda serían:
·         Imperio Alemán: Fusil de cerrojo Mauser 98 (http://es.wikipedia.org/wiki/Mauser_98); Ametralladora Maschinegewehr 08 (http://es.wikipedia.org/wiki/MG_08).
·         Imperio Austrohúngaro: Fusil de cerrojo Steyr-Mannlicher M1895 (http://es.wikipedia.org/wiki/Steyr-Mannlicher_M1895); Ametralladora Schwarzlose M 1907 (http://es.wikipedia.org/wiki/Schwarzlose_MG_M.07/12).
·         Imperio Ruso: Fusil de cerrojo Mosin-Nagant (http://es.wikipedia.org/wiki/Mosin-Nagant); Ametralladora Maxim 1910 (http://es.wikipedia.org/wiki/Maxim_M1910).
·         Imperio Británico: Fusil de cerrojo Lee-Enfield (http://es.wikipedia.org/wiki/Lee-Enfield); Ametralladora Vickers 7,70 (http://es.wikipedia.org/wiki/Ametralladora_Vickers).
·         Francia: Fusil de cerrojo Lebel M1886 (http://es.wikipedia.org/wiki/Fusil_Lebel_Modelo_1886); Ametralladora Hotchkiss M1914 (http://es.wikipedia.org/wiki/Hotchkiss_M1914).

La Reina del campo de Batalla
En cuanto a la Artillería, que sería la gran destructora de vidas durante la guerra (junto a la ametralladora) había evolucionado de forma devastadora. Ya en la Guerra Civil Americana, los contendientes llegaron a utilizar en asedios y guerra de trincheras, enormes trenes de artillería, que incluían enormes piezas pesadas que destrozaban lo que alcanzaban. Sin embargo, aquellos cañones carecían aun de lo que los nuevos, desarrollados en la última parte del siglo XIX y comienzos del XX si tenían: velocidad de disparo.

Piezas como el cañón francés modelo 1897 (http://en.wikipedia.org/wiki/Canon_de_75_mod%C3%A8le_1897) de 75 mm. eran capaces de realizar una cadencia de 15 disparos por minuto, lo que permitía saturar con fuego un área concreta, con los obvios riesgos para los seres humanos que habitasen esa zona.

Además, los contendientes habían tenido en cuenta las evoluciones de calibre, adoptando los cañones medios de entre 65 y 75 mm. como cañones de campo, pero llevando a la batalla calibres mucho más gruesos, obuses y artillería ferroviaria, capaz de disparar sus proyectiles a larguísimas distancias. Pioneros en el desarrollo de enormes trenes artilleros fueron los austrohúngaros, cuyas piezas pesadas fueron empleadas por los alemanes en los asaltos a las fortalezas belgas de Lieja y Namur.

Uniforme Alemán
Uniforme
Austro-húngaro
Pero a pesar de desarrollar estas destructivas armas, los oficiales quedaban ciegos a la hora de aceptar el terrible efecto que estas tendrían sobre los soldados, quienes al final, se verían obligados a sepultarse bajo tierra para evitar perecer en los campos lunares de la Primera Guerra Mundial.

Además, la guerra traería evoluciones en otros campos armamentísticos, que iremos analizando detalladamente en su momento, aunque venga aquí el aclarar que la mayor parte de los ejércitos enfrentados contaba ya con aviones de observación, en su mayoría ligeramente artillados, y cuyas funciones irían ampliándose (así como su poder destructor) a lo largo de la guerra. Nuevas armas, como los submarinos, las armas de destrucción masiva (químicas) o los tanques, verán la luz a lo largo del conflicto.

Uniforme
británico
Uniforme ruso
El desarrollo de uniformes que limitasen la capacidad de visión del enemigo en entornos de humo y caos en el campo de batalla fue una prioridad para la mayoría de los ejércitos. Alemania adoptó el Feldgrau (Gris alemán) como uniforme básico; Austro Hungría el gris pálido; los británicos el marrón; los rusos el marrón verdoso y casacas blancas en invierno (aunque muchas unidades carecían de uniformidad); y Francia… Francia fue la única que al comienzo de la guerra daría prioridad a componentes de carácter moral sobre la seguridad de sus hombres. Hacia principios de siglo, y viendo lo que se venía encima, el ministerio del ejército, bajo el mando del Ministro Messimy, desarrolló un uniforme azul grisáceo, que reducía bastante la visibilidad en el campo de batalla; sin embargo, los nacionalistas franceses y sectores del ejército, protestaron de forma abierta al grito de “El Pantalón Rojo es Francia”. Messimy recibió tal cantidad de presiones que acabó anulando sus directivas para el cambio de la uniformología, por lo que el soldado francés comenzó el conflicto europeo poniendo por delante el “Elán” (como ya vimos en el artículo anterior, “Planes Enfrentados”) y un blanco perfecto, en un llamativo rojo francés, por detrás.

El Pantalón rojo es Francia. Uniforme
francés de 1914
Pero como dijimos anteriormente, salva la deshonrosa excepción de Francia, el uniforme fue la única concesión de los líderes a los hombres que afrontarían la batalla.

Y ello porque ninguno de los contendientes fue capaz de prever lo que las huellas de la historia habían dejado bien claro; los campos de batalla de la futura guerra se convertirían en enormes mataderos de hombres, lo que obligaría a levantar enormes cantidades de soldados para cubrir tan extraordinarias pérdidas.

Alemania tuvo que desplegar a medio millón de reservistas para poder cumplir las expectativas del alto mando para la implementación del Plan Schlieffen, número que se quedaría corto en cuanto se estancó la guerra.

El Imperio Austrohúngaro comenzó la guerra con un centenar de regimientos, y medio millón de hombres… Sólo en el choque con Rusia en Galitzia a finales de 1914 sufrió más de 250.000 bajas, aprendiendo a las bravas que no habían calculado bien las proporciones, y necesitando reclutar urgentemente tropas para la sangría.

Francia inició la guerra con unos 700.000 hombres, número absolutamente insuficiente, a la vista del enorme movimiento de tropas alemán en su flanco izquierdo (el derecho alemán). Se salvó por la llegada de los primeros reservistas al Marne (como veremos más adelante), lo que le hizo iniciar rápidamente planes de movilización extraordinaria.

Rusia movilizó un ejército gigantesco. El más grande en época de paz, con más de un millón de soldados, fue incapaz de hacer frente a sus rivales (como Japón) en los conflictos de finales de siglo y comienzos del XX. Cuando se inició la guerra, movilizó su grueso de más de cinco millones de hombres, pero carecía de infraestructuras y comunicaciones para poder de hacer del ejército zarista un arma eficiente. Muchas unidades tardaron meses en recibir uniformes y armas, otras carecían de artillería suficiente y otras muchas de instrucción. Aunque consiguió algunos éxitos, como veremos en futuros artículos, su falta de comunicación, la constante amenaza de una rebelión bolchevique en el interior del ejército, y, sobre todo, la ineficacia de los mandos, impidió sacarles rentabilidad.

Y finalmente, el ejército británico, el único verdaderamente profesional. Con una logística excelente y una cultura militar elevada, inculcada en los enfrentamientos coloniales victorianos, contaba con un ejército regular de más de cien mil hombres (más los batallones basados en los territorios de Ultramar), que sería enviado a Francia y Bélgica. El número, obviamente, resultaría absolutamente insuficiente, y el BEF (British Expeditionary Force) como veremos posteriormente, cumpliría diligentemente con su labor, hasta ser prácticamente exterminado en sólo unos meses de guerra. Obviamente, los británicos se vieron obligados a realizar reclutamientos urgentes en todas las provincias del Imperio, desde Nueva Zelanda y Australia (ANZAC) hasta Canadá; desde la lejana Sudáfrica hasta Irlanda. Cabe decir que al final tuvo tantos hombres en el frente que, sólo en el primer día de la batalla del Somme, fue capaz de sostener 70.000 bajas y aun así mantener la línea de frente.

En resumen, los ejércitos que se desplegaron para la Gran Guerra eran un auténtico monumento a la inconsciencia, a la falta de escrúpulos de sus comandantes, a la ceguera de las lecciones del pasado; un fiasco en toda regla, como la ley de la guerra se encargaría de demostrar en pocas semanas.

jueves, 3 de julio de 2014

Artículo 3.- LOS PLANES ENFRENTADOS. LA VICTORIA POR LA VÍA RÁPIDA

Antes del estallido de la Gran Guerra, todos los contendientes habían realizado planes con vistas a un más que probable conflicto con sus vecinos; planes para la movilización de enormes ejércitos, que buscaban una victoria rápida y decisiva.

Era coincidente el hecho que todos los bandos reconocían que una guerra larga hundiría sus economías. Por tanto, todos los planes previstos evaluaban de forma exclusiva una guerra de corta duración, ya que cualquier escenario que plantease superando el año de conflicto, llevaba de forma irremediable a la catástrofe.

No obstante, muchos de los planes se encontraban aun en pañales cuando comenzó el conflicto. Los que disponían de planes más elaborados eran Alemania y Francia, las dos naciones que se guardaban un rencor singular desde la guerra de 1870. Dichos planes no podían ser más enfrentados y diferentes, como veremos a continuación.

ALEMANIA: PLAN SCHLIEFFEN, UN MODERNO CANNAE: Cuando el Estado Mayor alemán
Conde Alfred Graf von Schlieffen
comenzó a preparar las guías para un futuro enfrentamiento con Francia, en fecha tan temprana como 1903, recibió el encargo de buscar la forma de derrotar a Francia en tres meses. Había que contemplar, tras la firma de los tratados internacionales de Asistencia Mutua entre Francia y Rusia, la posibilidad que el Zar atacase a Alemania, lo que la enfrentaría a un conflicto en dos frentes nada deseable.

Por esta circunstancia, los primeros estudios se dirigieron a dirimir cual de los dos potencias rivales sería más vulnerable a un ataque, cual se rendiría con mayor facilidad ante un golpe decisivo. La enorme extensión de Rusia, y la previsible lentitud en su movilización, hizo calcular al Mando Alemán que contaría con un mes de plazo antes que los rusos iniciasen cualquier movimiento. Jugando con esta perspectiva, se decidió preparar planes de contención en Prusia Oriental y Polonia, y preparar un ataque decisivo contra Francia.

El responsable de desarrollar los planes sería el General Conde Alfred von Schlieffen. Durante dos años se dedicó a buscar la mejor forma de romper la línea defensiva francesa. Estudioso de las tácticas del mundo antiguo, quedó fascinado por la maniobra de Hanibal en Cannae, en el año 216 a. c. con la que consiguió una victoria decisiva sobre las legiones romanas dirigidas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo, durante la Segunda Guerra Púnica.

De hecho, convencido de la inutilidad de intentar romper las líneas francesas en Alsacia y Lorena, propuso en 1905 al Alto Mando alemán un plan que consistía en realizar un movimiento de envolvimiento de las posiciones defensivas francesas, de tal forma que, atravesando la frontera Belga, a la que habría que convencer con beneficios importantes de permitir el paso de las tropas, y utilizando las campiñas belgas para entrar en Francia, y alcanzar París para conquistarla, atrapando a las fuerzas francesas en la ratonera de Alsacia y Lorena, y logrando una victoria decisiva que obligase al gobierno francés a pedir la paz. Un gigantesco Cannae, donde la pinza derecha no movería unos pocos miles de jinetes, si no cerca de un millón de soldados, con implacables y gigantescos trenes de artillería.

No tardó en encontrar problemas, ya que la maniobra era demasiado ambiciosa para los medios disponibles, ya que consideraba el dejar las mínimas fuerzas posibles en el Este y en la zona de Alsacia y Lorena, lo que podría conllevar la derrota de las mismas y la pérdida de estas provincias. El Alto mando le obligó a considerar que las fuerzas del ala de avance y de contención en Lorena fuesen similares. Sin embargo, para poder mantener el plan original, desarrolló un sistema de reservistas, fuerzas no regulares pero con preparación militar, que serían llamadas a las armas y movilizadas en el momento de la declaración de guerra. Esto le permitía incrementar el tamaño del ejército, destinando la mayor parte de estas fuerzas al ala derecha.

El plan fue finalmente aprobado. Schlieffen fue nombrado Mariscal en 1911, aunque a su fallecimiento, en 1913, el plan sería modificado por el Jefe de Estado Mayor Alemán, Helmuth von Moltke. De carácter temeroso, decidió retirar parte de las fuerzas del ala derecha para reforzar Prusia Oriental, ante el temor del Kaiser y de los Junkers Orientales de que la movilización rusa fuese más rápida de lo esperado y perdiesen Prusia Oriental.

El Plan Schlieffen fue puesto en marcha el 1 de agosto de 1914. La negativa belga a dejar atravesar sus fronteras a las fuerzas alemanas, y las implicaciones que esto traería con Gran Bretaña, hizo que el Kaiser intentase detener las tropas. Moltke le respondió con un lacónico “lo que se ha puesto en marcha, no puede detenerse”.

FRANCIA: PLAN XVII, EL ELAN FRANCES: Francia y su ejército quedaron marcado por los terribles sucesos de 1870. La derrota total y la pérdida de la Lorena y la Alsacia habían sido extremadamente dolorosos, así que los principales planes del ejército francés, diseñados ya incluso en el siglo XIX, buscaban recuperar estos emblemáticos territorios.

Mariscal Joseph Joffre
Partiendo de planes puramente defensivos a lo largo de la frontera (XIV y XV), el general Ferdinand Foch diseñó una estrategia ofensiva, que se basaba, simplemente, en la creencia que el superior espíritu combativo francés, el denominado “elán”, se impondría a la baja moral alemana. En 1911, el plan cayó en manos del general Joseph Joffre, quién lo adoptó y modificó como plan principal francés en caso de conflicto.

El plan consistía en desplegar los cuatro principales ejércitos en el eje Metz – Thionville, lo que permitiría avanzar rápidamente sobre la Lorena, donde derrotarían a los ejércitos alemanes, forzándoles a pedir la paz. En este desarrollo del Plan XVII se decidió disponer un único ejército en la frontera belga, en la creencia que los alemanes no se arriesgarían a romper la neutralidad belga, lo que posteriormente se demostró como un gran error.

Los fallos de la planificación francesa eran evidentes. Ante todo, confiaba el asalto a la fuerza bruta, en una región boscosa y repleta de fortalezas. Además, las fuerzas francesas no contarían con el factor sorpresa, ni disponían de suficientes armas pesadas para rendirlas. Cuando se inició el asalto alemán, se comprobó que un solo ejército no podía enfrentarse a los alemanes del ala derecha. Además, todos los asaltos frontales fracasaron con fuertes bajas, provocando el fracaso total del plan XVII.

------------------------------

Como observamos, los planes enfrentados no podían ser más diferentes: un nada sutil movimiento de flanco, enfrentado a un asalto frontal sin descanso. El resultado no pudo ser más desastroso para ambos bandos.