jueves, 3 de julio de 2014

Artículo 3.- LOS PLANES ENFRENTADOS. LA VICTORIA POR LA VÍA RÁPIDA

Antes del estallido de la Gran Guerra, todos los contendientes habían realizado planes con vistas a un más que probable conflicto con sus vecinos; planes para la movilización de enormes ejércitos, que buscaban una victoria rápida y decisiva.

Era coincidente el hecho que todos los bandos reconocían que una guerra larga hundiría sus economías. Por tanto, todos los planes previstos evaluaban de forma exclusiva una guerra de corta duración, ya que cualquier escenario que plantease superando el año de conflicto, llevaba de forma irremediable a la catástrofe.

No obstante, muchos de los planes se encontraban aun en pañales cuando comenzó el conflicto. Los que disponían de planes más elaborados eran Alemania y Francia, las dos naciones que se guardaban un rencor singular desde la guerra de 1870. Dichos planes no podían ser más enfrentados y diferentes, como veremos a continuación.

ALEMANIA: PLAN SCHLIEFFEN, UN MODERNO CANNAE: Cuando el Estado Mayor alemán
Conde Alfred Graf von Schlieffen
comenzó a preparar las guías para un futuro enfrentamiento con Francia, en fecha tan temprana como 1903, recibió el encargo de buscar la forma de derrotar a Francia en tres meses. Había que contemplar, tras la firma de los tratados internacionales de Asistencia Mutua entre Francia y Rusia, la posibilidad que el Zar atacase a Alemania, lo que la enfrentaría a un conflicto en dos frentes nada deseable.

Por esta circunstancia, los primeros estudios se dirigieron a dirimir cual de los dos potencias rivales sería más vulnerable a un ataque, cual se rendiría con mayor facilidad ante un golpe decisivo. La enorme extensión de Rusia, y la previsible lentitud en su movilización, hizo calcular al Mando Alemán que contaría con un mes de plazo antes que los rusos iniciasen cualquier movimiento. Jugando con esta perspectiva, se decidió preparar planes de contención en Prusia Oriental y Polonia, y preparar un ataque decisivo contra Francia.

El responsable de desarrollar los planes sería el General Conde Alfred von Schlieffen. Durante dos años se dedicó a buscar la mejor forma de romper la línea defensiva francesa. Estudioso de las tácticas del mundo antiguo, quedó fascinado por la maniobra de Hanibal en Cannae, en el año 216 a. c. con la que consiguió una victoria decisiva sobre las legiones romanas dirigidas por los cónsules Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo, durante la Segunda Guerra Púnica.

De hecho, convencido de la inutilidad de intentar romper las líneas francesas en Alsacia y Lorena, propuso en 1905 al Alto Mando alemán un plan que consistía en realizar un movimiento de envolvimiento de las posiciones defensivas francesas, de tal forma que, atravesando la frontera Belga, a la que habría que convencer con beneficios importantes de permitir el paso de las tropas, y utilizando las campiñas belgas para entrar en Francia, y alcanzar París para conquistarla, atrapando a las fuerzas francesas en la ratonera de Alsacia y Lorena, y logrando una victoria decisiva que obligase al gobierno francés a pedir la paz. Un gigantesco Cannae, donde la pinza derecha no movería unos pocos miles de jinetes, si no cerca de un millón de soldados, con implacables y gigantescos trenes de artillería.

No tardó en encontrar problemas, ya que la maniobra era demasiado ambiciosa para los medios disponibles, ya que consideraba el dejar las mínimas fuerzas posibles en el Este y en la zona de Alsacia y Lorena, lo que podría conllevar la derrota de las mismas y la pérdida de estas provincias. El Alto mando le obligó a considerar que las fuerzas del ala de avance y de contención en Lorena fuesen similares. Sin embargo, para poder mantener el plan original, desarrolló un sistema de reservistas, fuerzas no regulares pero con preparación militar, que serían llamadas a las armas y movilizadas en el momento de la declaración de guerra. Esto le permitía incrementar el tamaño del ejército, destinando la mayor parte de estas fuerzas al ala derecha.

El plan fue finalmente aprobado. Schlieffen fue nombrado Mariscal en 1911, aunque a su fallecimiento, en 1913, el plan sería modificado por el Jefe de Estado Mayor Alemán, Helmuth von Moltke. De carácter temeroso, decidió retirar parte de las fuerzas del ala derecha para reforzar Prusia Oriental, ante el temor del Kaiser y de los Junkers Orientales de que la movilización rusa fuese más rápida de lo esperado y perdiesen Prusia Oriental.

El Plan Schlieffen fue puesto en marcha el 1 de agosto de 1914. La negativa belga a dejar atravesar sus fronteras a las fuerzas alemanas, y las implicaciones que esto traería con Gran Bretaña, hizo que el Kaiser intentase detener las tropas. Moltke le respondió con un lacónico “lo que se ha puesto en marcha, no puede detenerse”.

FRANCIA: PLAN XVII, EL ELAN FRANCES: Francia y su ejército quedaron marcado por los terribles sucesos de 1870. La derrota total y la pérdida de la Lorena y la Alsacia habían sido extremadamente dolorosos, así que los principales planes del ejército francés, diseñados ya incluso en el siglo XIX, buscaban recuperar estos emblemáticos territorios.

Mariscal Joseph Joffre
Partiendo de planes puramente defensivos a lo largo de la frontera (XIV y XV), el general Ferdinand Foch diseñó una estrategia ofensiva, que se basaba, simplemente, en la creencia que el superior espíritu combativo francés, el denominado “elán”, se impondría a la baja moral alemana. En 1911, el plan cayó en manos del general Joseph Joffre, quién lo adoptó y modificó como plan principal francés en caso de conflicto.

El plan consistía en desplegar los cuatro principales ejércitos en el eje Metz – Thionville, lo que permitiría avanzar rápidamente sobre la Lorena, donde derrotarían a los ejércitos alemanes, forzándoles a pedir la paz. En este desarrollo del Plan XVII se decidió disponer un único ejército en la frontera belga, en la creencia que los alemanes no se arriesgarían a romper la neutralidad belga, lo que posteriormente se demostró como un gran error.

Los fallos de la planificación francesa eran evidentes. Ante todo, confiaba el asalto a la fuerza bruta, en una región boscosa y repleta de fortalezas. Además, las fuerzas francesas no contarían con el factor sorpresa, ni disponían de suficientes armas pesadas para rendirlas. Cuando se inició el asalto alemán, se comprobó que un solo ejército no podía enfrentarse a los alemanes del ala derecha. Además, todos los asaltos frontales fracasaron con fuertes bajas, provocando el fracaso total del plan XVII.

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Como observamos, los planes enfrentados no podían ser más diferentes: un nada sutil movimiento de flanco, enfrentado a un asalto frontal sin descanso. El resultado no pudo ser más desastroso para ambos bandos.

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