jueves, 8 de septiembre de 2016

ARTÍCULO XXVII. (ESTANCAMIENTO). LA OFENSIVA DEL SOMME. LA CAIDA DE LOS GIGANTES*:

*El Mundo había cambiado. Los grandes imperios europeos se habían arrojado de forma suicida a una orgía de sangre y destrucción como no se había conocido antes en la Historia; una orgía que los conduciría a su caída, a la extinción de estos gigantes con pies de barro. La Primera Guerra Mundial fue la tumba de los grandes imperios europeos, enterrados bajo toneladas de bombas y millones de cadáveres; de hecho, tan sólo el Imperio Británico sobreviviría a la guerra y aun perduraría unas décadas más, hasta la descolonización que sucedería al final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en el verano de 1916, en un idílico rincón de la Picardía francesa, junto a las orillas de los ríos Somme y Ancré, tuvo su prueba de fuego; fue aquí cuando el gigante británico ganaría su supervivencia, aunque su salvación costaría que una generación de británicos y habitantes de sus dominios dejasen sus ilusiones y su futuro, cuando no sus vidas, en el curso de una de las más inútiles y sangrientas ofensivas de la Gran Guerra. El título del Blog, “La Caída de los Gigantes”, utilizando el homónimo de la novela de Ken Follet, hace también referencia a esta segunda caída, la de los hombres que fueron triturados durante cinco largos meses por las devastadoras armas de ambos bandos, hasta alcanzar la terrorífica cifra de más de un millón de muertos y heridos en el curso de la ofensiva. A su recuerdo, cuando se cumplen 100 años de aquellos terribles momentos de la Historia del mundo, dedico este artículo.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. EL EJÉRCITO BRITÁNICO:
Como ya analizamos en anteriores entradas de este blog, el ejército británico era el único realmente profesional entre todos los combatientes que fueron a los campos de batalla de Flandes y Francia en 1914. El Imperio Británico no deseaba la guerra, y evitó en un primer momento comprometerse con los miembros de la Entente, Francia y Rusia, cuando la Crisis de Julio de 1914 se encontraba en pleno auge. Sólo su responsabilidad como garante de la neutralidad belga, le obligó a tomar partido el 4 de agosto de 1914.

El ejército victoriano y sus coloridos uniformes rojos eran
cosa del pasado. Sin embargo, la organización aun tenía
su base en la victoriana cuando la guerra estalló en 1914.
Foto: Conmemoración 130.ª aniversario, batalla Isandwalna.
El Imperio Británico movilizó un pequeño aunque formidablemente entrenado ejército, para desplazarlo a la Europa continental; sin embargo, distaba mucho de ser un ejército preparado para una guerra moderna, ya que estaba estructurado en base a las características que la época victoriana había requerido de el. La necesidad de mantener tropas a lo largo de un vasto imperio colonial, que abarcaba desde el Canadá hasta China, desde Escocia hasta Sudáfrica, obligó a su reforma hacia mediados del siglo XIX. Los regimientos fueron profesionalizados y divididos en batallones, cuyas funciones eran específicas y adecuadas a un objetivo principal.


Parte de cada regimiento era destinado a una reserva activa, permaneciendo en su base original, y pudiendo ser desplazado a las colonias en misión de guerra si la situación lo requería. Un batallón de cada regimiento, era asignado a un destino de ultramar determinado, donde permanecía acantonado. Un tercer grupo de cada regimiento se ocupaba de la  instrucción de reclutas y depósito, proporcionando los reemplazos que permitían cubrir las bajas sufridas en los batallones destacados en misión.

Estas características específicas, permitían disponer constantemente de soldados altamente entrenados, pero al ser un sistema extremadamente caro de mantener, obligaba a que el tamaño del ejército británico fuese ridículamente pequeño para las necesidades que la Primera Guerra Mundial requeriría a los ejércitos contendientes.

El BEF marcha por Francia en Agosto de 1914.
Con los batallones de infantería agrupados para su mejor gobierno en brigadas y, posteriormente, divisiones (entre cuatro y siete batallones componen una brigada; entre dos y tres brigadas componen una división), se conformó la Fuerza Expedicionaria Británica (British Expeditionary Force, o BEF), que partiría en agosto de 1914 hacia los puertos belgas y franceses, bajo la dirección del General Mayor Sir John French. Compuesta inicialmente por siete divisiones de infantería y una de caballería, apenas disponía de 100.000 efectivos, una fuerza diminuta comparada con la gigantesca movilización de las naciones continentales.

Los primeros enfrentamientos determinarían a los responsables políticos británicos, el Ministro de Guerra, Lord Horace Kitchener, y el Primer Lord del Almirantazgo, Sir Winston Churchill, a realizar una urgente reforma del ejército, recurriendo a levas voluntarias tanto en el Reino Unido como en los territorios de ultramar. Mons sería la primera acción del BEF, y, aunque salió victorioso al contener a los ejércitos alemanes, el fracaso francés en la defensa de Charleroi les obligó a replegarse, sufriendo ya un 10% de bajas. Aunque posteriormente comenzaron a llegar algunas divisiones adicionales, conformadas con los batallones de depósito y de ultramar, junto a tropas coloniales hindúes, la fuerza total no subió de los 140.000 efectivos. Tras Mons vino el Marne, y aunque pusieron en fuga a los alemanes, las bajas se incrementaron exponencialmente. Y tras el Marne, el Aisne, y la absurda matanza sobre el barro del otoño de Flandes, cuando Sir John French decidió tomar la ofensiva, a fin de liberar las poblaciones belgas sitiadas de Brujas y Amberes.

El BEF estaba dividido en varios cuerpos de ejército, cada uno contando con dos o tres divisiones. El I Cuerpo era mandado por el General Sir Douglas Haig, quién jugaría un importante papel en el futuro del Ejército Imperial Británico durante la Gran Guerra. En septiembre de 1914, el mando alemán cambió, tomando la dirección de la guerra Erich von Falkenhayn, quién volcaría un renovado impulso ofensivo sobre el pequeño ejército expedicionario británico, cogiendo a French con el paso cambiado.

French había dividido su fuerza, enviando a Haig a liberar Brujas, justo cuando los alemanes decidieron atravesar el cruce de caminos de Ypres, donde el BEF tenía su cuartel general. Durante varias semanas de octubre de 1914, el BEF se enfentó una fuerza muy superior, en un amargo combate sobre el barro, del que se erigiría victorioso a un coste humano enorme.

Los fallos en la ejecución defensiva por parte de French, serían utilizados por Haig para intentar socavar su prestigio ante el gabinete británico, especialmente ante Lord Kitchener. Sin embargo, las aspiraciones de Haig para ocupar el puesto de French caerían en saco roto; el gobierno británico no tenía intención de prescindir de su comandante en jefe. Al menos, de momento.

Tropas de Newfoundland (Canadá) llegan a puerto. 1915
La guerra continuó, pero el gobierno y el estado mayor imperial ya se había percatado que su fuerza era insuficiente. A finales de 1914, apenas le restaba al BEF el 40% de su fuerza original, y la iría perdiendo en pequeños enfrentamientos durante el invierno de 1915. Lord Kitchener inició la formación de un nuevo ejército (conocido popularmente como “New Model Army” o “Kitchener Army”), recurriendo a los voluntarios reclutados a lo largo de todo el Imperio, hasta conformar un ejército de grandes proporciones, más adecuado al tipo de guerra que confrontaban. Sin embargo, era necesario formar a los hombres para una guerra moderna, y las enormes pérdidas del ejército profesional (próximas al 80%, incluyendo un 90% de oficiales), obligaba a formar mandos superiores e intermedios, lo que requería un precioso tiempo del que apenas disponían.

En 1915 se formaron dos nuevos ejércitos británicos en Francia y Bélgica. El I Ejército caería bajo el mando de Sir Douglas Haig, con Sir John French manteniendo su rango de Jefe de la Fuerza Expedicionaria. Comenzaron a llegar tropas de los territorios, naciones y colonias del Imperio; canadienses, australianos, neozelandeses, hindúes, etc… formarían las fuerzas de primera línea mientras el ejército de Kitchener tomaba forma.

El famoso poster realizado para el reclutamiento.
El que aparece en la imagen es Lord Kitchener,
quién puso todo su compromiso en conformar
un nuevo ejército, más acorde a su tiempo.
El papel residual que el ejército británico jugaría en las ofensivas francesas a lo largo de 1915, con graves derrotas, como la sufrida en la batalla de Loos, un ataque de diversión en el que la obcecación del mando  llevó a sufrir muchas e innecesarias bajas, supuso el menoscabo del prestigio de Sir John French ante el gabinete británico. Kitchener, influenciado por las presiones a las que Haig y otros oficiales superiores le sometían, aprovecharía el enfrentamiento entre French y el jefe de estado mayor francés, Joseph Joffré, durante la Conferencia de Chantilly, donde se decidiría la estrategia de la Entente para 1916, para retirar el mando estratégico a Sir John French, sustituyéndole como Comandante de la Fuerza Expedicionaria por Sir Douglas Haig.

Kitchener nunca vería los resultados de su trabajo; el 5 de junio de 1916, embarcaba en un crucero acorazado británico, el HMS Hampshire, a fin de acudir a una reunión con el mando ruso en Arjanglesk. Cerca de las Islas Orcadas, el buque chocó con una mina y se hundió. Sólo sobrevivieron 12 de los 650 tripulantes y viajeros, y entre ellos no se encontraba Lord Kitchener. Su muerte sería una tragedia para el Imperio Británico, aunque su trabajo ya estaba hecho.

El Ejército de Kitchener se encontraba preparado; el BEF original ya era un vestigio de un pasado glorioso, y Haig se dispuso a utilizar su nuevo juguete en apoyo a las ofensivas aliadas de 1916, el que consideraban que sería el Año de la Victoria Final.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS. EL PLAN ALIADO:
Sir Douglas Haig (centro) y Joseph Joffré (derecha)
con Sir Pertab Singh (izquierda - cuerpo hindú)
Cuando el alto mando aliado decidió recuperar la iniciativa estratégica en 1916, tras los devastadores efectos que la falta de éxitos relevantes en el Frente Occidental había ocasionado sobre los aliados orientales de la Entente, lo hizo bajo la premisa que el peso estratégico en occidente debería recaer sobre el ejército francés, ya que Joffré y otros mandos franceses desconfiaban de la capacidad combativa del Nuevo Ejército Británico, el Ejército de Kitchener; compuesto principalmente por reclutas voluntarios con apenas unas semanas de entrenamiento, pero ninguna experiencia en combate, o soldados procedentes de los Territorios y Colonias del Imperio Británico, considerados por los franceses como soldados de segunda clase, indisciplinados y poco fiables, no parecía, a ojos franceses, ninguna garantía de éxito para encabezar un asalto.

Tras la Conferencia de Chantilly, donde se fijaron las bases para el nuevo tiempo estratégico para los ejércitos aliados, Sir John French, que había dirigido el BEF original y se había distinguido por una férrea defensa de la independencia de mando británico con respecto al mando general francés, fue reemplazado por el mucho más comedido Sir Douglas Haig.

Sir Douglas Haig. Comandante del BEF. 1916
Haig, a la sombra de Lord Kitchener, transigiría con que fuesen los franceses quienes llevasen el peso de los combates durante la siguiente ofensiva de verano. Sin embargo, la ofensiva alemana en Verdún, durante el invierno de 1916 lo iba a cambiar todo. El peso estratégico del Frente Occidental se desplazó hacia el sureste de Francia, y las enormes bajas asumidas por el ejército francés (más de 200.000 hombres habían perdido ya antes de las ofensivas alemanas de mayo), hacían inviable que fuese capaz de encabezar la prevista ofensiva de verano. Por tanto, Haig se encontró con que Joffré, comandante en jefe aliado, le entregaba el embrión de un plan que se ocuparía de desarrollar e implementar, bajo la consideración de una ofensiva masiva en la región de la Picardía, con su epicentro al norte del río Somme, asaltando en dirección a las ciudades ocupadas de Cambrai y Arras.

Ya en mayo, Haig había disminuido los requerimientos de tropas francesas para la ofensiva, incrementando los británicos. La falta de suficientes fuerzas para cumplir con los planes iniciales aliados, obligarían a Haig a redefinir los objetivos estratégicos de la ofensiva, convirtiendo la ofensiva general en limitada, y estableciendo el principal objetivo en atraer el mayor número posible de tropas alemanas al combate, en un intento por detener la ofensiva alemana en Verdun.

El plan de ataque incluía un prolongado bombardeo artillero sobre un área de unos 25 km de largo y cinco de profundidad. Tras cinco días de bombardero, se estallarían una serie de minas que habían sido cuidadosamente excavadas durante los meses previos, y que provocarían el hundimiento de las defensas alemanas de primera línea.  El primero de julio, el Tercer Ejército británico lanzaría un ataque de diversión en el área de Gommencourt, mientras que el Cuarto Ejército británico avanzaría para capturar unos 25 km2 de terreno, desde Mountaban a Serre.

Una vez logrado eliminar la primera línea, el Cuarto Ejército atacaría la segunda posición defensiva alemana, desde Pozières al Ancré, y desde Albert a lo largo de la carretera a Bapaume, hasta alcanzar la tercera línea defensiva más allá de Flers. La brecha sería aprovechada por el Ejército de Reserva para avanzar hacia el este y el norte, capturando la ciudad de Arrás.

El Sexto Ejército francés realizaría desde el primer día un ataque de apoyo en el sector de Foucaucourt, protegiendo el flanco derecho del avance del IV Ejército británico.

Sin embargo, los planes de Haig, modificados varias veces en el tiempo, apenas tenían en cuenta la consistencia de las defensas alemanas. Tras las batallas de otoño de 1915, la tercera línea de trincheras alemana había sido situada a unos 3 km de la línea inicial, siendo reforzada y replanteada para permitir que un rápido repliegue permitiese al enemigo caer en una emboscada de desenfiladas y campos de tiro cruzado. La artillería alemana también había sido reorganizada, convirtiéndose en un arma altamente eficiente, como Verdun estaba demostrando. El sistema telefónico que unía el frente con las baterías, permitía a los observadores asignados a las unidades de primera línea, solicitar apoyo defensivo y obtenerlo en pocos minutos. Ambas situaciones resultarían decisivas en lo que estaba por llegar.

LA OFENSIVA DEL SOMME: OPERACIONES PRELIMINARES:
Mapa de referencia. Los colores indican el terreno ganado
tras cada una de las batallas que compusieron la ofensiva.
Recomiendo consultar este mapa cuando hablemos de cada
una de ellas (nota del autor).
Siempre había un río. Durante la Primera Guerra Mundial, los ríos conformaban las líneas de defensa preferidas, los accidentes de terreno sobre los cuales se apoyaban las construcciones defensivas, dificultando, más si cabe, el avance de los enemigos. El río Somme no sería uno más de los ríos que tendrían nombre propio; el Somme estaría por encima del Isonzo, el Strypa, el Aisne o el Marne. Y es que junto a sus orillas se vivirían desde el 24 de junio de 1916, algunos de los más terribles episodios que la Humanidad haya conocido a lo largo de la Historia.

Fue ese mismo día, al amanecer del 24 de junio, cuando todas las baterías francesas y británicas de los ejércitos III y IV del Imperio Británico y VI Ejército Francés, abrieron fuego simultáneamente sobre la primera línea de defensa alemana en el área de los ríos Somme y Ancré. Las trincheras alemanas parecieron desaparecer bajo el incesante fuego artillero, que se prolongaría a lo largo de ocho días, en lugar de los previstos cinco, por el temor del comandante de la fuerza de asalto principal, el General Henry Rawlison, sobre que las posiciones saturadas no fuesen destruidas y sus hombres fuesen masacrados al avanzar.

Una montaña de vainas de proyectiles de artillería dan
testimonio del brutal bombardeo preliminar. Somme.
Un total de 1.537 cañones dispararon sin descanso 1.700.000 proyectiles en esos primeros ocho días. Además de quebrar las defensas enemigas y destruir las posiciones fuertes, el bombardeo debía cumplir la premisa de cubrir las fases finales del despliegue ofensivo aliado.

La apertura de la Ofensiva del Somme vería la resurrección de uno de los más antiguos sistemas utilizados para la conquista de fortalezas durante un asedio, vestida como una innovación táctica de última generación. Los ingenieros reales británicos perfeccionaron el sistema de minado (proceso de excavación de túneles y su llenado con dinamita o explosivos, para derrumbar las defensas sobre el túnel), usado desde siglos atrás para hacer caer las murallas y puntos fuertes de fortalezas asediadas, elevándola al nivel de una Guerra Moderna; y es que la Primera Guerra Mundial, desde que el Frente Occidental se volvió estático, en el otoño de 1914, y se construyó el sistema defensivo que componían las trincheras, se había convertido en una suerte de combate de asedio, donde la artillería valía más que el valor de los hombres.

Por tanto, desde fecha tan temprana como noviembre de 1915, comenzaron a excavarse una serie de túneles en dirección a las posiciones alemanas, a lo largo de todo el sector del frente británico, desde el Somme hasta Yprés. En el sector del río Somme, los ingenieros alemanes habían llegado a la misma conclusión que los ingenieros reales británicos; aunque la construcción de sus minas no contó con el mismo entusiasmo que las británicas, si que iniciaron una guerra oscura, sucia y escondida, en estrechos corredores bajo tierra; una lucha de mina contra mina, en la que muchos soldados de ambos bandos morirían sepultados antes que una sola de ellas pudiese estar terminada.

La famosa imagen de la explosión de la Mina Hawtorn Ridge
filmada por Geoffrey Malins el 1 de julio de 1916.
A pesar de algunos contratiempos, la construcción de las minas británicas continúo a buen ritmo, encontrándose prácticamente acabadas cuando se iniciaron los bombardeos. Las mayores, como la de Lochnagar, al sur de La Boisselle, quedarían finalizadas en corto tiempo, y estarían preparadas para ser detonadas diez minutos antes que la infantería británica comenzase el asalto.

En total se construirían diecinueve minas de diversos tamaños; desde la enorme mina Lochnagar, que contenía 27 toneladas de explosivos, hasta minas mucho más pequeñas, con apenas dos o tres toneladas, ubicadas en sectores como Mametz o Fricourt.


Las minas serían detonadas el 1 de julio de 1916, el día de la apertura de la ofensiva. Famosa sería la detonación de la mina de Hawtorn Ridge, filmada para los anales por el cinematógrafo británico Geoffrey Malins. Las minas detonarían de forma sucesiva, siendo la de Hawtorn Ridge la primera de ellas (07:20 h, matando aproximadamente a unos treinta soldados alemanes), seguida por la enorme explosión de la Mina Lochnagar (07:28) que abriría un gigantesco cráter de 120 metros en las defensas alemanas. Inmediatamente después, detonaron el resto de minas del frente, con diferentes resultados (alguna ni siquiera llegó a explotar), siendo la última la ubicada en Point Kasino.

El frente alemán pareció levantarse del suelo para luego volver a caer, al verse sacudido por las gigantescas explosiones, que saturarían y destruirían gran parte de sus defensas. Inmediatamente después, un huracán de fuego desencadenado por las baterías británicas, saturó nuevamente las líneas de comunicación alemanas, en un intento de retener a sus refuerzos, y la infantería aliada salió de sus trincheras para el asalto. Comenzaba la Ofensiva del Somme; y se iniciaba el peor día en la Historia del Imperio Británico.

LA OFENSIVA DEL SOMME. 1 DE JULIO DE 1916. EL PEOR DÍA DE LA HISTORIA BRITÁNICA:
Mapa con el despliegue inicial, reflejando el terreno ganado en cada una de las tres fases de la ofensiva.
Cuando el primer día de julio de 1916 estalló la primera de las minas, los soldados que esperaban en sus trincheras la señal para lanzarse al asalto de las líneas alemanas, desconocían que acababan de abrirse para ellos las Puertas al Infierno, ya que el 1 de julio de 1916 sería muchas cosas: el primer día de la batalla de Albert, el primer día de la Ofensiva del Somme, el primero de los 141 días que duraría la ofensiva de Haig en la Picardía, y sería, sobre todo, el peor día de la Historia Militar británica.

Para narrar lo ocurrido en el frente aquel primer día, recurriremos a una visión general del campo de batalla, comenzando con los franceses, ubicados al sur del río Somme en su mayoría, y continuando con el cuerpo principal de asalto, el IV Ejército, desplegado en el centro, para finalizar con el III Ejército, desplegado al norte, en el área de Gommencourt.

Al sur del asalto principal, con el objetivo de cubrir el flanco derecho del asalto británico, barriendo a los defensores alemanes y estableciendo una línea fuerte de defensa que impidiese los ataques al flanco, se encontraba el VI Ejército francés. Dirigido por el General Fayolle, el VI atacaría en un amplio sector, con sólo uno de sus tres cuerpos de ejército ubicado al norte del río.

Artillería pesada en acción.
Los cuerpos de ejército XXXV y el I Colonial atacaron el área al sur del río Somme, donde el comandante del 2.º Ejército alemán, el General von Below, había evaluado como menos probable un ataque; la consecuencia era un sector ligeramente defendido, donde las dos divisiones que lo guardaban, la 61.ª y la 121.ª, se encontraban muy extendidas y con pocas unidades ubicadas en la primera línea. Aunque el bombardeo de los días previos no había causado graves daños, el retraso en el ataque de las fuerzas ubicadas al sur del río Somme, que iniciarían su asalto hacia las nueve de la mañana, cogió a los alemanes reubicando sus fuerzas para reforzar a las unidades que, más al norte, llevaban combatiendo desde las 07:30. El bombardeo previo al asalto trituró a los alemanes moviéndose a lo largo de sus trincheras de comunicación, destruyendo buena parte de las posiciones fortificadas que no habían sido saturadas los días previos. El avance de la infantería francesa sorprendió a los alemanes entre las poblaciones de Fay y Frise, siendo arrollados y dejando numerosos prisioneros, aun aturdidos por las bombas, en manos francesas. En Frise, alcanzado a media mañana por tropas marroquíes del I Cuerpo Colonial, la batalla fue algo más intensa, pero al mediodía ya había sido tomada la primera línea alemana y ambos cuerpos apuntaban hacia Assevillers, en la segunda línea. En este punto fue cuando las dos divisiones alemanas del sector empezaron a reaccionar, acumulando reservas frente a la ciudadela, esperando el asalto frontal del XXXV Cuerpo. Sin embargo, la ruptura del I Colonial en Frise les sorprendió, tomando de flanco al 60.ª Regimiento alemán, que huyó para evitar ser copado. A las 16:30 horas, los coloniales franceses ya habían penetrado profundamente las defensas alemanas, apuntando ya la tercera línea de trincheras. El asalto de la misma se inició poco después, en Herbecourt, donde los alemanes ya consiguieron aguantar el ímpetu de las tropas marroquíes, quienes, aun habiendo ganado más o menos la mitad de la población, acabarían el día siendo rechazados tras un violento contraataque alemán, fuertemente apoyado por artillería. Las fuerzas francesas al sur del Somme habían conseguido, al acabar el primer día, un éxito muy notable, capturando cerca de 4.500 prisioneros alemanes, con bajas muy moderadas.

Tropas francesas asaltan una posición alemana.
En la orilla norte del Somme, protegiendo el flanco derecho del avance británico, se encontraba el XX Cuerpo francés. Su asalto se iniciaría hacia las 07:30 de la mañana, avanzando en paralelo al ataque principal. Justo delante de las trincheras francesas, se ubicaba un bastión defensivo alemán, conocido como Bois Y, situado al noroeste de Curlu. El Bois Y disponía de posiciones de ametralladoras bien protegidas, y trincheras avanzadas que las guarnecían, convirtiéndolo en un objetivo difícil de conquistar. Sin embargo, cuando la infantería francesa avanzó, apenas encontró oposición; el fuego de preparación despachado por la artillería francesa en las horas previas, había triturado las posiciones fuertes alemanas, y obligado a la infantería a buscar refugio, siendo sorprendidos por los franceses cuando intentaban volver a ocupar sus posiciones defensivas. La mayor parte de los defensores fueron muertos o capturados, salvo los hombres del 6.º Regimiento de Infantería Bávaro, que consiguió articular con sus cerca de 2.000 hombres, una línea de defensa entre Bois Favière y la población de Curlu. Tras rechazar a la infantería de la 11.ª División francesa, fueron sometidos a un intenso fuego artillero que, tras siete horas, les obligó a abandonar sus posiciones, retirándose hacia la amenazada posición alemana en Montauban. Sorprendidos en su movimiento por las fuerzas británicas que avanzaban en el flanco izquierdo del XX Cuerpo, el regimiento alemán fue virtualmente aniquilado, dejando a 1.809 de sus hombres tendidos en el terreno, muertos o heridos. Curlú acabaría siendo conquistada al atardecer por la 11.ª división francesa, aunque el XX Cuerpo no podría explotar este éxito ante la catástrofe que estaban sufriendo sus aliados más al norte. El XX Cuerpo capturaría más de 2.500 prisioneros alemanes, sufriendo bajas moderadas.

La principal unidad de asalto en el plan diseñado por Haig, era el IV Ejército. Mandado por el Teniente General Sir Henry Rawlison, comprometía una enorme fuerza de choque que contabilizaba los cuerpos III, VIII, X, XIII y XV, compuestos por once divisiones y una fuerza total 120.000 hombres, que se lanzarían al asalto de las posiciones alemanas a lo largo de un frente de unos 15 kilómetros de extensión, desde Montauban hasta Thiepval.

El XIII Cuerpo componía el flanco sur del despliegue, y debía atacar Montauban, apoyado en su flanco por el XX Cuerpo francés. Las dos divisiones del XIII Cuerpo, la 30.ª (New Army) y la 18.ª, avanzaron hacia sus objetivos cubiertos por una barrera de artillería que se demostraría altamente efectiva, al triturar las posiciones de la 12.ª división de Reserva alemana. El avance británico consiguió tomar las posiciones alemanas de primera línea a pesar de la terca resistencia que la infantería enemiga opuso en el área entre Bernafay y el Bois de Trônes. Hacia el mediodía, los alemanes no pudieron contener más la presión y se vieron obligados a retirarse hacia la segunda línea de trincheras. Reuniendo todos los hombres disponibles, incluyendo a los cocineros y administrativos de la división, la infantería alemana contraatacó en toda la línea, en un intento de contener el avance británico; desde Montauban a Mametz rugieron los combates durante horas, mientras miles de hombres de ambos bandos sucumbían en la intensidad de la batalla. A medianoche del día primero de julio, los británicos apenas habían conseguido ganancias territoriales adicionales, y los alemanes conseguían mantener sus posiciones entorno a Mametz. Las bajas habían sido terribles para ambos bandos; las dos divisiones británicas habían perdido más de 3.000 hombres cada una, un 30% de bajas, un porcentaje que, por si mismo, habría detenido cualquier ofensiva. Pero quedaba por conocer lo peor.

Nido de ametralladora MG8 Schmeiser alemán. Somme 1916
Al norte del XIII Cuerpo se encontraba el XV, que tenía el objetivo de atacar entre Mametz y Fricourt. Mametz sería asaltada por la 7.ª división de infantería, cuyas líneas se encontraban a menos de 200 metros de distancia de las alemanas. A pesar de avanzar bajo la cobertura de la artillería, y de sufrir escasas bajas al cruzar la tierra de nadie, la dureza de la posición, situada en una colina arbolada de unos 600 metros de altura, provocó que las bajas se incrementasen rápidamente. La población de Mametz sería conquistada tras numerosos asaltos desde todos los lados; aunque los defensores (28.ª división de Reserva alemana) rechazarían numerosos intentos por el norte y el oeste, el área oriental sería tomada y, tras un feroz bombardeo, la resistencia se quebraría. En el flanco oeste, la 20.ª Brigada sufriría graves pérdidas presionando entre el Bois de Mametz y el arroyo Willow, consiguiendo flanquear Fricourt, aunque no lograría ningún objetivo adicional. Estas pequeñas ganancias le habían costado a la 7.ª división 3.380 hombres.

Después de la batalla. Búsqueda de cartas entre las
mochilas personales de los británicos caídos.
Poco más al norte, atacó la 21.ª división del XV Cuerpo, con objetivo fijado en conquistar la población de Fricourt. Mientras la 7.ª avanzaba por el sur de la población hacia el arroyo Willow, la 21.ª evitó el asalto frontal y trató de rodearla desde el norte, atacando el bosque de Fricourt. Bajo la cobertura de la nube de polvo generada por la voladura de la mina conocida como la Triple Tambour, consiguieron alcanzar, a pesar de la terca oposición alemana, la retaguardia de Fricourt, mientras la 17.ª división británica fijaba a los defensores con amagos de asalto frontal. El avance, en cualquier caso, estaba resultando extremadamente costoso para las armas británicas. El 10.º Regimiento del Oeste del Condado de York (West Yorkshire) sufrió la más alta tasa de bajas de todo el asalto, al acumular más de 700 hombres perdidos de un total de 1.000. Las tropas alemanas, pertenecientes al 111.º Regimiento de Reserva, habían resultado duramente golpeadas por el bombardeo preliminar británico, pero aun así estaban presentando una fiera resistencia, bloqueando los pasos hacia Contalmaison. Aun así, la pérdida de Mametz a manos de la 7.ª división británica, hizo inviable el sostenimiento de Fricourt, que sería abandonada por la noche. Fricourt sería ocupada por la 17.ª división en la mañana del 2 de julio, sin ninguna oposición. Su conquista les había costado 1.155 hombres a la 17.ª división y 4.256 a la 21.ª.

Preparados para avanzar. Primero de julio de 1916.
Cuanto más al norte del Somme, cuanto más cerca de la carretera de Bapaume a Albert, más dura era la resistencia alemana y mayores las bajas británicas. Al III Cuerpo le correspondió el deber de asaltar la carretera de Bapaume a Albert y las poblaciones de Ovillers y La Boisselle. La 34.º División (New Army), atacó a lo largo de la carretera bajo la cobertura del estallido de las dos mayores minas de la ofensiva, a ambos flancos de la población de La Boisselle. Al sur, tras el estallido de la Mina de Lochnagar, la infantería británica avanzó hasta el enorme cráter, donde fueron obligados a refugiarse ante el intenso fuego alemán. La Brigada Escocesa asaltó directamente La Boisselle, mientras la Brigada Irlandesa avanzó para capturar un segundo objetivo entre Contalmaison y Poziéres. La defensa alemana, fijada por el 110.º Regimiento de Reserva, fue triturada por las minas y las bombas de la artillería, permitiendo a la infantería británica avanzar en profundidad 3.500 metros, capturando numerosos enemigos y alcanzando la segunda línea alemana. La mina Y Sap, situada al norte de La Boisselle apenas causó daños, aunque tampoco supuso inconveniente ante la gran penetración británica. Sin embargo, el fuego de desenfilada alemán se cobró un gran sacrificio humano en la 34.º división, que perdió más de 6.000 hombres aquel día (cerca del 60% de su tropa, las peores bajas del primer día de asalto).

Punto fuerte alemán conquistado tras los combates.
La 8.ª división del III Cuerpo atacó al norte de la carretera de Albert a Bapaume, subiendo el risco de Ovillers. La división había avanzado más de 500 metros en tierra de nadie, y se dirigía hacia las trincheras alemanas, cuando todo a su alrededor se volvió una tormenta de fuego. Su línea de avance hacia las líneas alemanas corría a lo largo del que sería conocido como el “Valle del Puré” (Mash Valley), a la vista de los cañones alemanes situados en La Boisselle, al sur, Ovillers al frente, y el risco de Thiepval al norte. La 23.ª brigada de la división avanzaba por el valle para ser engullida por el torbellino de fuego; tan sólo 200 hombres alcanzaron las posiciones alemanas en Ovillers, que consiguieron mantener hasta que fueron desalojados a las 09:15 h. Las otras dos brigadas consiguieron alcanzar la segunda y tercera línea de trincheras alemanas, siempre bajo una tormenta de fuego. La artillería alemana impidió la llegada de refuerzos británicos. Era obvio que la coordinación entre la infantería y la artillería pesada había fallado, y la mayor parte de las posiciones fuertes alemanas estaban intactas.

Ovillers estaba defendido por el 180.º Regimiento alemán, que había sufrido menos de 200 bajas durante el bombardeo, y aunque muchas de sus posiciones si habían resultado dañadas, pudo contener el avance británico, causando 5.000 bajas a la 8.ª división, a cambio de un total propio de 280.

Al X Cuerpo le correspondió el deber de subir el Risco de Thiepval y atacar el Reducto Leipzig. El saliente y la población de Thiepval fueron asaltadas por la 32.ª división (New Army). Las tropas escocesas de la división, los conocidos como los Comerciales de Glasgow, comenzaron su avance a las 07:23 h., a través de la tierra de nadie, hasta situarse a menos de treinta metros de las líneas alemanas, arrojándose al asalto a bayoneta calada del punto fuerte conocido como el Reducto Leipzig. A pesar de la oposición de la guarnición alemana, consiguieron conquistarlo en pocos minutos. Sin embargo, todos los intentos por explotar este gran éxito, fueron en vano, y las ametralladoras alemanas situadas en el Wunderwerk, una segunda posición defensiva, segaron la vida de cuanto escocés intentó abandonar el reducto.

La captura del Reducto Leipzig fue el único éxito permanente cosechado en el sector norte. La 49.ª división, situada como reserva del cuerpo, fue enviada a media mañana a apoyar a la 32.ª, aun cuando su comandante, el Mayor-General Rycroft, consideraba más adecuado apoyar los éxitos logrados por la 36.ª división, más al norte. La brigada 146.ª de la 49.ª atacó directamente Thiepval, justo antes que las presiones de Rycroft surtiesen efecto, enviando el resto de sus unidades en apoyo de la 36.ª. La 146.ª brigada se enfrentó a las ametralladoras del regimiento alemán de reserva nº 99, que emergieron de los cráteres de las bombas y de los sótanos de las casa derruidas de Thiepval tan pronto como los británicos iniciaron el asalto. La 32.ª división sufrió casi 4.000 bajas el primer día. La 49.ª casi 600.

La 36.ª división del Ulster llega al frente del Somme.
Las tropas irlandesas sufrirán un duro castigo el 1 de julio.
La 36.ª división del X cuerpo atacó entre Thiepval y el río Ancre, contra el Reducto Schwaben, obteniendo una espectacular Victoria. El bombardeo artillero preliminar, apoyado por baterías francesas que dispararon proyectiles de gas fosgeno, fue altamente exitoso. La infantería pudo atravesar la tierra de nadie sin ser molestada y asaltar las posiciones alemanas sin oposición; sin embargo, la derrota de las divisiones atacantes vecinas dejo el flanco derecho de la 36ª expuesto a los contraataques alemanes. La artillería alemana comenzó a bombardear la tierra de nadie, aislando a los británicos de posibles refuerzos. Aun así, continuaron avanzando hacia la segunda línea alemana, aunque los constantes contraataques alemanes les obligarían a retroceder hacia sus primeras conquistas al atardecer. Las fuerzas alemanas, compuestas por los regimientos de Reserva nº 99 y el 8º de Reserva bávara, sufrieron graves bajas, aunque recuperaron posiciones relevantes en el curso de sus contraataques. La 36.ª división sufrió aquel día más de 5.000 bajas.

Soldados del 2.º batallón, Seaforth Highlanders, aguardan
la orden de asalto el 1 de julio 1916. 29.ª división.
Al norte de la 36.ª división se desplegó la 29.ª, perteneciente al VIII Cuerpo. Veterana de la batalla de Gallipolli, su ataque era de los mejor planeados, pensando que había sido el sector elegido para que los cinematógrafos filmasen el asalto. A las 07:20 estalló la mina bajo Hawthorn Ridge, demoliendo con sus 18 toneladas de explosivos las posiciones alemanas (119 Regimiento de Infantería de Reserva) y abriendo un enorme cráter más allá de la tierra de nadie. Dos de las brigadas de la división avanzaron, pero su cuidado ataque fracaso cuando los alemanes volvieron a ocupar el cráter antes que los británicos llegasen al mismo. Cogidos por el fuego cruzado desde Redan Ridge y de la artillería alemana, los británicos fueron segados como el trigo. Para empeorar la situación, el comandante de la división, el General Mayor De Lisle, confundió unas señales luminosas y pensó que sus tropas habían abierto brecha en las líneas alemanas. La 88.ª brigada, situada en reserva, avanzó, con el 1.º regimiento de Newfoundland a la cabeza. Heroicamente, sorteando los cientos de cuerpos de sus compañeros esparcidos por el terreno, avanzaron por la tierra de nadie, en dirección a Beaumont Hamel, siendo masacrados por las armas ligeras alemanas. El 1.º Regimiento de Newfoundland sufrió más de 700 bajas, un 91% de su tropa y oficiales. La 29.ª división sufrió más de 5.000 bajas.

Soldados del 1.º Regimiento de Newfoundland. La mayoría
de ellos encontraría la muerte el 1 de julio de 1916.
Al norte, la cuarta división del VIII cuerpo atacó entre Serré y Beaumont-Hamel, conquistando rápidamente la posición conocida como “Heidenkopf”(el Cuadrilátero), pero fue incapaz de explotar este éxito, ante el fallo de las divisiones que atacaban en sus flancos, lo que les exponía a los ataques alemanes. El fuego cruzado y los decididos contraataques alemanes a los que la división se enfrentó, la hizo pegarse al terreno, imposibilitando cualquier avance. El día siguiente, dos de julio, los contraataques alemanes empujaron a la 4.ª división a sus posiciones de partida, dejando sobre el terreno a 4.700 hombres. La 31.ª división (New Army), compuesta por los conocidos como batallones de Pals (batallones de familiares, amigos y vecinos, alistados voluntariamente bajo la premisa de servir junto a sus amigos), avanzó para capturar Serré, girando posteriormente para conformar el flanco norte del IV Ejercito. La división avanzó colina arriba, expuesta al fuego de las armas ligeras alemanas, quienes realizaron 74.000 disparos que impidieron el avance británico. Pequeños grupos de soldados de los Batallones de Accrington y de la Ciudad de Sheffield, intentaron cruzar la tierra de nadie y alcanzar Serré, pero tras avanzar 2 km cuesta arriba, fueron aislados por el fuego alemán; los que no murieron fueron capturados. La unidad que los confrontaba, el 121.º regimiento de reserva, aunque había perdido unos cincuenta hombres cuando estalló la mina del Reducto Hawthorn, quedó prácticamente intacto por el bombardeo británico. Los alemanes en el sector apenas habían perdido 700 hombres. La 31.ª división sufrió 3.600 bajas.

El III Ejercito, mandado por el general Edmund Allenby, tenía la función de apoyar el asalto principal, montando un ataque de diversión sobre el saliente de Gommecourt, al norte de la línea de despliegue aliada. En este área, las trincheras alemanas se curvaban formando un saliente entorno a un château, lo que permitía a los británicos organizar un ataque de doble envolvimiento, que lograse capturar la guarnición sin sufrir muchas bajas. El trabajo fue encomendado a la 56.ª división del VII cuerpo, que inició su movimiento hacia las siete y media de la mañana, consiguiendo rápidamente parte de sus objetivos, capturando las primeras tres líneas de trincheras alemanas. La 46.ª división empujó a los defensores con un ataque frontal, antes de recibir un intenso bombardeo alemán que imposibilitó reforzar las posiciones conquistadas, obligando a los supervivientes a retirarse al atardecer del primer día. Las tropas alemanas del sector sufrieron unas 1.100 bajas, mientras que la 56.ª alcanzó las 2.000 y la 46.ª superó las 4.000.

Muertos tras el primer día de ofensiva.
Pocas unidades consiguieron cumplir con sus objetivos para el primer día de la ofensiva. Sin tener en cuenta los avances franceses al sur del Somme, el IV Ejército británico del General Rawlison apenas si había logrado avanzar unos cientos de metros, con un gigantesco coste humano, que convertirían la jornada del 1 de julio de 1916 en el peor día en la historia de las armas británicas. El IV Ejército y el VII Cuerpo del III Ejército del General Allenby, acumularon 57.470 bajas, incluyendo casi 19.240 muertos y unos 3.000 desparecidos. Los franceses sufrieron mucho menos, contando con tan sólo 1.940 bajas para conseguir unos resultados bastante significativos. Las fuerzas del 2.º Ejército alemán acumularon 20.790 bajas (según estudios recientes), aunque cuentan las fuerzas perdidas por el bombardeo preliminar aliado y las perdidas en el curso del primer día; con seguridad, los alemanes sufrieron 6.226 muertos y heridos, y 12.642 prisioneros o desaparecidos.

Por tanto, aquel día de julio de 1916, cayeron más de 70.000 hombres en los campos de la Picardía, una carnicería sin parangón en la Historia y que daría paso a 140 días de matanza.

PRIMERA FASE DE LA OFENSIVA ALIADA. LAS BATALLAS DE ALBERT, BAZENTIN RIDGE Y FROMELLES (1-20 JULIO):
El horror sufrido durante el primer día de batalla no fue más que el movimiento de apertura de la que será denominada como la batalla de Albert. A pesar del gigantesco peso de las bajas británicas, los jefes militares aun tardaron varios días en darse cuenta de la gravedad del golpe sufrido, presionando sobre los comandantes de unidad y cursando órdenes de forma constante para que los cuerpos aliados mantuviesen, de forma suicida, la ofensiva.

El inicio de la ofensiva sólo había dejado muerte por doquier.
Haig, en sus planes previos al ataque general, había establecido que romper la primera línea alemana y alcanzar los objetivos tácticos asignados al IV Ejército, les costaría a las unidades implicadas entre un 20 y un 25% de bajas, estimaciones que, como ya hemos visto, serían sobrepasadas por mucho sólo el primer día; sobre sus mapas de estado mayor, los mandos tácticos le habían indicado avances reales que, especialmente en el área situada al norte de la carretera de Bapaume a Albert, acabarían siendo perdidos a las pocas horas de su conquista, ante la crítica falta de refuerzos y la sangría de las divisiones de primera línea. Desconocía la situación real de sus unidades de combate, su ubicación y sus pérdidas. Para el día 3 de julio, las primeras noticias reales sobre la gigantesca carnicería sufrida por las divisiones británicas en el asalto del día 1 de julio, comenzaron a llegar al Alto Mando. El General Hubert Gough, comandante del Ejército de Reserva, recibió el día 2 de julio órdenes de avanzar su puesto y tomar el control del asalto en el sector de los Cuerpos VIII y X; tras una breve visita a los mismos, Gough envió un informe a Rawlison explicándole que el avance era imposible, y que sus tropas no podían ni llegar a la primera línea propia, al encontrarse las trincheras de comunicación del VIII Cuerpo plagadas de cadáveres y heridos a los que había que ayudar, y las de X Cuerpo no se encontraban en mucho mejores condiciones.

Estos graves informes alarmaron a Rawlison, que mantenía un gran desconocimiento de la verdadera situación en que se encontraban sus exhaustas tropas; donde el creía que había importantes avances y bajas moderadas, la realidad es que existían divisiones que apenas habían conseguido avanzar unas decenas de metros, en el mejor de los casos, y que sus fuerzas habían sufrido cerca del 50% de bajas en un solo día. Con urgencia, convocó una reunión con Douglas Haig, que quedaría impactado al conocer las noticias que Gough, quién acompañaba a Rawlison, le transmitió. El mismo 3 de julio, Haig se reunió con el comandante en jefe de los ejércitos aliados, el General francés Joseph Joffré, al que comunicó la necesidad de paralizar la ofensiva al norte de la carretera de Bapaume a Albert, ante la imposibilidad de cubrir las bajas sufridas con la suficiente celeridad; aconsejaba concentrarse en explotar los éxitos cosechados en esos primeros días por las fuerzas francesas y británicas al sur de la carretera y en la orilla sur del Somme. A Joffré no le gustó nada la idea, ya que la ofensiva alemana en Verdún aun consumía miles de soldados franceses cada día, y la perspectiva de encabezar las operaciones aliadas también en la Picardía se le hacía difícil de asimilar; sin embargo, a regañadientes, y ante la perspectiva de tener que paralizar completamente las operaciones en el sector, aceptó el cambio de estrategia de Haig.

Trincheras alemanas capturadas por los franceses son
examinadas por oficiales del VI Ejército.
El Sexto Ejército Francés, dirigido por el General Fayolle, y que había conseguido importantes éxitos en su sector durante el primer día, siguió presionando hacia el este, a lo largo de la llanura de Flaucourt, en la orilla sur del río Somme. Al atardecer del tercer día de batalla, conseguía conquistar la población de Flaucourt, a la que seguirían Belloy-en-Santerre y Feullières el día 4. Sus avances hacia la tercera línea alemana continuaron, enfrentado a una oposición alemana que se hacía más encarnicada cuanto más penetraban en el sistema defensivo, lo que terminaría deteniendo por completo el avance francés; aun así, el 10 de julio consiguieron alcanzar y atacar la tercera línea alemana en Péronne. Los refuerzos alemanes, permitieron derrotar a los franceses en Barleux, lo que daría por finalizada la primera fase de la ofensiva en el sector francés del sur del río.

Al norte de la línea de asalto francesa, el XX Cuerpo francés recibió la orden de consolidar sus ganancias, a la espera que el IV Ejército británico fuese capaz de avanzar hasta su posición. Aun así, mantuvo una línea de avance en dirección a Hem, localidad que conquistaría el 5 de julio; sin embargo, los intensos contraataques alemanes sufridos durante los días 6 y 7 de julio obligaron a las tropas francesas a abandonar sus recientes conquistas. A partir del 8 de julio compartiría operaciones con los británicos, intentando avanzar a lo largo de la difícil zona ubicada entre Hardecourt y Bois Trônes, sin excesivo éxito.

Sanitario alemán atiende a los heridos en el área de Bazentin.
Los ataques del IV Ejército en la zona al sur de la carretera de Bapaume a Albert se iniciaron el 3 de julio. El área estaba realmente congestionada por la acumulación de tropas (concentraron cuatro cuerpos en el sector) y bajas que regresaban del frente, complicando la coordinación entre las diferentes unidades para el asalto. Aun así, los avances comenzaron pronto, ya que para el 4 de julio cayeron La Boisselle, Bernafay y Bois Caterpillar. Mucho más duro sería el asalto sobre los bois de Mametz y Trônes, que al igual que Contalmaison no serían controlados por las fuerzas británicas hasta el final de la batalla de Albert, el 14 de julio, justo cuando se iniciaba la siguiente fase de la ofensiva, con el asalto generalizado sobre el Risco de Bazentin. Durante la batalla de Albert, aun conociendo la gigantesca dimensión de las bajas sufridas por el IV Ejército, las unidades británicas realizaron 85 acciones de asalto adicionales sobre las posiciones alemanas, cuyos refuerzos comenzaban a llegar de forma continuada, permitiéndoles reponer rápidamente las pérdidas sufridas durante el primer día. Dichos asaltos carecían de coordinación adecuada con la artillería, lo que permitiría a los alemanes concentrar sus tropas en repeler un asalto concreto, redistribuyéndolas posteriormente para defender otros puntos del sistema defensivo.

Estos acontecimientos harían que las bajas británicas fuesen creciendo en esas dos primeras semanas de ofensiva, no a los terribles niveles del 1 de julio, pero si de forma constante, causando que las unidades británicas de primera línea acumulasen entre el 1 y el 13 de julio cerca de 85.000 bajas; en comparación, los alemanes registraban a fecha del 11 de julio un total de 40.000 bajas. El efecto más positivo de la batalla de Albert fue el atraer los refuerzos alemanes a la zona, impidiendo que reforzasen el frente de Verdún, donde la ofensiva alemana de primeros de julio amenazaba con conquistar Fort Souville; la falta de municiones y de refuerzos acabaría provocando el fallo alemán en su asalto sobre el fuerte, el 12 de julio. Falkenhayn, preocupado por la entidad de la ofensiva británica en el Somme, suspendería las operaciones ofensivas en el frente de Verdún, dando cierto sentido a la gigantesca carnicería sufrida en estas dos primeras semanas por los soldados británicos.

A partir del día 14 de julio, el IV Ejército puso el énfasis en atacar nuevamente las difíciles y escarpadas posiciones al sur de la carretera de Bapaume a Albert, asaltando las defensas alemanas ubicadas entre Ginchy y Guillemont, a lo largo de la cresta del risco al noroeste de Pozières. El objetivo sería la conquista de las poblaciones de Bazentin Le Petit y Bazentin Le Grand, así como de Longueval. La posición era extremadamente difícil, ubicada sobre un risco pronunciado, un desafío para unidades que habían sido duramente golpeadas apenas un par de semanas antes.

Soldados de la Guardia Galesa.
Disponiendo a cuatro divisiones en un frente de poco más de 5 km de extensión, se inició en la madrugada del día 14, aprovechando la cobertura de la noche, un violento fuego de artillería que apenas duró cinco minutos. La cortedad del bombardeo, y la buena coordinación con el avance de la infantería, permitió a los británicos situarse frente a las trincheras alemanas antes que sus defensores las hubiesen ocupado de nuevo. Tras violentos combates a la bayoneta, la mayor parte de los objetivos serían alcanzados, y muchos de ellos capturados. Sin embargo, y a pesar que los alemanes renunciaron a la línea de defensa del risco de Bazentin, las fuerzas británicas, muy dañadas por los combates y con líneas de comunicación muy precarias, repletas de hombres heridos y muertos, no fueron capaces de explotar dicha retirada. Aun así, la posición de las defensas alemanas en el sector sur de la carretera de Baupame a Albert se encontaban enfrentadas a una posición extremadamente comprometida.

Para cubrir estas operaciones, Haig decidió organizar una operación subsidiaria, que obligase a los alemanes a llevar sus refuerzos a un punto alejado del frente del Somme, lo que favorecería el éxito de las operaciones posteriores. En uno de los mayores fiascos de la guerra, decidió lanzar algunas de sus unidades en un sector situado a 80 km al sur del Somme, en un área que consideraba fácil de penetrar, debido a la supuesta debilidad de las defensas alemanas del sector. El ataque en Fromelles fue realizado sin una adecuada preparación e información, carecía de apoyo artillero suficiente y sería realizada por tropas sin experiencia en la guerra de trincheras; además, la definciente inteligencia militar en la zona no había evaluado correctamente las unidades que el VI Ejército alemán disponía en la misma, por lo que la desproporción de fuerzas a favor de los defensores sería de 2:1, convirtiendo el ataque en un auténtico suicidio.

Camilleros Australianos trabajan en el frente de Fromelles.
Aun así, el 18 de julio las fuerzas expedicionarias australianas avanzaron, entusiastamente, hacia las trincheras alemanas, siendo recibidas por una tormenta de fuego. El ataque continuaría infructuosamente durante todo el día, y se insistiría varias veces hasta la suspensión de la operación el 20 de julio. El ataque confundió a Falkenhayn, quién había suspendido la ofensiva en Verdun apenas una semana antes, para transferir los refuerzos destinados originalmente a este frente, en dirección el Somme. El ataque le hizo suponer que los británicos estaban iniciando una operación a gran escala contra el VI Ejército alemán, poniendo en duda si debía enviar sus refuerzos con tanta celeridad al Somme; sin embargo, el día 19 de julio sería obvio, tras el desastroso avance británico en Fromelles, que los refuerzos deberían despacharse hacia su destino original. El día 20 de julio, el Cuerpo de Guardias de la Reserva, era retirado del frente de Fromelles y desviado hacia el Somme.

En apenas 24 horas de asalto continuado, la 5.ª división australiana, que había encabezado el ataque, sufriría 5.533 bajas, más del 50% de su tropa; las bajas totales británicas en esos dos días fueros de 7.080 hombres muertos o heridos, por menos de 2.000 alemanes. Una vez más, un avance británico no había servido para nada, más que engordar la tarifa de sangre que la carnicería se cobraba cada día.

SEGUNDA FASE DE LA OFENSIVA ALIADA. CAMINO DE SANGRE HASTA SEPTIEMBRE:
Las bajas fueron tremendas en la segunda fase.
Tras los fiascos ofensivos de primeros de julio, el mando británico fue realmente conocedor que su lucha en el frente del Somme sería amarga y cruel, viéndose obligado a aplicar soluciones tácticas, en vez de realizar los avances estratégicos que los planes iniciales reflejaban; en los meses que vendrían, si se quería mantener la ofensiva, sería necesario plantearse objetivos muy pequeños, como el control de un pueblo fortificado, de un risco o de una posición fuerte, antes de dar paso al siguiente objetivo. El sentido común parecía marcar que el camino pasaba por paralizar la ofensiva y realizar una profunda reforma en la estrategia seguida hasta ese momento, pero ni Joffré ni Haig contaban con el tiempo y la disposición necesaria para llevar a cabo el cambio requerido.

Por tanto, las unidades francesas y británicas del sector del Somme, se encontraban abocadas a combatir en una lucha de desgaste en la que la única certeza era la muerte. Desde mediados de julio y durante todo el verano, los aliados lanzarían hasta cuatro operaciones diferentes, algunas de las cuales durarían meses, mientras que otras apenas se combatiría durante unas horas, a la búsqueda de poner fin a las esperanzas alemanas por mantener una línea de frente continua, romper las defensas en profundidad y conseguir los anhelados objetivos estratégicos.

Las acciones bélicas de la segunda fase de la ofensiva se iniciaron solapándose con la primera, a mediados de julio, cuando las fuerzas ubicadas al norte del río atacaron el Bosque de Delville.
Bois D’Elville era un estrecho hayedo bastante denso, situado al este de Longueval, muy próximo a Bazentin-Le-Petit. Cuando el 14 de julio las fuerzas de Haig iniciaron la batalla por el control del risco de Bazentin, también atacaron el bosque, a fin de fijar allí a sus defensores. La batalla, al contrario que en Bazentin, duraría meses, abarcando no sólo las operaciones para conquistar el bosque mismo, si no todas las operaciones subsidiarias posteriores a la batalla del Risco de Bazentin.

Artillería pesada británica en acción sobre Longueval.
El 14 de julio, los cuerpos de ejército británicos entre la carretera de Bapaume a Albert y la orilla norte del río, iniciaron el asalto de la población de Longueval y el próximo Bois D’Elville. El plan de Haig era bastante sencillo; realizar una saturación artillera muy corta para avanzar en masa con la infantería, que tomaría las posiciones antes que los alemanes se hubiesen repuesto de los efectos del bombardeo. Y la realidad es que el plan inicial salió como estaba previsto; los alemanes buscaron refugio al fuego artillero, que apenas duró diez minutos, y cuando quisieron darse cuenta, tenían a la infantería enemiga encima; los británicos habían avanzado en la noche sus fuerzas de asalto hasta tan sólo 500 metros de las líneas alemanas, lo que favoreció a los asaltantes. Muchas de las posiciones previstas cayeron rápidamente en manos británicas… otra cosa sería consolidar y asegurar estas ganancias territoriales, así como profundizar en la línea de avance.

Longueval fue parcialmente ocupado a primera hora de la mañana. Elementos de la 26ª brigada de infantería británica consiguieron ocupar el este y sur del pueblo, aunque a media mañana la determinación defensiva alemana les había obligado a una amarga lucha casa por casa, a la bayoneta, en la que ambos bandos sufren graves pérdidas. La zona norte de Longueval se encuentra en una pendiente contraria a la zona sur, lo que la dejaba desenfilada del fuego artillero aliado, algo que sería aprovechado por los defensores alemanes para reservar fuerzas y lanzarlas a feroces contraataques que impidieron continuar el avance. No sólo eso, si no que la 26ª brigada es despedazada por el vieolento fuego de ametralladora y cañón alemán, lo que le obliga a aferrarse a las posiciones conquistadas.

En el flanco izquierdo del avance, la 27ª brigada británica intenta tomar el Bois D’Elville, pero las enormes bajas sufridas por la 26ª obliga al mando a desviar varios batallones en apoyo del ataque a Longueval, retrasando las operaciones sobre el bosque, que finalmente será atacado por la 1ª Brigada Sudafricana el día 15 de julio. Los sudafricanos debutan como combatientes del Imperio Británico en esta tarea; apenas un par de décadas antes eran enemigos irreconciliables, y batieron a sus ahora camaradas, durante la Guerra Boer. Los sudafricanos tenían fama de luchadores bravos y fiables, y verán puesta a prueba esta reputación en los siguientes días.

Soldados del 4.º regimiento de Sudáfrica esperan
órdenes para atacar Bois D'Elville y Longueval
La 1.ª Brigada Sudafricana estaba mandada por el general de brigada Henry Lukin. Sus órdenes fueron tomar el bosque a cualquier coste, lo que en la Primera Guerra Mundial es sinónimo de muchas muertes; Lukin puso el ataque en manos del teniente coronel Tanner, quién dirigirá a dos batallones sudafricanos hacia el bosque y otro hacia Longueval. El ataque consiguió algunos éxitos iniciales, ocupando una pequeña porción del bosque al suroeste de Longueval, aunque la decidida defensa alemana les obligó a pegarse al terreno. La posición era buena, manteniendo una línea continuada con las brigadas británicas que atacaban Longueval; sin embargo, las dificultades del terreno para poder escavar una posición defensiva, al encontrar el suelo duro y repleto de raíces, obligó a los sudafricanos a buscar un escaso refugio en los cráteres causados por el bombardeo preliminar. Desde estos agujeros, deberán afrontar los contraataques realizados por la 24.ª división de reserva alemana; el primero de ellos es rechazado, muriendo cerca de 500 alemanes. Un segundo asalto alemán, protagonizado por elementos de la 8.ª división de infantería, al atardecer del 15 de julio, también fracasa.

Tropas sudafricanas precariamente ocultas en Bois D'Elville.
16 de julio de 1916.
Un tercer ataque alemán, encabezado por batallones de la 10.ª división de reserva bávara, también es rechazado, pero causa tantas bajas entre los sudafricanos que el teniente coronel Tanner debe solicitar refuerzos urgentes. Lukin envía lo que puede, apenas unas docenas de hombres. La noche entre el 15 y el 16 de julio fue terrible; los alemanes lanzaron contraataque tras contraataque, apoyados por gran cantidad de artillería pesada y gases venenosos, pero el impulso alemán es rechazado por la bravura de los sudafricanos. Los alemanes, contrariados, convierten lo que resta de noche en una pesadilla, bombardeando la escasa porción de terreno ocupada por la infantería sudafricana con una tormenta de fuego; hasta 400 proyectiles por hora impactan las posiciones, destruyendo el bosque por completo, junto a una gran parte de sus defensores.

El amanecer del día 16 trajo nuevas órdenes; Sudáfrica debe volver al asalto. Sin tener en cuenta el lamentable estado de los batallones implicados en el combate, el mando ordena un nuevo ataque; el bosque debe ser completamente conquistado de forma inmediata. Pero, como parece obvio, el avance es imposible; apenas avanzan unos pocos metros cuando el intenso fuego alemán obliga a los sudafricanos a replegarse a sus posiciones de partida, donde serán sometidos a constantes ataques durante el resto del día.

La lucha en Longueval, prácticamente destruida, se realizó
a punta de bayoneta, casa por casa.
Al día siguiente (17 de julio), los británicos vuelven a atacar toda la línea, con la 27.ª brigada en Longueval y con los sudafricanos en el bosque, y nuevamente fracasan. Estos ataques no ganan prácticamente terreno, y cuestan cientos de hombres a las fuerzas británicas. Entre los heridos está el teniente coronel Tanner, que debe ceder su puesto al mando del saliente sudafricano al teniente coronel Thackeray; su primera tarea será enfrentar un violento ataque alemán, encabezado por un regimiento de la 3.ª división de Guardia Prusiana; aprovechando la cobertura de la noche, avanzaron próximos a las posiciones defensivas sudafricanas en el oeste de Longueval, y se lanzaron a un asalto en masa. Los sudafricanos aguantaron como pudieron, hasta que el peso de las bajas les obligó a retroceder de sus posiciones, retirándose hacia el bosque y perdiendo la línea de comunicación con el resto de unidades británicas.

Los gaiteros serían un importante elemento moral en los
durísimos combates en Longueval y el bosque de Elville.
Su constante sonido, elevándose sobre las balas y las
constantes explosiones, ayudaron a los hombres a soportar
el salvajismo de la batalla.
La posición del bosque quedó extremadamente expuesta, con enemigos al frente y en cada uno de sus flancos. La brigada sudafricana sufrió gravísimas bajas debido al fuego artillero al que les someten durante todo el día 17. En la madrugada del 18 de julio, la infantería alemana se infiltró en las deshechas líneas sudafricanas, dejando a los pocos supervivientes al borde del exterminio, completamente rodeados.

Thackeray solicitó retirar a los supervivientes, pero Lukin le solicita que aguante la posición, y monta una operación de rescate, que llevará a cabo la 8.ª división británica, recién llegada al frente de batalla. La 8.ª atacará Longueval, ocupando buena parte del norte de la población, mientras que la 76.ª brigada de la 3.ª división romperá las líneas alemanas al este de Longueval, contactando nuevamente con los sudafricanos. Los alemanes no están dispuestos a renunciar al terreno tan fácilmente, por lo que contraatacan en fuerza, con una masa de 6.000 infantes. Los combates duran a lo largo de todo el día 18, llegándose a combatir a la bayoneta. Los alemanes recuperarán parte del norte de la ciudad, pero los sudafricanos y sus rescatadores aguantan la posición en el bosque.

El combate cuerpo a cuerpo en el Bois D'Elville cobró
una intensidad brutal a mediados de julio.
El 19 de julio los combates se intensifican. Los alemanes mandan refuerzos y vuelven al ataque. La batalla ruge durante todo el día con escasos resultados. En el sector sudafricano, el batallón del Transvaal es copado y completamente aniquilado, lo que causa nuevamente que los sudafricanos queden rodeados. Su situación es crítica, y todos los intentos de liberarlos fracasan. Los hombres en la bolsa carecen de agua, comida ni medicamentos; con decenas de heridos y apenas municiones, la rendición comienza a ser una salida viable.

El día 20 de julio, los aliados inician un asalto general, involucrando a divisiones francesas contra el flanco de la posición alemana en Longueval. Los franceses atacan todo su sector, tomando algunas posiciones entre Soyécourt y el Bois Etoile, al sur del río, pero son rápidamente detenidos por el fuego de ametralladora alemán. Ni la aparición de unidades de un nuevo ejército, el X, mandado por el general Micheler, servirá para profundizar la ruptura, quedando el frente detenido hasta septiembre.

Al norte del río, el XX Cuerpo francés ataca en apoyo de los británicos entre Clery y Maurepans, pero encuentran el valle del Somme repleto de puntos fuertes alemanes; apenas avanzan unos cientos de metros cuando son repelidos por el intenso fuego alemán. A duras penas, los franceses se pegan al terreno. Mientras, la 3.ª división británica lanza una operación para abrir la bolsa sudafricana y reemplazarlos; dos regimientos de la 76.ª brigada consiguen romper la línea alemana. Por la brecha abierta se repliegan los supervivientes de la 1.ª brigada sudafricana; 140 soldados y suboficiales, dos oficiales heridos y el teniente coronel Thackeray, lo que resta de los casi 2.800 sudafricanos que llegaron al bosque.

El bosque de Elville (Bois D'Elville) tras los incesantes
combates de julio de 1916.
Tras un breve descanso, los aliados volverán al asalto. El 23 de julio, tras una preparación artillera de varias horas, las divisiones británicas 3ª y 5ª atacan Bois D’Elville y Longueval. El bombardeo resultará altamente inefectivo, y la mayor parte de las posiciones alemanas serán encontradas intactas por la infantería británica, que, aun cuando consigue algunos éxitos, es puesta en fuga por el fuego ligero alemán, y masacrada por la artillería durante la retirada. Las bajas son tan graves, que un segundo ataque debe ser cancelado ante la imposibilidad de reunir fuerzas suficientes.

La 3.ª división resulta tan dañada que debe ser retirada del frente. Su puesto lo ocupa la 2.ª división británica, que lanzará un nuevo asalto el 27 de julio. Esta vez la artillería realiza un trabajo de demolición total, de tal suerte que la infantería, en su avance sólo encuentra destrucción y cadáveres. La mayor parte de Longueval y una gran área del bosque son ocupadas antes que la artillería alemana obligue a los británicos a atrincherarse. La infantería alemana lanza un feroz contraataque que empuja a los británicos en el centro de Longueval, mientras su artillería destroza las líneas de comunicación británicas, impidiendo la llegada de refuerzos para contener el ataque. A pesar de las bajas, los británicos vuelven al ataque el 29, aunque no será hasta el 30 de julio cuando consigan consolidar firmemente algunas de las posiciones, eliminando varios puntos de resistencia alemanes en Longueval y llevando el avance británico hasta el linde norte del Bois D’Elville.

La 5ª división sufre tantas bajas durante el ataque de los días previos, que es retirada, quedando la 17.ª como pareja ofensiva de la 3ª. Nuevamente volverán a la ofensiva a partir del 4 de agosto, intentando avanzar las líneas más allá del linde norte del bosque, sobre la carretera de Flers. El ataque, encabezado por dos batallones de la 17ª, es sangrientamente rechazado. Tras un par de días para reponer bajas, se vuelve a lanzar otro ataque el 7 de agosto, pero apenas logrará resultados.

Posición alemana frente a Longueval.
Desmoralizada, la 17.ª división será reemplazada por la 14.ª, que encabezará los ataques del XV Cuerpo del 18 de agosto. El objetivo se fija en ocupar el área noroccidental del bosque, aun en manos alemanas, pero apenas consiguen avanzar unos pocos metros de terreno tras combatir durante todo el día. El 21 de agosto se volverá a intentar, pero la 41.ª brigada de la 14.ª división pierde 200 hombres en cinco minutos de combate y retrocede. Si que se consiguen algunos éxitos más allá del linde norte, donde la 100.ª brigada conquista varias posiciones entorno a la carretera de Flers. El avance británico deja la posición alemana en el bosque en una situación muy delicada, lo que obligará a sus defensores a retirarse para evitar quedar copados; el Bois D’Elville queda por fin en manos aliadas. La necesidad de consolidar la posición y preparar defensas, ante el previsible contragolpe alemán, detiene la ofensiva británica. Para reforzar las posiciones, se envía una nueva división, la 24.ª, que ocupará posiciones en primera línea del frente.

Un soldado afortunado.
El previsible ataque alemán llega el 31 de agosto, con un gran despliegue de artillería y aviación. Asalto tras asalto, la infantería alemana será rechazada por los defensores británicos, hasta que la constancia alemana cobra sus frutos; las defensas terminan siendo sobrepasadas y los británicos se ven obligados a retirarse hasta el linde norte del bosque de D’Elville. También se pierden algunas posiciones al norte de Longueval, que la 24.ª división recibirá órdenes de recuperar, desangrándose en una absurda ofensiva entre el 1 y el 3 de septiembre, cuando sus bajas obligarán al mando británico a alejarla del frente, sustituyéndola por la 55.ª división, una unidad muy bisoña, que ocupará las posiciones defensivas de primera línea.

La batalla por el Bosque de Delville y Longueval había sido extremadamente costosa para ambos bandos. La 9.ª división británica sufrió 7.517 bajas entre el 1-20 de julio (un 70% de su fuerza total), incluyendo 2.536 sudafricanos de la 1.ª brigada sudafricana. La 3.ª división sufrió entre el 11 y el 27 de julio un total de 6.102 bajas, un 60%. La 5.ª sufriría 5.620 bajas entre el 19 de julio y el 2 de agosto. La 1.ª tuvo 1.573 entre el 1 y el 13 de agosto. La 8.ª, 2.726 entre el 14 y el 21 de agosto. La 14.ª perdería 3.615 hombres y la 33.ª, 3.846, ambas durante el mes de agosto. La 24.ª sufriría más de 2.000 bajas en pocos días de combate. Los alemanes que defendían el sector se estima que sufrieron unas 30.000 bajas.

Durante los meses de verano, se realizaron algunas acciones subsidiarias en el resto del frente. La principal fue el asalto general que hemos visto previamente, entre el 22 y 23 de julio, cuyo objetivo era eliminar las reservas alemanas y permitir la conquista de Longueval. Al sur del Somme vimos el fallo de los franceses; mientras, al norte de la carretera de Albert a Baupame, el Ejército de Reserva, mandado por Hubert Gough, atacó Poziéres en la que será denominada la Batalla del risco de Poziéres, y que supondrá el único éxito relevante para las armas aliadas durante ese periodo.

Los australianos se preparan para el asalto sobre Poziéres.
El asalto fue realizado por las tres divisiones australianas del I Cuerpo ANZAC, que incluían la veterana 1.ª División Australiana, dirigida por el General Mayor Harold Walker, y que había participado activamente en el fiasco de Gallipolli. El plan era atacar en pinza, con la 1.ª división australiana desde el sur, y la 48.ª división británica (X Cuerpo) desde el norte. En la noche del 22 al 23 de julio, la artillería británica bombardeo con gas fosgeno las posiciones de la 117.ª división alemana en la población de Poziéres y las defensas que la rodeaban. Durante horas el suelo tembló ante la imponente tormenta de proyectiles que lanzaron los británicos, hasta que, a media mañana del 23 de julio, la infantería atravesó la tierra de nadie, cayendo sobre las posiciones alemanas, que habían sido barridas por el fuego.

Dos de las brigadas australianas, la 1.ª y la 3.ª, entraron en Poziéres desde el sur, avanzando casi sin oposición y alcanzando la carretera de Albert a Bapaume, que atravesaba la población. Los supervivientes alemanes se retiraron hacia el norte de Poziéres, intentando formar una nueva línea defensiva, oculta al fuego artillero aliado. El avance australiano fue detenido cuando intentaba alcanzar las líneas de comunicación alemanas, debido al intenso fuego de ametralladora que los hombres de la 117.ª división de infantería alemana estaban realizando.

Bunker Gibraltar, Poziérez.
Los australianos decidieron atrincherarse, mientras aseguraban sus ganancias territoriales. Significativa había sido la conquista del bunker alemán conocido como “Gibraltar”, ubicado al oeste de Poziéres. Por la noche, hombres de la 2.ª brigada australiana ocupaban por completo la población. Por su parte, la 48.º división, aunque consiguió algunos avances al oeste de Poziéres, no tuvo éxito en su asalto, corriendo la misma suerte que el resto de unidades del IV Ejército que atacaron aquel día.

El éxito de los australianos atrajo la atención del mando alemán. Al ser la única ganancia significativa obtenida en la ofensiva del 23 de julio, y ser pieza clave en el entramado defensivo alemán, Von Arnem decidió que no podía renunciar al risco y la población sin combatir. A pesar que el mismo día 23 ya se habían hecho varios intentos de contraataque sin éxito, el IV Cuerpo alemán concentró su artillería en la zona, a fin de preparar un asalto general para los días siguientes. Durante el día 24, la artillería pulverizó las defensas australianas; la concentración de fuego fue tan brutal, que el imaginario australiano dio nombre a los lugares bombardeados; la esquina noroeste de la villa sería conocida como la “Esquina de las Bajas” (Casualty Corner), situada frente al valle que sería conocido como “el Valle de las Salchichas” (Sausage Valley). El área recibió tal cantidad de proyectiles que la carretera pasaría a ser conocida como la “Carretera del Hombre Muerto” (Dead Man’s Road). El bombardeo alemán se intensificó aun más durante el día 25, buscando laminar cualquier defensa antes que la infantería alemana avanzase.

Evacuación de heridos australianos.
El IX cuerpo alemán reemplazaría al IV en la línea de batalla, preparándose para el asalto. El bombardeo alcanzaría su clímax el día 26. Los australianos apenas podían sostenerse ante el volumen de fuego que caía sobre ellos, por lo que Walker solicitó fuego contrabatería. La artillería británica intento silenciar los cañones alemanes con escaso éxito. El bombardeo estaba siendo tan devastador que, cuando la 1.ª división australiana fue relevada el 27 de julio, había dejado sobre el terreno al 50% de sus hombres, pulverizados por el fuego alemán.




Ametralladores de la 2.ª división australiana camino del frente.
La 2.ª división australiana ocupó su lugar, con órdenes de atacar y asaltar las líneas de comunicación enemigas antes que se iniciase el temido contraataque. En la noche del 28 al 29 de julio, la 2.ª división, mandada por el General Mayor Gordon Legge, atacó. Sin embargo, la artillería alemana machacó a los atacantes sin piedad, paralizándoles en sus posiciones e impidiendo cualquier ataque. Ninguna de sus tres brigadas consiguió avances significativos, perdiendo 3.500 hombres en el proceso, la mayor parte pertenecientes a la 7.ª brigada, que fue cogida al descubierto y triturada.

¡¡¡Al Asalto!!!
Contrariado por los fallos sucesivos, Haig reemplazó a Walker al mando del I Cuerpo Anzac, nombrando al teniente general William Birdwood, al que ordenó avanzar decididamente y a cualquier coste. Teniendo en cuenta el caos originado por los combates nocturnos, Birdwood planeó atacar al atardecer del 2 de agosto las posiciones en el risco de Poziéres, cuya artillería había estado destrozando las líneas australianas de forma ininterrumpida durante días. En preparación del asalto, comenzaron a cavarse trincheras avanzando hacia la línea enemiga, a fin que la infantería saltase lo más próxima posible a sus objetivos. El retraso en los trabajos de cava obligó a atrasar el ataque, primero al tres de agosto, y posteriormente al cuatro. La cuidadosa preparación tuvo éxito, y la colina y las trincheras de comunicación fueron capturadas.

El mando alemán, contrariado, ordenó que la Colina 160, el Risco de Poziéres, fuese recobrado. La 2ª división australiana, exhausta, fue reemplazada en la línea de defensa por la 4.ª división australiana. En la noche del 5 al 6 de agosto, toda la posición fue sometida a un demoledor bombardeo artillero, desde todos los flancos, especialmente desde  las dominantes alturas del risco de Thiepval, ubicado a la izquierda del despliegue. El contraataque llegó el día 6 de agosto, aunque el fuego de ametralladora australiano consiguió contener el ímpetu de la infantería alemana.

Albert Jacka, V. C.
Los alemanes mantuvieron la presión, lanzando su principal ataque la noche del 7 de agosto. El ataque tomó por sorpresa a los australianos, por su extrema violencia. La infantería alemana consiguió alcanzar las trincheras australianas, combatiendo cuerpo a cuerpo, y colocando a los australianos contra las cuerdas; fue entonces cuando un acto de heroísmo individual salvó a la división; el teniente Albert Jacka, quién se distinguió meses atrás durante la lucha en Gallipolli, haciéndose merecedor de la Cruz Victoria, la mayor condecoración militar otorgada por el Imperio Británico, dirigió a siete de sus hombres, que habían quedado aislados, en un ataque suicida contra la retaguardia alemana. Su ejemplo inspiró a los defensores, que cargaron a la bayoneta sobre la llanura que había más allá del risco, arrollando a los agotados atacantes. Jacka fue gravemente herido en la acción. Esta acción sería el último intento alemán por recuperar el Risco de Poziéres.

En pocos días el I Cuerpo Anzac se había desangrado totalmente. La 1.ª división australiana había perdido casi 8.000 hombres en los combates; la 2.ª, más de 8.000 y la 4ª más de 7.000. Las divisiones de apoyo, la 48.ª y la 12.ª habían perdido 5.500 y 2.700, respectivamente. Las bajas alemanas apenas pueden ser calculadas, aunque basándose en los documentos de bajas de esas jornadas, podrían evaluarse en unos 35.000 hombres.

El 29 de Agosto, a consecuencia de la pérdida de confianza del Kaiser ante su estrategia ofensiva en Verdún, y la forma de llevar la guerra, Erich von Falkenhayn fue cesado en el cargo de Jefe de Estado Mayor alemán, ocupando el mismo el Mariscal Paul von Hindemburg, con Erich Luddendorf ejerciendo como pseudo canciller con mano de hierro. A comienzos de septiembre, cursaron órdenes a sus mandos de ejército para renunciar a la estrategia de “no ceder terreno a cualquier coste”, dejando en manos de los mismos la evaluación de las capacidades defensivas de cada posición. Mientras tanto, ordenaron el inicio de una nueva línea defensiva fuerte, ubicada unos treinta kilómetros en la retaguardia alemana, que será conocida como la “Línea Hindemburg”.

Bajas británicas tras el asalto de Guillemont. Testimonio
de la costosa conquista de la población fueron los
4.066 muertos sufridos por los atacantes el 3 de septiembre.
Los aliados, por su parte, decidieron emprender una serie de operaciones subsidiarias de las dos principales narradas, a fin de preparar el camino a una gran ofensiva que debería llegar, como tercera fase de la gran batalla, a mediados de septiembre. A pesar de los esfuerzos, los ataques realizados durante las operaciones secundarias en Guillemont y Ginchy estuvieron mal coordinados por los mandos franceses y británicos. Entre el 3 y el 6 de septiembre se desarolló una operación en Guillemont, con el Sexto Ejército francés y el IV británico atacando en la confluencia de ambos ejércitos, donde la defensa alemana, siguiendo el nuevo plan estratégico, cedió terreno infringiendo graves bajas a los atacantes, y ahorrándose bajas propias. La operación, aunque no obtuvo importantes ganancias territoriales, más allá de la conquista el 6 de septiembre de Guillemont, si dejó la situación preparada para que un segundo asalto el día 9 terminase por asegurar el sector entre la orilla norte del Somme y la carretera de Albert a Bapaume. La batalla por Guillemont resultó un duro desgaste para las fuerzas enfrentadas; baste destacar que en el asalto frontal del día 3 de septiembre, que abría la operación, 4.066 soldados británicos y de los dominios murieron frente a las trincheras alemanas en la zona.

Las bajas en esos dos primeros meses de ofensiva habían resultado desastrosas. Los británicos acumulaban más de 251.000 bajas y los franceses 65.000. Sólo en el mes de agosto, los alemanes habían perdido cerca de 130.000 hombres. La operación se había convertido en una ofensiva de desgaste, que Haig estaba dispuesto a llevar a las últimas consecuencias.

LA TERCERA FASE. OFENSIVA TOTAL:
El tanque protagonizaría la Tercera fase de la ofensiva.
Usado por primera vez, demostraría ser ineficiente pero tuvo
un importante efecto moral en estos primeros choques.
La terrible lucha de desgaste que habían supuesto los dos primeros meses de batalla en el Somme, había llevado a entender a los estados mayores que no podían permitirse una pérdida tan inmensa de hombres y material. Sólo los británicos habían registrado una insostenible tasa de bajas superior a los 4.000 hombres diarios. Por tanto, ambos estados mayores trazaron planes para minimizar esa cifra de bajas, facilitando la ofensiva a su infantería, en el caso aliado, o realizando planes de defensa más racionales y organizados, en el caso alemán. La tercera fase de la ofensiva vería el inicio de la construcción de la línea defensiva conocida como “Línea Hindemburg” y un mayor aprovechamiento de los recursos defensivos por parte alemana; por parte aliada, vería la llegada a la batalla de los primeros carros de combate, esos engendros metálicos llamados “tanques”, de los que se esperaba despejasen el terreno facilitando el avance de la infantería, permitiendo la ansiada “victoria decisiva”.

La esperada ofensiva de mediados de septiembre se desencadenó entre las poblaciones de Flers y Courcelette, contra la tercera línea de trincheras alemana que corría entre Morval, Lesboeufs y Gueudecourt, apoyada por un ataque de flanco llevado a cabo por los franceses sobre Combles.

Un tanque camino de las líneas alemanas cerca de Flers
Esta sería la tercera y última ofensiva general organizada por el ejército británico durante la batalla. Participarían elementos de tres de los ejércitos aliados participantes, con los franceses del VI Ejército realizando apoyo artillero y ataques subsidiarios a sus operaciones previas, y con los ejércitos IV y de Reserva británicos atacando una estrecha franja de terreno, de unos 8 km de largo, sobre la tercera línea alemana. La batalla de Flers-Courcelette sería la primera oportunidad de ver en combate un elemento nacido en la Primera Guerra Mundial: El tanque.

Los tanques (como ya veremos en un posterior artículo en mayor detalle) serían un invento británico, que buscaban prestar apoyo de artillería y ametralladoras próximo a la infantería durante su ataque. Estos primeros modelos (Mk. IV), empleados en el avance del 15 de septiembre, eran lentos y muy pesados, propensos a las averías mecánicas, pero permitieron conseguir un factor sorpresa que haría a los británicos alcanzar considerables ganancias tácticas durante la batalla, aun cuando el objetivo estratégico de la ofensiva, que era obtener una ruptura completa en la tercera línea alemana y superar las difíciles posiciones defensivas alemanas del “Cuadrilátero” y el “Triángulo”, no pudieron conseguirse.

La mayor parte de los carros, muy poco fiables en su mecánica, sufrirían averías antes de llegar a la línea de frente; el resto se perderían entre el mar de cráteres y alambradas, no alcanzando sus objetivos y regresando a sus posiciones sin participar en el combate, o bien serían destruidos por los alemanes. Aun así, hubo puntos en que los británicos consiguieron, aprovechando su estela, avanzar entre 2 y 3 km en profundidad, causando graves pérdidas entre los defensores alemanes, tropas frescas pertenecientes al 1.º Ejército alemán, que llegó en agosto a reforzar al 2º.

Cuerpo a cuerpo en el Somme.
Durante la batalla de Flers-Courcelette también harían su debut operativo en el Somme, el Cuerpo Canadiense y la División de Nueva Zelanda, cuyos resultados en combate asemejarían a los del resto de las fuerzas implicadas.

El ataque constituiría un éxito importante para las armas aliadas. Capturarían unos ocho kilómetros de trincheras de la primera línea alemana, y otros cuatro kilómetros de la segunda línea, ocupando el doble del terreno obtenido durante los combates del primero de julio, a un coste humano de unos 29.000 hombres, la mitad de las bajas sufridas el 1 de julio. La llegada de la lluvia a partir del 17 de septiembre hizo que los avances se relantizasen hasta detenerse el día 22. Aun así, las agotadas divisiones participantes, habían conseguido conquistar posiciones clave, como el “Cuadrilátero”, un importante bastión defensivo ubicado sobre la carretera entre Flers y Longueval, destruyendo numerosas posiciones fortificadas y nidos de ametralladoras. Las bajas alemanas fueron cuantiosas, y, aunque no hay datos completamente fiables, probablemente fuesen superiores a los 50.000 hombres.

La caballería tendría su oportunidad en esta fase, envolviendo
y rindiendo las posiciones fuertes alemanas.
18.º Regimiento de Lanceros del Rey
La totalidad de los tanques utilizados en esta ofensiva se perdieron durante las primeras 48 horas, destruidos, averiados o empantanados en el terreno lunar en que se había convertido la campiña francesa. Ahora, las tropas debían descansar y recuperarse, ya que se estaba preparando nuevos ataques sobre Morval y el Risco de Thiepval.

El retraso en las operaciones sufrido por la falta de preparación de los franceses y la llegada de la lluvia, supuso que la segunda fase de la batalla de Flers-Courcelette fuese considerada finalmente una pieza separada de la misma, denominándose como la batalla de Morval. El 25 de septiembre, el VI Ejército francés atacaría en dirección sur-noroeste, hacia la población de Combles, mientras que el IV ejército británico lo hacia en dirección este y sureste, sobre la llanura entre Morval y Lesboeufs. El 1.º ejército alemán, que defendía las posiciones, había quedado seriamente dañado tras los combates de mediados de septiembre (al final del mes, las fuerzas defensivas alemanas acumularían más de 130.000 hombres perdidos), especialmente debido a la pérdida de importantes bastiones defensivos, como eran el “Cuadrilátero” o el “Triángulo”.

Aunque el periodo de descanso fue aprovechado por ambos bandos para asegurar sus posiciones, serían los aliados quienes mejor trabajaron este aspecto, cavando nuevas trincheras que les aproximaron a las posiciones alemanas ubicadas entre Moislains y Le Transloy. Mientras, se preparaba una segunda acción, que debería derrumbar lo que restaba de línea defensiva alemana, con un ataque planificado por el Ejército de Reserva británico contra el área de Thiepval, que empezaría veinticuatro horas después del ataque sobre Combles y Morval.

El barro se erigiría también en protagonista. Las lluvias
anegaron el terreno, complicando la labor de transporte
de suministros a primera línea.
El ataque británico sobre Morval y el francés sobre Combles, fueron precedidos, como era habitual, de una brutal preparación artillera, que laminó las posiciones alemanas. Las tropas británicas, neozelandesas y canadienses que componían la línea de asalto británica, consiguieron alcanzar rápidamente muchos de sus objetivos, acumulando menores bajas de lo habitual. Las defensas alemanas eran sobrepasadas con cierta facilidad, aunque en el sector francés, cuya línea de avance atravesaba el Bois St. Pierre Vaast, los defensores se obstinaron, pegados al terreno y apoyados por un imponente fuego artillero, lo que redujo al mínimo la capacidad de avance francesa.

El avance británico del 25 de septiembre fue el más profundo en los dos últimos meses; la penetración alcanzó las posiciones alemanas al noreste de Combles, penetró hasta Morval y cortó la carretera entre Bapaume y Peronne, en el área de Racourt. Las defensas alemanas en el saliente de Combles se encontraban en una situación límite, con su flanco derecho superado por los británicos y con los franceses avanzando decididamente hacia la población. Por primera vez en la batalla, los avances fueron tan veloces, que se pudo utilizar la caballería para rodear velozmente las posiciones fuertes alemanas, incrementando también el número de soldados alemanes que acabarían siendo capturados.

Las posiciones alemanas sobrepasadas por los tanques
eran rápidamente conquistadas. Sin embargo, los engendros
mecánicos sufrían demasiadas averías, y los alemanes pronto
conocieron sus puntos débiles.
Combles fue tomado en la noche del 25 al 26 de septiembre por un ataque combinado, protagonizado por elementos de la 56.ª división británica y de la 2.ª división francesa. Entre el 25 y el 26 de septiembre cayeron en manos aliadas Morval, Lesboeufs y Gueudecourt. Sin embargo, la falta de reservas y la llegada de un nuevo periodo de lluvia, que complicaba los movimientos de suministros desde la retaguardia a la línea de frente, impidieron que se profundizase aun más la brecha en la línea defensiva alemana. Se intentaron movimientos adicionales entre el 28 y el 30 de septiembre, aunque apenas sirvieron para consolidar algunas posiciones adicionales, con vistas a preparar el siguiente asalto.

Estas importantes ganancias les habían costado a los aliados unos 5.000 hombres, un número muy inferior a los movimientos ofensivos previos. El 1.º Ejército alemán había sufrido graves pérdidas, dejando muchos prisioneros en manos de las tropas de la Entente, al ser rodeadas sus posiciones defensivas. El mes de septiembre fue el peor en mucho tiempo para las armas alemanas, que acabarían acumulando cerca de 135.000 bajas sólo en el sector del Somme.

Soldados alemanes en una trinchera en Thiepval.
Mientras las fuerzas francesas y del IV ejército británico asaltaban el centro del despliegue alemán, el Ejército de Reserva británico de Sir Hubert Gough atacó el flanco norte, en un asalto que, lanzado 24 horas después del inicio del asalto principal, buscaba apoyarlo, obligando a los alemanes a renunciar a sus excelentes posiciones defensivas en el Risco y entorno de la población de Thiepval.

Thiepval había sido duramente atacado el primer día de julio por parte del IV Ejército británico con resultados desastrosos para sus intereses. Desde entonces no se habían vuelto a organizar operaciones de envergadura en el sector, al considerarse cualquier avance al norte de la carretera de Albert a Bapaume extremadamente peligroso, debido a la orografía del terreno y a las extremadamente sólidas posiciones defensivas alemanas frente al río Ancré. Las operaciones se habían centrado en explotar los éxitos obtenidos al sur del Somme, pero la situación había cambiado; las brechas abiertas en la línea defensiva alemana durante los ataques lanzados desde el sur, suponían una seria amenaza para el sector norte alemán, lo que querían aprovechar tanto el Comandante en Jefe aliado, Josepf Joffré, como el comandante del BEF, Douglas Haig, para romper definitivamente la defensa alemana y finalizar una batalla que estaba batiendo records de desgaste para ambos contendientes.

Tropas australianas en la trinchera Regina.
El Ejército de Reserva inició la operación con un bombardeo preliminar el día 23 de septiembre, aunque la baja visibilidad y la niebla matutina retrasarían la ofensiva aun unos días. Sólo durante el día 23, la artillería británica despachó 105.000 proyectiles contra las defensas alemanas en el entorno de Thiepval. El 24 atacaría nuevamente, incluyendo entre los proyectiles lanzados un importante número de contenedores de gas lacrimógeno, con el objetivo de silenciar los morteros de trinchera y la artillería ubicados en la población de Thiepval y sus alrededores. El mismo día 24, se lanzó  una operación preliminar (11.ª división de infantería), que buscaba conquistar la granja de Mouquet, situada entre Thiepval y Poziéres, desde donde se planeaba dar apoyo con ametralladoras durante el asalto principal. Sin embargo, la granja se encontraba bien defendida y la acción fracasó.

Fusileros de Northumberland en una trinchera frente a
Thiepval.
La batalla por el Risco de Thiepval comenzó a mediodía del día 26 de septiembre, con una espeluznante barrera de artillería que pulverizó el área de avance de la infantería. Desde la zona de Corcelette, en el flanco derecho de la operación, avanzó parte del cuerpo canadiense, apoyado por varios tanques, con el objetivo de cortar la retaguardia de la posición alemana en Thiepval, sobrepasando las posiciones defensivas alemanas entre las trincheras Regina y Zollern. A pesar de perder rápidamente el apoyo de los carros, empantanados en el barro o destruidos por los defensores alemanes, consiguieron avanzar profundamente. En poco más de diez minutos, ya se encontraban luchando con los alemanes cara a cara, conquistando varios bastiones defensivos, que aseguraron posteriormente a pesar del nutrido fuego alemán. Hacia media tarde, alcanzaron la carretera entre Miraumont y Poziéres, cortándola y tomado buena parte de las trincheras frente a la principal posición en Zollern, y superando por el flanco las posiciones alemanas en la trinchera Regina, lo que prácticamente encerraba a los alemanes por el este. Exhaustos tras horas de batalla continuada, los canadienses se pegaron al terreno y se prepararon para recibir los previsibles contraataques nocturnos alemanes.

Hasta que quedaron empantanados, los tanques
ayudaron a las tropas aliadas a alcanzar sus objetivos.
Por su izquierda atacó el II Cuerpo británico, con dos divisiones (11.ª y 18.ª) en línea de frente. Su avance, al igual que el canadiense, estaba cubierto por varios tanques, que quedaron rápidamente sobrepasados por la infantería debido a su exasperante lentitud e incapacidad para avanzar sobre el barro que cubría la subida hacia las posiciones alemanas. La 11.ª atacó la granja Mouquet y el reducto Zollern, y, a pesar de la firme oposición alemana, del intenso fuego de ametralladora y de las importantes bajas sufridas, consiguió asegurar ambas posiciones hacia el final del día. La lucha en la granja duró varias horas de cruel combate cuerpo a cuerpo; al final, los 56 supervivientes alemanes se rendían, sobrepasados y exhaustos.

La 18.ª atacó a lo largo del valle, hacia las trincheras Schwaben y Zollern. El avance fue tan veloz, que, dejados los lentos tanques atrás, alcanzaron la trinchera Schwaben en menos de quince minutos, batiendo a los defensores, y confrontando después la trinchera Zollern, desde donde estaban despachando un nutrido fuego de ametralladora y fusilería sobre el resto de unidades. Se inició el combate por la posesión de la trinchera Zollern, mientras parte de la división giraba a la izquierda de la carretera de Poziéres a St. Pierre Divion para atacar Thiepval. El combate fue feroz, aunque hacia el anochecer ya se había conquistado el sector noreste de la población.

A partir del día 27, se inició una amarga lucha, trinchera por trinchera, reducto a reducto, para controlar todas las posiciones fuertes alemanas al este de Thiepval. La población fue controlada totalmente ese mismo día, aunque los combates en sus alrededores se prolongarían hasta el 30 de septiembre, cuando las posiciones fuertes alemanas, especialmente parte no controlada del Reducto Schwaben (aun cuando no conseguiría ser completamente conquistado hasta una operación posterior, ya en octubre), y las trincheras conocidas como Zollern y Stuff quedaron en manos aliadas (salvo la parte norte de esta última, que los alemanes recuperaron en el último instante mediante un feroz contragolpe nocturno).

La oposición alemana, protagonizada por la 7.ª división de infantería, había sido derrotada claramente, a un coste no demasiado elevado, teniendo en cuenta anteriores matanzas. Unos 16.000 soldados británicos habían caído en los cinco días de operación, la mayor parte heridos; a cambio, se habían capturado unos 10.000 prisioneros alemanes, y la mayor parte de las posiciones fuertes en el risco de Thiepval estaban en manos británicas.

Sin tiempo para el descanso, ante la necesidad de finalizar las operaciones antes de la época de lluvias, y con la perspectiva del mando general de la Entente de renunciar a la ofensiva en el Somme para priorizar un gran contragolpe en Verdún, las fuerzas de Gough (Reserve Army) continuaron su asalto sobre las posiciones no conquistadas en el Risco de Thiepval, en una segunda fase de la ofensiva que tenía como objetivo limpiar los puntos fuertes que no habían sido conquistados completamente en el curso de la batalla de septiembre, y avanzar en dirección sur-noreste hacia Miraumont.

Línea británica de trincheras en el frente del Ancré. La
vida era dura en las trincheras del frente. Acá unos soldados
descansan en sus nichos entre asalto y asalto frente al risco
de Thiepval.
La nueva fase de la ofensiva recibiría el nombre de la batalla del Ancré (primera fase los Altos del Ancré) por el río, afluente del Somme, sobre el que se apoyaba el sistema defensivo alemán al norte de la carretera de Bapaume a Albert. Los grandes objetivos estratégicos de la campaña (Cambrai y Arras) quedaban muy lejos de conseguirse, por lo cual, Haig determinó que si las tropas frescas del ejército de Reserva conseguían conquistar la primera y segunda líneas alemanas entre la línea original de frente y la carretera Poziéres a Miraumont, estaría en posición de fuerza a la hora de presionar a Joffré para mantener abierta la ofensiva en la Picardía.

Durante la primera semana de octubre, las tropas que, exitosamente, habían penetrado las defensas en el Risco de Thiepval a finales de septiembre, continuaron la presión. El cuerpo Canadiense atacó nuevamente la trinchera Regina, avanzando en paralelo a la carretera de Courcelette a Miraumont, pero apenas consiguieron ganar terrano ante la creciente oposición alemana; además, el tiempo se estropeó, y comenzó a llover intensamente, lo que convirtió el campo de batalla en un barrizal. Por su parte, la 18.ª división atacó el Reducto Schwaben, pero fue contraatacada por una masa de infantería alemana desde el área de St. Pierre Divion y, aunque se sostuvo en sus posiciones, cediendo muy poco terreno, tuvo que ser reemplazada por la 39.ª división el 7 de octubre. La lluvia impidió continuar las operaciones, a partir del 2 de octubre, aunque los combates si continuaron, con ambos bandos intentando asegurar sus posiciones y preparándose para nuevos combates.

El 8 de octubre, el cuerpo Canadiense realizaría un nuevo intento de tomar la trinchera Regina, atacando de madrugada bajo la persistente lluvia de otoño. El combate fue duro y amargo, y se prolongó durante horas antes que los canadienses (1.ª división) se viesen obligados a replegarse al no haber conseguido ningún avance significativo. De los 1.100 hombres que realizaron este ataque, un 70% había causado baja. Esta sería la última acción del Cuerpo Canadiense, que se encontraba duramente castigado por las pérdidas de las últimas semanas. Comenzaría a ser reemplazado a partir del 10 de octubre.

El día 9, la 39.ª división tomaría la ofensiva tras reemplazar a la 18.ª, atacando sin excesivo éxito el Reducto Schwaben; mientras, la 25.ª, que había sustituido a la 11.ª días antes, atacó el Reducto Stuff; apoyada por un gran despliegue artillero, consiguió conquistarlo. Durante dos días, los alemanes contraatacaron repetidas veces el Reducto Stuff, sin éxito. A partir del 14 de octubre, la 25.ª división comenzó una serie de movimientos para conquistar “Los Montículos” (“The Mounds”), una serie de posiciones elevadas frente a Grandcourt que daban el control de la zona a la artillería alemana. Un primer asalto, precipitadamente lanzado el día 14, fue destrozado por la artillería enemiga; por tanto, se paralizaron nuevamente las operaciones, planeando un asalto conjunto con la 39.ª división para el 19 de octubre. En preparación al mismo, se ampliaron las trincheras de comunicación, y se excavó hacia las posiciones altas, a fin que la infantería redujese el espacio a cubrir en descubierta.

Posición alemana en el Reducto Schwaben.
El día 15, la 39.ª atacó de madrugada el Reducto Schwaben, sorprendiendo a los defensores y ocupando por completo la posición tras varias horas de lucha. Todo estaba preparado para que el II Cuerpo británico atacase “Los Montículos” cuando comenzó a llover intensamente; la operación fue abortada.

Sería el día 21 cuando el II Cuerpo, contando con el apoyo de unidades que volvían al frente tras un descanso, lanzó una ofensiva general que iba a resultar exitosa. Los canadienses atacaron con la única división que les restaba en la zona, la 4.ª, la Trinchera Regina, conquistándola y avanzando a lo largo de la carretera entre Coucelette a Pys, a fin de establecer un perímetro defensivo. La 25.ª división atacó la trinchera Stuff, apoyada por la 39.ª y la 18.ª, que volvía al frente. El ataque fue duro y los combates muy intensos, con bajas crecientes para ambos bandos, aunque al final del día los británicos controlaban toda la posición.

Mar de barro y alambre de espino en la tierra de nadie,
frente a Beaumont Hamel, el frente del Ancré.
El 22 de octubre la 19.ª división daba descanso a la 25.ª. Aunque la actividad se redujo nuevamente, debido al clima, a finales de octubre, la 19.ª tuvo que rechazar un importante contraataque alemán el 26 de octubre, dirigido contra el reducto Stuff. A partir del 28 de octubre, la artillería comenzó a bombardear las posiciones más norteñas, próximas aun a la línea inicial del frente del 1 de julio, como eran St. Pierre Divion, Y Ravine, Beaumont Hammel o Serre, preparando una última fase de la batalla en el Ancré. No obstante, las operaciones quedarían nuevamente detenidas por la lluvia hasta bien entrado noviembre.

El 29 de octubre, el ejército de Gough fue renombrado como “Quinto Ejército”. El 11 de noviembre, con el terreno totalmente embarrado, comenzaba nuevamente a operar, bombardeando con gases Y Rabine y otras zonas al norte del Ancré. En el flanco derecho del despliegue, la 4.ª división canadiense avanzó durante la noche del 11 de noviembre, tomando algunas posiciones al noreste de la trinchera Regina, sobre la carretera entre Le Sans y Pys.

La batalla del Ancré se inciaría el 13 de noviembre, con el II Cuerpo atacando la orilla sur del Ancré, mientras el V y el XII Cuerpos atacaban la orilla norte. El bombardeo preliminar había logrado buenos resultados, destruyendo gran parte del alambre de espino frente a las defensas alemanas, y dañando muchas de estas últimas. Aprovechando la escasa visibilidad causada por la niebla matutina, los británicos mandaron a su infantería contra las defensas alemanas en la última ofensiva general de la Batalla del Somme. Entre el 13 y el 15 de noviembre la batalla afectó a toda la zona atacada, con resultados notablemente diferentes dependiendo del sector atacado. Así, el II Cuerpo consiguió avances significativos atacando entre St. Pierre Divion, al norte de Thiepval y la carretera de Grandcourt al este. Menores fueron los éxitos del V Cuerpo, que atacó entre la posición fuerte de Y Rabine y Serré; aunque sus avances en la zona más sureña si se consolidaron a costa de numerosas bajas, la 3.ª división obtuvo un fallo completo en su asalto sobre Serré. Este fracaso arrastró al XIII Cuerpo, que debía cubrir el flanco izquierdo del avance y, aun cuando logró alcanzar algunos de sus objetivos, se vio forzado a tener que abandonarlos al quedar su flanco expuesto ante el fracaso del ataque sobre Serré.

Un soldado británico descansa tras los combates.
Para el 15 de noviembre, a pesar de la meteorología adversa, las posiciones británicas en el Ancré habían sido consolidadas al sur de Grandcourt, controlados ya los reductos y trincheras ubicados en la zona. Al norte del Ancré, las posiciones habían avanzado con la conquista de St. Pierre Divion y el avance sobre las trincheras ubicadas al sur de Beaucourt, aunque  la posición sobre Beaumont Hamel e Y Rabine eran bastante precarias. Durante los días 16 y 17 de noviembre, la presión se mantuvo, a fin de preparar el asalto final sobre las posiciones fuertes al norte del Ancré, de tal suerte que las unidades del V Cuerpo tomaron varias trincheras y posiciones en disputa, presionando con la infantería, a punta de bayoneta, y obligando a los defensores a replegarse, posición tras posición.

El barro detuvo prácticamente las operaciones.
La ofensiva final británica se inició con las primeras nieves; el frío se intensificó y la nieve comenzó a caer la noche del 17 al 18 de noviembre, horas antes que se iniciase un nuevo ataque británico. El asalto se realizó en toda la línea de frente del Quinto Ejército, desde Les Sans hasta Beumont Hamel; las tropas del II Cuerpo consiguieron éxitos significativos, avanzando sobre la carretera de Le Sans a Pys y sobre Grandcourt. El V Cuerpo consiguió, tras una dura pugna con los defensores alemanes, asegurar las posiciones entorno a Beumont Hamel, Beacourt-Sud-l’Ancré y Thiepval, ocupando la mayor parte de las posiciones fuertes a pesar de las graves pérdidas sufridas. Un ejemplo de las duras pérdidas británicas lo encontramos en el ataque de la 32.ª división sobre la trinchera conocida como Serré y el “Cuadrilátero”, un bastión defensivo al que se unía la trinchera; noventa y nueve hombres del 16.º Batallón de Infantería Ligera Escocesa (anteriormente el Batallón Pal conocido como “la brigada de los chicos de Glasgow”) profundizó su ataque sobre las defensas alemanas en Beaumont Hamel, hasta un lugar conocido como trinchera “Frankfort”; un contraataque alemán los aisló del resto de la división, lo que les obligó a combatir sin retirada posible, aguantando ataque tras ataque la posición hasta el 21 de octubre, cuando los 40 supervivientes del batallón se rindieron a los alemanes.

Aun así, los británicos habían sufrido en esta parte final de la ofensiva bajas moderadas, comparadas con otros asaltos de la ofensiva del Somme; algo más de 23.000 hombres causaron baja. A cambio, consolidaron una posición repleta de fortines y trincheras, puntos fuertes y nidos de ametralladoras, causando cerca de 45.000 bajas a los alemanes, muchas de las mismas en forma de prisioneros.

ANÁLISIS FINAL. LA INSOPORTABLE INUTILIDAD DEL SOMME:
Soldados australianos rinden homenaje a los hombres
de la primera división de Australia, que dejaron sus vidas
en Poziéres.
Aun cuando la batalla del Somme concluiría para la Historia el 19 de noviembre de 1916, 141 días después de su inicio, debido al agotamiento de los recursos ofensivos, desviados por Joffré para la ofensiva final francesa en Verdún, Haig aun ordenaría acciones puntuales a corto y medio plazo que permitirían asegurar las últimas ganancias territoriales en el sector del Ancré durante los meses de noviembre y diciembre. Estos últimos movimientos aliados permitieron observar una defensa alemana cada vez más laxa, debido al agotamiento de los defensores y a la nueva estrategia defensiva de Hindemburg, que preparaba un movimiento de retirada a una nueva línea defensiva, más sólida y que consideraba inexpugnable.

Aun cuando las fases finales de la Ofensiva del Somme registraron un decreciente número de hombres perdidos por parte aliada (en contraste con el número creciente por parte alemana, con un elevado número de prisioneros), la realidad muestra que la batalla planteada por Haig en el verano de 1916, distó mucho de lograr sus objetivos estratégicos, degenerando en una batalla de desgaste monumental, en la que se consumieron gigantescos recursos para la obtención de unas muy escasas ganancias territoriales.

419.000 soldados británicos y de sus dominios causaron
baja durante la sangrienta batalla. Cerca de 100.000 murieron.
La discusión sobre las pérdidas sufridas, aun hoy en día, cien años después de los terribles acontecimientos ocurridos en las orillas del río Somme, es intensa, no poniendo de acuerdo a los diferentes estudiosos de la misma; esto es principalmente debido a el gran descontrol en que degeneraron las primeras fases de la ofensiva, al enorme número de hombres que fueron dados por desaparecidos, y a la diferente forma de contabilizar las bajas en ambos bandos, lo cual obliga a quién quiera estudiar la batalla a realizar simulaciones y especulaciones con el número real de bajas.

Para conocerlas con un mayor detalle, primero debemos conocer la realidad de la batalla; una ofensiva que se había previsto con un número limitado de recursos (trece divisiones británicas y once francesas, enfrentadas a once divisiones alemanas) acabaría convirtiéndose en un matadero en el que prácticamente todas las nacionalidades del Imperio Británico, y un número relevante de franceses, enfrascados aun en la devastadora batalla de Verdún, se encontrarían implicados. Al final de la ofensiva, un total de 50 divisiones británicas y 48 francesas habían desfilado por las orillas del Somme y del Ancré, enfrentadas a más de cincuenta divisiones alemanas. Estaríamos hablando de cerca de 800.000 británicos y 600.000 franceses, enfrentados a más de 800.000 alemanes, unas cifras absolutamente increíbles de unidades confrontadas en un frente que, en el punto álgido de la batalla, apenas tenía una extensión de una treintena de kilómetros.

Los cementerios cubrirán la Picardía. Cementerio Sudafricano.
Las cifras iniciales reconocidas por los aliados, durante la Conferencia de Chantilly de diciembre de 1916, reflejaba que los aliados valoraban haber sufrido unas pérdidas materiales de 485.000 soldados en el Somme, por más de 600.000 bajas alemanas, pero excluían del cálculo las bajas francesas; sin embargo, estas cifras estaban realizadas de cara a la galería, especuladas en base al número de prisioneros alemanes, y manipuladas para reflejar aquello que las necesidades del mando general aliado necesitaba.

Tras la guerra, fue motivo de estudio el número real de bajas sufridos por los contendientes durante la batalla, un terreno por donde pisarían algunos de los principales historiadores y autores de la época de entreguerras; Wendt, Edmonds y Churchill, entre otros, especularon con diferentes cifras, aunque finalmente se impuso la corriente que indicaba que la batalla de desgaste instigada por Haig, había supuesto un mayor potencial humano perdido a las naciones de la Entente que al Imperio Alemán.

Las cifras reconocidas como más próximas a la realidad, serían las siguientes:

·         Imperio Británico: 419.654 bajas, incluyendo 95.675 muertos o desaparecidos. Las cifras incluyen un total de 24.029 canadienses, más de 23.000 australianos, 7.408 neozelandeses, más de 3.000 sudafricanos, y más de 2.000 soldados de Newfoundland.
·         Francia: 204.253 bajas totales, incluyendo 50.756 muertos y desaparecidos.
·         Alemania: 164.055 muertos y desaparecidos, unos 38.000 prisioneros. La cifra total final no se puede conocer, ya que los alemanes calculaban sus bajas por frentes y no incluían los heridos que volvían al frente tras un periodo de convalecencia. Aun así, la cifra se ha establecido entre 465.000 y 575.000 bajas totales.

Por tanto, la sangría total para el periodo de la ofensiva, entre el primero de julio y el diecinueve de noviembre de 1916, sumaría un total de 623.907 soldados de las potencias de la Entente, y entre 465.000 y 575.000 alemanes, para un impresionante total absoluto de más de un millón cien mil hombres perdidos en el curso de aquellos terroríficos cinco meses.
Terrible testimonio - La Caída de los Gigantes.
Tumba en Bois D'Elville.

La cifra es absolutamente desproporcionada, teniendo en cuenta las consecuencias estratégicas de la operación y el escaso terreno conquistado por los atacantes. Las ganancias territoriales no permitirían estabilizar el sector, que tras las operaciones aliadas del invierno de 1917, obligarían a los alemanes a desencadenar una operación (Albreitch) para ocultar su movimiento de repliegue hacia la línea Hindemburg. La zona sería escenario de encarnizados combates durante 1917, pero muy especialmente en 1918, ya que los alemanes conquistarían todo el terreno perdido y un notable espacio adicional en el curso de la Kaiserschlatch. De hecho, prácticamente la guerra acabaría peleándose en la zona, cuando las ofensivas de pacificación aliadas recuperaron nuevamente el Somme.

La batalla supuso el debut de un gran avance tecnológico, el tanque, que iría cobrando protagonismo según los bandos enfrentados comprendiesen su verdadera repercusión táctica. Pero también sería escenario de aplicación, mejorada y ampliada, de la terrorífica estrategia de la guerra de desgaste; se calcula que unos cuarenta millones de proyectiles de artillería fueron despachados sobre los horrorizados soldados de ambos bandos, con consecuencias terribles, como ya hemos visto.

Una locura que tendría continuación en los meses venideros; Haig había abierto las puertas del infierno para el ejército británico, puertas que aun tardarían dos largos y sangrientos años en cerrarse.

Memorial de Thiepval a los Soldados Sudafricanos y
Británicos desparecidos en el Somme.
EL RECUERDO. CONMEMORACIÓN Y MEMORIALES:
El Somme suena a historia, honor y recuerdo para Reino Unido y su Imperio. El Somme suena a estación de paso obligada para los amantes de la Historia, a lugar de recogimiento y recuerdo de aquello que el hombre es capaz de hacer a otros hombres; suena a cementerios plagados de cruces y memoriales recordando a aquellos que se dejaron sus esperanzas y sus vidas hace cien años.

Cada primero de julio, la Legión Real Británica, junto con la Embajada Británica en Francia y la Comisión de Cementerios de Guerra de la Commonwealth, realiza una conmemoración del inicio de la batalla en el Memorial de Thiepval.

Inauguración del Memorial a los soldados de Newfoundland
caídos durante la batalla del Somme. 7 de julio de 1925.
Beaumont Hamel
Newfoundland fue una de las regiones del Imperio que más sufrieron el rigor de la batalla, en proporción de habitantes y bajas sufridas. Esta región canadiense conmemora el primer día de la batalla, recordando a los “mejores de los mejores”, a sus caídos, el domingo más próximo al primero de julio de cada año. El 1.º Regimiento de Newfoundland, debido a su heroísmo en la batalla, recibió el título de “Regimiento Real de Newfoundland”, de manos del rey Jorge V, el 28 de noviembre de 1917.

La región está plagada de monumentos, cementerios y memoriales a los caídos en la batalla. En el mapa adjunto podéis ver la ubicación de los mismos, que he tratado de reflejaros para aquellos que, en un futuro, queráis realizar un viaje a una bellísima región del este francés, con un gigantesco componente histórico. Según la numeración siguiente, podéis identificarlos en el mapa:



·         El Memorial a los Desaparecidos de Thiepval: Una enorme construcción ubicada en el Risco de Thiepval, donde se encuentran inscritos los nombres de los cerca de 73.000 soldados británicos y sudafricanos desaparecidos en combate en la zona, entre el 1 de julio de 1916 y el 20 de marzo de 1918. Se excluyen otras nacionalidades, que tienen sus propios memoriales.
·         01.- Memorial de los Batallones Pal de Liverpool y Manchester, Montauban.
·         02.- Memorial del 7.º Regimiento de Yorkshire, Fricourt.
·         03.- Memoriales de la 18.ª división y de la 36.ª División del Ulster, Thiepval.
·         04.- Memorial de la 41.ª división, Flers.
·         05.- Memoriales a las tropas neozelandesas y Cementerio del Valle de Cartepillar, Longueval.
·         06.- Memorial de la 38.ª división de Gales, Bois Mametz.
·         07.- Memoriales en Pozierés:
o   Regimientos Black Watch y Cameron Higlanders, tropas escocesas.
o   1.ª división australiana.
o   Cuerpo de Tanques.
o   Memorial del Molino de Poziéres, australianos.
o   Memorial del Cuerpo de Rifles Reales en la Granja de Mouquet.
o   Cementerio británico de Poziéres.
o   Memorial a los soldados desaparecidos.
·         08.- Memorial canadiense, Courcelette.
Piper's Memorial. Bois D'Elville.
·         09.- Crater de Lochnagar.
·         10.- Memoriales en La Boisselle:
o   102.ª y 103.ª brigadas de infantería Tyneside.
o   19.ª división.
o   34.ª división.
·         11.- Memorial sudafricano y Memorial a los Gaiteros, Bois D’Elville.
·         12.- Memoriales de la 20.ª división ligera y de la 16.ª división irlandesa, y cementerio de la carretera de Guillemont, Guillemont.
·         13.- Memorial a la 18.ª división, Bois de Trônes.
·         14.- Memorial de la División de Guardias, carretera de Ginchy a Lesboufs.
·         15.- Memorial y cementerio británicos, Grevillers, Bapaume.
·         16.- Memorial a los Batallones Pals de Salford, 15.º, 16.º y 19.º batallones de Lancashire, 32.ª división de infantería, Authuile, Albert.
·         17.- Parque Memorial de Newfoundland, Beaumont Hammel.
·         18.- Memorial de la división naval, Brecourt.
·         19.- Memorial a los batallones Pal de Bradford, 16.º y 18.º batallones, regimiento del Príncipe de Gales, Hébuterne.
·         Además, encontramos otros muchos cementerios militares, entre los que destacan el británico en la carretera de Serré, y los cementerios de los tres contendientes en Racourt, en la carretera que une Bapaume con Peronne.
·         Hay más monumentos en otros puntos del frente del Somme, correspondientes a los enfrentamientos ocurridos en 1918, durante la segunda batalla del Somme, aunque los hemos dejado fuera de este resumen.

Espero que si algún día tenéis la oportunidad de visitar estos lugares, este resumen os sirva como ayuda.

Dedicado a los más de 300.000 muertos y desaparecidos durante la Batalla del Somme.