jueves, 14 de agosto de 2014

ARTÍCULO 7.- LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS. VEN Y MIRA

PREÁMBULO:

Inicialmente redacté este artículo como cumbre final a los que, a lo largo de los próximos meses, iré publicando, reflejando las diferentes caras de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, tras escribir los preámbulos y los primeros choques de tropas, apenas poco más que escaramuzas comparado con los gigantescos choques de ejércitos que están por llegar, me he dado cuenta que con este artículo, “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, os presento realmente el camino que vamos a seguir… Hablamos en el artículo de enfermedades que veremos más adelante en detalle, de los nombres de localidades que pasarán a la Historia por los terribles acontecimientos que en ellas se desarrollaron; de armas malignas que trataremos individualmente en su momento…

Por ello, he querido que vieseis las consecuencias de la Guerra, su desarrollo, brevemente contado, como paso previo a lo que va a venir.

Comentar, antes de dejar paso al artículo en si mismo, que a partir de ahora dividiremos la Guerra en Cuatro grandes Bloques: El primero “MOVILIZACIÓN” es el que estamos viendo en estos momentos, y llegará hasta finales de 1914. El segundo, “ESTANCAMIENTO”, cubrirá la Guerra de Trincheras de 1915 y 1916, con las gigantescas batallas del Somme y Verdún. El tercero, “APOCALIPSIS”, contará los enormes y brutales choques que llevaron al final de la Guerra. Y el cuarto, “CAPITULACIÓN”, tratará el Tratado de Versalles y las consecuencias del conflicto.

Espero disfrutéis de “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis” tanto como yo escribiéndolo.

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LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS. VEN Y MIRA:

Nunca en la Historia de la Humanidad, los cuatro jinetes descritos en el Apocalipsis de San Juan estuvieron tan claramente presentes ni representados. Durante cuatro años largos, cabalgaron a sus anchas por toda Europa, cosechando vidas para completar una larga lista de seres humanos, arrastrados a los infiernos a consecuencia del conflicto.

De hecho, el novelista español Vicente Blasco Ibáñez escribió en 1916 su novela “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”, basada justo en los acontecimientos que daban partida a la Primera Gran Guerra Mundial, desde el punto de vista de un personaje de un país neutral. El éxito de la novela se demuestra en que fuese adaptada al cine en dos ocasiones, la primera en 1921 (The Four Horsemen of Apocalypse; dirigida por Rex Ingram) y la segunda, y más conocida, en 1962, dirigida por Vincent Minelli y protagonizada por Glenn Ford.

En el presente artículo, aprovecharemos los párrafos de apertura de los cuatro primeros sellos del Apocalipsis para explicar las circunstancias, consecuencias y cifras que desencadenaron los Jinetes en su cabalgada por Europa.

Ven y Mira.


Firmantes del Tratado de Versalles
EL PRIMER SELLO: LA VICTORIA: Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, para vencer.
Ap. 6,2

El objetivo fundamental de todos los contendientes era conseguir una victoria rápida y decisiva, que ratificase su dominio en Europa y el Mundo. Se busco dicha victoria de todas las formas posibles, aunque por desgracia para los que vivieron estos acontecimientos, la batalla decisiva nunca llegó, y la guerra se alargó durante cuatro sangrientos años.

Finalmente, la Victoria correspondió a las naciones de la Entente, apoyadas por Japón, Estados Unidos e Italia, aparte de otras potencias menores, debido al desgaste brutal que supusieron esos cuatro años de conflicto para las economías y sociedades contendientes, y muy especialmente para las de los Poderes Centrales. La Victoria pudo suponer, y ese era el objetivo de los ganadores, la erradicación de la Guerra. Tal era el testimonio de muerte y destrucción que el periodo 1914-1918 llevó a Europa, que las naciones estaban hartas de tanto horror.

Por tanto, se habló inicialmente de eliminar cualquier posibilidad de que esta historia se repitiese. Pero se cayó en el error de la venganza.

Francia, rencorosa ante su rival Alemania, impulsó una cantidad excesiva de sanciones y reparaciones de guerra sobre Alemania, en un entorno de una tremenda depresión económica, que serían el germen de un mayor rencor y que desencadenaría una brutal venganza pasados unos años. El tremendo error que supusieron las condiciones de la Capitulación Alemana, firmada el 28 de junio de 1919 en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles (ver Tratado de Versalles), que no tuvieron en cuenta las enormes necesidades de la sociedad alemana, si no que hicieron que sobre ella recayese todo el peso de la reconstrucción de Europa, la presión económica, sin perdón posible, con pérdidas y cesiones territoriales. 
Esto provocó que se elevase en Alemania un clamor popular, que sería aprovechado en la década de los años veinte, y especialmente a comienzos de los treinta, para que el Nacional Socialismo alemán, encabezado por el excombatiente en la primera Gran Guerra, Adolf Hitler, se hiciese con un grueso de votantes, cada vez más asfixiados social y económicamente, que le permitirían llegar a la Cancillería del Estado alemán e imponer su régimen de terror.

Consecuencia final de esas condiciones y de la falta de previsión de los ganadores sería, no sólo el que la Guerra no se erradicase, si no que se provocase el mayor conflicto militar sufrido en la Historia: La Segunda Guerra Mundial.
Estados Unidos, triunfante en la Guerra, que emergía como una gran potencia económica y militar en un Nuevo Mundo, se vio inmersa en un periodo aislacionista y proteccionista, con su economía prácticamente en bancarrota tras la Gran Depresión.

Francia no supo aprovechar su ventaja como principal ganador de la guerra. Los problemas políticos y económicos, y el miedo a la recuperación alemana, le hicieron ser débil, lo que provocaría que Alemania se creciese y volviese a ajustar las cuentas en 1940.

Gran Bretaña vio amenazado su estatus como gran potencia en el mundo. Estados Unidos y Japón le competían navalmente. Lo que le llevó a buscar su propio beneficio, olvidando su labor de policía del mundo.

Al final… La Victoria se tornaría terrible y amarga.


EL SEGUNDO SELLO: LA GUERRA: Cuando se abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven y mira". Entonces miré y salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió el quitar la paz de la tierra para que se degollasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
Ap. 6,3-4

La guerra cabalgó a sus anchas por Europa y otros lugares del Mundo entre 1914 y 1918. Una cabalgada sin fin, libre de ataduras, descubriendo nuevos instrumentos para que los hombres, a los que manejaba como marionetas, se matasen ya no a cientos, si no por cientos de miles, en la mayor carnicería que había conocido la Humanidad.

Aunque el comienzo de la Guerra lo marcó la inconsciencia sobre el monstruoso ser al que enfrentaban, los enormes choques frontales de 1914, con cientos de miles de muertos, y el enorme poder destructor de las primeras armas introducidas en la Guerra (nuevos cañones y ametralladoras), obligó a los hombres a reconocer el verdadero y brutal rostro de esta guerra, y atrincherarse en una gigantesca red de trincheras, que en el Frente Occidental abarcaba más de 500 kms., desde el Canal de la Mancha hasta Suiza.

La necesidad de buscar la ansiada Batalla Decisiva, y la ineficacia para conseguirlo mandando a cientos de miles de soldados a la carnicería, abrió la Guerra a nuevas y terribles técnicas que buscaban romper el bloqueo en que se encontraban, y quebrar la moral del enemigo… Armas de destrucción masiva, aviones, submarinos, bombardeos a ciudades, tanques, lanzallamas, … dieron a esta guerra una nueva perspectiva, una nueva y renovada mirada, más terrible y catastrófica que cualquier rostro que una guerra anterior hubiese tenido.

La enorme magnitud de las batallas, de las desastrosas ofensivas que plagaron el conflicto, fue otro sello particular de esta guerra. Por primera vez, no se movían ejércitos de unas decenas de miles de soldados, si no que cada asalto estaba iniciado por cientos de miles de ellos. La Guerra dejaría nombres de lugares, donde se cobrarían dimensiones catastróficamente grandes, y que pasarían a la posteridad por su duración y enorme número de pérdidas, y no por la victoria que vendría tras ellos: El Marne, Tannenberg, Galitzia, Yprés, Passchendale, Verdún, El Somme, El Isonzo, Arrás, Gallipolli…

Un camino de sangre, recorrido a lomos de un caballo rojo, y que cuando las aguas se calmasen, sólo serviría para que asumiese su nuevo rostro y cuando tuviese pleno conocimiento de su recién adquirido poder, volviese a salir acompañado de la mayor devastación jamás conocida.


EL TERCER SELLO: EL HAMBRE: Cuando se abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: "Ven y mira". Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano.
Ap. 6,5
Y oí una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino»
Ap. 6,6

Fila para el racionamiento de alimentos
Toda guerra lleva parejo el sufrimiento de las sociedades que las afrontan. Sufrimiento no sólo por ver a hijos, hermanos, maridos, padres, ser engullidos por las fauces del temible ser que cabalga el Caballo Rojo, si no por el hecho de cómo afecta dicho conflicto a la economía, a la sociedad, a los abastecimientos.

Las sociedades post-victorianas que entran en conflicto son aun sociedades dispares, con grandes desequilibrios sociales y económicos, y grandes conflictos internos. La Revolución Industrial se encontraba en sus últimos pasos, pero aun no había terminado de implantarse en todos sus términos en varias de las sociedades contendientes.

La situación era tal, que en muy poco tiempo, iniciada la Guerra, se pudo contemplar que la mayor parte de las Naciones eran incapaces de garantizarse su propio abastecimiento vital. Y llegaría el Hambre.

Alemania sufrió un bloqueo naval por parte de Gran Bretaña que hizo que la mayor parte de sus importaciones de alimentos se perdiese. Por tanto, hubo que sobrevivir con lo que se era capaz de conseguir, de las zonas conquistadas, de sus aliados, y de los neutrales que querían comerciar con ellos. Aunque el Ejército tuvo buenos abastecimientos la mayor parte de la Guerra, en Alemania comenzó pronto el racionamiento. El hambre en las ciudades alemanas llevaría a la debilidad de los seres humanos que las habitaban, y por ello a que la enfermedad (especialmente las epidemias de gripe que golpearían Europa) hiciese estragos. Finalmente, la hambruna se convirtió en endémica en 1918, y fue uno de los motivos que propiciaron la Capitulación alemana.

Francia fue tremendamente sacudida por el Hambre. Sorprendentemente, ya que no tenía un bloqueo y recibía suministros de naciones vecinas, su logística era tan rudimentaria que ni siquiera conseguían hacerlos llegar al frente. El Hambre que pasaban las tropas fue uno de los motivos del Motín del Ejército francés en 1917, aunque no sólo el ejército pasó hambre. Al final de la guerra, con la ayuda americana, las cosas mejoraron, aunque el hambre ya había hecho su labor.

Rusia fue otro de los combatientes sacudido por el hambre. En un país al borde de una revolución, donde el conflicto social era inevitable, con enormes distancias que recorrer, el Ejército y la población estaban imposibilitados de recibir los mínimos suministros para mantenerlos en un estado de funcionamiento digno. Sin suficientes armas, los alimentos resultaron casi hasta secundarios para los encargados de la logística, lo que llevó el hambre a cientos de miles de soldados rusos. Y la población sufrió tanto o más… Especialmente desde la caída del Zar, ya que el Gobierno Provisional fue un Caos completo, que precedió a la Revolución de Octubre de 1917, y a la salida de la guerra de Rusia, hambrienta, deshecha, sólo para sumergirse en un conflicto civil de dimensiones gigantescas.

Austro-Hungría, el Imperio Otomano, Italia, Serbia, Bulgaria… todos sufrieron la calamidad del Hambre… todos sufrieron la Guerra… Todos sufrieron terribles epidemias… todos verían cabalgar al último jinete como la encarnación pura de la unión de los anteriores…



EL CUARTO SELLO: LA MUERTE: Cuando se abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "Ven y mira". Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre La Muerte, y el Infierno lo seguía: y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con la espada, por hambre, por enfermedad y con las fieras de la tierra.
Ap. 6,7-8
Y cabalgó como nunca había cabalgado antes en la Historia de la Humanidad… Y el infierno le seguía… y el hambre, y la enfermedad, y la represalia, y el terrorismo de Estado, y la masacre, y la perdición de los hombres.
Los números de la maldición que extendió el Cuarto Jinete por el Mundo entre 1914 y 1918 son sencillamente apabullantes.
Las fuerzas militares enfrentadas, que salvo los esfuerzos hechos en el desarrollo de armas que les permitiesen romper la situación de estancamiento constante en que se desarrolló el conflicto (y que veremos en posteriores artículos), sólo conocían la posibilidad de avanzar lanzando hacia el enemigo a cientos de miles de hombres, sufrieron enormes pérdidas a lo largo de la guerra. Los números aproximados de las bajas entre los combatientes son los siguientes:
1.     Soldados Alemanes Muertos en batalla: 1.800.000
2.     Soldados Franceses Muertos en batalla: 1.385.000
3.     Soldados Británicos y de la Commonwealth Muertos en batalla: 1.100.000
4.     Soldados Rusos Muertos en batalla: 1.700.000
5.     Soldados Austrohúngaros Muertos en batalla: 1.200.000
6.     Soldados Turcos Muertos en batalla: 325.000
7.     Soldados Italianos Muertos en batalla: 460.000
8.     Total de combatientes muertos de todas las naciones: más de 8.500.000*
9.     Combatientes mutilados: 7.000.000 aprox.
10.  Combatientes heridos: 19.500.000 aprox.
*Muchos de los combatientes desaparecieron de la faz de la tierra, desintegrados por los obuses, o enterrados en el cieno. Un enorme número de los muertos reflejados en esta cifra son desparecidos y dados por muertos, o soldados fallecidos a los que fue imposible reconocer.
El Hambre y la Enfermedad se extendieron por las Naciones en Guerra como una Plaga. Los Balcanes conocieron su propia pandemia, el Tifus, que hizo trizas a su población. El Hambre se extendió por todas las naciones, con un manto de muerte. La Gripe Española, llamada así ya que sólo se publicaban datos sobre la misma en España, nación neutral, debida a la censura en los países combatientes, aniquiló cerca del 10% de la población europea. Los datos de muertes Civiles son los siguientes:
11.  Civiles Muertos por acción de la Guerra y la Hambruna: aprox. 8.000.000
12.  Civiles Muertos debido a las Epidemias de Gripe Española: más de 20.000.000 (según algunas fuentes más de 50.000.000 en todo el Mundo)
13.  Civiles Muertos debido al Tifus en los Balcanes: más de 1.500.000
14.  Cifras totales de Muertos durante la Gran Guerra: Aprox. 40.000.000
La Dama Blanca extendió su manto de forma brutal por la Vieja Europa. Pero sólo era el preámbulo del Gran Golpe que preparaba para el Mundo, y que no tardaría más que una veintena de años en comenzar a vislumbrar.


Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis son la mejor representación de una época que se acercó realmente al Apocalipsis Bíblico, aunque instigado por los seres humanos, potenciados y aumentados. La maldad intrínseca al Ser Humano se mostró con el desarrollo de horrendas armas de destrucción masiva, con la falta de humanidad mostrada por los políticos y mandos militares de ambos bandos, cuyas ambiciones personales y frustración ante la falta de avances se reflejó en las horrendas listas de bajas que registraban tras cada asalto, apenas para ganar unos metros y algo más de prestigio personal.
Finalmente, la Primera Guerra Mundial y su secuela, la Segunda Guerra Mundial, nos mostrarán que el verdadero Apocalipsis, la ruptura de los Siete Sellos que agotarán el tiempo de la Humanidad, serán instigados y realizados por los mismos Seres Humanos que sucumbirán al mismo… Salvo que comencemos a recordar los mensajes que la Historia nos lanza, y nos desviemos del malvado camino que nos muestra que hemos dejado, con cadáveres a modo de migas de pan…

Es nuestra decisión y nuestro futuro. Recordemos.

lunes, 4 de agosto de 2014

ARTÍCULO 6.- HOME BEFORE THE LEAVES FALL*. EL FLANCO DERECHO ALEMÁN.

*EN CASA ANTES QUE LAS HOJAS CAIGAN: Esta referencia al otoño, era realizada de forma habitual en todos los sectores de ambos bandos, y utilizada como titular de prensa como un medio para potenciar el efecto bélico entre los ciudadanos de las potencias enfrentadas. Hacía referencia a los deseos (ya que no serían más que eso… esperanzas si se quiere… pésimas previsiones si se quiere) de los Estados Mayores de los Ejércitos en conflicto respecto a buscar la batalla definitiva, el golpe perfecto que garantizase que la Guerra no durase más de tres meses, periodo de tiempo estimado como idóneo para que afectase positivamente a la economía. Sueños rotos…

Sir John French (izquierda) y Lanzerac
Como comentábamos en el anterior artículo, el Ejército Alemán inició el cuatro de agosto de 1914, los movimiento ofensivos en el Oeste, atravesando la frontera belga, a la búsqueda de cumplir con los plazos y pasos previstos por el Plan Schlieffen. Sin embargo, la terca oposición belga en las fortificaciones de Lieja retrasó los planteamientos previstos.

Por tanto, el ala derecha, el ala de envolvimiento alemana, inició con un notable retraso, que puede estimarse en una semana, la segunda fase del Plan Schlieffen. Con los belgas confinados en Ámberes, el Primer Ejército alemán del General Alexander von Kluge abrió su avance hacia el oeste de Bélgica, desde donde preveía entrar en Francia. A la altura de la población de Mons, contacto por primera vez con las unidades británicas de Sir John French.

Mientras, el Segundo Ejército Alemán (Karl von Bülow), enrabietado por su retraso en Lieja, avanzó decididamente hacia la frontera francesa al suroeste, rodeando el Bosque de las Ardenas. El Mariscal Joseph Joffré, Comandante en Jefe francés, había previsto detener a los alemanes en el ángulo formado por los ríos Sambré y Mosa, apoyándose en las ciudadelas de Charleroi y Namur. Allí mandó al Quinto Ejército francés del General Charles Lanzerác, a fin de cubrir el flanco de los asaltos previstos por el Plan XVII sobre las Ardenas y la Lorena (la Batalla de las Fronteras).

EL DESASTRE FRANCÉS. LA BATALLA DE CHARLEROI:
Tras la caída de Bruselas el día 20 de agosto, von Bülow dispuso a sus divisiones a continuar presionando hacia el suroeste, a fin de cruzar lo antes posible los puentes sobre el Mosa y el Sambré, y continuar el avance previsto. Tan sólo un día después, el día 21 de agosto, la ciudad de Charleroi, llave estratégica de la zona, ya estaba bajo el bombardeo de sus cañones.

El General Lanzerác, siguiendo las órdenes de Joffré, atacó el día 22 de agosto a los alemanes a lo largo de la línea del Sambré, intentando derrotar a los cuerpos alemanes que avanzaban por esta zona. El ataque fracasó.

Ese mismo día, von Bülow ordenó un asalto frontal para forzar los puentes del Mosa, mientras el tercer ejército alemán del General Max von Hausen, liberado de oposición a su avance por la falta de presencia francesa en su zona de avance (los ejércitos que esperaba encontrar estaban empeñados en el asalto de las Ardenas, parte de la Batalla de las Fronteras), atacó el flanco derecho del V Ejército francés. De esta forma, la inferioridad francesa resultaba catastrófica: 38 divisiones alemanas contra 15 francesas.

Los Puentes sobre el Mosa no tardaron en caer en manos alemanas. Lanzerác, desesperado, ordenó el contraataque a los cuerpos III y X, pero las comunicaciones eran horribles y fue imposible coordinarlos, por lo que el X Cuerpo nunca avanzó y el III sufrió fuertes bajas y fue rechazado.

Viendo que podía ser rodeado por su derecha, Lanzerac solicitó ayuda al BEF, pero Sir John French aun no había conseguido alcanzar las posiciones asignadas, por lo que determinó que la ayuda no era posible.

El día 23, Lanzerác parecía dispuesto a aguantar la posición en Charleroi, a la espera que los británicos ocupasen sus posiciones y fuese posible su ayuda, aunque pronto recibió intensos ataques frontales por parte del Segundo Ejército Alemán, y se vio superado en su flanco derecho por el ejército de Hausen, por lo que la resistencia se vino abajo e inició una retirada bastante desordenada, cubierta por los cañones de 75 mm. franceses, que realizarían una gran labor, deteniendo a los alemanes lo suficiente para que la derrota no fuese un desastre total.

El 25 de agosto los alemanes tomaban definitivamente las ciudades de Charleroi y Namur, y comienzan su persecución del ejército francés, la tercera fase del Plan Schlieffen.

LA BATALLA DE MONS. LLEGAN LOS BRITÁNICOS:
Como hemos visto, el día 22 de agosto los británicos aun seguían tomando posiciones, por lo que no fueron capaces de apoyar al V Ejército de Lanzerác en la Batalla de Charleroi.

Carga británica de caballería durante la batalla de Mons
Sir John French, comandante del BEF (British Expeditionary Force) confiaba que este mantuviese su posición mientras sus unidades ocupaban sus puestos en el flanco izquierdo del ejército francés, pero al derrumbarse el Quinto Ejército, se encontró en una delicada posición, con un enorme hueco en su flanco derecho.

El día 23 de agosto, en la creencia que ocupaba posiciones en el flanco izquierdo francés, French ordenó a su Segundo Cuerpo, bajo el mando del General Smith-Dorrien, que ocupase posiciones entre los puentes de Le Petit Crépin y Ouburg, y desde allí hasta la derecha francesa, desplegó al Primer Cuerpo del General Haig, ocupando posiciones entorno a la Ciudad de Mons. La posición tenía forma de cuña, lo que la hacía fácilmente atacable. En total, contaba con unos 70.000 hombres, y encaraba al Primer Ejército de von Kluge, con más de 300.000.

El domingo 23 de agosto se inició la confrontación. El día era gris, con lluvia ligera. Los alemanes, desconociendo la entidad del rival, ordenaron avanzar sobre el Cuerpo de Smith-Dorrien a su infantería y caballería. Un total de siete divisiones avanzaron en cerrada formación y fueron rechazadas por el certero fuego británico con fuertes bajas.

Von Kluge, comprobado ya que el enemigo era más abundante y tenaz de lo esperado, ordenó bombardear las posiciones británicas. A las nueve de la mañana, la artillería machacó las posiciones del 4º de Fusileros Reales y del 4º de Middlesex, que defendían el Canal de Mons-Condé, y recibieron el ataque del IX Cuerpo alemán. Soldados profesionales, expertos tiradores, los británicos, con sólo dos batallones, rechazaron el ataque, que buscó alternativas de avance atacando a través de terreno más cubierto.

Con escasos refuerzos, las unidades británicas recibieron órdenes de aguantar sus posiciones, aunque comenzaba a ser obvio que el derrumbamiento francés hacía complejo el aguantar la posición.

Desde las once de la mañana y hasta las dos de la tarde, las Brigadas 9ª y 13ª británicas sufrieron el impulso del ataque alemán entorno a Mons, reculando apenas unos cientos de metros, y sosteniendo la posición en otros puntos, haciendo pagar muy caro cada metro de avance a las fuerzas alemanas.

Victory Cross - Teniente Dease y Soldado Godly
A partir de las dos, la lucha se desplazó hacia el saliente de Mons, donde la posición de la 3ª división británica era muy expuesta. De hecho, el poder numérico de la infantería y artillería alemana comenzó a hacerse con el campo de batalla, y los británicos se vieron obligados a retirarse. En este punto comenzaron a producirse hechos de gran heroísmo, que serán recordados en la historia militar británica, como por ejemplo, el acto del Teniente Dease y el soldado Godley, quienes manejaron una ametralladora y aguantaron solos la posición en la carretera de Nimy a Ciply mientras sus compañeros se retiraban, por la que se hicieron merecedores de la Cruz Victoria, la máxima condecoración británica. Dease la recibió a título póstumo. Godley fue herido y hecho prisionero.

En ese punto, con los británicos ya desmoronados, se produjo el caos. Las unidades británicas, incapaces de coordinar la retirada, fueron rodeadas por los alemanes en algunos puntos, lo que amenazaba su destrucción. Pero para sorpresa de los británicos, los alemanes se detuvieron para reorganizarse, lo que permitió salvar la mayor parte de las unidades.

En este punto, French tuvo conocimiento del desmoronamiento total del ejército de Lanzerác. La única alternativa que tenía era retirarse para formar una nueva línea a la altura de Cambrai y Le Catêau,  y restablecer así la línea con los franceses.

Los ingleses sufrieron unas 7.000 bajas, por unas 5.000 alemanas.

LA PERSECUCIÓN. LAS BATALLAS DE GUISE Y LE CATEAU:
La retirada del V Ejército francés y del BEF se detuvo en la línea Cambrai – Guise. Los británicos se vieron envueltos en un nuevo enfrentamiento con el Primer Ejército alemán en Le Catêau, donde intentaron detenerlos sin mucha fortuna.

El día 26 de agosto, Lanzerác mantuvo una reunión muy tensa con su Jefe de Estado Mayor, Joffré, ya que este, obcecado en la “Offensive Autrance”, continuaba considerando que Lanzerác no cumplía con su labor, y que debía contraatacar con fuerza a los alemanes, en la seguridad que los devolvería a Bélgica, salvando a las fuerzas situadas en las Ardenas de ser envueltas y derrotadas. La derrota británica en Le Catêau, impulsó aun más la decisión de Joffré que Lanzerác debía contraatacar.

Por tanto, el 27 de agosto, las unidades de Lanzerác recibieron la orden de contraatacar, coordinándose con los británicos para que estos pudiesen replegarse y reorganizarse el día 28. Los cruces de mensajes entre Lanzerác, que se negaba a atacar en dirección noroeste, lo que expondría su flanco derecho, y Joffré impidieron que se iniciasen los ataques. Así que Joffré se personó el 28 para obligar a Lanzerác a realizar su ofensiva.

A pesar de la falta de coordinación con los británicos (French impidió atacar a sus divisiones, ante el temor de que un fallo francés le expusiese aun más al asalto del Primer Ejército), y que el ataque hacia las posiciones al oeste, en St. Quintin, fracasó, el día fue ganado gracias al éxito del primer Cuerpo francés atacando hacia Guise, al norte.

Sin embargo, el resultado real fue devastador. El Primer Ejército alemán entró en la brecha entre los británicos y Lanzerác, presionando al Sexto Ejército francés, que se incorporaba a la batalla, y obligándole a refugiarse en París para no ser arrollado. Mientras, los británicos se retiraban hacia el norte, haciendo mayor la brecha. Lanzerác, nuevamente, vio como el tercer Ejército alemán volvía a amenazar con rodearle, por lo que el Quinto Ejército se retiró en desorden hacia el Aisne, cruzándolo el 1 de septiembre.

Lánzerac sería reemplazado en el mando por el comandante de su Primer Cuerpo, Louis Franchet D’Espérey.


Las cosas no podían ir peor para los aliados. A estas alturas habían perdido la Batalla de Las Fronteras, y los alemanes se aprestaban a cruzar el Aisne sin oposición. París estaba al alcance de sus manos. Pero los franceses decidieron plantar batalla al este, en la línea natural del Río Marne