lunes, 4 de agosto de 2014

ARTÍCULO 6.- HOME BEFORE THE LEAVES FALL*. EL FLANCO DERECHO ALEMÁN.

*EN CASA ANTES QUE LAS HOJAS CAIGAN: Esta referencia al otoño, era realizada de forma habitual en todos los sectores de ambos bandos, y utilizada como titular de prensa como un medio para potenciar el efecto bélico entre los ciudadanos de las potencias enfrentadas. Hacía referencia a los deseos (ya que no serían más que eso… esperanzas si se quiere… pésimas previsiones si se quiere) de los Estados Mayores de los Ejércitos en conflicto respecto a buscar la batalla definitiva, el golpe perfecto que garantizase que la Guerra no durase más de tres meses, periodo de tiempo estimado como idóneo para que afectase positivamente a la economía. Sueños rotos…

Sir John French (izquierda) y Lanzerac
Como comentábamos en el anterior artículo, el Ejército Alemán inició el cuatro de agosto de 1914, los movimiento ofensivos en el Oeste, atravesando la frontera belga, a la búsqueda de cumplir con los plazos y pasos previstos por el Plan Schlieffen. Sin embargo, la terca oposición belga en las fortificaciones de Lieja retrasó los planteamientos previstos.

Por tanto, el ala derecha, el ala de envolvimiento alemana, inició con un notable retraso, que puede estimarse en una semana, la segunda fase del Plan Schlieffen. Con los belgas confinados en Ámberes, el Primer Ejército alemán del General Alexander von Kluge abrió su avance hacia el oeste de Bélgica, desde donde preveía entrar en Francia. A la altura de la población de Mons, contacto por primera vez con las unidades británicas de Sir John French.

Mientras, el Segundo Ejército Alemán (Karl von Bülow), enrabietado por su retraso en Lieja, avanzó decididamente hacia la frontera francesa al suroeste, rodeando el Bosque de las Ardenas. El Mariscal Joseph Joffré, Comandante en Jefe francés, había previsto detener a los alemanes en el ángulo formado por los ríos Sambré y Mosa, apoyándose en las ciudadelas de Charleroi y Namur. Allí mandó al Quinto Ejército francés del General Charles Lanzerác, a fin de cubrir el flanco de los asaltos previstos por el Plan XVII sobre las Ardenas y la Lorena (la Batalla de las Fronteras).

EL DESASTRE FRANCÉS. LA BATALLA DE CHARLEROI:
Tras la caída de Bruselas el día 20 de agosto, von Bülow dispuso a sus divisiones a continuar presionando hacia el suroeste, a fin de cruzar lo antes posible los puentes sobre el Mosa y el Sambré, y continuar el avance previsto. Tan sólo un día después, el día 21 de agosto, la ciudad de Charleroi, llave estratégica de la zona, ya estaba bajo el bombardeo de sus cañones.

El General Lanzerác, siguiendo las órdenes de Joffré, atacó el día 22 de agosto a los alemanes a lo largo de la línea del Sambré, intentando derrotar a los cuerpos alemanes que avanzaban por esta zona. El ataque fracasó.

Ese mismo día, von Bülow ordenó un asalto frontal para forzar los puentes del Mosa, mientras el tercer ejército alemán del General Max von Hausen, liberado de oposición a su avance por la falta de presencia francesa en su zona de avance (los ejércitos que esperaba encontrar estaban empeñados en el asalto de las Ardenas, parte de la Batalla de las Fronteras), atacó el flanco derecho del V Ejército francés. De esta forma, la inferioridad francesa resultaba catastrófica: 38 divisiones alemanas contra 15 francesas.

Los Puentes sobre el Mosa no tardaron en caer en manos alemanas. Lanzerác, desesperado, ordenó el contraataque a los cuerpos III y X, pero las comunicaciones eran horribles y fue imposible coordinarlos, por lo que el X Cuerpo nunca avanzó y el III sufrió fuertes bajas y fue rechazado.

Viendo que podía ser rodeado por su derecha, Lanzerac solicitó ayuda al BEF, pero Sir John French aun no había conseguido alcanzar las posiciones asignadas, por lo que determinó que la ayuda no era posible.

El día 23, Lanzerác parecía dispuesto a aguantar la posición en Charleroi, a la espera que los británicos ocupasen sus posiciones y fuese posible su ayuda, aunque pronto recibió intensos ataques frontales por parte del Segundo Ejército Alemán, y se vio superado en su flanco derecho por el ejército de Hausen, por lo que la resistencia se vino abajo e inició una retirada bastante desordenada, cubierta por los cañones de 75 mm. franceses, que realizarían una gran labor, deteniendo a los alemanes lo suficiente para que la derrota no fuese un desastre total.

El 25 de agosto los alemanes tomaban definitivamente las ciudades de Charleroi y Namur, y comienzan su persecución del ejército francés, la tercera fase del Plan Schlieffen.

LA BATALLA DE MONS. LLEGAN LOS BRITÁNICOS:
Como hemos visto, el día 22 de agosto los británicos aun seguían tomando posiciones, por lo que no fueron capaces de apoyar al V Ejército de Lanzerác en la Batalla de Charleroi.

Carga británica de caballería durante la batalla de Mons
Sir John French, comandante del BEF (British Expeditionary Force) confiaba que este mantuviese su posición mientras sus unidades ocupaban sus puestos en el flanco izquierdo del ejército francés, pero al derrumbarse el Quinto Ejército, se encontró en una delicada posición, con un enorme hueco en su flanco derecho.

El día 23 de agosto, en la creencia que ocupaba posiciones en el flanco izquierdo francés, French ordenó a su Segundo Cuerpo, bajo el mando del General Smith-Dorrien, que ocupase posiciones entre los puentes de Le Petit Crépin y Ouburg, y desde allí hasta la derecha francesa, desplegó al Primer Cuerpo del General Haig, ocupando posiciones entorno a la Ciudad de Mons. La posición tenía forma de cuña, lo que la hacía fácilmente atacable. En total, contaba con unos 70.000 hombres, y encaraba al Primer Ejército de von Kluge, con más de 300.000.

El domingo 23 de agosto se inició la confrontación. El día era gris, con lluvia ligera. Los alemanes, desconociendo la entidad del rival, ordenaron avanzar sobre el Cuerpo de Smith-Dorrien a su infantería y caballería. Un total de siete divisiones avanzaron en cerrada formación y fueron rechazadas por el certero fuego británico con fuertes bajas.

Von Kluge, comprobado ya que el enemigo era más abundante y tenaz de lo esperado, ordenó bombardear las posiciones británicas. A las nueve de la mañana, la artillería machacó las posiciones del 4º de Fusileros Reales y del 4º de Middlesex, que defendían el Canal de Mons-Condé, y recibieron el ataque del IX Cuerpo alemán. Soldados profesionales, expertos tiradores, los británicos, con sólo dos batallones, rechazaron el ataque, que buscó alternativas de avance atacando a través de terreno más cubierto.

Con escasos refuerzos, las unidades británicas recibieron órdenes de aguantar sus posiciones, aunque comenzaba a ser obvio que el derrumbamiento francés hacía complejo el aguantar la posición.

Desde las once de la mañana y hasta las dos de la tarde, las Brigadas 9ª y 13ª británicas sufrieron el impulso del ataque alemán entorno a Mons, reculando apenas unos cientos de metros, y sosteniendo la posición en otros puntos, haciendo pagar muy caro cada metro de avance a las fuerzas alemanas.

Victory Cross - Teniente Dease y Soldado Godly
A partir de las dos, la lucha se desplazó hacia el saliente de Mons, donde la posición de la 3ª división británica era muy expuesta. De hecho, el poder numérico de la infantería y artillería alemana comenzó a hacerse con el campo de batalla, y los británicos se vieron obligados a retirarse. En este punto comenzaron a producirse hechos de gran heroísmo, que serán recordados en la historia militar británica, como por ejemplo, el acto del Teniente Dease y el soldado Godley, quienes manejaron una ametralladora y aguantaron solos la posición en la carretera de Nimy a Ciply mientras sus compañeros se retiraban, por la que se hicieron merecedores de la Cruz Victoria, la máxima condecoración británica. Dease la recibió a título póstumo. Godley fue herido y hecho prisionero.

En ese punto, con los británicos ya desmoronados, se produjo el caos. Las unidades británicas, incapaces de coordinar la retirada, fueron rodeadas por los alemanes en algunos puntos, lo que amenazaba su destrucción. Pero para sorpresa de los británicos, los alemanes se detuvieron para reorganizarse, lo que permitió salvar la mayor parte de las unidades.

En este punto, French tuvo conocimiento del desmoronamiento total del ejército de Lanzerác. La única alternativa que tenía era retirarse para formar una nueva línea a la altura de Cambrai y Le Catêau,  y restablecer así la línea con los franceses.

Los ingleses sufrieron unas 7.000 bajas, por unas 5.000 alemanas.

LA PERSECUCIÓN. LAS BATALLAS DE GUISE Y LE CATEAU:
La retirada del V Ejército francés y del BEF se detuvo en la línea Cambrai – Guise. Los británicos se vieron envueltos en un nuevo enfrentamiento con el Primer Ejército alemán en Le Catêau, donde intentaron detenerlos sin mucha fortuna.

El día 26 de agosto, Lanzerác mantuvo una reunión muy tensa con su Jefe de Estado Mayor, Joffré, ya que este, obcecado en la “Offensive Autrance”, continuaba considerando que Lanzerác no cumplía con su labor, y que debía contraatacar con fuerza a los alemanes, en la seguridad que los devolvería a Bélgica, salvando a las fuerzas situadas en las Ardenas de ser envueltas y derrotadas. La derrota británica en Le Catêau, impulsó aun más la decisión de Joffré que Lanzerác debía contraatacar.

Por tanto, el 27 de agosto, las unidades de Lanzerác recibieron la orden de contraatacar, coordinándose con los británicos para que estos pudiesen replegarse y reorganizarse el día 28. Los cruces de mensajes entre Lanzerác, que se negaba a atacar en dirección noroeste, lo que expondría su flanco derecho, y Joffré impidieron que se iniciasen los ataques. Así que Joffré se personó el 28 para obligar a Lanzerác a realizar su ofensiva.

A pesar de la falta de coordinación con los británicos (French impidió atacar a sus divisiones, ante el temor de que un fallo francés le expusiese aun más al asalto del Primer Ejército), y que el ataque hacia las posiciones al oeste, en St. Quintin, fracasó, el día fue ganado gracias al éxito del primer Cuerpo francés atacando hacia Guise, al norte.

Sin embargo, el resultado real fue devastador. El Primer Ejército alemán entró en la brecha entre los británicos y Lanzerác, presionando al Sexto Ejército francés, que se incorporaba a la batalla, y obligándole a refugiarse en París para no ser arrollado. Mientras, los británicos se retiraban hacia el norte, haciendo mayor la brecha. Lanzerác, nuevamente, vio como el tercer Ejército alemán volvía a amenazar con rodearle, por lo que el Quinto Ejército se retiró en desorden hacia el Aisne, cruzándolo el 1 de septiembre.

Lánzerac sería reemplazado en el mando por el comandante de su Primer Cuerpo, Louis Franchet D’Espérey.


Las cosas no podían ir peor para los aliados. A estas alturas habían perdido la Batalla de Las Fronteras, y los alemanes se aprestaban a cruzar el Aisne sin oposición. París estaba al alcance de sus manos. Pero los franceses decidieron plantar batalla al este, en la línea natural del Río Marne

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