lunes, 28 de julio de 2014

Artículo 5.- MOVILIZACIÓN PARTE I. LOS CAÑONES DE AGOSTO.

28 de Julio de 1914. Francisco José I, el hombre sereno que fue esposo de Sissi, y Emperador del Imperio Austrohúngaro, incitado por el Kaiser Guillermo II de Alemania, quién le aseguró que ni Rusia ni Francia activarían sus tratados para defender a Serbia, máxime después del magnicidio sobre la persona del Archiduque Franz Ferdinand, que ya vimos en uno de los anteriores artículos, declaró la guerra a Serbia.

Cuando se quiso dar cuenta, la bola de nieve que había empujado, el pistón que había detonado, se puso en salvaje movimiento… El Zar Nicolás II, en la seguridad que le proporcionaba su parentesco con el Kaiser, decidió responder a la petición de ayuda vinculada al Pacto de Asistencia Mutua con Serbia. Aunque inseguro, sólo ordenó una movilización parcial de sus fuerzas en la frontera con Austro-Hungría, lo que fue invocado como suficiente por Alemania para generar un Casus Belli y mandar un ultimátum a Rusia el 29 de julio, ante la consternación del Zar. Tanto el Kaiser como el Zar trataron a última hora de detener los movimientos, pero la decisión del Alto Mando ruso de realizar una movilización total (debido a una falta de previsión, sólo había planes realizados para una movilización completa) causó definitivamente la declaración de guerra por parte de Alemania el 1 de agosto.

Francia, aliada de Rusia y Serbia, comenzó sus movimientos diplomáticos para garantizarse el cumplimiento por parte de Gran Bretaña de los acuerdos de la Triple Entente con Rusia, pero el Gobierno Británico prefería mantenerse neutral a la espera de acontecimientos. Sin embargo, el pueblo francés comenzó a movilizarse en favor de una guerra con Alemania… El día 3 de agosto, Alemania decidió adelantarse a los acontecimientos y declarar la guerra a Francia, como contramedida ante una posible declaración de guerra contra ella cuando se encontrase contra Rusia, y ceñirse de esa manera al estricto cumplimiento del Plan Schlieffen.

Los siete sellos se habían roto, y los Jinetes del Apocalipsis cabalgarían a sus anchas por Europa en los siguientes cuatro años. Ven y mira.

Fuerte de Loncin al final de la batalla, reducido a escombros
LA VIOLACIÓN DE BÉLGICA: No obstante, allí no había acabado la bola de nieve. Esta continuaba rodando… El Plan Schlieffen incluía la ocupación pacífica de una parte de Bélgica para realizar el movimiento de ola que barrería a los franceses con el ala derecha alemana.

El Kaiser envió el día 3 de Agosto una carta al Rey Alberto de Bélgica, en términos que garantizaba la independencia de Bélgica y ventajas posteriores, en el caso de permitir el tránsito del ala derecha alemana, casi un millón de hombres, a través de su territorio. El rey de los belgas quedó estupefacto ante semejante petición… cualquier permiso que diese iría en contra de los Acuerdos Internacionales, y supondría el fin de Bélgica como estado independiente, ya que sabía de sobra las pretensiones que sobre este pequeño estado mantenían tanto Francia como Alemania.

Por tanto, decidido a defender la independencia y la entidad de Bélgica, Alberto respondió negativamente a Alemania, envió una petición formal de ayuda a Gran Bretaña, que era el garante de su independencia, y ordenó la movilización general del ejército y de los reservistas. El Kaiser intentó denodadamente detener la maquinaria alemana, ya dispuesta en la frontera belga, cuando recibió un ultimátum del gobierno británico para que fuese respetada la integridad territorial belga. En una reunión de urgencia con el Estado Mayor alemán el día 4 de agosto, solicitó la detención de la ofensiva, recibiendo de Helmuth von Moltke, Jefe del E. M. la famosa respuesta que desataría la matanza: “Lo que se ha puesto en movimiento, no puede ser detenido”.

Gran Bretaña declararía la guerra a Alemania ese mismo día 4 de Agosto, momento en que ya habían comenzado los movimientos ofensivos… Alemania desarrollaba fielmente el Plan que tenía para derrotar a Francia, pero entre las fuerzas francesas y el ala derecha alemana se situaba el pequeño ejército belga y las fortalezas de Lieja, Namur y Bruselas.

Gran Bertha. Cañón Krupp de 420 mm.
LA BATALLA DE LIEJA: Los movimientos iniciales fueron realizados por el enorme Segundo Ejército Alemán, dirigido por el General von Bulow, y compuesto por 320.000 hombres. Su principal objetivo era derrotar rápidamente las doce fortalezas que defendían la ciudad belga de Lieja, situada en la ruta principal de avance alemana, al norte del Bosque de las Ardenas.

Las fortalezas de Lieja habían sido construidas en la década de 1880, para proteger ambas orillas del rio Meuse (Mosa), incluyendo 400 cañones de diferentes calibres (hasta grandes obuses de 210 mm.) y una fuerte guarnición, bajo mando del general Lehmann. El grosor de los muros hacia que los fuertes fuesen virtualmente inexpugnables en el momento de su construcción, pero la tecnología armamentística había avanzado mucho en la última década, y el ejército alemán contaba con un enorme tren de artillería pesada.
La noche del 5 de agosto, un fuerte contingente alemán, liderado por el general Emmich, lideró un desastroso intento de tomas los fuertes al asalto, sufriendo terribles pérdidas. Así que al día siguiente, se cambió de táctica. Se bombardeó los fuertes mientras la 14.ª Brigada alemana, que había perdido a su comandante, fue liderada personalmente por el General Erich Ludendorff, y que posteriormente sería uno de los más importantes comandantes de Alemania en la guerra, atacaba directamente la ciudad. La estrategia fue totalmente exitosa, y la guarnición de la ciudad se rindió el 7 de agosto. Sin embargo, los fuertes continuarían resistiendo, lo que suponía un retraso en la estrategia alemana.

Fortaleza Belga destruida en Lieja
Por tanto, fueron llamados a primera línea los enormes obuses de asedio cedidos por los austrohúngaros, así como los enormes cañones Krupp de 420 mm. Gran Bertha, quienes bombardearon constantemente la ciudadela y los fuertes hasta su rendición el 16 de agosto.

A pesar de su derrota final, los defensores de Lieja habían ganado unos días vitales para los aliados.

Rendida Lieja, el primero, segundo y tercer ejército alemán, es decir, el ala derecha alemana, inició la segunda fase del Plan Schlieffen. Presionó a los belgas hasta capturar Bruselas el 20 de agosto (Primer Ejército del general von Kluge) y obligarles a refugiarse en Amberes (Antwerp). Y giró hacia su derecha, convergiendo hacia la frontera francesa, donde se encontraban las ciudadelas de Namur y Charleroi, y en ellas las primeras fuerzas francesas… pero esto será visto en un próximo artículo.

EL SUFRIMIENTO DE LOS BELGAS: Desde el primer momento los belgas estuvieron dispuestos a defender su integridad territorial. Los alemanes, a quienes se había garantizado desde todas las instancias que el tránsito por Bélgica sería un paseo entre una población amistosa, se encontraron con una fiera oposición, y con la acción de pequeños grupos de resistencia en su retaguardia.

El soldado alemán era, por tanto, proclive a odiar a los belgas por considerarse traicionados por ellos, aunque lo que desencadenaría el verdadero odio fue la acción y uso de una palabra: Francotirador.
El uso de algunos francotiradores belgas contra la retaguardia alemana ocasionó en los ejércitos implicados una enorme sensación de inseguridad, lo que degeneraría en una terrible represalia sobre muchas poblaciones que iban siendo conquistadas. Esta sensación era, no obstante, falsa, ya que apenas se registraron acciones aisladas por parte de francotiradores.

El caso de represión más llamativo fue el fusilamiento masivo e incendio en la localidad de Battice durante el primer día de enfrentamientos. Aunque los líderes militares alemanes no estaban satisfechos con esas actitudes hacia los civiles, que en guerras posteriores serían tan salvajemente familiares, lo cierto es que no pudieron detener el hecho que Bélgica fuese la primera nación literalmente violada, no sólo en su territorialidad e independencia, si no también en el respeto hacia los derechos humanos de los civiles.

Como veremos posteriormente, en Bélgica se desarrollaran algunas de las más violentas y sangrientas batallas de la Guerra. Nombres como Mons, Charleroi, Namur, Ypres, Passchendale, … quedaran impresas con letras de sangre en los Anales de la Historia.


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