28 de Julio de 1914. Francisco José I, el hombre sereno que
fue esposo de Sissi, y Emperador del Imperio Austrohúngaro, incitado por el Kaiser
Guillermo II de Alemania, quién le aseguró que ni Rusia ni Francia activarían
sus tratados para defender a Serbia, máxime después del magnicidio sobre la
persona del Archiduque Franz Ferdinand, que ya vimos en uno de los anteriores
artículos, declaró la guerra a Serbia.
Cuando se quiso dar cuenta, la bola de nieve que había
empujado, el pistón que había detonado, se puso en salvaje movimiento… El Zar
Nicolás II, en la seguridad que le proporcionaba su parentesco con el Kaiser,
decidió responder a la petición de ayuda vinculada al Pacto de Asistencia Mutua
con Serbia. Aunque inseguro, sólo ordenó una movilización parcial de sus
fuerzas en la frontera con Austro-Hungría, lo que fue invocado como suficiente por
Alemania para generar un Casus Belli y mandar un ultimátum a Rusia el 29 de
julio, ante la consternación del Zar. Tanto el Kaiser como el Zar trataron a
última hora de detener los movimientos, pero la decisión del Alto Mando ruso de
realizar una movilización total (debido a una falta de previsión, sólo había
planes realizados para una movilización completa) causó definitivamente la
declaración de guerra por parte de Alemania el 1 de agosto.
Francia, aliada de Rusia y Serbia, comenzó sus movimientos
diplomáticos para garantizarse el cumplimiento por parte de Gran Bretaña de los
acuerdos de la Triple Entente con Rusia, pero el Gobierno Británico prefería
mantenerse neutral a la espera de acontecimientos. Sin embargo, el pueblo
francés comenzó a movilizarse en favor de una guerra con Alemania… El día 3 de
agosto, Alemania decidió adelantarse a los acontecimientos y declarar la guerra
a Francia, como contramedida ante una posible declaración de guerra contra ella
cuando se encontrase contra Rusia, y ceñirse de esa manera al estricto
cumplimiento del Plan Schlieffen.
Los siete sellos se habían roto, y los Jinetes del
Apocalipsis cabalgarían a sus anchas por Europa en los siguientes cuatro años. Ven y mira.
Fuerte de Loncin al final de la batalla, reducido a escombros |
LA VIOLACIÓN DE BÉLGICA: No obstante, allí no había acabado
la bola de nieve. Esta continuaba rodando… El Plan Schlieffen incluía la
ocupación pacífica de una parte de Bélgica para realizar el movimiento de ola
que barrería a los franceses con el ala derecha alemana.
El Kaiser envió el día 3 de Agosto una carta al Rey Alberto
de Bélgica, en términos que garantizaba la independencia de Bélgica y ventajas
posteriores, en el caso de permitir el tránsito del ala derecha alemana, casi
un millón de hombres, a través de su territorio. El rey de los belgas quedó
estupefacto ante semejante petición… cualquier permiso que diese iría en contra
de los Acuerdos Internacionales, y supondría el fin de Bélgica como estado
independiente, ya que sabía de sobra las pretensiones que sobre este pequeño
estado mantenían tanto Francia como Alemania.
Por tanto, decidido a defender la independencia y la entidad
de Bélgica, Alberto respondió negativamente a Alemania, envió una petición
formal de ayuda a Gran Bretaña, que era el garante de su independencia, y ordenó
la movilización general del ejército y de los reservistas. El Kaiser intentó
denodadamente detener la maquinaria alemana, ya dispuesta en la frontera belga,
cuando recibió un ultimátum del gobierno británico para que fuese respetada la
integridad territorial belga. En una reunión de urgencia con el Estado Mayor
alemán el día 4 de agosto, solicitó la detención de la ofensiva, recibiendo de
Helmuth von Moltke, Jefe del E. M. la famosa respuesta que desataría la
matanza: “Lo que se ha puesto en movimiento, no puede ser detenido”.
Gran Bretaña declararía la guerra a Alemania ese mismo día 4
de Agosto, momento en que ya habían comenzado los movimientos ofensivos…
Alemania desarrollaba fielmente el Plan que tenía para derrotar a Francia, pero
entre las fuerzas francesas y el ala derecha alemana se situaba el pequeño
ejército belga y las fortalezas de Lieja, Namur y Bruselas.
Gran Bertha. Cañón Krupp de 420 mm. |
LA BATALLA DE LIEJA: Los movimientos iniciales fueron
realizados por el enorme Segundo Ejército Alemán, dirigido por el General von
Bulow, y compuesto por 320.000 hombres. Su principal objetivo era derrotar
rápidamente las doce fortalezas que defendían la ciudad belga de Lieja, situada
en la ruta principal de avance alemana, al norte del Bosque de las Ardenas.
Las fortalezas de Lieja habían sido construidas en la década
de 1880, para proteger ambas orillas del rio Meuse (Mosa), incluyendo 400
cañones de diferentes calibres (hasta grandes obuses de 210 mm.) y una fuerte
guarnición, bajo mando del general Lehmann. El grosor de los muros hacia que
los fuertes fuesen virtualmente inexpugnables en el momento de su construcción,
pero la tecnología armamentística había avanzado mucho en la última década, y
el ejército alemán contaba con un enorme tren de artillería pesada.
La noche del 5 de agosto, un fuerte contingente alemán,
liderado por el general Emmich, lideró un desastroso intento de tomas los
fuertes al asalto, sufriendo terribles pérdidas. Así que al día siguiente, se
cambió de táctica. Se bombardeó los fuertes mientras la 14.ª Brigada alemana,
que había perdido a su comandante, fue liderada personalmente por el General
Erich Ludendorff, y que posteriormente sería uno de los más importantes
comandantes de Alemania en la guerra, atacaba directamente la ciudad. La estrategia
fue totalmente exitosa, y la guarnición de la ciudad se rindió el 7 de agosto.
Sin embargo, los fuertes continuarían resistiendo, lo que suponía un retraso en
la estrategia alemana.
Fortaleza Belga destruida en Lieja |
Por tanto, fueron llamados a primera línea los enormes
obuses de asedio cedidos por los austrohúngaros, así como los enormes cañones
Krupp de 420 mm. Gran Bertha, quienes bombardearon constantemente la ciudadela
y los fuertes hasta su rendición el 16 de agosto.
A pesar de su derrota final, los defensores de Lieja habían
ganado unos días vitales para los aliados.
Rendida Lieja, el primero, segundo y tercer ejército alemán,
es decir, el ala derecha alemana, inició la segunda fase del Plan Schlieffen.
Presionó a los belgas hasta capturar Bruselas el 20 de agosto (Primer Ejército
del general von Kluge) y obligarles a refugiarse en Amberes (Antwerp). Y giró
hacia su derecha, convergiendo hacia la frontera francesa, donde se encontraban
las ciudadelas de Namur y Charleroi, y en ellas las primeras fuerzas francesas…
pero esto será visto en un próximo artículo.
EL SUFRIMIENTO DE LOS BELGAS: Desde el primer momento los
belgas estuvieron dispuestos a defender su integridad territorial. Los
alemanes, a quienes se había garantizado desde todas las instancias que el
tránsito por Bélgica sería un paseo entre una población amistosa, se
encontraron con una fiera oposición, y con la acción de pequeños grupos de
resistencia en su retaguardia.
El soldado alemán era, por tanto, proclive a odiar a los
belgas por considerarse traicionados por ellos, aunque lo que desencadenaría el
verdadero odio fue la acción y uso de una palabra: Francotirador.
El uso de algunos francotiradores belgas contra la
retaguardia alemana ocasionó en los ejércitos implicados una enorme sensación
de inseguridad, lo que degeneraría en una terrible represalia sobre muchas
poblaciones que iban siendo conquistadas. Esta sensación era, no obstante,
falsa, ya que apenas se registraron acciones aisladas por parte de
francotiradores.
El caso de represión más llamativo fue el fusilamiento
masivo e incendio en la localidad de Battice durante el primer día de
enfrentamientos. Aunque los líderes militares alemanes no estaban satisfechos
con esas actitudes hacia los civiles, que en guerras posteriores serían tan
salvajemente familiares, lo cierto es que no pudieron detener el hecho que
Bélgica fuese la primera nación literalmente violada, no sólo en su
territorialidad e independencia, si no también en el respeto hacia los derechos
humanos de los civiles.
Como veremos posteriormente, en Bélgica se desarrollaran
algunas de las más violentas y sangrientas batallas de la Guerra. Nombres como
Mons, Charleroi, Namur, Ypres, Passchendale, … quedaran impresas con letras de
sangre en los Anales de la Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario