Soldados del ANZAC |
*Cuando estalló
la Primera Guerra Mundial, los territorios del Imperio Británico, algunos de
ellos elevados recientemente a Estados, se apresuraron a formar soldados voluntarios
para enviar a combatir por el Rey, a salvar a la Madre Gran Bretaña. Australia,
Estado formal desde 1901, y Nueva Zelanda, dominio británico, carecían aun de
una identidad nacional que les uniese. Esta se forjaría en los lúgubres parajes
de los Dardanelos, durante la primavera y verano de 1915, cuando el Cuerpo del
ANZAC (Cuerpo de Ejército de Australia y Nueva Zelanda) se enfrentó a un
desafío que uniría los corazones en un destino común, el de sobrevivir a la
carnicería o morir frente a un enemigo enconado que defendía su territorio. Los
regimientos australianos acudieron representando cada uno a una región, y
salieron de Gallipoli como hermanos, unidos en una nación: Australia.
SITUACIÓN GEOPOLÍTICA; ORIGEN DE LA CAMPAÑA DE
LOS DARDANELOS:
Jóvenes oficiales turcos, incluido Atätürk, Mustafá Khemal |
Cuando el
Imperio Otomano se decidió a intervenir en la Guerra a favor de las Potencias
Centrales, se planteo entre los miembros de la Entente la necesidad de eliminar
rápidamente a un enemigo que amenazaba por el oeste con desestabilizar el
Frente de los Balcanes, y por el este con dominar el Mar Negro, amenazar el
Caúcaso ruso y los territorios británicos en el Norte de África y Oriente
Medio. El desconocimiento sobre la capacidad real del Imperio Otomano de los
miembros de la Entente les hizo presuponer una amenaza mayor de lo que
realmente suponía su débil ejército.
La
sensación de amenaza se acrecentó con la ofensiva turca en el Caúcaso a finales
de 1914. Aunque la campaña, como ya hemos visto, acabaría en un desastre absoluto
para las armas otomanas, Rusia ya había solicitado formalmente a sus aliados la
apertura de un segundo frente que expulsase al Imperio Otomano de la Guerra.
Lo cierto
era que ambos poderes, la Entente y los Imperios Centrales, tenían necesidad de
tener la Península de Anatolia y el Cuerno de Oro en su bando. Los primeros
sabían que, eliminando la amenaza del Imperio Otomano, podrían llevar
suministros a Serbia y Rusia, participando activamente en la campaña de los
Balcanes, provocando la intervención de Bulgaria, Rumanía y Grecia, con
consecuencias decisivas para el Imperio Austrohúngaro. También eliminarían la
amenaza sobre la frontera rusa desde el Caúcaso, liberando a decenas de miles
de hombres que serían muy necesarios en el Frente Oriental; y, además, darían
un golpe de timón a favor del Zar, que se encontraba en situación muy delicada
tras la derrota de Tannenberg; presionado por los revolucionarios bolcheviques
y por los sectores más retrógrados del ejército desde el interior, la victoria
en Galitzia fue un bálsamo temporal.
Los
temores sobre un levantamiento bolchevique y sobre la estabilidad del gobierno
ruso, impulsaría a los aliados a tramar un plan estratégico con el que
responder a la petición de su aliado. También influía el deseo británico de
establecerse en el Oriente Medio otomano, garantizándose los pozos de petróleo
tan importantes en la zona. De hecho, rápidamente inició movimientos con vistas
a levantar a las tribus árabes contra los turcos, como ya analizaremos más
adelante cuando tratemos al aventurero Lawrence de Arabia.
Winston Churchill |
El
encargado de diseñar y defender la operación sería el Primer Lord del
Almirantazgo británico, Winston Churchill. Joven político de gran carácter,
Churchill vería una gran oportunidad para afianzar su carrera política, y pondría
en juego su prestigio en la estrategia para forzar el Estrecho de los
Dardanelos y tomar Constantinopla, objetivo final del operativo que se
desarrollaría en la Campaña.
Los planes
fueron rápidamente desarrollados. Se basaban en que la Flota Combinada
Franco-británica sería capaz de forzar el Estrecho de los Dardanelos,
eliminando las baterías costeras y permitiendo el desembarco de las fuerzas
británicas y del Imperio desde Egipto, y las fuerzas francesas del Norte de
África. El desembarco se realizaría al sur de Constantinopla, desde donde las
unidades aliadas avanzarían para conquistar la ciudad.
El escaso
tiempo de preparación y el desconocimiento de las capacidades defensivas del
Ejército Otomano, jugarían en contra de los aliados.
ASALTO NAVAL A LOS DARDANELOS:
Todos los
planes estaban dispuestos de forma urgente para comenzar a operar antes del
final del invierno. Así, la flota combinada, comandada por el Almirante
Sackville Carden, y compuesta por 18 acorazados aliados, comenzó la labor de
destrucción de los fuertes a partir del 17 de febrero de 1915. El HMS Queen
Elizabeth inició el bombardeo de las batería costeras en Kum Kale y Sedd el
Bahr, las puertas de los Dardanelos. Sin embargo, el mal tiempo y la movilidad
de las baterías otomanas, forzó a los
británicos a tener que desembarcar infantería para acabar de limpiar esas posiciones.
El 25 de febrero, con mucho retraso, las baterías más sureñas quedaron
silenciadas y los dragaminas consiguieron abrir un camino para la flota.
Aun así,
el camino que quedaba por limpiar era muy largo, y el ritmo muy lento. Las
baterías de largo alcance otomanas bombardeaban los intentos de los dragaminas
aliados por ampliar el pasillo, y el fuego artillado aliado apenas conseguía
silenciarlas unas horas.
La
lentitud era exasperante. Churchill, acuciado por la oposición y el gobierno,
necesitaba progresos, así que presionó a Carden para que incrementase los
esfuerzos de la flota. Carden trazó nuevos planes, garantizando que la flota
llegaría a Constantinopla a mediados de marzo. Las noticias que Churchill
recibió, referentes a que las posiciones otomanas andaban cortas de munición,
le invitaron a aprovechar la oportunidad, por lo que mando órdenes a Carden
para que lanzase un asalto a mayor escala a mucho tardar el 17 de marzo. Las
evasivas de Carden para organizar dicho ataque ante el temor de perder parte de
su flota, hizo que Churchill forzase su relevo, oficialmente por enfermedad, y
que entregase el mando de la flota al Almirante John de Robeck.
Se
reorganizó nuevamente la Flota, y el 18 de marzo, sin apenas preparación, se
lanzó el ataque principal. Este se
dirigiría hacia el punto más estrecho de los Dardanelos, donde apenas kilómetro
y medio separaba ambas orillas. Encabezados por los 18 acorazados, la flota
inició el movimiento. Se lanzo a los dragaminas por delante, ignorando el daño
que los fuertes, aun plenamente operativos, podrían ocasionar. Los dragaminas,
manejados heroicamente por civiles, apenas conseguían avanzar, bajo el
constante fuego de los cañones otomanos; lucharon hasta que este se hizo
insostenible, obligándoles a la retirada.
Acorazado francés Bouvet, el primero en hundirse |
Esto
ocasionó las primeras pérdidas serias entre las fuerzas aliadas. El acorazado
francés Bouvet se fue a pique con gran parte de su tripulación, tras chocar con
una mina.
La flota
siguió avanzando y bombardeando, ya sin la protección que le aportaban los
dragaminas en su desesperado intento por limpiar el camino. Consecuencia rápida
fue el grave daño encajado en muy poco tiempo por los acorazados británicos HMS
Irresistible y HMS Inflexible tras chocar con sendas minas. El Irresistible
quedó varado, por lo que se envío el HMS Ocean en su ayuda, recibiendo un
impacto directo que provocó que quedase varado también. Ambos barcos
resultarían finalmente hundidos.
También
fueron dañados gravemente los acorazados franceses Suffren y Gaulois, que
entraron de lleno en una línea de minas que no tenían prevista, al haber sido
colocada tan sólo unos días antes por los dragaminas otomanos.
Con un
tercio de sus buques hundidos o gravemente dañados, Robeck se vio obligado a
ordenar la retirada sin conseguir sus objetivos.
Aunque las
bajas habían sido previstas, y por ello se había enviado al combate a algunos
de los acorazados más antiguos, lo cierto es que la operación naval terminaba
en un gran fiasco. De hecho, los turcos lo celebraron como una gran victoria…
Tal vez un poco pronto… la Campaña de los Dardanelos no había hecho más que
comenzar.
LOS DESEMBARCOS EN GALLIPOLI. COMIENZA LA LEYENDA
DEL ANZAC:
Tras el
fracaso y las fuertes pérdidas sufridas por la flota, Churchill se encontraba
presionado en el Parlamento. Se ponían en tela de juicio sus decisiones y la
utilidad del plan. Fracasado el asalto naval, sólo quedaba forzar el Estrecho
por tierra.
El
Secretario de Estado Británico, Lord Kitchener, cursó órdenes al General Sir
Ian Hamilton, a fin de formar con tropas de los Dominios, británicos y
franceses, una fuerza terrestre que contaría inicialmente con unos 78.000
hombres, que, bajo la designación de Fuerza Expedicionaria del Mediterráneo,
cumpliese con la labor requerida. En total contaría con cinco divisiones, una
de Nueva Zelanda, la 1ª División Australiana, la 29ª División británica y las
dos divisiones del Cuerpo Oriental francés, compuesto a medias por tropas
coloniales y metropolitanas. Fuerzas muy escasas teniendo en cuenta la tarea
que les esperaba, un desembarco en una región rocosa, con un avance por un
terreno complejo y ante unas fuerzas desconocidas.
Operaciones Terrestres. La Batalla de Gallipoli. |
Por ello,
y no habiéndose previsto desembarcos bajo fuego, se decidió el desembarcar más
al sur de lo lógico, en la Península de Gallipoli. Siendo un área inhóspita, se
esperaba escasa resistencia y poder avanzar hacia el norte para capturar
Constantinopla. Las derrotas del Ejército Otomano en la Campaña del Caúcaso
habían llevado a los comandantes británicos a una errónea valoración de la
capacidad combativa de los soldados turcos; este fallo de apreciación de la
inteligencia militar británica habría de costar muy cara a los soldados
aliados.
De hecho,
la preparación de las fuerzas que estaban asignadas a los desembarcos era
bastante deficiente. En Egipto la instrucción fue muy laxa, y la logística
ignorada, lo que lastraría a los combatientes aliados durante meses, en
ausencia de material, repuestos, comida, etc… No se estudiaría correctamente el
terreno, provocando que ciertos accesos desde la playa a los puntos de asalto
estuviesen enfilados por los cañones turcos y sometidos la llegada de refuerzos
y suministros a constante bombardeo. Además, los transportes tuvieron que ser
trasladados desde otros teatros, lo que originó un notable retraso en las
operaciones, obligando a retrasar los desembarcos hasta finales de Abril, cinco
semanas después del fracaso de la flota.
Mustafa Khemal "Atätürk" |
Ese tiempo
fue crucial para las armas otomanas. El Estado Mayor Turco cursó instrucciones
para crear posiciones fortificadas a lo largo de toda la Península de los
Dardanelos, desplazando fuerzas de la reserva para guarnicionar toda la costa y
repeler cualquier intento de desembarco. Se destinó a la zona al 5º Ejército,
conformado especialmente por reclutas, hasta sumar cerca de 60.000 hombres
comandados personalmente por Otto Liman von Sanders. Desplegó a la 19ª
División, comandada por el Teniente Coronel Mustafá Khemal en Cabo Helles, y a
la 9ª División guarnicionando la Costa del Egeo, manteniendo en reserva a las
restantes tres divisiones de la formación. Se hizo un gran esfuerzo por mejorar
las comunicaciones internas y la logística, habitualmente desastrosa, de tal
suerte que cuando se produjesen los desembarcos, la llegada de material y
refuerzos fuese lo más adecuada posible.
Las cartas
estaban echadas. Sólo faltaba ver las apuestas.
El día 25
de abril, tras varios retrasos debido al mal tiempo, comenzaron los desembarcos
a lo largo de la costa de los Dardanelos. Las tropas habían estado esperando
pacientemente este grave momento, primero acantonados en Egipto, y posteriormente en la isla griega de Lemnos.
A la 29ª división
británica se le asignó el desembarco en el sector de playa de Helles, a fin de
avanzar desde allí en dirección a Kilitbahir y su complejo de fortalezas.
El Cuerpo
ANZAC desembarcaría a lo largo de la costa del Egeo, con la 3ª Brigada de
infantería en cabeza. Desde allí avanzaría para cortar la retirada a las
fuerzas turcas en Kilitbahir. En el área de desembarco se ubicaba una pequeña
cueva, que sería nombrada “Anzac Cove” (La Cueva del Anzac), y que sería
escenario de algunos de los más encarnizados combates.
Los
franceses desembarcarían en el lado asiático de los Dardanelos, en una maniobra
de distracción, reembarcando posteriormente para trasladarse al sector oriental
de Helles.
La 29ª
división, bajo el mando del General Mayor Aylmer Hunter-Weston, tras
reorganizarse, inició el día 27 de abril, tras los desembarcos en Helles, y
ante la escasa oposición enemiga, un avance hacia el interior. Elementos de la
división avanzaron sobre los escasos defensores del pueblo de Krithia, ocupando
la población brevemente, ya que la falta de órdenes desencadenó en la retirada
de las unidades implicadas hacia las playas antes de finalizar el día. Si lo
hubiesen sabido, no habrían abandonado, ya que nunca estarían tan cerca de
ocupar esa posición en los meses posteriores, y cada asalto lanzado costaría
cientos de vidas.
Los
principales desembarcos tuvieron lugar en las playas V y W, situadas junto a la
antigua fortaleza de Seddülbahir. Allí,
los otomanos habían establecido sólidas posiciones defensivas, lo que causaría
estragos entre los británicos al desembarco; de 200 ingleses e irlandeses de la
primera oleada, sólo 21 alcanzaron las playas.
En toda la
costa los defensores otomanos, aunque sobrepasados en número y cortos de
munición, hicieron acopio de valor y frenaron el ímpetu inicial de los aliados.
Especialmente notable sería el acto de sacrificio del 57º Regimiento de la 19ª
división de Khemal; destinada a las alturas de Chunuk Bair por Ätätürk, recibió
órdenes de no retirarse. Todos los hombres del Regimiento fueron muertos o
heridos.
Las bajas
crecientes entre los atacantes no les impedían avanzar, ante el escaso número
de sus adversarios. Las tropas de Lancashire, que desembarcaron en números de
1.000 hombres en la playa W de Helles, sufrieron un 60% de bajas. Los
batallones desembarcados en la playa V se aproximaron al 70%; del millar de
Dublineses que desembarcaron el día 25 de abril, sólo 11 sobrevivirán a la
campaña.
Sin
órdenes para penetrar tierra adentro, las fuerzas aliadas se establecieron
firmemente a lo largo de las playas, perdiendo de esa forma la capacidad de
sorpresa y permitiendo a los otomanos reorganizarse y recibir refuerzos.
LA CAMPAÑA TERRESTRE. PRIMEROS CHOQUES:
Ante la
falta de actividad de los aliados, preocupados por reorganizarse y asentar sus
posiciones en las playas, los primeros en mover ficha serían los turcos.
Mustafá Khemal recibió varios batallones de refuerzo que, junto a sus tropas de
la 19ª división, conformarían una fuerza de 18 batallones, unos 15.000 hombres.
Al amanecer del 27 de abril, se lanzarían al asalto de las posiciones en el
entorno de la Cueva del Anzac. El apoyo naval resultaría vital para evitar el
éxito del asalto turco, y los ANZAC consiguieron mantenerse en sus posiciones.
Ghurkas de la 29ª División India |
El primer
gran avance aliado no sería lanzado hasta el día 28. Entonces, prepararon una
maniobra de pinza utilizando las exhaustas fuerzas de la 29ª división
británica, y elementos de las fuerzas francesas desembarcadas en Morto Bay, al
noreste de Helles. El objetivo era tomar la población de Krithia, conquistada y
abandonada los primeros días. Pero como ya dijimos previamente, el retraso en
las operaciones y el abandono de la posición había permitido a los defensores
asentarse firmemente en el terreno, preparar trincheras y defensas. El avance
fue detenido en seco a medio camino entre las playas y Krithia, sufriendo los
aliados más de 3.000 bajas en pocas horas. La primera batalla de Krithia había
sido un fiasco.
Después
del asalto del 28 de abril, la 29ª división, ya exhausta por los combates del
desembarco, quedó prácticamente inutilizada para el ataque. Los franceses no
contaban con suficiente fuerza y los australianos habían sufrido fuertemente
tras el contraataque de Khemal. Además, Liman von Sanders había comenzado a
enviar refuerzos a la zona, mientras que los refuerzos aliados llegaban con
cuentagotas… Las posibilidades de una rápida victoria aliada se evaporaban,
apuntando a una larga campaña de desgaste, en la que las fuerzas de ambos
bandos se aniquilarían inútilmente.
El 30 de
abril desembarcaría en Helles la División Naval Real británica.
La
situación de las fuerzas aliadas era bastante delicada… Incapaces de abrirse
paso desde las playas, los hombres comenzaban a acumularse en una estrechísima
franja de terreno. Esto era especialmente cierto en el sector de ANZAC. Khemal,
sabiendo de estas penurias, pero considerándolas mayores de lo que realmente
eran, reunió a su división, recibiendo además varios batallones de la reserva,
y se lanzó al amanecer del día 30 a una ofensiva general contra la cabeza de
playa del ANZAC, entre el sector de “Lone Pine” y “Wire Gulley”… Muchas
localizaciones recibirían los nombres de accidentes del terreno (Anzac Cove, Lone
Pine, …) o de los primeros hombres que la ocuparon (Wire Gulley) a fin de
identificarlas… El caso es que la ofensiva otomana, aun poniendo al ANZAC en
una situación crítica, no consiguió un gran éxito, ante la obstinación de los
australianos… las bajas otomanas, más de 4.000 hombres, les obligaron a detener
su ataque, pero al mismo tiempo obligó a que los aliados iniciasen un proceso
de atrincheramiento que convertiría la Península de Gallipoli en un Frente
Occidental en miniatura.
Nadie Queda Atrás. El Anzac |
Aun así,
el Teniente General Birdwood, comandante del ANZAC, ordenó a la División 1ª
Australiana y a la Brigada de Nueva Zelanda el asaltar el 1º de mayo, partiendo
del “Alto de Russell” y del “Puesto de Quinn”. Encabezados por los
neozelandeses, avanzaron una corta distancia bajo la cobertura de la artillería
naval, pero rápidamente fueron detenidos por el extremadamente intenso fuego
sobre su flanco izquierdo. Las tropas se retiraron tras sufrir más de 1.000
bajas.
La
evidencia que se habían planificado los desembarcos con escasos medios se hizo
notoria con las primeras bajas sufridas. La experiencia de estos escasos días
de combate, determinó a los aliados a movilizar hacia los Dardanelos nuevas
unidades. El 5 de Mayo fue enviada la 42ª División de East Lancashire desde
Egipto a Helles. Mientras, para cubrir a la debilitada 29ª División, y pensando
que tras el fracaso de Khemal en su ataque a ANZAC el 30 de abril, las
posiciones de ANZAC estaban aseguradas, Hamilton desplazó la 2ª División
Australiana y la Brigada de Nueva Zelanda al sector de Helles, a fin de
participar como reservas en el siguiente asalto sobre Krithia.
El 6 de
mayo, tras una corta preparación artillera, 20.000 hombres se lanzaron al
asalto en el área de Krithia. Los franceses avanzarían hacia Kereves Dere,
mientras los británicos y ANZAC atacarían Krithia y Achi Baba. Aunque los
franceses consiguieron algunas pequeñas ganancias, las fuerzas aliadas se
vieron sometidas, nada más superar su línea de trincheras y hondonadas que les
protegían, a un nutrido y potente fuego de artillería pesada y ametralladoras
que les obligó a pegarse al terreno. Con las tropas incapaces de seguir
avanzando o de retroceder ante la intensidad del fuego, se decidió el esperar
refuerzos. Al amparo de los refugios naturales que fueron encontrando, de los
parapetos formados con los cadáveres de los caídos o de los cráteres causados
por la artillería, esperaron la amanecida.
Al asalto |
El día 7
de mayo, encabezados por los neozelandeses, los aliados volvieron al asalto.
Las tropas neozelandesas subieron la meseta hacia Krithia, mientras los restos
de la 29ª división intentaban aproximarse a la población desde el sur. El
avance fue duro y lento, y sólo al atardecer la 2ª Brigada australiana
consiguió situarse en el centro de la línea británica para asaltar la
población. A un coste enorme, consiguieron ganar la mitad del terreno que les
separaba de su onjetivo. Los franceses en el flanco derecho se encontraban exhaustos,
incapaces de mantener la defensa ante un previsible contraataque. La 29ª estaba
destrozada y los australianos y neozelandeses habían sufrido fuertes bajas…
incapaces de avanzar el terreno que restaba, las fuerzas aliadas iniciaban la
retirada hacia las playas sin haber logrado ninguno de sus objetivos, dando por
finalizada la Segunda Batalla de Krithia.
Se hacía
imperioso un periodo de reposo… Los arsenales de munición aliados estaban
agotados. Había que esperar la llegada de la 42ª División y de los nuevos
refuerzos australianos, en la forma de elementos de los regimientos de
caballería ligera (este episodio está reflejado en la película “Gallipoli”,
dirigida en 1981 por Peter Weir, e interpretada por Mel Gibson y Mark Lee). Los
otomanos aprovecharon el descanso para reorganizar su línea, retirando tropas
del frente ANZAC al sector crítico de Krithia, y aprovechando para reforzar su
artillería.
LA CAMPAÑA TERRESTRE. LA CONTRAOFENSIVA TURCA:
Este
tiempo de parada permitió a Liman von Sanders distribuir tropas de la reserva
en Constantinopla hacia el frente. El objetivo de von Sanders era arruinar
cualquier intento ofensivo desde Helles o ANZAC, pero Enver Pasha, tomando el
mando sin permiso específico de von Sanders, ordenó un contraataque inmediato
sobre las débiles posiciones del ANZAC. Así, el 19 de mayo se reinició la
acción, cuando 42.000 turcos descendieron hacia la Cueva del Anzac sobre los
17.000 australianos y neozelandeses que, a duras penas, se sostenían en las
playas. Enver esperaba que, ante la falta de municiones, cortadas por von
Sanders para impedir la ofensiva, el peso numérico fuese suficiente para
doblegar a los ANZAC. El ataque fue un absoluto fracaso, sufriendo los otomanos
más de 10.000 bajas con cerca de 3.000 muertos, por menos de 700 bajas ANZAC.
Las bajas
Otomanas fueron tan grandes que solicitaron una tregua que permitiesen retirar
y enterrar los miles de cadáveres que se pudrían al sol. Este hecho, el de los
cadáveres insepultos y la invasión de moscas (moscas de los cadáveres) que se
produciría, y que amargaría la existencia a los soldados de ambos bandos, sería
una constante en la campaña. La tregua, realizada el 24 de mayo, dio lugar a
escenas que se asemejaron a los ocurridos meses antes en el Frente Occidental, durante
la Tregua de Navidad, y permitió comprender a los australianos que se
enfrentaban a hombres muy alejados de los “Abdul” que la propaganda aliada
mostraba.
En el mar,
la situación aliada se deterioraba rápidamente… Las torpederas turcas y los
submarinos alemanes dieron buena cuenta de varios buques principales. La caída
en desgracia del máximo defensor del cruce de los Dardanelos e instigador de la
batalla terrestre, Winston Churchill, le había obligado a dimitir. Parte de la
flota regresaba a casa, privando a los hombres desembarcados de buena parte de
su apoyo.
Trinchera turca frente a Anzac Cove |
Por su
parte, la falta de munición en el bando otomano era crítica. El fracaso del
ataque instigado por Enver, permitió a Liman von Sanders recuperar plenamente
el control, prohibiendo los costosos asaltos frontales, pero aun así, carecía
de suficientes recursos para aguantar una defensa al menos hasta junio, cuando
preveía recibir nuevos materiales.
Aun así,
se realizó algún intento durante mayo por avanzar en el sector del ANZAC. Se
usaron técnicas de mina y contramina, para intentar conquistar las trincheras
en el entorno del “Puesto de Quinn”, pero no se consiguieron ganancias
sustanciales en ninguno de los bandos.
El resto
de la vida hasta junio se limitó al incesante fuego de los francotiradores, y a
pequeños encuentros con granadas de mano (había puntos donde las trincheras de
ambos bandos se encontraban tan cerca que podían alcanzarse con el lanzamiento
de granadas… Respecto a ellas, los otomanos contaban con buenas armas, pero los
australianos no habían sido provistos de granadas, por lo que improvisaron
algunas con latas de comida repletas de dinamita y metralla).
A partir
del 4 de junio se reanudó la actividad. Ambos bandos habían aprovechado la
parada para establecer una densa red de trincheras, que harían más complejo
cualquier avance. Se habían tendido alambre de espino y se habían
acondicionados puestos avanzados para los observadores, francotiradores y
puestos de ametralladoras. El 4 de junio los aliados desencadenaron la 3ª
Batalla de Krithia, juntando para el ataque a las divisiones 29ª y 42ª, la
División Real Naval y dos divisiones francesas. El avance, como era de esperar,
resultó calamitoso… para un avance insignificante, los británicos sufrieron
4.500 bajas y los franceses 2.000, entre el 20 y el 25% de la fuerza atacante.
Significativamente, los otomanos sufrieron mayores pérdidas, debido sobre todo
a la acción de la artillería aliada, tal vez 9.000 hombres. Nuevamente el
ataque terminaba en fracaso.
Las posibilidades
de una ruptura se había evaporado definitivamente, por lo que los mandos
aliados comenzaron a tejer nuevas estrategias que permitiesen romper el
estancamiento imperante, en un terreno infecto, pedregoso, sin cobertura para
el ardiente sol, repleto de moscas y del hedor de los cadáveres insepultos.
Se dispuso
una nueva división, la 52ª Lowlander para atacar el 28 de junio a lo largo del
“Gully Ravine” hacia la izquierda, en la costa del Egeo. Los otomanos no
esperaban un asalto en esa zona, lo que permitió una ganancia significativa de
terreno para los aliados a un coste relativamente bajo.
A partir
del 1 de julio, Liman von Sanders ordenó una serie de contraataques contra las
nuevas posiciones aliadas. Oleada tras oleada, los turcos se estrellaron contra
las defensas británicas, sufriendo entre el 1 y el 5 de julio cerca de 15.000
bajas, lo que les dejó exhaustos y decididos nuevamente a retomar la estrategia
defensiva.
Un corto
periodo de inactividad permitió reforzar nuevamente las defensas de ambos
bandos y reorganizar las dañadas formaciones. La tranquilidad finalizaría el 12
de julio, cuando tropas frescas de la 52ª división, asaltaron frontalmente el
Valle de Achi Baba Nullah, frente a la zona de Krithia, y que sería conocido
como el “Bloody Valley”. El ataque se coordinó con un asalto de la brigada
Naval desde ANZAC al este, y de los franceses desde el oeste. Las dos brigadas
de la 52ª División participantes, con 7.500 hombres, consiguieron avanzar unos
pocos metros a un coste enorme… Al acabar el día 2.500 bajas de la división, un
tercio de los atacantes, reposaban sobre el terreno, junto con 800 franceses y
500 hombres de la Brigada Naval. Aun así, los turcos sufrieron mayores pérdidas
en su desesperada defensa, casi 10.000 hombres.
Con este
ataque finalizaban las operaciones de julio, en medio de un claro estancamiento
donde ningún bando obtenía ninguna ventaja. A los ingleses les estaba costando
un enorme esfuerzo bélico, y sólo estaban obteniendo réditos de su campaña
submarina, ya que algunos submarinos habían conseguido atravesar los Dardanelos
y estaban causando fuertes bajas entre los buques otomanos en el Mar del
Mármara. Pero el esfuerzo era excesivo… O se rompía el frente o sería difícil
sostener una posición tan arriesgada durante el mal tiempo.
LA CAMPAÑA TERRESTRE. LA OFENSIVA FINAL:
Cartel de la película de Peter Weir (1981) |
Los
continuados fracasos aliados en conquistar los objetivos en Helles y Krithia,
obligaron a Hamilton a cambiar su estrategia. Era necesario y urgente el
conseguir una ruptura, por lo que se realizó un nuevo plan de operaciones para
conquistar en Agosto las posiciones de Chunuk Bair y la Colina 971.
En el
periodo de descanso previo, ambos bandos se reforzaron enormemente. De hecho,
los británicos contaban ya con 15 divisiones, mientras los otomanos habían
duplicado sus fuerzas en la península. Como apertura de operaciones, se planeó
un desembarco en la Bahía de Suvla, situada muy al norte de ANZAC; el objetivo
de la operación era colocas a dos divisiones del IX Cuerpo británico en una
posición de amenaza del flanco otomano avanzando sobre Sari Bair al noroeste,
lo que les obligaría a retirar fuerzas del frente principal. Además, ANZAC
atacaría a modo de distracción la posición fuerte conocida como “Baby 700”,
utilizando a la 3ª Brigada de Caballería Ligera de Australia Occidental (hecho
que también se refleja en el film “Gallipoli”) mientras los neozelandeses
atacaban la fortaleza de Chunuk Bair, y fuerzas de la 4ª Brigada Australiana y
la 29ª División India avanzarían hacia la Colina 971.
Los
desembarcos en la Bahía de Suvla se realizaron en la noche del 6 de agosto, sin
encontrar oposición. Comandados por el Teniente General Frederick Stopford,
nuevamente las tropas no habían previsto desembarcos sencillos, por lo que,
cuando se decidió a avanzar hacia el interior, fracasó en conseguir sus
objetivos, ya que dieron tiempo a los turcos a ocupar las altura de Anafarta,
cubriendo los accesos desde las playas hacia el interior, y machacando a las unidades
que intentaban avanzar.
La Caballería Ligera espera la muerte. Fotograma "Gallipoli" |
A alguien
se le olvidó informar a los ataques de diversión que los desembarcos se habían
logrado en la noche, así que se iniciaron los asaltos al mediodía, tanto desde
Helles como desde ANZAC. En Helles, los ataques hacia Krithia fueron nuevamente
rechazados sangrientamente. En ANZAC, la 1ª Brigada de Infantería Australiana
abandonó las trincheras desde “Lone Pine” para apoyar el ataque principal sobre
Chunuk Bair y la Colina 971, capturando de forma sorpresiva la principal
trinchera turca, aunque su esfuerzo sería inútil, ante el gran fracaso en los
ataques principales.
La Brigada
Neozelandesa consiguió ganar a gran coste 500 metros hacia el Chunuk Bair, pero
tuvo que atrincherarse al ser incapaz de ganar la cima, preparando su asalto
para el día 7 de agosto. El retraso en la operación (y su no suspensión,
recordemos que era un ataque de diversión) tuvo fatales consecuencias para la
Caballería Ligera Australiana. Su ataque se retrasó para hacerlo coincidir con
el de los neozelandeses, ya que debían caer sobre la retaguardia de las fuerzas
que estos enfrentaban. Fueron los primeros en salir de la trinchera el día 7,
sufriendo un enorme castigo; apenas eran capaces de avanzar unas decenas de
metros antes de caer acribillados por las ametralladoras otomanas; todo había
salido mal, ya que la preparación artillera fue insuficiente, sólo sirvió para
alertar a las tropas otomanas, y los ataques se espaciaron mucho, permitiendo
la llegada de refuerzos turcos.
Además,
las tropas que debían atacar la Colina 971, fueron incapaces de iniciar su
ataque, lo que permitió que los turcos se concentrasen frente a “Neck” y Churuk
Bai.
Los
neozelandeses conservaron un par de días sus posiciones próximas a Chunuk Bair,
antes que las fuerzas de refresco que les sustituyeron fuesen expulsadas el día
10 de agosto por un enérgico contraataque liderado por Mustafá Khemal, dejando
en nada las posibilidades de victoria aliada.
Las
fuerzas participantes habían sufrido enormes pérdidas. Uno de los batallones
neozelandeses que atacaron el Chunuk Bair, el Batallón de Wellington, sufrió
711 bajas de 760 hombres. La 3ª Brigada de Caballería Ligera de Australia
Occidental fue deshecha perdiendo dos tercios de sus hombres.
La
aventura en Suvla continuó. Con la llegada de nuevos refuerzos, se inició un
nuevo asalto a través de la Planicie de Anafarta el día 18 de agosto; la 54ª
División intentó alcanzar Kavak Teppe con desastrosos resultados, tanto que el
Alto Mando empezó a considerar la evacuación de Suvla y ANZAC. Entre las
unidades perdidas en el curso de los ataques en Suvla estaba el famoso
Regimiento de Norfolk, conocido como el “Regimiento perdido”; en el curso de la
batalla, avanzó el 12 de agosto, quedando aislado y siendo destruido
completamente. Surgieron numerosas leyendas al respecto, desde que fueron
ejecutados hasta que desaparecieron en una extraña niebla; lo cierto es que los
que no murieron fueron capturados.
Siguieron
llegando refuerzos desde Egipto, intentándose un nuevo asalto desde Suvla y
ANZAC, a fin de conquistar la Colina de la Cimitarra y la Colina 60, lo que
permitiría unir ambas playas, pero el ataque del 21 de agosto resultó otro
sangriento fracaso.
Recreadores turcos |
Hamilton
solicitó 95.000 nuevas tropas para continuar la ofensiva, pero el anuncio
francés de una ofensiva en el Frente Occidental para el otoño impedía la
llegada de tantas fuerzas. La entrada en guerra de Bulgaria permitiría a los
alemanes armar y reforzar a los otomanos, por lo que Kitchener retiró tres
divisiones del frente de los Dardanelos para proteger su despliegue en Salónica,
Grecia.
Esto,
sumado a la epidemia de disentería que asolaba las trincheras, daba por
finalizada las opciones de continuar con éxito la campaña terrestre.
LA EVACUACIÓN:
Los
reiterados éxitos del Ejército Otomano y las cuantiosas bajas entre las tropas
de los Dominios y británicas crearon una corriente negativa en la opinión
pública británica sobre la continuidad de la ofensiva. El Alto mando británico
comenzó a trazar planes para la evacuación general, aunque Hamilton lo
paralizó, temiendo el descrédito que la derrota supondría para las armas
británicas.
Se apoyó
para mantener las posiciones en los éxitos de la campaña submarina en el
Mármara, aunque no era suficiente bagaje teniendo en cuenta la entrada en
guerra de Bulgaria a favor de los Poderes Centrales. Esto obligaría a los
aliados a abrir un nuevo frente en Grecia, ante la amenaza sobre el importante
puerto de Salónica. La retirada de tres divisiones del Frente de Gallipoli y el
desvío de refuerzos hacia el nuevo frente a primeros de octubre, sentenció
definitivamente la necesidad de evacuar un terreno en el que no se obtendrían
réditos.
Buques británicos apoyan la evacuación en Suvla |
A través
de la nueva ruta a través de Bulgaria, comenzaron a llegar toneladas de
armamento alemán a reforzar las armas turcas. La intervención de artillería
austrohúngara en las operaciones en Gallipoli impulsó al nuevo jefe operacional
Aliado, General Monro, a recomendar la inmediata evacuación. Tras una visita al
frente a principios de noviembre, y entrevistarse con los comandantes aliados
en Helles, Suvla y ANZAC, Kitchener se rindió a la evidencia y solicitó al
Gabinete de Gobierno autorización para la evacuación.
Se previó
que las bajas en la evacuación, debido a la proximidad del enemigo, podían ser
cuantiosas. El mal tiempo alcanzó las trincheras, inundándolas primero y
congelándolas después, causando numerosas muertes entre los aliados. Se hizo
imperioso el desalojo, el cual se inició el 7 de diciembre. Inicialmente se
retiraron gradualmente pequeñas unidades, a fin de no atraer el fuego otomano;
en Suvla y ANZAC las últimas tropas abandonaron las playas el 20 de diciembre,
en la única parte de la operación bien planeada y desarrollada.
Aunque
apenas se sufrieron bajas, se perdieron toneladas de suministros, que en su
mayoría quedarían en manos otomanas. En el sector de ANZAC los ingenieros
cavaron una mina que hicieron estallar cuando los soldados otomanos tomaban las
trincheras en el entorno del “Neck”, matando cerca de un centenar de hombres,
siendo la última acción de guerra en la zona.
Cementerio en Gallipoli |
En Helles
no se inició la evacuación hasta finales de diciembre. Los turcos estaban
alertados de la retirada, por lo que comenzaron a presionar inmediatamente. La
evacuación comenzó el día 28 de diciembre, bajo los constantes ataques turcos.
Liman von Sanders organizó un gran asalto para el 7 de enero de 1916, pero el
ataque fue un fracaso muy costoso, que permitió al anochecer del mismo día la
retirada de las posiciones de Helles sin mayores contratiempos, aunque al igual
que en los otros sectores, abandonando enormes cantidades de suministros en
manos turcas.
La batalla
de Gallipoli había finalizado.
BAJAS:
La campaña
fue costosísima en relación al tamaño de la misma. Miles de hombres de ambos
bandos murieron o fueron heridos, para una ganancia nula de terreno. En la
siguiente tabla se pueden ver las bajas detalladas:
Bajas en Gallipoli (no incluidas las causadas por enfermedades)
|
||||
Muertos
|
Heridos
|
Desaparecidos y
prisioneros
|
Total
|
|
Imperio Otomano
|
56,643
|
107,007
|
11,178
|
174,828
|
Gran Bretaña
|
34,072
|
78,520
|
7,654
|
120,246
|
Francia
|
9,798
|
17,371
|
–
|
27,169
|
Australia
|
8,709
|
19,441
|
–
|
28,150
|
Nueva Zelanda
|
2,721
|
4,752
|
–
|
7,473
|
India
|
1,358
|
3,421
|
–
|
4,779
|
New Foundland
|
49
|
93
|
–
|
142
|
Totales Aliados
|
56,707
|
123,598
|
7,654
|
187,959
|
Monumento a los Caídos (Gallipoli) |
La campaña
de los Dardanelos finalizaba como una de las más inútiles y costosas maniobras
militares de la Historia. Ahora había que mirar de nuevo al Frente Occidental.
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