Con este artículo inauguramos una
nueva sección del Blog, en la cual iremos mostrando, una por una, las mejoras
(por llamarlas de alguna manera) tecnológicas que introdujeron nuevas y
terribles formas de destrucción, cambiando para siempre el sentido de la
palabra “Guerra” y convirtiendo los campos de batalla en lugares cada vez menos
habitables, más inseguros.
La primera de las “Nuevas Armas” que presentaremos
serán las armas químicas. Hoy tristemente conocidas por la constante amenaza de
su uso por parte de organizaciones terroristas, han sido ampliamente usadas en
la Historia por dictadores durante Genocidios y represiones sangrientas (Saddam
Hussein en el Genocidio Kurdo [Gas Mostaza], Adolf Hitler en los Campos de
Exterminio [Gas Zyklon B], …) o Guerras cruentas (Saddam Hussein en la Guerra
Irán-Iraq, o recientemente, Bashar Al-Asad en la Guerra Civil Siria); se han
iniciado conflictos armados e invasiones para eliminar supuestos arsenales (Segunda
Guerra del Golfo contra Saddam Hussein), etc. Han estado mucho más presentes en
nuestras vidas de lo que hubiésemos querido, y, lamentablemente, lo seguirán
estando mientras exista alguien dispuesto a utilizarlas.
Pero hubo una época en la que, aunque
se conocía la posibilidad de utilizar determinados gases nerviosos, nunca se
habían usado en combate; de hecho, había sido terminantemente prohibido su uso
en convenciones y leyes internacionales (en 1899, se prohibió el uso tácito de
ese tipo de armas en la Convención de La Haya). Ambos bandos estaban
desarrollando arsenales de armas venenosas, de gases químicos que se negaban a
usar… algunos habían sido experimentados en animales, con terribles resultados,
por lo que se desaconsejaba su uso; otros no habían sido probados aun, por lo
cual se desconocía su resultado. Pero el conflicto se enquistó...
Las enormes matanzas causadas en los
primeros cinco meses de conflicto, con terribles masacres que causaron cerca de
dos millones de bajas combinadas, o lo que es lo mismo, tasas de bajas diarias
de unos 13.000 seres humanos, situaron a los ejércitos contendientes al borde
de su resistencia. El enorme poder destructor de la artillería, de las
ametralladoras, etc… obligó a los ejércitos a enterrarse en una vasta red de
trincheras de más de 500 kms. de largo, desde la frontera Suiza hasta el Canal
de la Mancha.
Enterrados los ejércitos, la guerra
se estancó. Nadie sacaba ventaja ante la imposibilidad de romper las defensas
con los medios conocidos… Los asaltos masivos de infantería precedidos de horas
de bombardeo artillero no conseguían el esperado resultado de una ruptura, de
una victoria decisiva y de un fin pronto a la guerra. En este ambiente, los
comandantes alemanes encontraron el caldo de cultivo necesario para utilizar
nuevas armas que desequilibrasen la contienda a su favor. El uso de Submarinos
y Dirigibles, de la Aviación como arma ofensiva, comenzó a hacerse habitual
(como ya veremos posteriormente)… Pero el arma definitiva, el arma que
cambiaría la faz de la guerra, sería el arma química, los gases venenosos. Pero
el problema era que nadie sabía que efectos reales tendrían; se tenía miedo a
que los gases lanzados con artillería dispersasen su carga mortal e, impulsada
por el viento, acabase eliminando a las tropas propias, o que fuesen
inefectivos y las tropas que seguían a su uso fuesen masacradas por los
defensores.
Por tanto, el primer uso documentado
de gases químicos fue mediante el bombardeo con obuses de largo alcance sobre
las posiciones rusas en el Río Rawka, cerca de Varsovia, el día 31 de enero de
1915. Pero el ataque fue un fiasco… Los obuses, rellenos de Bromuro de xilio
líquido, al estallar liberaron la sustancia, pero esta se congeló y no consiguiendo
expandir su nube mortal.
Fritz Haber, Padre de la Guerra Química |
Sin embargo, ese uso estaba prohibido
por las Convenciones internacionales. Alemania se salvó de una denuncia
internacional debido al fallo en su uso. La amenaza de una acción internacional
en su contra invitó a los desarrolladores alemanes a investigar en la dirección
de una artimaña legal para saltarse la Convención, evitando el uso de
proyectiles.
Por tanto, se decidió desarrollar el
arma encapsulada e impulsada hacia el enemigo utilizando el aire favorable. Se
prepararon cerca de seis mil contenedores con 168 toneladas de Gas de Cloro
(descubierto por Fritz Haber*) que serían enviados al Frente Occidental, donde,
el 22 de abril de 1915, serían utilizados en la apertura de la Segunda Batalla
de Yprès. El Gas de Cloro era un gas devastador, con forma de una nube gris-verdosa,
especialmente cuando era enfrentado a soldados inexpertos en la Guerra Química…
Quemaba las membranas blandas, obstruyendo las vías respiratorias y los
pulmones, lo que provocaba que los afectados muriesen asfixiados a los pocos
minutos (debido a la creación de ácido clorhídrico en los pulmones). Muchos
hombres trataban de huir de la muerte arrojándose al suelo, pero al ser más
pesado el gas que el aire, esto sólo servía para que muriesen de cara al barro.
Sin embargo, rápidamente se descubrió
que era fácil reducir los efectos, cuando algunos oficiales británicos
indicaron a sus hombres que orinasen sobre pañuelos, piezas de tela o de
uniformes y lo colocasen sobre la boca; al
reaccionar el cloro con el ácido úrico, se eliminaban sus características dañinas.
La nube venenosa se extiende en Yprès el 22 de abril de 1915 |
Aun así, su primer uso fue un éxito.
Los alemanes utilizaron miles de contenedores para cubrir el asalto de la
infantería sobre las trincheras de la 45.º división de infantería argelina
(ejército francés) y de la 1.ª división de infantería canadiense. Los argelinos
fueron sorprendidos por la nueva arma, abandonando sus trincheras, que fueron
temporalmente ocupadas por los alemanes con pocas bajas. Se realizaron varios
ataques a lo largo de la batalla utilizando Gas Cloro, aunque los aliados
pronto desarrollaron primitivas máscaras anti gas (en ocasiones apenas unos
trapos húmedos que reducían los efectos), evitando un mayor éxito de esta nueva
arma.
En el curso del primer operativo con
gases, el éxito no fue completo al sorprender el resultado a los propios
organizadores alemanes, quienes no habían previsto reservas para explotar la
brecha, por lo que finalmente las cosas volverían a su sitio.
Aun así, en el curso de la Segunda
Batalla de Yprès, los ataques con gas de cloro causarían 5.000 muertos y cerca
de 60.000 heridos. Aunque su efecto fue realmente doble, ya que fue mayor la
conmoción y el miedo que provocó que el resultado final en muerte…
LA CAJA
DE PANDORA. LA ESCALADA ARMAMENTÍSTICA QUÍMICA:
El uso de Gas Cloro por parte de
Alemania sólo sirvió para que las acusaciones de uso de un arma ilegal de las
naciones aliadas, acabase impulsando el desarrollo de armas y contramedidas por
parte de todos los contendientes. Alemania utilizaría el Gas Cloro, ya sin
tapujos, utilizando proyectiles de artillería, contra los rusos en el Río
Rawka.
Se inició una carrera armamentística
buscando quién de los contendientes conseguiría el mayor horror, una forma de
hacer la guerra poco honorable y decorosa, pero eficiente por el pánico
causado. Pocos meses después ambos bandos ya estaban usando gas, sin respetar
ningún tipo de convención, llevando la muerte a las posiciones enemigas con
proyectiles de artillería o contenedores químicos.
Los franceses introducirán un nuevo
tipo de gas, el Fosgeno, incoloro e inodoro, que llevaba la muerte de forma
silenciosa a las filas enemigas. Se comenzó a usar en el verano de 1915 por
todas las nacionalidades; los alemanes lo añadieron a sus reservas de Gas de
Cloro para incrementar su efecto, mientras británicos y franceses lo
utilizarían puro. El Fosgeno tenía características similares al Cloro, aunque
sus efectos se retrasaban en el tiempo en 24 horas, lo que hacía que no fuese
efectivo en el momento. Sin embargo, garantizaba que los soldados que lo
aspiraban, estarían muertos o heridos al día siguiente.
El primer ataque con Gas Fosgeno
llevado a cabo por los británicos fue un auténtico desastre. Copiando la
técnica utilizada por los alemanes, a fin de cumplir con las convenciones
internacionales, lanzaron toneladas de Fosgeno desde contenedores, aprovechando
la brisa favorable. Sin embargo, esta cambio repentinamente, y el gas acabó
sobre sus propias trincheras. Fue a raíz de este incidente en que la escalada
armamentística dio otro paso adelante, ignorando ya las convenciones
internacionales y pasando a utilizar proyectiles todos los bandos.
Uso de lanzallamas alemanes en 1917 |
También fue en 1915 cuando apareció
una nueva arma, en este caso terrible por las consecuencias de su uso: El
Lanzallamas. Fue el 30 de julio de 1915, cuando los alemanes, aprovechando un
ataque con gases, lanzaron tras ellos a un grupo de soldados portando esta
innovadora arma. El Lanzallamas consiste en una mochila repleta de gases
inflamables, unidos a un tubo lanzador con una espita que es abierta por el
manejador para lanzar gas ardiendo a cierta distancia. El ataque cayó sobre los
británicos en el área de Hooge, cerca de Yprès, con resultados demoledores. Los
soldados británicos vieron acercarse sobre ellos un muro de fuego; muchos
resultaron abrasados, y el resto, aterrorizados, huyeron, abandonando las
trincheras en manos alemanas.
El lanzallamas es un arma destinada a
sembrar el terror, el dragón escupefuego medieval pasado al siglo XX, pero que,
como aquel, tenía sus puntos flacos. Los soldados británicos, indignados por el
uso de un arma tan brutal, giraron las armas y comenzaron a disparar sobre los
responsables de su sufrimiento, descubriendo la vulnerabilidad del arma:
cualquier impacto en la mochila convertía al portador del lanzallamas y
aquellos que le rodeaban en una bola de fuego, al estallar los gases que el
contenedor transportaba.
Esta vulnerabilidad haría su uso
peligroso, reduciendo su impacto en el resto de la guerra.
Un nuevo giro en la guerra se dio con
la evolución del fosgeno por parte de Alemania. Fritz Haber desarrolló una
mejora del gas, llamado Bifosgeno, que producía un efecto adicional, al
destruir los filtros de las máscaras anti-gas convencionales, extendiendo su
efecto lesivo. El gas sería empleado por primera vez en el curso de la
demoledora batalla de Verdún, cuando Falkenheyn ordenó el bombardeo de las
líneas francesas con 116.000 obuses de gas bifosgeno. Ocurrió el 22 de junio de
1916, y su efecto no fue más que limitado.
Parecía que la Guerra Química, aunque
hubiese cambiado el rostro de la guerra, tampoco sería el arma decisiva para
romper el estancamiento y lograr la Victoria Final.
CONTRAMEDIDAS
Y EL APOCALIPSIS: LA MÁSCARA ANTIGAS Y EL GAS MOSTAZA:
Cuando se produjo el primer ataque
con gases venenosos en el Frente Occidental, en abril de 1915, hubo oficiales
que, sobre el terreno, rápidamente se percataron de lo que confrontaban. Como
hemos contado anteriormente, colocaron sobre sus vías respiratorias (y ordenaron
a sus soldados proceder igualmente) paños húmedos para evitar o reducir los
efectos dañinos del gas.
A partir de ese momento, se
comenzaron a desarrollar contramedidas, inicialmente poco más que capas de tela
humedecida con ácido úrico, sobre la boca y nariz, y, posteriormente, dando
lugar a elaboradas máscaras anti-gas, que no abandonarían a los soldados hasta
acabada la Segunda Guerra Mundial, en 1945.
Los británicos fueron los que
realizaron mayores avances en estas contramedidas, diseñando una máscara que se
ajustaba perfectamente a la cara, cubriéndola completamente, incorporando una
boquilla que el soldado sujetaba en su boca, y que, mediante un largo tubo que
llegaba a una bolsa que el soldado portaba, y que contenía los filtros, purificar
el aire.
Los alemanes, por su parte,
desarrollaron un sistema similar, pero con los filtros incorporados en un
pequeño contenedor al final de un corto tubo. La máscara era transportada en un
contenedor redondo metálico, que se haría una visión habitual en la Segunda
Guerra Mundial.
Los franceses desarrollaron sus
propias máscaras, inspiradas en las británicas.
Los filtros de las máscaras también
evolucionaron, junto con su diseño. Si al principio se utilizaba tela
humedecida con ácido úrico, rápidamente pasaron a usarse tiosulfato de Sodio,
fenato hexamina y hexametilentetramina, siempre buscando una protección
adicional a las mejoras del fosgeno.
Herido por Gas Mostaza |
El gas Mostaza es un agente químico
vesicante, en la forma de un líquido viscoso marrón que se deposita sobre el
terreno contaminándolo durante días. No está diseñada como un arma letal, si no
incapacitante, al provocar quemaduras y ampollas graves en la piel,
especialmente en las zonas blandas, axilas e ingles, conjuntivitis grave e
incluso ceguera (temporal o permanente). En altas concentraciones puede
resultar letal, aunque lo realmente terrible son las graves heridas que causa.
Británicos cegados por el Gas Mostaza |
En enero de 1918, se utilizó gas
mostaza contra tropas americanas. Aun no enfrentados al gas venenoso, los
americanos, sin protecciones adecuadas, sufrieron cerca de 70.000 bajas.
Para el final de la guerra, 90.000
hombres habían muerto por la acción directa de los gases venenosos, y cerca de
1.000.000 habían sido heridos. Los muertos apenas suponen un 3% del total de
caídos en la Primera Guerra Mundial; sin embargo, el resultado real de las
armas químicas es mucho más inquietante, implantando el terror sobre el
terreno, terror a padecer terribles heridas difícilmente curables, terror a morir
asfixiado, terror a las siguientes evoluciones en la escalada de muerte
abierta.
Para evitarla, las naciones firmaron
la Convención de Ginebra en 1929, que prohibía tácitamente el uso de armas
químicas.
La Segunda Guerra Mundial, que vería
horrores inimaginables entre 1939 y 1945, incluido el primer (y único) uso de
armas nucleares, se salvó de ver el uso de armas químicas (con excepción del
Fósforo Blanco, utilizado por Estados Unidos) “gracias” a las heridas sufridas
por Adolf Hitler mientras era cabo del Ejército Alemán, siendo gaseado con
fosgeno en 1918 (durante las ofensivas de pacificación). Ordenó no usar armas
químicas en el campo de batalla, aunque uso letalmente las mismas en los campos
de exterminio.
Imagen del Horror en Vietnam. Población civil atacada con Napalm |
También se acusó a la Unión Soviética
de utilizarlo en Afganistán, y a Rusia en su guerra latente en Chechenia. El
último uso documentado fue en 2014, por parte de Siria en Damasco.
El mayor riesgo en la actualidad es
su uso por parte de organizaciones terroristas contra la población civil.
Pasados cien años de su primer uso, ya va siendo hora que las naciones se
planteen la eliminación de los arsenales químicos y su erradicación de la faz
de la tierra.
Tropas con equipo químico |
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