jueves, 23 de abril de 2015

ARTÍCULO XVII. (ESTANCAMIENTO). LA SEGUNDA BATALLA DE YPRES

Tras los sangrientos choques frontales de 1914, cerrados con el primer y terrible enfrentamiento en Ypres, Bélgica, los mandos del Frente Occidental de uno y otro bando, decidieron enterrar a sus hombres en sombrías y sucias trincheras, como único medio de salvaguardar a los vapuleados soldados de las temibles armas que portaban.

Fue tal la matanza, y tanto el desazón de los mandos, que fueron incapaces de articular rápidamente nuevas estrategias que les permitiese romper las líneas enemigas y conseguir la anhelada victoria decisiva.

Los combates de 1914 habían consumido hombres y material al mismo ritmo que las reputaciones de los principales mandos enfrentados. Los más dañados fueron los alemanes; Moltke, tras fracasar en su desarrollo del Plan Schlieffen, fue sustituido por Erich von Falkenhayn, quién se arrojó a una nueva estrategia que chocó frontalmente con la realidad, representada por el BEF de Sir John French, en los campos de Flandes, en la ciudadela de Yprès. El fracaso de la “Carrera hacia el Mar”, instigada por Falkenhayn, hizo que cayese en desgracia ante los ojos del Kaiser, aunque seguiría dirigiendo las operaciones durante bastante tiempo. Mientras, los aliados, vapuleados, con el BEF prácticamente destruido y obligados a movilizar cientos de miles de reservistas, necesitaban reconsiderar sus operaciones.

Tiempo de descanso. Británicos se asean entre bromas.
Por tanto, 1915 se inició con la mirada de los mandos de uno y otro bando lejos del Frente Occidental. Los alemanes cambiaron su estrategia, y decidieron dedicarse a apoyar a los Austrohúngaros en el Frente Oriental, en un intento de recuperar Galitzia e infligir una severa derrota a los rusos (Ofensiva de Gorlize-Tarnow), en tanto que los aliados atacaban al Imperio Otomano en lo que sería recordado como la Campaña de Gallipoli.

Mientras, se dedicarían a preparar las posiciones defensivas y reorganizar las unidades en el Frente Occidental. Los alemanes reclutaron cientos de miles de nuevos reservistas y Ersatz (reclutas con escaso entrenamiento), que enviaron al frente para completar las unidades destrozadas en los meses anteriores, al tiempo que comenzaban a desarrollar nuevas y demoledoras armas de destrucción masiva, prohibidas en las convenciones internacionales, pero que comenzaban a vislumbrar como única salida al estancamiento reinante.

Mientras, los franceses reformaban sus unidades, incorporando los nuevos uniformes (“el pantalón rojo es Francia”, pero también la mortaja de cientos de miles de franceses, por lo que se decidió su urgente modificación y se retomó el gris azulado que se intentó incorporar a comienzos de siglo) y movilizando a cientos de miles de reservistas. Se reorganizó el frente, para poder apoyar eficientemente a los aliados británicos, y comenzaron a trazarse planes para reducir los salientes que el Frente, a modo de sierra, reflejaba sobre los mapas.

Oficiales de la 3.ª Brigada Canadiense
Los británicos, que como ya hemos comentado en anteriores artículos de este blog, iniciaron el conflicto con un orgulloso, pequeño y profesionalizado ejército, se encontraron con que los números de tropas y artillería eran muy escasos para los enormes requerimientos que la tarifa del carnicero les pasaba tras cada enfrentamiento en esta primera guerra moderna. La victoria en el Primer Ypres les costó la práctica destrucción de su Ejército Profesional, el BEF, y les obligó a realizar, urgentemente, reclutamientos voluntarios, y solicitar la ayuda de los Dominios del Imperio Británico. Entre los primeros en responder en el Frente Occidental estuvo Canadá, que enviaron la 1.ª División Canadiense a principios de 1915.

Destinada inicialmente a una zona del frente con escasa actividad, a fin de realizar un periodo de acondicionamiento, los planes de Joseph Joffrè, Comandante en Jefe Francés, para reducir los salientes que realizaba el sistema de trincheras (que abarcaba desde Suiza al Mar del Norte), atacando y conquistando cualquier saliente del mismo, forzó a que los canadienses supliesen a los restos del BEF en el Saliente clave de Ypres. Aunque los planes ofensivos tenían escasa entidad, ya que las fuerzas carecían de formación suficiente en ambos bandos, si se realizaron ataques aliados en sectores como el de Compiens.

Sin embargo, serían los alemanes los primeros que lanzarían una operación seria… Enfrascados en sus acciones en el Este, el Alto Mando alemán decidió camuflar los movimientos de tropas lanzando una ofensiva en el saliente de Ypres, donde las trincheras británicas estaban rodeadas desde norte, sur y este. Se atacaba este sector en la creencia que sería el más débil, por su ubicación. Pero las verdaderas intenciones del Estado Mayor Alemán, eran otras: probar un nuevo arma, un arma que estaría destinada a ser el santo y seña del conflicto, el primer arma de la Era Moderna: el Gas Venenoso.

LAS FUERZAS ENFRENTADAS:
General Oberst Duque Albretch von Güttemberg
Obús Alemán de 42 cm. "Gran Bertha"
Para la inminente batalla, Falkenhayn dio el mando de operaciones estratégicas al Comandante en Jefe del 4º Ejército, General-Oberst Duque Albretch von Güttemberg. al que le asignó para el asalto el XXIII Cuerpo de Reserva (Divisiones 45 y 46 de Reserva), el XXVI Cuerpo de Reserva (Divisiones 51 y 52 de Reserva), el XXVII Cuerpo de Reserva (53 División de Reserva de Sajonia y 54 División de Reserva de Wüttemberg, más la 38 Brigada de Landwehr [reclutas]), y el XV Cuerpo (30 y 39 Divisiones de Infantería), junto con un enorme tren de artillería entre los que se encontraba el Cañón de 42 cm. conocido como “Gran Bertha”.
Frente a las divisiones francesas que cubrían el sector norte del frente se desplegó el XXVI Cuerpo de Reserva con 38 batallones de infantería y 36 piezas de artillería.
En total una fuerza de combate con unos 100.000 hombres y unas 200 piezas de artillería. Al margen se encontraba la nueva arma secreta, unas 200 toneladas de Gas de Cloro dispuestas para ser usadas desde más de 5000 contenedores.

Para confrontarlos, los británicos disponían de fuerzas limitadas. Aunque habían ido sustituyendo los restos del BEF por el “New Army” y tropas de los Dominios, aun estaban lejos de tener un frente seguro.

General Horace Smith-Dorrien
El Ataque recaería sobre el 2º Ejército Británico, dirigido por el General Sir Horace Smith-Dorrien, quién se había distinguido dirigiendo uno de los cuerpos del BEF en el Primer Ypres. Bajo su mando se encontraba el V Cuerpo de Ejército, incluyendo la 1ª División Canadiense y las divisiones 27 y 28 del Nuevo Ejército. El V Cuerpo cubría un frente de 18 kilómetros en el sector más expuesto del saliente de Ypres, en lugares que aun tenían las huellas de los recientes combates, como Poelcappelle, Polygon Wood, el Bosque de Shrewsbury, etc. Al sur de su posición se desplegaba el II Cuerpo, y al norte los franceses del Destacamento D’Elverdhinge, parte del Ejército Francés de Bélgica, comandados por el General Quiquandon, con dos divisiones, una francesa, la 87 Territorial, y una de tropas argelinas, la 45 división argelina. Estas unidades serían renombradas posteriormente como XXXVI Cuerpo. En total contaban el día 22 de Abril, día de la apertura de la ofensiva alemana, con fuerzas aproximadas de 50.000 británicos y 20.000 franceses.

Posteriormente, ante la incapacidad aliada para frenar la ofensiva, irían concentrándose más y más hombres en el frente, hasta juntar los aliados 7 divisiones del Imperio y 2 francesas, o una fuerza combinada de 150.000 hombres.

22 DE ABRIL DE 1915. EL DÍA QUE CAMBIO LA FAZ DE LA GUERRA:
Ataques del día 22 y primera fase de la batalla
Aunque los alemanes ya habían usado anteriormente gases venenosos, prohibidos por la Convención de La Haya de 1899, fue este día de abril cuando se emplearon de forma eficaz por primera vez. Fue al comienzo de la Segunda Batalla de Yprès, en el transcurso de la sección de la batalla desarrollada en Gravenstafel.

Al amanecer del 22  de abril, desde las trincheras alemanas se liberó cerca de 170 toneladas de Gas de Cloro, un agente químico desarrollado por los equipos del químico Fritz Haber, a lo largo de una sección de 6 kilómetros de trincheras, hacia las líneas ocupadas por las divisiones francesas.

Liberando el Gas
El agente químico fue liberado desde cerca de 5.000 contenedores, al abrir espitas que dejaban salir el gas, que impulsado por la brisa favorable, se dirigía hacia las trincheras enemigas. En el proceso, varios soldados resultarían heridos, ya que el método era inseguro (más adelante, un ataque del mismo tipo llevado a cabo por los británicos, resultaría desastroso al cambiar la dirección del viento).

Cerca de 6.000 franceses y argelinos resultarían bajas en los primeros diez minutos del ataque, asfixiados al no saber la forma de confrontar un ataque de este tipo. Las tropas coloniales francesas, que tan bien se habían portado en acciones anteriores, entraron en pánico por el uso de un arma tan terrible. Los que no perecieron, huyeron para salvar sus vidas; los soldados, medio asfixiados, escalaban las trincheras para escapar del gas mortal, mientras eran triturados por las ametralladoras alemanas.

Tropas francesas huyen de las trincheras
Se abrió una brecha de casi 6 kilómetros en el sistema defensivo de la Entente. Sin embargo, el Alto Mando Alemán no había previsto un éxito de tal magnitud; muchas unidades habían sido transferidas a Rusia en un intento de estabilizar el Frente Oriental, por lo que el Frente Occidental se había quedado sin reservas. Falkenhayn quería enmascarar sus operaciones en Oriente con este ataque, por lo que el 4º Ejército carecía de reservas como para explotar la brecha. Las tropas alemanas iniciaron su avance poco después del lanzamiento del gas, con muchas precauciones ante el temor que un cambio de viento las cubriese de muerte. Aunque consiguieron ocupar las trincheras francesas, la lentitud en el avance y la dramática falta de refuerzos, permitió que las tropas de la 1ª División Canadiense cerrasen la brecha.

Contraataque canadiense en Langemark
Desde el Kitchener’s Wood, la 2ª Brigada Canadiense inició el contraataque al anochecer del día 22 de abril, a fin de ofender el flanco derecho alemán y recuperar las trincheras perdidas. 800 soldados iniciaron la batalla, aunque en el anochecer, sin un reconocimiento apropiado, se extraviaron y cayeron en un área repleta de obstáculos, justo junto a las trincheras alemanas. En un agrio combate a la bayoneta, que duró varias horas, los canadienses consiguieron retomar un pequeño área de trincheras, a un enorme coste humano, sufriendo un 75% de bajas.

Sin embargo, no se consiguió restablecer el frente, y los británicos comenzaron a abandonar Langemark, especialmente a raíz del asalto del día 24 de abril sobre St. Julien.

LA LUCHA SE ENQUISTA. ACCIONES EN ST. JULIEN Y FREZENBERG:
Lucha a muerte de la 2ª Brigada Canadiense
Los alemanes, tras conquistar ayudados por el gas de cloro las trincheras francesas en el frente de Langemark y Gravenstafel, y ante el refuerzo por parte de la 1ª División Canadiense del área frente a las mismas, evaluaron que el área al sur se habría debilitado.

El pueblo de St. Julien había sido zona de retaguardia hasta el ataque del día 22. El desplazamiento de la 2ª Brigada Canadiense hacia el norte, había expuesto las posiciones defensivas, convirtiéndolas en primera línea de batalla. De hecho, el día 24 de abril, el ejército alemán realizó su segundo ataque con Gas de Cloro, esta vez sobre las trincheras canadienses en el frente de St. Julien. Aunque los canadienses habían sido instruidos por sus oficiales en como defenderse de un ataque de gases, orinando sobre pañuelos, telas o vendas y colocándolas sobre las vías aéreas para evitar el efecto dañino del gas de cloro, las contramedidas serían insuficientes. Los canadienses aguantaron, reduciendo los efectos del gas, pero no eliminándolos, por lo que fueron cediendo terreno ante el ímpetu alemán, abandonando finalmente St. Julien en manos alemanas.

Canadienses retirando las bajas
Sin embargo, obstinados, no iban a dejar que las posiciones quedasen ocupadas por el enemigo sin luchar, por lo que se decidió lanzar el 25 de abril una contraofensiva que, aunque no consiguiría restablecer los objetivos, si consiguió generar una nueva posición defensiva justo frente a St. Julien.

Al día siguiente, la Brigada de Northumberland volvió al asalto. Atacó el pueblo frontalmente, consiguiendo recuperar algunas posiciones, pero las bajas fueron tan importantes (unos 2.000 hombres) que, hacia el final del día, tuvo que retirarse.

La lucha se mantuvo durante varios días, aunque finalmente los aliados decidieron hundir su línea de defensa, hacia el este, a posiciones que habían preparado en los días anteriores.

Tras unos días de reposo, en la que los aliados aprovecharon para reforzar su línea, el ataque alemán se reactivó. Como ya hemos comentado, no se esperaba un éxito semejante, por lo cual no habían preparado segundos planes. Albretch estuvo reorganizando sus unidades para crear reservas de ejército. Desplazó tres de sus cuerpos y la artillería hacia Risco de Frezenberg, defendido por soldados novatos del Nuevo Ejército Inglés (las divisiones 27 y 28).

Bombardeo nocturno alemán en Yprès
El 8 de mayo, tras un intenso bombardeo, los alemanes iniciaron el asalto. Las tropas británicas aguantaron varias horas, pero el peso numérico alemán acabó triunfando cuando la 80ª Brigada británica sucumbió y abandonó sus posiciones, dejando un hueco de 3 kilómetros en el sistema defensivo británico. Sólo el valor de una unidad canadiense, la Infantería Ligera de la Princesa Patricia, que contraatacó en solitario, consiguió impedir que los alemanes penetrasen profundamente por la brecha. Al anochecer, la 10ª Brigada canadiense acudió para acabar de taponar la sangría. De los 700 hombres del Regimiento de Infantería Ligera de la Princesa Patricia, sólo 150 continuaban en pie el día 9.

Retirando las bajas, empantanados en el barro
La batalla continuó durante varios días más, sin que ningún bando obtuviese beneficios notables, hasta que, el 24 de mayo, los alemanes realizaron su tercer ataque con gas de cloro, esta vez en el área de Bellewaarde, en un frente de 7 Km. Aunque los británicos habían mejorado sus técnicas de defensa y recibían primitivas máscaras antigás, fueron empujados hacia su retaguardia por el ataque alemán. Los contraataques posteriores fueron incapaces de recuperar el terreno cedido, sufriendo los británicos un importante número de bajas.

La ausencia de reservas de gas, y el haber conseguido parcialmente sus objetivos, provocó que los alemanes detuviesen definitivamente las operaciones para el 26 de mayo. Habían empujado casi seis kilómetros hacia su retaguardia a los británicos, franceses y canadienses, lo que les permitía reducir sustancialmente el saliente de Yprès.

CONSECUENCIAS:
Resultado en terreno ganado de la batalla
Los alemanes habían conseguido parcialmente sus objetivos, al reducir el saliente de Yprès, aproximando la línea hasta las proximidades de la población, que sería machacada progresivamente por la artillería hasta reducirla a escombros en los meses posteriores. El coste humano del ejército alemán para una ganancia aproximada de 6 kilómetros de profundidad por 14 de largo, fue de 35.000 hombres.

Las bajas de la Entente fueron muy superiores. Sólo la 1ª División Canadiense perdió 6.000 hombres. En total, las fuerzas del Imperio Británico sufrieron cerca de 60.000 bajas (59.275 según la Historia Oficial Británica), mientras los franceses superaron las 20.000, de ellas casi el 85% el primer día de batalla.

Yprès destruido por la artillería alemana




No obstante, la historia de ese pueblo llamado Yprés no acabaría acá. Se lanzarían operaciones secundarias para estabilizar o profundizar en el saliente a lo largo de 1915 y 1916, aunque no sería hasta 1917 en que los británicos lanzarían una operación mayor, que sería conocida como 3ª Batalla de Yprès o Batalla de la Passchendaele, una auténtica matanza que veremos en su momento en detalle.

Pero la peor consecuencia fue la carrera armamentística que, como vimos en el anterior artículo, desencadenaron las naciones para crear el arma más decisiva y destructiva, una carrera que vería gases venenosos de todos los tipos y que, hoy en día, aun no ha acabado.

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