*U Boote,
Submarinos, es como llamó Alemania a su poderosa arma naval en la Gran Guerra. Los
submarinos serían ampliamente utilizados por la mayoría de los contendientes,
con mayor o menor éxito, aunque serían los alemanes los que se especializarían
en su uso, creando nuevas tácticas y abriendo una nueva forma de guerra total, que harían del submarino un arma naval adaptada
a una guerra moderna.
Los orígenes de los barcos sumergibles hay que buscarlos unos cuantos siglos atrás en la Historia. Ha sido una aspiración de la humanidad el conquistar las fronteras más difíciles: las profundidades marinas, las altas cumbres, los cielos y el espacio. El primer paso hacia la conquista de las profundidades marinas, pasaba por diseñar y utilizar sistemas que permitiesen al hombre mantenerse bajo el agua durante el tiempo que fuese necesario.
En época
tan alejada como fue el siglo XVII, se encuentran informes fidedignos del
desarrollo de un buque de remos “sumergible” en Inglaterra, atribuido a un
inventor holandés llamado Cornelius J. Drebbel. Otros modelos se cree que
fueron diseñados en Italia y España, siempre siguiendo un patrón común, el de
buscar una campana que mantuviese el aire para los viajeros, y con un sentido
vinculado a la exploración submarina.
Ictíneo II. Narciso Monturiol. 1864. |
Aun así,
aunque estos ya eran submarinos “serios”, no fueron, ni mucho menos, los
primeros en emplearse para acciones bélicas. Durante la Guerra de Independencia
de Estados Unidos, en 1776, David Bushnell, un visionario patriota americano,
diseño el “Turtle”, un engendro submarino propulsado por hélices, que intentó
hundir un buque británico en la Bahía de Nueva York, aunque fracasó en su
intento.
Francia
desarrolló hacia 1800 un engendro submarino, denominado “Nautilus”, que
serviría de inspiración para la visionaria novela de Jules Verne, “20.000
Leguas de Viaje Submarino” (1870). El diseño sería cancelado por falta de
financiación.
Pruebas de
nuevos y “revolucionarios” diseños fueron realizadas en diferentes puntos del
mundo, como Inglaterra o Prusia. En este último, Wilhelm Bauer diseñó un
submarino para tres tripulantes, aunque no consiguió mantenerse a flote el
tiempo suficiente y se hundió en la Bahía de Kiel en 1851. Aun se puede
observar el ingenio en el Museo de Dresde, tras ser recuperado en 1887.
En España
se inició la carrera que acabaría con el submarino Peral. Fue Cosme García Sáez
quién diseñó y patentó en 1859 un ingenio para dos tripulantes, que probó en el
Puerto de Barcelona, primero, y en el de Alicante, más tarde, exitosamente. Sin
embargo, no obtuvo financiación y el proyecto cayó en el olvido.
Pero los
ingenios que más se aproximaron al uso de los posteriores submarinos fueron,
probablemente, los utilizados en el curso de la Guerra Civil Americana. La
Unión utilizó el USS Alligator, un sumergible tripulado por 20 hombres, que
transportaba a buzos a las proximidades de los buques enemigos para minarlos.
Se perdió en una tormenta en 1863 sin haber participado en combate.
Los
Confederados construyeron varios ingenios más pequeños que el “Alligator”, como
el “Pioneer”, que consiguió hundir una goleta unionista con una mina durante su
periodo de prácticas. Aun así no llegó a estar operativo en combate y fue
hundido en 1865. El “Hunley” se diseñó para atacar a los barcos unionistas en
los bloqueos a los puertos confederados. Tripulado por ocho personas, era
inestable e inseguro, hundiéndose y reflotándose por dos veces antes de
conseguir el éxito de hundir al USS Housatonic en Charleston en 1864,
utilizando una mina. Sin embargo, se perdió definitivamente en el curso de esa
misma acción.
También se
probaron ingenios submarinos en el desarrollo de la Guerra de Independencia de
las naciones suramericanas contra España. Diseños como el “Hipopótamo” (José
Rodríguez, Ecuador), el “Flach” (Karl Flach, Chile) o el “Toro” (Federico
Blume, Perú) tuvieron diferentes niveles de desarrollo, aunque la falta de
interés general de las naciones impidió el avance final a producción o
desarrollo.
Como antes
comentamos, un nuevo paso se dio en Barcelona en 1864, cuando Narciso Monturiol
probó su diseño “Ictíneo II”, un sumergible para dos tripulantes e impulsado
por máquinas de vapor, capaz de sumergirse a 30 metros de profundidad. Sin
embargo, la Armada Española ignoró los avances y denegó la financiación para su
construcción en serie.
Sería el
Imperio Ruso el que daría el primer paso en el desarrollo de una fuerza naval
submarina, al encargar un pedido de sumergibles en serie, comprando 50 unidades
del modelo desarrollado por el inventor polaco Stefan Drzewiecki en 1881. El
Zar, interesado en este tipo de buque, compró incluso modelos de desarrollo,
como los Nordenfelt ingleses, aunque no consiguieron que fuesen lo suficientemente
estables para que jugasen un papel decisivo con vistas al futuro.
Submarino Peral. Isaac Peral. 1888. |
FUERZAS SUBMARINAS EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
Muchas de
las naciones contendientes entraron en la guerra con la idea de utilizar esta
nueva arma. Por ejemplo, Francia tenía ya disponibles 74 buques del modelo
“Agriette”, desarrollado entre 1904 y 1911.
Submarino Alemán, clase U-19 |
Además,
las leyes internacionales, desarrolladas y firmadas en La Haya entre 1899
(sobre el uso de nuevas armas) y 1907 (sobre el trato a civiles y rescate en
altamar), condicionaron el uso del nuevo arma, salvo en un caso concreto, el de
Alemania.
Planos de diseño de un submarino modelo U-19 |
De aquí
que se impulsase un programa de mejora y desarrollo del arma submarina,
acompañada de un desarrollo estratégico que buscaría la forma de hacer más daño
a las flotas enemigas. Para cuando estalló la guerra, Alemania contaba con más
de 100 submarinos, llegando a programar la construcción de más de 700 (aunque
serían terminados sólo unos 300). La mayoría de ellos se habían desarrollado
como submarinos oceánicos, con un alcance y capacidad muy relevante,
contrariamente a las contrapartidas aliadas, en su mayor parte de bajo calado y
alcance, y muchos monitores equipados con artillería pesada para suplir a los
acorazados en bombardeo costero.
U-Boote en el puerto de Kiel |
El 6 de
agosto salía una partida de 10 submarinos al Mar del Norte, a fin de iniciar la
caza de buques británicos, pero la salida fue un desastre; el mal tiempo había
confinado a los buques británicos a sus puertos, por lo que no se consiguieron
presas y dos de los submarinos se perdieron en la misión.
Sería el 5
de septiembre, cuando el Almirantazgo británico había descartado a los
submarinos alemanes como rival, cuando estos conseguirían cobrarse su primera
pieza; el HMS Pathfinder sería cazado por el U-21, hundiéndose en sólo 4
minutos con prácticamente toda su tripulación; sólo hubo 11 supervivientes de
más de 200 tripulantes.
El primer
golpe de mano importante lo asestó el submarino denominado como U-9, comandado por el Capitán Otto
Weddingen. “U” era la denominación dada a los submarinos por Alemania, reducción
de la palabra “U boot” o “Submarino”. El U9 fue botado el 22 de febrero de
1910, y consiguió dos importantes hitos para la historia del Arma Submarina; el
primero fue cuando el 16 de julio de 1914, consiguió recargar sus tubos
lanzatorpedos estando sumergido, siendo el primer submarino en hacerlo en la
historia. El 22 de septiembre de 1914, patrullando el Canal de la Mancha,
localizó a una escuadra británica de
protección, formada por tres cruceros acorazados en misión de patrulla; en menos
de una hora, mandó a piqué con seis torpedos a los tres cruceros, los HMS
Aboukir, Hogue y Cressy, muriendo 1459 marineros británicos en el proceso.
HMS Hogue, uno de los cruceros acorazados hundidos por el U9 |
GUERRA SUBMARINA SIN RESTRICCIONES. EL
HUNDIMIENTO DEL RMS LUSITANIA:
Tripulación del U-20 |
Durante la
guerra, los poco más de 300 submarinos alemanes darían caza a más de 2.500
buques enemigos, incluyendo en estos números buques de guerra, transportes y
buques de recreo, pero excluyendo los pesqueros; una cifra significativamente
alta y que, como ya hemos comentado, estuvo al borde de poner de rodillas a
Inglaterra. Sin embargo, todo aquello que es realizado “sin restricción”, todo
mal desencadenado masivamente, acaba teniendo su contrapeso. El comienzo de
este contrapeso que impediría la victoria alemana a través del arma submarina
comenzó el 7 de mayo de 1915.
El Hundimiento del RMS Lusitania:
El RMS Lusitania abandona el Puerto de New York (01/05/15) |
El RMS
Lusitania fue un trasatlántico de lujo diseñado por Leonard Peskett y botado el
26 de agosto de 1907 por la Cunard Line, línea de transporte marítimo
británica. Fue considerado el buque más grande del mundo junto con su gemelo,
el RMS Mauritania, hasta que la White Star Line botó los RMS Olympic y Titanic,
en 1912.
Como tenía
previsto, el día 1 de mayo de 1915 a las 11:30 h. de Nueva York, el Lusitania
se hizo a la mar con destino a Liverpool, transportando 1.959 pasajeros,
incluyendo 129 niños y 39 bebes. El pasaje incluía 136 pasajeros
norteamericanos, varios de ellos con un cierto estatus social en la sociedad
americana.
Su
partida, en el que sería su último viaje, se realizaba bajo la amenaza de la
reciente declaración alemana de una zona de exclusión alrededor de las islas
británicas. Desde el 18 de febrero los submarinos alemanes habían incrementado
su campaña contra los mercantes aliados y, aunque trataban de respetar a los
buques neutrales, no estaban exentos de incidentes. En concreto, los pasajeros
del Lusitania conocían la misiva que la Embajada Alemana en Washington había
publicado en los diarios norteamericanos, apenas una semana antes de su
partida, el 23 de Abril de 1915, y que decía:
“¡Atención! - Se recuerda a los pasajeros que tengan la
intención de cruzar el Atlántico, que existe el estado de guerra entre Alemania
y Gran Bretaña, y que la zona de guerra comprende las aguas adyacentes a las
Islas Británicas; que las embarcaciones con bandera de Inglaterra o cualquiera
de sus aliados se arriesgan a ser atacadas en tales aguas, y que los viajeros
que atraviesen la zona de hostilidades en barcos de Gran Bretaña o cualquiera
de sus aliados lo hacen por su cuenta y riesgo.
Embajada Imperial Alemana en
Washington D.C. datado: 23 de abril de 1915”
Confiado
en que, al ser un buque de recreo, serían respetados, el Capitán William Thomas
Turner, veterano comandante del Lusitania, dio la orden de zarpar. Al fin y al
cabo, llevaba ya 8 años transportando viajeros entre Gran Bretaña y el
continente americano, incluyendo varios meses de guerra, sin incidentes
importantes.
Walther Schwieger, capitán del U-20 |
Sin
embargo, este viaje iba a ser diferente. El 30 de abril, otro buque, mucho más
pequeño y belicoso, el submarino alemán U-20 del capitán Walther Schwieger,
partía hacia las costas irlandesas desde el puerto de Borkum. Su objetivo,
interceptar y destruir cualquier buque que intentase alcanzar las Islas
Británicas.
Entre el 1
y el 6 de mayo, el U-20 ya había dado buena cuenta de tres embarcaciones en el
área de Fastnet. El 7 de mayo amaneció con niebla densa, mientras el Lusitania
continuaba su viaje, aproximándose ya a las aguas restringidas para encarar su
entrada hacia Liverpool. De hecho, desde primera hora de la mañana comenzaron a
recibirse mensajes en el puente de mando del Lusitania respecto al peligro que
suponían los submarinos alemanes que estaban actuando en esa área.
A las
11:00 de la mañana se radiografío una orden desde la comandancia naval en
Queenstown para que el Lusitania variase su rumbo, aproximándose más a tierra
para evitar así la acción de submarinos enemigos. El Capitán Turner había
completado el viaje a máxima velocidad, los 25 nudos por hora que daba el
buque, a fin de garantizarse que ningún buque de guerra pudiese seguirle. Sin
embargo, el día 7 de mayo había niebla, lo que le obligó a reducir su
velocidad.
Lusitania en tránsito. Así lo vio Schwieger desde su periscopio |
Tras
varios comunicados alertando de la posición de submarinos, Turner decidió
acercarse aun más hacia tierra, dirigiéndose hacia Kinsale. Justo en este punto
esperaba el U-20. Por su periscopio el Capitán Schwieger observó las cuatro
chimeneas del Lusitania y el enorme tamaño de la presa.
A las
14:10 Turner vira nuevamente para entrar en el Canal de San Jorge, alejándose
nuevamente de la costa, lo que favoreció la aproximación final del U-20. Dos
minutos después, Schwieger ordenaba disparar el único torpedo que les restaba
tras su exitosa semana de campaña submarina.
Disparado
a 700 m. de distancia, el torpedo impactó en el costado de estribor del gran
buque, provocando un enorme pique de agua y abriendo una brecha justo bajo la
línea de flotación. Además, la explosión del torpedo alcanzó las calderas del
trasatlántico, causando una explosión aun mayor que inutilizó buena parte de
los motores del gran buque.
El capitán
Turner reaccionó rápidamente, ordenando virar hacia tierra en un intento de
salvar el buque, encallándolo para evitar su hundimiento. Pero la suerte del
Lusitania estaba echada. Desde el U-20, contemplaban su obra… Demasiado alejado
de la costa (unas 6 millas), el Lusitania apenas pudo completar la maniobra de
virado antes que la escora, que ya alcanzaba los 25º, sacase del agua las
hélices, reduciendo, primero, y deteniendo más tarde, la marcha del buque, que
quedó definitivamente varado.
Turner,
pasados pocos minutos del impacto, y ante la imposibilidad de salvar el
Lusitania, ordenó el abandono del buque, que se hundía rápidamente.
A partir de ese momento, se produjo el caos… La escora era tan pronunciada que se hacía difícil alcanzar los botes salvavidas por parte del pasaje. El pánico prende entre los pasajeros y la tripulación, y se produce una suerte de “sálvese quien pueda”, al contrario de la ordenada evacuación ocurrida tres años antes cuando el Titanic se fue a pique.
Apenas 6
botes, una octava parte de los que el trasatlántico transporta, son botados.
Los pasajeros se arrojan a las frías aguas del Mar del Norte, en un intento de
alejarse del buque, que se hunde inexorablemente. En sólo 18 minutos, el
Lusitania desaparece bajo las heladas aguas irlandesas. En sus últimos
estertores, el buque se inclinó de proa, chocando esta contra el fondo rocoso;
inclinado 45º, la chimenea nº 3 estalló, provocando una densa nube de humo que
ocultó el buque durante unos segundos. Cuando la nube desapareció, el Lusitania
también lo había hecho para siempre.
1.198
pasajeros fueron arrastrados a las profundidades por el buque, incluyendo a 124
norteamericanos, y gran parte del pasaje infantil. 761 pasajeros se salvaron, y sólo se
rescataron unos 200 cadáveres.
Conmoción Mundial y reacción norteamericana:
La
reacción internacional fue unánime. Ante todo, se condenó la acción al ser
considerada un acto criminal, no de guerra, perpetrado por el U-20 y el Capitán
Schwieger. Especial inquina demostraron los medios y políticos aliados, quienes
intentaron volcar la guerra propagandística a su favor. Aprovechando que sólo
habían salvado sus vidas 11 de los 139 pasajeros norteamericanos, los
británicos intentaron provocar una reacción airada del el gobierno de Woodrow
Wilson, quién había prometido la neutralidad, pero al que la muerte de
ciudadanos americanos no podía dejar indiferente.
Con
anterioridad al ataque del U-20 sobre el Lusitania, la política americana
reflejaba un elevado nivel de aislacionismo, y veía más a Gran Bretaña que a
Alemania como rival comercial. De hecho, el bloqueo sobre el comercio con Alemania había
provocado graves tensiones diplomáticas entre los gobiernos americano y británico durante 1914, ante la creencia americana que un bloqueo sobre las importaciones de las naciones neutrales era ilegal. Sin embargo, el hundimiento del Lusitania lo cambiaría todo.
Woodrow Wilson, Presidente de los EEUU |
Como
veremos en su momento, este asunto, junto con la conjura alemana para que
México provocara un conflicto con Estados Unidos (Telegrama Zimmerman), causó
que, el 6 de Abril de 1917, Estados Unidos declarase la guerra a Alemania,
siendo este el punto decisivo para la posterior derrota alemana. Aunque la
movilización sería muy lenta, casi dos millones de soldados americanos
acabarían volcando la balanza a favor de la Entente.
Hoy en día, el Lusitania permanece hundido a unos 10 km. de la Costa Irlandesa, a 93 metros de profundidad. Su pecio es objeto de visitas de investigadores, pero se encuentra en un estado muy degradado, por lo que nunca se ha planteado un rescate en serio; eso sí, se rescató una de sus hélices, con la que se elevó un monumento en Liverpool, puerto de destino del malogrado buque, para recordar a las víctimas del ataque.
En cuanto al U-20, su historial llegó hasta 1916, momento en que un fallo mecánico le hizo encallar frente a la costa danesa, siendo hundido por su tripulación. Hasta ese momento había mandado a pique un total de 31 buques enemigos, incluido el Lusitania. Schwieger pasó a comandar el U-88, falleciendo el 5 de septiembre de 1917 con toda su tripulación, al colisionar con una mina submarina en el curso de una acción.
LA EVOLUCIÓN DEL ARMA SUBMARINA HASTA NUESTROS
DÍAS:
Desde el
hundimiento del Lusitania, el arma submarina alemana fue creciendo, hasta
convertirse en un peligro que podía haber desequilibrado definitivamente la
guerra naval de no ser por la enorme derrota de la flota de superficie alemana
en la Batalla de Jutlandia.
Los
submarinos aliados también tuvieron su cuota de protagonismo, especialmente con
las acciones de los submarinos monitores británicos en el Mar de Marmara contra
la flota y el comercio turco. Sin embargo, el rápido desarrollo de armas
antisubmarinas, provocó un incremento de la mortandad de las tripulaciones y
buques submarinos. El empleo de aviones de patrulla, en época tan temprana como
1916, hizo mucho más compleja la vida de los submarinos, fácilmente detectables
desde el aire, al no estar preparados para ganar una profundidad suficiente, ni
navegar de forma constante bajo el agua.
El periodo
de entreguerras permitió una mejora en las capacidades ofensivas de los
submarinos y en las armas anti submarinas. Para el estallido de la Segunda
Guerra Mundial, el submarino es ya un arma demoledora; capaz de permanecer en
campaña durante meses, con torpedos más grandes y potentes, capaz de navegación
silenciosa y de mantenerse bajo el agua por largo tiempo, los submarinos
alemanes siembran el caos en las líneas de transportes y los buques de combate
aliados.
Submarino de la 2.ª Guerra Mundial |
Durante el conflicto se desarrollan todo tipo de invenciones submarinas, desde grandes submarinos oceánicos hasta los diminutos torpedos tripulados suicidas japoneses (“Kaiten”). Son todos ellos el eslabón para la gran evolución sufrida por el sumergible una vez finalizada la guerra.
Submarino nuclear |
En la vida civil, se han desarrollado artilugios submarinos que permiten alcanzar las fosas abisales (como el Batiscafo, inventado por el popular oceanógrafo francés Jacques Cousteau), submarinos de rescate que permiten investigar y rescatar pecios hundidos hace siglos, lo que nos ha permitido un mayor conocimiento de desastres navales, como el ocurrido con el Titanic en 1912, o con el mismo Lusitania; incluso se han creado submarinos de recreo que permiten a los turistas recorrer las profundidades marinas, una evolución esta que nos permite recordar la ironía de la Historia, ya que en cierta ocasión, hace ahora cien años, en los albores del arma submarina, un antepasado dio caza y hundió a otro buque de recreo, el Lusitania, causando uno de los acontecimientos más lamentables de la Primera Guerra Mundial.
Submarino Atlantis para excursiones sub-acuáticas en Aruba |
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