jueves, 7 de mayo de 2015

ARTÍCULO XVIII. (LA PRIMERA GUERRA MODERNA). U BOOTE*. EL HUNDIMIENTO DEL LUSITANIA Y LA GUERRA SUBMARINA

*U Boote, Submarinos, es como llamó Alemania a su poderosa arma naval en la Gran Guerra. Los submarinos serían ampliamente utilizados por la mayoría de los contendientes, con mayor o menor éxito, aunque serían los alemanes los que se especializarían en su uso, creando nuevas tácticas y abriendo una nueva forma de guerra total, que harían del submarino un arma naval adaptada a una guerra moderna.



Los orígenes de los barcos sumergibles hay que buscarlos unos cuantos siglos atrás en la Historia. Ha sido una aspiración de la humanidad el conquistar las fronteras más difíciles: las profundidades marinas, las altas cumbres, los cielos y el espacio. El primer paso hacia la conquista de las profundidades marinas, pasaba por diseñar y utilizar sistemas que permitiesen al hombre mantenerse bajo el agua durante el tiempo que fuese necesario.

En época tan alejada como fue el siglo XVII, se encuentran informes fidedignos del desarrollo de un buque de remos “sumergible” en Inglaterra, atribuido a un inventor holandés llamado Cornelius J. Drebbel. Otros modelos se cree que fueron diseñados en Italia y España, siempre siguiendo un patrón común, el de buscar una campana que mantuviese el aire para los viajeros, y con un sentido vinculado a la exploración submarina.

Ictíneo II. Narciso Monturiol. 1864.
Sin embargo, la aplicación militar era obvia a ojos de todos los observadores. El primer paso que se dio para adaptar esos ingenios “sumergibles” a funciones militares, fue una evolución en los sistemas de propulsión, buscando una mayor velocidad y operatividad. En este punto, fueron los españoles los que más arriesgaron, primero con el desarrollo del submarino de vapor Ictíneo II (desarrollado por el inventor catalán Narciso Monturiol y botado en el Puerto de Barcelona en 1864), y posteriormente con el avanzado submarino Peral, de propulsión eléctrica, y construido por Isaac Peral en 1888. El submarino Peral contaba ya con un tubo lanzatorpedos, y era propulsado por hélices hasta una profundidad máxima de unos 30 metros.

Aun así, aunque estos ya eran submarinos “serios”, no fueron, ni mucho menos, los primeros en emplearse para acciones bélicas. Durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, en 1776, David Bushnell, un visionario patriota americano, diseño el “Turtle”, un engendro submarino propulsado por hélices, que intentó hundir un buque británico en la Bahía de Nueva York, aunque fracasó en su intento.

Francia desarrolló hacia 1800 un engendro submarino, denominado “Nautilus”, que serviría de inspiración para la visionaria novela de Jules Verne, “20.000 Leguas de Viaje Submarino” (1870). El diseño sería cancelado por falta de financiación.

Pruebas de nuevos y “revolucionarios” diseños fueron realizadas en diferentes puntos del mundo, como Inglaterra o Prusia. En este último, Wilhelm Bauer diseñó un submarino para tres tripulantes, aunque no consiguió mantenerse a flote el tiempo suficiente y se hundió en la Bahía de Kiel en 1851. Aun se puede observar el ingenio en el Museo de Dresde, tras ser recuperado en 1887.

En España se inició la carrera que acabaría con el submarino Peral. Fue Cosme García Sáez quién diseñó y patentó en 1859 un ingenio para dos tripulantes, que probó en el Puerto de Barcelona, primero, y en el de Alicante, más tarde, exitosamente. Sin embargo, no obtuvo financiación y el proyecto cayó en el olvido.

Pero los ingenios que más se aproximaron al uso de los posteriores submarinos fueron, probablemente, los utilizados en el curso de la Guerra Civil Americana. La Unión utilizó el USS Alligator, un sumergible tripulado por 20 hombres, que transportaba a buzos a las proximidades de los buques enemigos para minarlos. Se perdió en una tormenta en 1863 sin haber participado en combate.

Los Confederados construyeron varios ingenios más pequeños que el “Alligator”, como el “Pioneer”, que consiguió hundir una goleta unionista con una mina durante su periodo de prácticas. Aun así no llegó a estar operativo en combate y fue hundido en 1865. El “Hunley” se diseñó para atacar a los barcos unionistas en los bloqueos a los puertos confederados. Tripulado por ocho personas, era inestable e inseguro, hundiéndose y reflotándose por dos veces antes de conseguir el éxito de hundir al USS Housatonic en Charleston en 1864, utilizando una mina. Sin embargo, se perdió definitivamente en el curso de esa misma acción.

También se probaron ingenios submarinos en el desarrollo de la Guerra de Independencia de las naciones suramericanas contra España. Diseños como el “Hipopótamo” (José Rodríguez, Ecuador), el “Flach” (Karl Flach, Chile) o el “Toro” (Federico Blume, Perú) tuvieron diferentes niveles de desarrollo, aunque la falta de interés general de las naciones impidió el avance final a producción o desarrollo.

Como antes comentamos, un nuevo paso se dio en Barcelona en 1864, cuando Narciso Monturiol probó su diseño “Ictíneo II”, un sumergible para dos tripulantes e impulsado por máquinas de vapor, capaz de sumergirse a 30 metros de profundidad. Sin embargo, la Armada Española ignoró los avances y denegó la financiación para su construcción en serie.

Sería el Imperio Ruso el que daría el primer paso en el desarrollo de una fuerza naval submarina, al encargar un pedido de sumergibles en serie, comprando 50 unidades del modelo desarrollado por el inventor polaco Stefan Drzewiecki en 1881. El Zar, interesado en este tipo de buque, compró incluso modelos de desarrollo, como los Nordenfelt ingleses, aunque no consiguieron que fuesen lo suficientemente estables para que jugasen un papel decisivo con vistas al futuro.

Submarino Peral. Isaac Peral. 1888.
Sería Isaac Peral quién conseguiría el avance definitivo con su Submarino Peral; impulsado por energía eléctrica y armado con torpedos, se botó en 1888, consiguiendo exitosamente lanzar un torpedo submarino. Limitado por su alcance, el proyecto sería cancelado en 1890, pero sería el punto de referencia para los desarrollos que verían la luz durante la Primera Guerra Mundial. Los primeros ensayos de estos modernos buques surgieron cuando el Irlandés John Philip Holland diseñó un submarino equipado con un motor de combustión para su navegación sobre el agua y un motor eléctrico para su navegación submarina. El desarrollo de mejoras como fueron el Periscopio, tubos lanzatorpedos, motores diesel, favorecieron un rápido desarrollo del modelo, permitiendo que un buen número de buques estuviese disponible en las naciones contendientes a la apertura de las hostilidades de la Primera Guerra Mundial.

FUERZAS SUBMARINAS EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL:
Muchas de las naciones contendientes entraron en la guerra con la idea de utilizar esta nueva arma. Por ejemplo, Francia tenía ya disponibles 74 buques del modelo “Agriette”, desarrollado entre 1904 y 1911.

Submarino Alemán, clase U-19
El objetivo de los submarinos fue, inicialmente, el prestar escolta a las unidades de superficie; la mayor parte de las naciones no habían desarrollado estrategias para su empleo como el arma que aparentaba y posteriormente sería, y se había pensado más como un buque de escolta indetectable, que surgía de las aguas y sorprendía con fuego de cañón a sus rivales, o que prestaba sus ojos y oídos a la búsqueda de presas para las flotas de superficie.

Además, las leyes internacionales, desarrolladas y firmadas en La Haya entre 1899 (sobre el uso de nuevas armas) y 1907 (sobre el trato a civiles y rescate en altamar), condicionaron el uso del nuevo arma, salvo en un caso concreto, el de Alemania.

Planos de diseño de un submarino modelo U-19
Alemania, junto a Gran Bretaña, fueron los primeros en desarrollar el periscopio, pensando en utilizar el submarino desde las profundidades. Alemania, donde el Kaiser había impulsado un formidable programa naval, veía que su preciosa flota de superficie era, a todas luces, inferior a la británica. Además, sus aliados austrohúngaros, aun teniendo una flota considerable, no disponían de combustible para mantenerla en batalla, por lo que no contarían con ella en el futuro conflicto.

De aquí que se impulsase un programa de mejora y desarrollo del arma submarina, acompañada de un desarrollo estratégico que buscaría la forma de hacer más daño a las flotas enemigas. Para cuando estalló la guerra, Alemania contaba con más de 100 submarinos, llegando a programar la construcción de más de 700 (aunque serían terminados sólo unos 300). La mayoría de ellos se habían desarrollado como submarinos oceánicos, con un alcance y capacidad muy relevante, contrariamente a las contrapartidas aliadas, en su mayor parte de bajo calado y alcance, y muchos monitores equipados con artillería pesada para suplir a los acorazados en bombardeo costero.

U-Boote en el puerto de Kiel
Alemania se percató que la entrada en guerra de Gran Bretaña supondría un grave problema para su comercio exterior; ante la imposibilidad de evitar el bloqueo naval, ya que la flota de superficie alemana, aun siendo una gran unidad, era muy inferior a la británica, decidió pagar a los británicos con su misma moneda, desarrollando un plan estratégico que permitía a los submarinos atacar, capturar y hundir cualquier buque de transporte que se dirigiese hacia Inglaterra, buscando ahogar de esta forma su producción, y acabar, por fin, con siglos de supremacía naval británica.

El 6 de agosto salía una partida de 10 submarinos al Mar del Norte, a fin de iniciar la caza de buques británicos, pero la salida fue un desastre; el mal tiempo había confinado a los buques británicos a sus puertos, por lo que no se consiguieron presas y dos de los submarinos se perdieron en la misión.

Sería el 5 de septiembre, cuando el Almirantazgo británico había descartado a los submarinos alemanes como rival, cuando estos conseguirían cobrarse su primera pieza; el HMS Pathfinder sería cazado por el U-21, hundiéndose en sólo 4 minutos con prácticamente toda su tripulación; sólo hubo 11 supervivientes de más de 200 tripulantes.

El primer golpe de mano importante lo asestó el submarino denominado como U-9, comandado por el Capitán Otto Weddingen. “U” era la denominación dada a los submarinos por Alemania, reducción de la palabra “U boot” o “Submarino”. El U9 fue botado el 22 de febrero de 1910, y consiguió dos importantes hitos para la historia del Arma Submarina; el primero fue cuando el 16 de julio de 1914, consiguió recargar sus tubos lanzatorpedos estando sumergido, siendo el primer submarino en hacerlo en la historia. El 22 de septiembre de 1914, patrullando el Canal de la Mancha, localizó a una escuadra  británica de protección, formada por tres cruceros acorazados en misión de patrulla; en menos de una hora, mandó a piqué con seis torpedos a los tres cruceros, los HMS Aboukir, Hogue y Cressy, muriendo 1459 marineros británicos en el proceso.

HMS Hogue, uno de los cruceros acorazados hundidos por el U9
Este acontecimiento cambió la perspectiva aliada sobre la guerra submarina, e impulsó la creación y desarrollo de armas anti-submarino, al mismo tiempo que ratificaba a Alemania en su convicción de invertir en el arma submarina.

GUERRA SUBMARINA SIN RESTRICCIONES. EL HUNDIMIENTO DEL RMS LUSITANIA:
Tripulación del U-20
Inicialmente, ambos bandos respetaron las convenciones de La Haya respecto al trato de civiles y de buques mercantes. Sin embargo, las primeras pérdidas submarinas de Alemania, causadas por mercantes armados que disparaban cuando los submarinos intentaban capturarlos, y por buques de protección que aprovechaban la vulnerabilidad de los submarinos en superficie, así como la dureza del bloqueo, impulsaron a Alemania a declarar una guerra submarina sin restricciones en un área de exclusión naval entorno a las Islas Británicas, lo que autorizaba al mando naval alemán a ordenar el ataque a cualquier buque militar, mercante, pesquero o de recreo sospechoso de llevar suministros a los puertos británicos.

Durante la guerra, los poco más de 300 submarinos alemanes darían caza a más de 2.500 buques enemigos, incluyendo en estos números buques de guerra, transportes y buques de recreo, pero excluyendo los pesqueros; una cifra significativamente alta y que, como ya hemos comentado, estuvo al borde de poner de rodillas a Inglaterra. Sin embargo, todo aquello que es realizado “sin restricción”, todo mal desencadenado masivamente, acaba teniendo su contrapeso. El comienzo de este contrapeso que impediría la victoria alemana a través del arma submarina comenzó el 7 de mayo de 1915.

El Hundimiento del RMS Lusitania:
El RMS Lusitania abandona el Puerto de New York (01/05/15)
El RMS Lusitania fue un trasatlántico de lujo diseñado por Leonard Peskett y botado el 26 de agosto de 1907 por la Cunard Line, línea de transporte marítimo británica. Fue considerado el buque más grande del mundo junto con su gemelo, el RMS Mauritania, hasta que la White Star Line botó los RMS Olympic y Titanic, en 1912.

Como tenía previsto, el día 1 de mayo de 1915 a las 11:30 h. de Nueva York, el Lusitania se hizo a la mar con destino a Liverpool, transportando 1.959 pasajeros, incluyendo 129 niños y 39 bebes. El pasaje incluía 136 pasajeros norteamericanos, varios de ellos con un cierto estatus social en la sociedad americana.

Su partida, en el que sería su último viaje, se realizaba bajo la amenaza de la reciente declaración alemana de una zona de exclusión alrededor de las islas británicas. Desde el 18 de febrero los submarinos alemanes habían incrementado su campaña contra los mercantes aliados y, aunque trataban de respetar a los buques neutrales, no estaban exentos de incidentes. En concreto, los pasajeros del Lusitania conocían la misiva que la Embajada Alemana en Washington había publicado en los diarios norteamericanos, apenas una semana antes de su partida, el 23 de Abril de 1915, y que decía:

“¡Atención! - Se recuerda a los pasajeros que tengan la intención de cruzar el Atlántico, que existe el estado de guerra entre Alemania y Gran Bretaña, y que la zona de guerra comprende las aguas adyacentes a las Islas Británicas; que las embarcaciones con bandera de Inglaterra o cualquiera de sus aliados se arriesgan a ser atacadas en tales aguas, y que los viajeros que atraviesen la zona de hostilidades en barcos de Gran Bretaña o cualquiera de sus aliados lo hacen por su cuenta y riesgo.
Embajada Imperial Alemana en Washington D.C. datado: 23 de abril de 1915”

Confiado en que, al ser un buque de recreo, serían respetados, el Capitán William Thomas Turner, veterano comandante del Lusitania, dio la orden de zarpar. Al fin y al cabo, llevaba ya 8 años transportando viajeros entre Gran Bretaña y el continente americano, incluyendo varios meses de guerra, sin incidentes importantes.
Walther Schwieger, capitán del U-20

Sin embargo, este viaje iba a ser diferente. El 30 de abril, otro buque, mucho más pequeño y belicoso, el submarino alemán U-20 del capitán Walther Schwieger, partía hacia las costas irlandesas desde el puerto de Borkum. Su objetivo, interceptar y destruir cualquier buque que intentase alcanzar las Islas Británicas.

Entre el 1 y el 6 de mayo, el U-20 ya había dado buena cuenta de tres embarcaciones en el área de Fastnet. El 7 de mayo amaneció con niebla densa, mientras el Lusitania continuaba su viaje, aproximándose ya a las aguas restringidas para encarar su entrada hacia Liverpool. De hecho, desde primera hora de la mañana comenzaron a recibirse mensajes en el puente de mando del Lusitania respecto al peligro que suponían los submarinos alemanes que estaban actuando en esa área.

A las 11:00 de la mañana se radiografío una orden desde la comandancia naval en Queenstown para que el Lusitania variase su rumbo, aproximándose más a tierra para evitar así la acción de submarinos enemigos. El Capitán Turner había completado el viaje a máxima velocidad, los 25 nudos por hora que daba el buque, a fin de garantizarse que ningún buque de guerra pudiese seguirle. Sin embargo, el día 7 de mayo había niebla, lo que le obligó a reducir su velocidad.

Lusitania en tránsito. Así lo vio Schwieger desde su periscopio
Tras varios comunicados alertando de la posición de submarinos, Turner decidió acercarse aun más hacia tierra, dirigiéndose hacia Kinsale. Justo en este punto esperaba el U-20. Por su periscopio el Capitán Schwieger observó las cuatro chimeneas del Lusitania y el enorme tamaño de la presa.

A las 14:10 Turner vira nuevamente para entrar en el Canal de San Jorge, alejándose nuevamente de la costa, lo que favoreció la aproximación final del U-20. Dos minutos después, Schwieger ordenaba disparar el único torpedo que les restaba tras su exitosa semana de campaña submarina.

Disparado a 700 m. de distancia, el torpedo impactó en el costado de estribor del gran buque, provocando un enorme pique de agua y abriendo una brecha justo bajo la línea de flotación. Además, la explosión del torpedo alcanzó las calderas del trasatlántico, causando una explosión aun mayor que inutilizó buena parte de los motores del gran buque.

El capitán Turner reaccionó rápidamente, ordenando virar hacia tierra en un intento de salvar el buque, encallándolo para evitar su hundimiento. Pero la suerte del Lusitania estaba echada. Desde el U-20, contemplaban su obra… Demasiado alejado de la costa (unas 6 millas), el Lusitania apenas pudo completar la maniobra de virado antes que la escora, que ya alcanzaba los 25º, sacase del agua las hélices, reduciendo, primero, y deteniendo más tarde, la marcha del buque, que quedó definitivamente varado.

Turner, pasados pocos minutos del impacto, y ante la imposibilidad de salvar el Lusitania, ordenó el abandono del buque, que se hundía rápidamente.


A partir de ese momento, se produjo el caos… La escora era tan pronunciada que se hacía difícil alcanzar los botes salvavidas por parte del pasaje. El pánico prende entre los pasajeros y la tripulación, y se produce una suerte de “sálvese quien pueda”, al contrario de la ordenada evacuación ocurrida tres años antes cuando el Titanic se fue a pique.

Apenas 6 botes, una octava parte de los que el trasatlántico transporta, son botados. Los pasajeros se arrojan a las frías aguas del Mar del Norte, en un intento de alejarse del buque, que se hunde inexorablemente. En sólo 18 minutos, el Lusitania desaparece bajo las heladas aguas irlandesas. En sus últimos estertores, el buque se inclinó de proa, chocando esta contra el fondo rocoso; inclinado 45º, la chimenea nº 3 estalló, provocando una densa nube de humo que ocultó el buque durante unos segundos. Cuando la nube desapareció, el Lusitania también lo había hecho para siempre.

1.198 pasajeros fueron arrastrados a las profundidades por el buque, incluyendo a 124 norteamericanos, y gran parte del pasaje infantil.  761 pasajeros se salvaron, y sólo se rescataron unos 200 cadáveres.

Conmoción Mundial y reacción norteamericana:
La reacción internacional fue unánime. Ante todo, se condenó la acción al ser considerada un acto criminal, no de guerra, perpetrado por el U-20 y el Capitán Schwieger. Especial inquina demostraron los medios y políticos aliados, quienes intentaron volcar la guerra propagandística a su favor. Aprovechando que sólo habían salvado sus vidas 11 de los 139 pasajeros norteamericanos, los británicos intentaron provocar una reacción airada del el gobierno de Woodrow Wilson, quién había prometido la neutralidad, pero al que la muerte de ciudadanos americanos no podía dejar indiferente.

Con anterioridad al ataque del U-20 sobre el Lusitania, la política americana reflejaba un elevado nivel de aislacionismo, y veía más a Gran Bretaña que a Alemania como rival comercial. De hecho, el bloqueo sobre el comercio con Alemania había provocado graves tensiones diplomáticas entre los gobiernos americano y británico durante 1914, ante la creencia americana que un bloqueo sobre las importaciones de las naciones neutrales era ilegal. Sin embargo, el hundimiento del Lusitania lo cambiaría todo.

Woodrow Wilson, Presidente de los EEUU
La prensa americana reaccionó airadamente al ataque, pero el gobierno y la opinión pública aun estaban lejos de llevar a su nación a una guerra que entendía que no era suya. Alemania ofreció una disculpa, y redujo su actividad submarina ante la amenaza americana de represalias. Woodrow Wilson se mantuvo moderado y decidió no ir más allá en sus reclamaciones, hasta que, en enero de 1917, Alemania declaró no reconocer los acuerdos previos y declaraba una Guerra Submarina Total en todo el Atlántico.

Como veremos en su momento, este asunto, junto con la conjura alemana para que México provocara un conflicto con Estados Unidos (Telegrama Zimmerman), causó que, el 6 de Abril de 1917, Estados Unidos declarase la guerra a Alemania, siendo este el punto decisivo para la posterior derrota alemana. Aunque la movilización sería muy lenta, casi dos millones de soldados americanos acabarían volcando la balanza a favor de la Entente.

Hoy en día, el Lusitania permanece hundido a unos 10 km. de la Costa Irlandesa, a 93 metros de profundidad. Su pecio es objeto de visitas de investigadores, pero se encuentra en un estado muy degradado, por lo que nunca se ha planteado un rescate en serio; eso sí, se rescató una de sus hélices, con la que se elevó un monumento en Liverpool, puerto de destino del malogrado buque, para recordar a las víctimas del ataque.

En cuanto al U-20, su historial llegó hasta 1916, momento en que un fallo mecánico le hizo encallar frente a la costa danesa, siendo hundido por su tripulación. Hasta ese momento había mandado a pique un total de 31 buques enemigos, incluido el Lusitania. Schwieger pasó a comandar el U-88, falleciendo el 5 de septiembre de 1917 con toda su tripulación, al colisionar con una mina submarina en el curso de una acción.

LA EVOLUCIÓN DEL ARMA SUBMARINA HASTA NUESTROS DÍAS:
Desde el hundimiento del Lusitania, el arma submarina alemana fue creciendo, hasta convertirse en un peligro que podía haber desequilibrado definitivamente la guerra naval de no ser por la enorme derrota de la flota de superficie alemana en la Batalla de Jutlandia.

Los submarinos aliados también tuvieron su cuota de protagonismo, especialmente con las acciones de los submarinos monitores británicos en el Mar de Marmara contra la flota y el comercio turco. Sin embargo, el rápido desarrollo de armas antisubmarinas, provocó un incremento de la mortandad de las tripulaciones y buques submarinos. El empleo de aviones de patrulla, en época tan temprana como 1916, hizo mucho más compleja la vida de los submarinos, fácilmente detectables desde el aire, al no estar preparados para ganar una profundidad suficiente, ni navegar de forma constante bajo el agua.

El periodo de entreguerras permitió una mejora en las capacidades ofensivas de los submarinos y en las armas anti submarinas. Para el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el submarino es ya un arma demoledora; capaz de permanecer en campaña durante meses, con torpedos más grandes y potentes, capaz de navegación silenciosa y de mantenerse bajo el agua por largo tiempo, los submarinos alemanes siembran el caos en las líneas de transportes y los buques de combate aliados.

Submarino de la 2.ª Guerra Mundial
El desarrollo de nuevas técnicas de combate, las “Jaurías de Lobos” (“Wolfpacks”), permite asediar y destruir agrupaciones de barcos completas. Mientras, se desarrollan técnicas más avanzadas para contrarrestarlos, incluyendo patrulleros aéreos, minas que estallan con retardo o por profundidad, y el sonar que permite detectar la actividad submarina. Se crean estrategias de Convoyes fuertemente escoltados para contrarrestar las técnicas de asalto submarino.



Durante el conflicto se desarrollan todo tipo de invenciones submarinas, desde grandes submarinos oceánicos hasta los diminutos torpedos tripulados suicidas japoneses (“Kaiten”). Son todos ellos el eslabón para la gran evolución sufrida por el sumergible una vez finalizada la guerra.

Submarino nuclear
Desde el punto de vista militar, en 1950 se comienza a utilizar la energía nuclear como propulsora de los submarinos. Estos alcanzan mayores records de permanencia en acción y profundidad, y son equipados para una nueva misión: llevar la destrucción hasta las naciones enemigas, al equiparlos con misiles de medio y corto alcance y capacidad nuclear, rol que mantienen hoy en día. La utilización de energía nuclear permite a los submarinos una navegación más silenciosa, pero no más segura; son varios los accidentes ocurridos con los reactores nucleares de los submarinos, causando importantes bajas.



En la vida civil, se han desarrollado artilugios submarinos que permiten alcanzar las fosas abisales (como el Batiscafo, inventado por el popular oceanógrafo francés Jacques Cousteau), submarinos de rescate que permiten investigar y rescatar pecios hundidos hace siglos, lo que nos ha permitido un mayor conocimiento de desastres navales, como el ocurrido con el Titanic en 1912, o con el mismo Lusitania; incluso se han creado submarinos de recreo que permiten a los turistas recorrer las profundidades marinas, una evolución esta que nos permite recordar la ironía de la Historia, ya que en cierta ocasión, hace ahora cien años, en los albores del arma submarina, un antepasado dio caza y hundió a otro buque de recreo, el Lusitania, causando uno de los acontecimientos más lamentables de la Primera Guerra Mundial.
Submarino Atlantis para excursiones sub-acuáticas en Aruba




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