jueves, 12 de noviembre de 2015

ARTÍCULO XXI. (ESTANCAMIENTO). FRENTE OCCIDENTAL DURANTE 1915. LA CRUZADA*

*La llegada de miles de civiles belgas como refugiados a Francia, supuso para las fuerzas aliadas un shock comparable al que las gigantescas pérdidas militares y de territorio en 1914 habían provocado en la opinión pública. Las noticias, no por ya conocidas menos lamentables, sobre los desmanes de los soldados alemanes con la población civil, provocó que políticos y prensa aliada utilizasen la represalia alemana para alimentar el odio hacia el enemigo impío. “Dios está con nosotros”, la frase con la que muchos canallas han enviado a sus soldados a la guerra a lo largo de siglos, volvía a escucharse, y los alemanes no hacían nada por erradicar esta idea; todo lo contrario, la joya gótica que era la Catedral de Rheims, donde reyes franceses habían sido coronados, fue destruida por los cañones alemanes. La guerra se convertía para los aliados en una Cruzada entre el bien y el mal. El enemigo debía ser aniquilado.

Tropas coloniales francesas en Artois
Mientras se desarrollaban en otros frentes los importantes acontecimientos relatados en las anteriores entradas de este blog, en el temido Frente Occidental los aliados occidentales de la Entente comenzaban a impacientarse ante el desarrollo de la guerra. Tras la retirada alemana y la ofensiva lanzada por Falkenhayn en Yprés en octubre de 1914 (la Carrera hacia el Mar), la situación se encontraba en un punto muerto, en un completo estancamiento que provocaba que las opciones de una esperada victoria rápida y decisiva, hubiesen desaparecido casi por completo, especialmente tras las monstuosas bajas sufridas por los contendientes durante los grandes choques frontales de 1914, que obligaban a una completa reconstrucción y redistribución de las unidades en el frente.

El cambio de estrategia alemán, deslizando su eje de presión hacia el Frente Oriental, obligaba a los aliados occidentales de la Entente a ayudar a sus aliados rusos y serbios. Durante el mes de febrero de 1915, la ofensiva alemana había obligado a los rusos a retirarse en Lituania, tras asumir terribles bajas. Temiendo un gran ataque alemán sobre el saliente polaco (que, como ya hemos visto, sería la ofensiva Gorlice-Tarnow), los rusos apremiaron a sus aliados occidentales para tomar la iniciativa en el Frente Occidental.

El Frente Occidental en 1915
Los Estados Mayores aliados, ante la necesidad de aliviar la situación que podía abocar a los rusos y serbios al desastre, trazaron planes de contingencia para iniciar con urgencia importantes movimientos ofensivos en todo el frente. Los lugares que consideraron más idóneos para lanzar sus operaciones militares, fueron los salientes provocados en la línea de trincheras… Un rápido vistazo a lo largo de los más de 500 km. de frente, que se extendía desde Suiza hasta el Mar del Norte, demostraba que se había creado una línea irregular, generando una serie de “dientes de sierra” sobre los que se consideraba necesario percutir, ya que eran las zonas donde más recursos se podían concentrar para la ofensiva, al atacarse desde varios puntos diferentes al mismo tiempo, y que debían ser reducidas antes que los alemanes pudiesen aprovechar la ventaja táctica que estas posiciones otorgaban.

Cambios en la uniformidad francesa
Sin embargo, los aliados occidentales se enfrentaban a graves problemas logísticos, ya que sus fuerzas no estaban aun preparadas para sostener una ofensiva a gran escala; las enormes bajas de 1914 habían supuesto que los ejércitos pasasen a componerse principalmente de reservistas, con oficiales en muchos casos sin experiencia en combate, y veteranos heridos que regresaban al frente sabiendo el terror que iban a afrontar. Además, la mayor parte de las acciones deberían recaer, inicialmente, sobre el Ejército Francés, ya que el pequeño ejército británico BEF había resultado destruido en octubre del 14, tras la Primera Batalla de Yprés; el Ejército Británico (New Model Army) se encontraba en proceso de entrenamiento y despliegue, incluyendo las unidades del Nuevo Ejército (en su mayoría reservistas y reclutas voluntarios sin experiencia) y tropas coloniales (procedente de los territorios y nacionalidades de la Commonwealth). Joseph Joffré consideraba, como Mando general aliado, que los británicos no estarían en disposición de iniciar una ofensiva a gran escala al menos hasta el otoño de 1915. Además, los franceses apenas contaban con tropas veteranas; exceptuando algunas unidades de “Poilus” (Peludos, era como se llamaban a si mismos los soldados franceses, apelativo referido a los grandes bigotes y barbas que lucían) supervivientes de las batallas del catorce, y las tropas coloniales que llegaban sin descanso, la mayoría de las unidades francesas disponibles eran divisiones de reservistas y territoriales.

Sanitarios franceses evacuando un herido
Por tanto, se decidió prolongar en el tiempo una serie de operaciones menores que ayudasen a aliviar la presión alemana sobre el ejército ruso, desviando refuerzos y material, mientras se presionaba a Italia para entrar en el conflicto y abrir un nuevo frente a las Potencias Centrales (como vimos en la anterior entrada del blog).

La batalla durante 1915 se centraría en tres departamentos franceses concretos: Mosa-Argonne (Saint Mihiel), Champagne-Ardenne y Pas de Calais (Artois).

ASALTO EN EL MOSA. LA BATALLA DE WOEVRE (O PRIMERA BATALLA DE SAINT MIHIEL):

La importancia militar de la gran planicie arbolada que separaba las alturas de Metz de las alturas del Mosa, en el departamento francés de Argonne, impulsó al ejército francés, tras la dolorosa derrota de 1871 a inicar la construcción de enormes preparaciones defensivas que abarcaban las alturas frente a la planicie que trazaban los ríos Mosa (Meuse) y Mosela (Moselle), en una línea formada por las poblaciones de Verdún, Toul (área del Mosa), Thionville y Metz (Mosela). Se construyeron antes de la guerra poderosas fortificaciones que, como veremos en capítulos venideros, ya estaban superadas al inicio de la guerra del 14-18.

Los heridos se hacinan esperando ayuda
Aun así, seguía siendo una posición fuerte, elevada, desde donde la artillería podía machacar a los invasores con eficacia. Al inicio de la guerra, como vimos en la “Batalla de las Fronteras”, el Plan XVII tramado por Joffré, obligó a atacar al ejército francés por esta zona, sufriendo enormes bajas frente a las alturas de Metz (en esta zona, en un solo día, cayeron 50.000 franceses, 150.000 en una semana). La posterior retirada supuso que el frente quedase estabilizado en el mes de septiembre, aunque los ataques y contraataques que siguieron a la Batalla del Marne, provocaron que en el departamento de Argonne se crease un saliente en el que los alemanes habían logrado penetrar el sistema defensivo francés, amenazando el flanco del importante sector de Verdún. El saliente abarcaba desde Woevre hasta Saint Mihiel, en un área (Briey) con una enorme importancia económica debido a sus explotaciones mineras, que habían quedado en manos alemanas, el mayor logro conseguido por las Potencias Centrales durante la campaña del 14.

Aun cuando no se realizaron grandes ofensivas para recuperar la zona hasta 1918 (donde el nombre del Bosque de Argonne quedará escrito con letras de sangre en la historia del Ejército Estadounidense), si se realizaron numerosas acciones en el tiempo a fin de probar las defensas alemanas, e incluso de recuperar determinados puntos del saliente.

Tropas coloniales francesas (Senegal)
Para marzo de 1915, la zona de Saint Mihiel y Woevre, así como el Norte de Toul, fueron asignados al I Ejército del General Dubail. A comienzos de abril de 1915, el General Dubail recibió órdenes de pasar a la ofensiva, lanzando un ataque a “gran” escala desde el norte y sur del saliente. El 5 de abril, los cuerpos I y II del ejército francés, junto con la División Provisional de Verdún y el I cuerpo de caballería, atacaron la línea alemana, recuperando Fromezey, Gussaniville y la granja de L’Hopital, situadas en tierra de nadie, pero las tropas fueron derrotadas antes de llegar a las alambradas alemanas, ante el demoledor fuego de artillería que recibieron de los defensores.
Los combates se alargarían con ataques y contragolpes durante diecisiete días, hasta que el 22 de abril, ante la ausencia de logros y el agotamiento de las tropas, junto al inicio de la ofensiva alemana en Flandes (2º Yprès), las operaciones se detuvieron.

Desde ese momento, se mantuvo sobre el área una consecución de pequeñas acciones que, día a día, convertiría pequeños puntos en lugares para la carnicería: Les Eparges, la Trinchera de Calonne, Chauvoncourt, el Bois Brule, el Bois d’Ailly, etc. Los avances eran diminutos, y se producirían situaciones en las que un contraataque localizado, podía provocar la pérdida del terreno ganado durante meses de dura lucha.

La guerra en Argonne se convertiría en una amarga lucha por cada metro de terreno, una lucha de minas y contraminas bajo el terreno, que no permitiría grandes avances a ningún bando hasta 1918.

ATAQUE EN PAS DE CALAIS. LAS TRES BATALLAS DE ARTOIS:

Durante el otoño de 1914, el contraatque francés alejó a los alemanes de las proximidades de París. La derrota alemana en la batalla del Marne, primero, y del Aisne, más tarde, llevó a los alemanes hacia sus fronteras, en una retirada de 40 millas. Aun así, consiguieron asentarse profundamente en territorio francés, ocupando amplias zonas de las regiones francesas de Pas de Calais, Champagne y Bois d’Ardenne.

Tras las batallas en Yprés (primera batalla de) y Arrás, en octubre de 1914, la Oficina de Operaciones del ejército francés decidió aconsejar a su Comandante en Jefe, Joseph Joffré, el lanzar un ataque concentrado en las regiones de Artois y de Champagne, a fin de eliminar el principal saliente alemán en Francia. Muchos problemas aquejaban en tan temprana fecha al Ejército francés; corto de municiones y efectivos, con una gran pérdida de calidad entre tropa y oficialidad por las bajas, apenas estaba en condiciones de afrontar una tarea como la encomendada.

Asalto francés en Notre-Dame-La-Lorette
Aun así, Joffré decidió aceptar los riesgos que conllevaba dicha operación; si no conseguía sus objetivos principales, al menos conseguiría evitar que los alemanes concentrasen sus fuerzas en atacar a sus aliados orientales, Rusia. El área de Artois fue asignada al 10º Ejército francés, que en fecha tan temprana como mediados de diciembre, se lanzaría al asalto, con el irrealizable objetivo de alcanzar Cambrai, apoyado con el asalto del 4º Ejército francés desde la región de Champagne, al sur del saliente. Joffré esperaba que un ataque de pinza como el que iba a ejecutarse, otro gigantesco Cannae como el intentado por los alemanes en el verano del 14, consiguiese obligar la retirada alemana del saliente y su derrota.

Cuando el General Ferdinand Foch, Jefe de Operaciones, ordenó al General Maud’Huy, comandante del 10º Ejército, planificar la ofensiva, le especificó que no quería una carnicería; el estado del ejército era muy débil, y prefería cambiar granadas por vidas que vidas por granadas. Por tanto, hizo el esfuerzo de reunir un amplio apoyo artillero (poco más de un ensayo de futuras acciones), reuniendo casi 700 cañones y municiones para varios días. Sobre el papel, los planificadores franceses entendieron como suficiente el esfuerzo realizado, preparando minuciosamente cada punto a llevar a cabo durante los combates.

Sin embargo, suele pasar que la naturaleza no entiende de planificaciones, y que, además, los cálculos, por cuidadosos que sean, son erróneos; siempre se necesita más; más obuses, más caballos, más vidas... Así iba a ocurrir en el desarrollo de la primera ofensiva en Artois (y Champagne). Se asignó al 10º Ejército la tarea de conquistar las alturas en Vimy, lo que le permitiría batir la retaguardia alemana con la artillería y forzar su retirada.

Caballería colonial camino del frente de Artois
El ataque se inició el 17 de diciembre, con un asalto a lo largo de 17 km. de trinchera, desde Souchez a Givenchy, con dirección Arras. A pesar de los cuidados preparativos, la lluvia había convertido el terreno en un barrizal, que reducía el efecto de las granadas de artillería y paralizaba el avance de los soldados. El avance fue irrisorio, apenas unos cientos de metros, logrados, como casi siempre, a un elevado coste humano. Hubo que rectificar los planes y cambiar el eje de avance, que se concentraría en el área de Carency. Durante más de una semana, los combates fueron intensos en la zona, avanzando apenas unos cientos de metros que serían perdidos cuando el 27 de diciembre los alemanes contraatacaron. La lucha continuó bajo el mal tiempo reinante, hasta que el 13 de enero de 1915, Joffré ordenaba el fin de las operaciones. En el sector de Champagne el éxito era mayor, como veremos más adelante, y convenía reforzarlo.

Sin embargo, la situación no podía dejarse así. La nueva estrategia aliada para 1915, que ya comentamos más arriba, obligaba a las fuerzas del frente a la ofensiva. Cuando Joffré se percató que su ataque en Champagne se había estancado, volvió a su plan original de asaltar en la zona de Artois. En realidad, decidió mantener la presión en ambas alas del saliente entre Amiens y Rheims, manteniendo y renovando el ataque en Champagne y apoyándolo en una vigorosa ofensiva masiva sobre las alturas de Vimy y la llanura de Douai, en el frente de Artois.

Artillería Pesada alemana en Artois
Además, contaría con la ayuda de las fuerzas británicas de Sir John French, que atacarían las alturas de Aubers en apoyo del asalto principal francés. El objetivo seguía siendo el mismo: romper la línea en Artois, ocupar el risco de Vimy, y batir desde allí la llanura de Douai, provocando la retirada alemana. La Segunda Batalla de Artois se iniciaría el 9 de mayo con el ataque británico sobre Aubers.

Los británicos, con tropas bisoñas y oficiales novatos, avanzaron en campo abierto hacia el Alto de Aubers, sufriendo fuertes bajas. El refuerzo de dos divisiones alemanas del 6º Ejército hizo que los británicos tuviesen que suspender el ataque sin obtener ningún rédito. La ofensiva apenas había durado unas horas.

Ataque británico en Festuberg
Pero que hubiesen sido rechazados en Aubers, no impedía que French estuviese obcecado en que sus tropas lograsen un éxito que plantar frente al mando general francés. Por tanto, a partir del 15 de mayo, redirigió su ofensiva hacia Festuberg, al norte de su zona de ataque. Nuevamente, los británicos se lanzaron al ataque, intentando atraer las reservas alemanas y permitir el avance francés, pero el intento fue absolutamente inútil, ante la tenáz defensa del 6º Ejército Alemán.



El ataque francés se inició el 9 de mayo, tras un metódico bombardeo de las posiciones alemanas durante los siete días previos. El XXXIII Cuerpo de Ejército francés, dirigido por el General Petain, consiguió una rápida ruptura de la línea alemana en el sector de Vimy, penetrando tres kilómetros en profundidad. Sin embargo, tal y como pasaría en tantas batallas de la Gran Guerra, la falta de previsión de los mandos, la ausencia de fuerzas de reserva y de apoyo artillero próximo, impediría esplotar el éxito antes que los contraataques alemanes estabilizasen la posición. Aun así, se combatío duramente durante un mes en diferentes puntos del campo de batalla: Notre-Dame-de-Lorette, Vimy, Carenzy y Ablain-Saint-Nazaire. Las dos últimas poblaciones quedarían en manos francesas, pero las ganancias no pasaron de allí. Tras mes y medio de sanguinaria batalla, las operaciones se detenían el 25 de junio, sin ganancias sustanciales y con una terrible tarifa del carnicero: 102.500 bajas francesas y 28.000 británicas, que supusieron fuertes críticas al liderazgo de Joffré. El 6º Ejército alemán sufrió 73.000 bajas.

La tercera batalla de Artois se libraría en el punto de partida de las dos anteriores acciones. A pesar de la terca oposición de los altos mandos británicos a nuevas operaciones en 1915, que lastrasen con bajas la formación del Nuevo Ejército, aun carente de suficiente artillería y reservas, se impuso la idea francesa de reemprender las operaciones tras el verano.

Muerte por Doquier, tercera batalla de Artois
Se asignó a los británicos el avance en un área secundaria, sobre Loos-en-Gohelle (Batalla de Loos) a fin de atraer a las reservas alemanas, mientras los cuerpos XXXIII y XXI del 10º Ejército francés rompían en profundidad el frente en Souchez, y el III y XII progresaban desde Neuville.

El ataque se inició el 21 de septiembre de 1915, tras cuatro días de constante fuego de artillería. Sin embargo, a pesar de algunas ganancias iniciales que incluyeron la conquista de Souchez, rápidamente se hizo evidente la imposibilidad de progresar hacia la segunda línea alemana. Además, las fuerzas británicas estaban siendo masacradas en Loos, por lo que Joffré se vió obligado a acudir en ayuda de sus aliados con las reservas del 10º Ejército, paralizando el avance.

Hasta que no quede nadie... Trinchera en Artois
Aunque los combates se prolongaron durante un mes, las ganancias fueron prácticamente nulas, sólo engordando la tarifa que el carnicero se estaba cobrando. La Tercera Batalla de Artois les había costado a los franceses 48.000 bajas, menos de la mitad que la segunda. Sin embargo, los británicos, con escaso apoyo artillero, fueron masacrados en Loos, perdiendo 62.000 hombres. Los alemanes sufrieron cerca de 75.000 bajas entre ambas acciones.

El sector quedaría tranquilo durante lo que restaba de 1915. Pronto empezaría un nuevo reto.

LA TERCERA VÍA. LAS BATALLAS DE CHAMPAGNE:

Mapa del ataque combinado en Artois y Champagne
El plan de operaciones, como ya hemos visto, imponía a los aliados la ofensiva como medio de presión para que los alemanes no desviasen tropas hacia el Frente Oriental. Cuando Joffré aceptó atacar el saliente entre Rheims y Arras, lo hizo bajo la premisa de que los asaltos se coordinarían desde dos puntos al menos, la Región de Artois y la de Champagne. Ya hemos visto lo mal que fue en la ofensiva en Artois. Veamos como sucedieron los acontecimientos en la Región de Champagne.

El sector de Champagne quedaría enmarcado en el área del 4º Ejército Francés, comandado por el General Fernand Langlé de Cary, que recibiría, inicialmente, la orden de lanzar un asalto limitado que apoyase el asalto principal francés en Artois. Pocos días después de la apertura de operaciones en Artois, el 20 de diciembre de 1914, el 4º Ejército atacaba con su XVII Cuerpo y el I Cuerpo Colonial, el área entre Mezieres y Rethel, defendida por el 3º Ejército alemán. A pesar de conseguir pequeñas ganancias de terreno, su ataque fue prontamente detenido. El 21 de diciembre, el XII cuerpo francés atacó y consiguió tomar parte de la trinchera alemana, pero fue incapaz de limpiar las bolsas de resistencia y tuvo que detener su ataque, solicitando apoyo artillero que redujese las posiciones defensivas germanas.

Preparados para el asalto. Champagne.
En medio del despropósito general que suponía mantener la ofensiva, cuando en Artois las cosas estaban ya estancadas, Joffré se obcecó y ordenó a Langlé de Cary concentrarse en un nuevo ataque sobre el sector central de Champagne. El día 27 asignó una nueva división para apoyar el ataque de los cuerpos XVII y I Colonial, apoyando el flanco con el II Cuerpo. El día 30 de diciembre, el ataque fue absolutamente desastroso, cuando el flanco del II Cuerpo fuen arrollado por un contraataque alemán, lo que le llevó a perder tres líneas de defensa.

La desesperación de Langlé obligó a que el II Cuerpo contraatacase el día 31, con notable éxito. Avanzando a la cabeza del asalto, recuperó gran parte del terreno perdido, aunque el avance francés se detuvo en seco cuando el 3º Ejército Alemán contraatacó.

Antiaéreo francés en acción
La situación se estabilizó por unos días, en los que la artillería de ambos bandos se mantuvo activa plenamente, obligando a los soldados a permanecer en las trincheras. El día 8 de enero, los alemanes lanzaban un fuerte contraataque que desalojaba a los franceses del saliente de Perthes, aunque posteriormente, los contraatques franceses retomaban gran parte del terreno perdido… todo ello, por supuesto, con enormes bajas.

Durante varios días, los franceses se mantuvieron a la ofensiva, sin conseguir ganar terreno. El día 13 de enero de 1915, cuando el frío se hizo intenso, Joffré ordenaba detener las operaciones. Sin embargo, los alemanes retomarían la acción, para ocultar sus movimientos en el Este, y mantendrían la presión sobre la zona hasta el 17 de marzo, cuando ambos bandos decidieron darse tregua.

El intento le había costado a los franceses cerca de 95.000 bajas. Los alemanes perdieron la mitad de hombres.

General Petain. Jefe del 2º Ejército
y posteriormente del GEC
La situación permanecería estable en la zona hasta pasado el verano. Los combates eran recurrentes, aunque poco intensos, mientras el estado mayor aliado planificaba un golpe de mano que ayudase a compensar el enorme desequilibrío que las victorias de las Potencias Centrales en el Este estaban causando. A finales del verano de 1915, las fuerzas rusas habían sufrido cerca de un millón de bajas frente a las Potencias Centrales, y estaban en plena retirada.

Joffré decidió que debían volver a la ofensiva, siguiendo el plan previsto previamente, el ataque combinado sobre el saliente de Arras – Rheims. Para ello preparó nuevos planes para atacar en ambas zonas del saliente, como vimos más arriba. En el sector de Champagne, añadiría a las fuerzas del 4º Ejército las del 2º, sumando así una gran fuerza de choque con 34 divisiones, bajo el mando del Grupo de Ejércitos del Centro (General Philippe Petain).

Prisioneros alemanes en la Segunda Batalla de Champagne

Durante estos meses, el Estado Mayor aliado había desarrollado una nueva técnica de asalto que consistía en atacar con la masa de infantería en escalón. Cuando el 25 de septiembre de 1915 los franceses volvían a la ofensiva en la Champagne,  20 divisiones encabezaban el asalto en un frente de 36 km., cubriendo cada división entorno a 1,5 km. Detrás de ellos avanzaba una segunda línea con siete divisiones, que cubrirían los eventuales huecos dejados por las bajas. Tras ellos, quedaban en reserva una división de infantería y seis de caballería, un formidable despliegue.

Sin embargo, los alemanes, firmemente asentados en tareas defensivas hasta nuevas órdenes, habían preparado una formidable oposición. Sabiendo que no contaban con fuerzas suficientes, el 3º Ejército alemán había preparado una serie de líneas en profundidad, más fuertes cuanto más entraban en la línea de trincheras, hasta llegar a la posición R (R-Stellung), donde la densidad de los alambres de espinos y las posiciones de ametralladoras lo convertían en prácticamente inexpugnable, al quedar fuera de la vista de la artillería francesa.
El asalto inicial tuvo el beneficio del buen tiempo reinante. La artillería francesa machacó la primera y segunda líneas alemanas con dureza antes que la infantería avanzase.

Muerte en Champagne
El ataque fue feróz. La línea alemana se rompió, no sin tenáz oposición, en cuatro puntos de la misma, con dos grandes penetraciones hacia la Posición R. Sin embargo, la densidad del alamabre de espino y la terca oposición alemana, impidió que los franceses continuasen su avance. Habían capturado 14.000 prisioneros alemanes, y, aunque sus bajas eran elevadas, el éxito era notable. Sin embargo, la Posición R era magnífica, y los soldados franceses quedaban muy expuestos frente a ella, con los observadores de artillería alemanes ocupando tierras altas, batiendo las débiles posiciones francesas.

El grueso de la artillería del 3º Ejército alemán esperaba su oportunidad tras la Posición R. Así que batió a los exhaustos franceses hasta que la noche del 24 al 25 de septiembre comenzó a llover con fuerza.

Además, las previsiones de munición francesas se habían quedado, nuevamente, alarmantemente cortas. Tanto es así, que Joffré envió todas las reservas de granadas de 75 mm del Grupo de Ejércitos Este (dejando sólo 500 disparos en cada cañón de este Grupo) para que el 2º y 4º Ejércitos pudiesen mantenerse a la ofensiva. También reforzó al Grupo de Petain con dos nuevas divisiones de la reserva.

El 26 de septiembre retomó el asalto con fuerzas renovadas, consiguiendo avances en un frente de 12 km frente a la Posición R, y capturando 2.000 alemanes más. Aunque los ataques iniciales fueron sangrientos e inefectivos, el día 28 de septiembre se consiguió una ruptura en la Posición R y conquistarla parcialmente.

Sin embargo, la posición geográfica de la Posición R, que la ocultaba de los observadores de artillería francesa, y la precariedad de los defensores franceses, provocó que el previsible contraatque alemán recuperara la posición al día siguiente.

El agotamiento de las fuerzas era considerable. Joffré necesitaba municiones para mantener la presión. Ordenó mantener los ataques, aunque sin apoyo artillero no se consiguieron avances. Finalmente, el 5 de octubre ordenaba la retirada de la caballería y la finalización de operaciones, a fin de consolidar las ganancias obtenidas.

Avanzar cuatro kilómetros les había costado al 2º y 4º Ejércitos nada menos que 145.000 hombres, por poco más de 70.000 alemanes (incluyendo 16.000 prisioneros).

CONCLUSIONES:

Casi un año y medio de guerra había demostrado a los combatientes cuan féroz podía ser el rostro de la misma en un entorno que no habían evaluado: el de una Guerra Moderna.
Los alemanes habían comprendido rápidamente que la guerra de trincheras era imposible de sostener, comenzando a desarrollar armas que rompiesen el equilibrio y destruyesen el espíritu combativo del enemigo. El empleo de Armas Químicas, Submarinos y Dirigibles, entre otros, buscaban más un efecto moral que aplastase la capacidad de resistencia, que la destrucción del ejército rival.

Artillería francesa en acción en Champagne
Igualmente, habían comprendido que la lucha en dos frentes era inviable, por lo que se decidieron por eliminar al rival más débil, Rusia, esperando que sus líneas de trincheras y su política de atacar la moral enemiga, sirviese para no perder la guerra en 1915.

Mientras, los aliados apenas habían comprendido nada. Las ofensivas del 15 supusieron un “más de lo mismo”, lanzar a masas de soldados a la batalla, en la seguridad de que las enormes bajas sufridas apenas reportarían beneficios. El uso de nuevas tácticas tras el verano del 15, como los ataques en escalón o escalonados (Echêlon), así como el inicio de uso de armas químicas por parte aliada, apenas supuso variación en la línea de frente.

Los ataques combinados de Saint Mihiel, Artois y Champagne les habían supuesto a los aliados cerca de 400.000 bajas, por la mitad de bajas alemanas. No podían seguir así, o su moral se derrumbaría.

Lo curioso es que ambos bandos llegaron al mismo convencimiento en el mismo momento… Si no era posible desalojar a los ejércitos enemigos, habría que destruirlos, aplastarlos sobre el terreno, que el peso de la artillería fuese tan enorme, que nadie quedase vivo tras una batalla. Comenzaba la Guerra de Desgaste… Se abrían las puertas al Apocalipsis… Próxima estación: Verdún.

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