jueves, 16 de marzo de 2017

ARTÍCULO XXX. (APOCALIPSIS). LA REVUELTA ÁRABE Y LAWRENCE DE ARABIA:

Fotograma del film "Lawrence of Arabia" (1.963), dirigido por David Linch e interpretado por Peter O'toole (Lawrence en el centro), Anthony Queen (Auda, izquierda) y Omar Sharif (Alí). El papel del Emir Faisal estaba interpretado por Alec Guinnes
Decenas de personajes peculiares, que pasarán a la Historia por sus estrincidades, desprecio por la vida humana, decisiones controvertidas, investigaciones científicas o tecnológicas, o por el absoluto heroísmo que desplegaron en el campo de batalla, surgirán a lo largo de la Primera Guerra Mundial; nombres tan conocidos como los de Winston Churchill, Manfred von Richtoffen, Douglas Haig, Erwin Rommel, Mustafá Kemal, Lenin o André Maginot, pasarán a las páginas de los libros de historia por sus merecimientos (o deméritos, en algunos casos) durante este brutal periodo de la humanidad, muchos de ellos prolongando su legado durante los siguientes decenios, otros dejando su vida sobre los campos de batalla, convertidos en gigantescas fosas comunes, del conflicto.
Pero entre todos ellos se elevaría la figura de uno de los personajes más singulares de la Historia, de un aventurero, escritor, diplomático y militar que alcanzaría fama mundial tras su paso por uno de los teatros secundarios del conflicto; un hombre capaz de unir a un pueblo con un único objetivo: Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, se convertirá en un mito tras el conflicto, al encabezar la que será conocida como “La Revuelta Árabe”, convirtiéndose en una pesadilla para el ejército otomano.
Esta es su historia.

T. E. Lawrence 1.917
Contenido de la Entrada:
1.       T. E. Lawrence. Desentrañando al héroe.
2.       La Revuelta Árabe. Las primeras fases.
3.       La Revuelta Árabe. La influencia de Lawrence.
4.       La Revuelta Árabe. El Ejército del Jerife.
5.       Las negociaciones de paz.
6.       Consecuencias.

1. T. E. LAWRENCE. DESENTRAÑANDO AL HÉROE:
Teniente Coronel Thomas E. Lawrence
Corría el 10 de junio de 1.916; los soldados turcos que defienden el Puerto de Jeddah se ven sorprendidos por un mar de soldados árabes, a los que descubren avanzando sobre el desierto que les rodea, en pos de conquistar sus posiciones. Comienza la denominada como “Revuelta Árabe”, que supondrá el levantamiento de las tribus contra el Imperio Otomano, que llevaba siglos oprimiéndolos.
Sin embargo, esa unificación de las tribus árabes no habría sido posible sin la intervención de un actor fundamental, un occidental capaz de asimilar la cultura árabe hasta influir profundamente en sus dirigentes, atrayéndolos a la causa de las naciones de la Entente, resultando decisivo para la derrota del Imperio Otomano. Ese hombre fue Thomas Edward Lawrence. Descubramos al héroe.
Nacido el 16 de agosto de 1.888 en Gales, Reino Unido, en el pequeño pueblo de Tramadoc, era hijo ilegítimo del aristócrata británico Sir Thomas Chapman, quién se había enamorado de la institutriz de sus hijos, Sarah Junner, madre de Thomas. Tras abandonar a su primera esposa, quién no le concedería el divorcio, Sir Thomas se instaló con Sarah y tuvo varios hijos; Thomas fue el segundo hijo de la pareja.
Thomas E. Lawrence demostró desde la infancia tener una mente privilegiada. Con cuatro años ya sabía leer perfectamente, empapándose con la lectura de numerosos libros y artículos de los diarios locales de Tramadoc. Educado en la Oxford City High School, se graduó en 1.907. Durante su periodo escolar había mostrado un vivo interés por la Historia, especialmente por las Cruzadas y la historia medieval. De hecho, emprendió diversos viajes en bicicleta por Francia, visitando los castillos cruzados y empapándose de su historia.
Lawrence en Egipto. En esta imagen también se encuentra
otro prohombre del Imperio Británico, Winston Churchill
Ese mismo año se matriculo en el Jesus College de Oxford, aprovechando una beca para eruditos concedida por dicha entidad. Sus estudios de arqueología e historia le valieron el interés del arqueólogo David G. Hogarth, quién influyó en él para que iniciase el viaje que cambiaría su vida.
A la edad de 21 años, en 1.909, inició un viaje por Oriente Medio, desde Palestina hasta Turquía, atravesando Siria, con el objetivo de reunir información para su tesis sobre la arquitectura militar de las Cruzadas. Realizado prácticamente a pie, el viaje sirvió para que Thomas quedase prendado de la cultura árabe.
En 1.910 presentaría su tesis, y ese mismo año fue invitado por Hogarth a unirse a una expedición arqueológica a los yacimientos hititas de Karkermish, a orillas del río Eúfrates. Bajo la supervisión de Leonard Woolley, director de la expedición, pasó largas temporadas en los yacimientos, entre 1.910 y 1.914, convirtiéndose en un auténtico apasionado por todo lo que rodeaba al mundo árabe, su cultura, lengua, situación socio-política, etc.
En 1.914, cuando los vientos de guerra comenzaban a soplar en Europa, fue asignado junto a Woolley a una expedición del Museo Británico en Palestina, bajo supervisión militar. El objetivo real de la expedición era topografiar el terreno en previsión de un conflicto con el Imperio Otomano, aunque la presencia de Thomas y Woolley le daba una apariencia de expedición arqueológica. Thomas regresaría a Karkermish pocos meses antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial.
Tras el estallido del conflicto mundial, Thomas se presentó voluntario, no siendo admitido inicialmente para el servicio activo. Tras algunos intentos más, fue finalmente admitido en octubre de 1.914 para trabajar en el Servicio Geográfico del Estado Mayor británico, al principio como asistente civil, aunque posteriormente obtendría el grado de segundo teniente, trabajando de intérprete. En diciembre de 1.914 fue enviado a El Cairo, como miembro del Departamento de Inteligencia Militar, junto a antiguos camaradas como Woolley. Durante varios meses trabajó en la interpretación y desarrollo de mapas, a fin de mejorar las condiciones en que el ejército británico en Egipto pudiese enfrentarse al Imperio Otomano, que había tomado partido por las Potencias Centrales.
En la primavera de 1.916, fue enviado en misión secreta en un intento por sobornar al líder de las fuerzas otomanas que sitiaba a los británicos en Kut-Al-Mara, en Iraq. Tras fracasar en el intento, regresó a El Cairo, donde recibió noticias sobre el levantamiento de  las tribus árabes contra el Imperio Otomano.
Lawrence se apropió de los modos árabes, empatizando con
sus principales líderes y convenciéndolos de seguir su
plan de campaña contra el Imperio Otomano
Acompañando como observador a Ronald Storrs, y con el rango de capitán, visitó Yidah, donde las tribus árabes tenían su base. Tras conocer al Emir Faisal, el tercer hijo del Jerife, pudo encontrar un alma gemela a la suya, y alguien sobre el que depositar la confianza para un triunfo de la rebelión. Como reflejaría en su novela “Los Siete Pilares de la Sabiduría”, la experiencia de conocer a Faisal le marcaría profundamente: “A primera vista sentí que era el hombre al que había venido a buscar a Arabia, el líder que llevaría a la Rebelión Árabe a la gloria. Faisal era alto, como un pilar, muy delgado, y vestía largos trajes de seda blanca con un pañuelo marrón en la cabeza”.
A su regreso a El Cairo, expresó su entusiasmo a sus superiores, quienes le destinarían como enlace temporal al ejército irregular de Faisal. Allí dejaría a un lado su trabajo de enlace para convertirse en amigo y asesor del Jerife Hussein y de Faisal, con quién trabajaría para conseguir la unificación de las fuerzas árabes entorno a su persona, lanzando una revuelta a gran escala. Durante estas primeras fases de la rebelión, fue capturado por soldados turcos, y encarcelado en la prisión de Dera’a, donde el gobernador turco le sometería a tortura y lo violaría repetidas veces; esta experiencia marcaría profundamente su vida. En cualquier caso, conseguiría escapar, uniéndose nuevamente a Faisal, con quién llegaría a convertirse en una leyenda.
Fue responsable directo de diseñar la estrategia de guerra de guerrillas empleada por el ejército de Faisal, llevándoles a atravesar durante 1.917 el desierto del Wadi Rum y conquistar el vital puerto de Aqaba, convirtiendo a sus tropas en una auténtica pesadilla para las fuerzas del Imperio Otomano, lo que causó que tuviesen que enviar fuerzas vitales que necesitaban en otros puntos para frenar la invasión británica desde el Sinai.
Lawrence entra en Damasco a bordo de un coche, 1.918
El éxito del ejército árabe y de la dirección conjunta de Faisal y Thomas, quedaría difuminada tras los acuerdos entre británicos y franceses para repartir Oriente Medio; el Acuerdo Sykes-Picot, dado a conocer por la prensa en el curso de 1.917, establecía términos muy desfavorables para el pueblo árabe. Al finalizar el conflicto, como parte de la negociación de paz que culminaría con el desastroso Tratado de Versalles, Thomas formaría parte de la delegación británica que estudiaría los acuerdos previos, y que sería responsable de premiar a la delegación árabe, de la que formaba parte Faisal. El resultado final no pudo ser peor para los intereses árabes.
Thomas E. Lawrence decidiría retirarse de la vida pública, asqueado de las luchas políticas y de la traición de occidente a sus amigos árabes, que por su parte, habían dejado de confiar en el. Se trasladó a Oxford, donde empezaría la escritura de su libro fundamental, “Los Siete Pilares de la Sabiduría”, donde narraría sus aventuras a lo largo de Oriente Medio durante la revuelta árabe.
Poco después fue reclamado por Winston Churchill para convertirse en el Consejero del Departamento de Oriente Medio en la Oficina Colonial. En un intento por redimirse, aceptó el cargo, pero acabó rápidamente frustrado, y volvió a retirarse en 1.922.
Thomas Edward Shaw, 1.927.  Lawrence
se alistó con este seudónimo en la RAF
Para evitar ser localizado, decidió alistarse en la Fuerza Aérea Real británica bajo el falso nombre de John Hume Ross. Su intención real era escribir un libro sobre esta nueva arma, pero su identidad fue descubierta y, ante el escándalo que se originó, fue expulsado del cuerpo. Decidido a desaparecer de la vida pública, Thomas se alistaría en el Cuerpo Real de Tanques bajo el seudónimo de Thomas Edward Shaw, en homenaje a su amigo Bernard Shaw.
Usando este seudónimo, consiguió volver a ser admitido en la fuerza aérea en 1.925, tras cumplir cerca de dos años de servicio con los tanques. Durante diez años trabajaría para la RAF, viviendo la mayor parte del tiempo en Inglaterra, aunque pasaría periodos de tiempo destinado en India. En 1.926, ante la inminente publicación de su libro “Los Siete Pilares de la Sabiduría”, solicitaría destino en India, siendo destacado a Karachi (Pakistan) y evitar así el ruido mediático por la publicación de la obra.
Empleado en labores burocráticas, disponía de mucho tiempo libre, lo que le permitiría comenzar a escribir su obra “El Troquel”, en la que narrará sus experiencias como soldado en la RAF; tradujo al inglés la obra clásica griega “La Odisea”, y se ocupó de escribir numerosas cartas, convirtiéndose en un auténtico erudito del género epistolar.
Su pasión por las motocicletas acabaría costándole la vida
En 1.935 se jubilará de sus obligaciones en el servicio de la RAF, trasladándose a la pequeña localidad de Moreton, en Dorsetshire, donde se compró una pequeña casa de campo a la que llamará “Clouds Hill”. Durante los años previos, Thomas se había convertido en un auténtico apasionado de la velocidad y de su máxima representación, las motocicletas; tuvo hasta siete diferentes motocicletas fabricadas por el fabricante George Brought, consideradas las más veloces del Reino Unido.
El 13 de mayo de 1.935, Thomas Edward Lawrence realizó su último recorrido; como siempre, queriendo sentir la libertad que le proporcionaba la velocidad sobre la carretera, tomó su motocicleta y se dirigió hacía el pueblo. En su cabeza daban vueltas las proposiciones que, desde su regreso a la vida pública, recibía constantemente; la última, era la petición del diputado del Partido laborista británico, Henry Williamson, para mediar con ese monstruo que comenzaba a emerger en Europa, y que era Adolf Hitler, a fin de acordar con el un plan para frenar la expansión del comunismo soviético por Europa. Aunque inicialmente había rechazado la invitación, finalmente se decidió a aceptarla, probablemente como un medio de promocionar la novela que estaba apunto de publicar, “El Troquel”. El caso es que viajó a la oficina de correos de Bovington para dar su consentimiento a la oferta de Williamson.
Titular de la muerte de Lawrence publicado en el
New York Times
De regreso, ya cerca de Clouds Hill, dos jóvenes en bicicleta se cruzaron en su camino, causando su salida de la pista y un grave accidente. Trasladado de urgencia al hospital de Bovington Camp, fue atendido para comprobar la gravedad de sus heridas, con un fuerte traumatismo craneal. Thomas Edward Lawrence, Lawrence de Arabia, como pasaría a ser conocido para la Historia, fallecería pocos días después, el 19 de mayo de 1.935, a la edad de 46 años. El accidente quedaría marcado por el mismo hálito de misterio que había tenido toda su vida; de hecho, Scotland Yard investigó el accidente, interrogando a los cinco testigos del mismo: Los dos ciclistas, el conductor y acompañante de una furgoneta de reparto y un cabo del ejército que caminaba por la zona. Las conclusiones fueron guardadas bajo secreto, y olvidadas posteriormente, aunque la desclasificación de los papeles hace unos años nos permitió conocer que Scotland Yard creía que el Foreign Office británico estaba detrás del accidente de Thomas, en un intento por evitar que una figura de su importancia pública actuase al margen del Departamento de exteriores del gobierno británico.
En cualquier caso, Thomas E. Lawrence entró en el terreno de la leyenda. Su vida ha sido tratada en numerosos documentales, libros y biografías, así como su importancia para la actual situación de Medio Oriente. La película de David Linch, “Lawrence of Arabia”, estrenada en 1.963 y protagonizada por Peter O’Toole, Omar Sharif, Alec Guinnes y Anthony Queen, supuso la internacionalización de un personaje que, con todos sus claro oscuros, se convertiría por méritos propios en una de las figuras esenciales de la historia del siglo XX.



2. LA REVUELTA ÁRABE. LAS PRIMERAS FASES:
10 de junio de 1.916. Las fuerzas irregulares del Jerife, dirigidas por su hijo Faisal, atacan y conquistan el puerto otomano de Jeddah. La rebelión árabe toma consistencia e importancia para el Imperio Otomano, que la había mantenido en un prudente segundo plano durante las primeras fases de la guerra. Pero para llegar a ese momento cumbre, que supone el reconocimiento de un serio problema por parte de las autoridades otomanas, se habían sucedido una serie de acontecimientos que pasamos a relatar.
Mapa de las acciones de la Rebelión Árabe, 1.916-1.918
El nacionalismo árabe proviene de la zona del Mashriq, en el oriente egipcio, desde donde se extendió por toda la zona de Oriente Medio en la segunda mitad del siglo XIX; sin embargo, la rivalidad entre las diferentes tribus árabes, y la represión de las autoridades otomanas que gobernaban los territorios árabes, provocó que sus demandas, de carácter moderado, relacionadas con la educación y la autonomía, cayesen siempre en saco roto.
A comienzos del siglo XX, mientras los Jóvenes Turcos conseguían el poder en el imperio tras un golpe de estado, el movimiento nacionalista árabe estaba lejos de ser un movimiento de masas. Cada tribu prestaba lealtad a una diferente secta religiosa a la que pertenecía como primera opción, siguiendo con la lealtad a su familia o clan, viéndose a si mismos como musulmanes antes que como árabes. Esta tesitura les obligaba a apoyar al Imperio Otomano, tras la proclamación del Sultán como califa del mundo árabe.
Represalias turcas
Estando, por tanto, ligados al califa como jefe religioso, los miembros árabes del parlamento, un total de sesenta representantes, prestaron su apoyo al intento de contragolpe que este realizó en 1.909. Un año antes, los Jóvenes Turcos habían alcanzado el poder tras un golpe de estado, eliminando el poder absoluto del sultán Abdul Hamid II; en 1.909, las diferentes etnias no turcas impulsaron un contragolpe que pusiese fin a las extremas políticas de los Jóvenes Turcos, quienes estaban impulsando un estado secular, pero el contragolpe acabó en desastre tras el incidente del 31 de marzo, tras el que Abdul Hamid fue obligado a exiliarse, siendo reemplazado por su hermano Mehmed V.
Muchos de los representantes árabes fueron obligados al exilio o encarcelados. Los que consiguieron huir acabaron convocando un congreso panárabe en París, en el año 1.913. Durante este congreso, se elevaron una serie de demandas muy parecidas a las primigenias, que no serían atendidas por el Imperio Otomano, pero si supondrían el germen de la revolución árabe. Uno de los ponentes, el Jerife Hussein de La Meca, vio en estas demandas la oportunidad de oponerse al triunvirato de dictadores que regía el Imperio Otomano con mano de hierro. Hussein se veía así mismo como el posible fundador de un nuevo imperio árabe, por lo que decidió avanzar en este sentido y reclamar para sí mismo el poder sobre la mayor parte de las naciones árabes de Oriente Medio.
Ante la brutal represión a que los gobernadores locales del Imperio Otomano sometieron al pueblo árabe tras la declaración de Hussein, Guardián de la Ciudad Sagrada de La Meca, durante la cual muchas figuras relevantes del mundo árabe fueron detenidas en lugares como Beirut o Damasco, siendo torturados, encarcelados o asesinados,  el Jerife decidió reunirse en 1.916 con representantes de Francia e Inglaterra, a fin de unirse al conflicto en apoyo de las potencias de la Entente. En el curso de las conversaciones, un joven teniente británico, llamado Thomas Edward Lawrence, se hizo amigo personal del hijo del Jerife, Faisal, y sería posteriormente asignado por el mando británico como observador al ejército irregular que el Jerife estaba desplegando.
Infantería Árabe
Bajo su mando, Hussein contaba con casi 50.000 hombres, pero apenas disponía de armas modernas; sólo tenía 10.000 rifles, muchos de ellos obsoletos, y no tenía ni ametralladoras ni artillería. Las autoridades otomanas conocían las debilidades del ejército árabe y se aprestaron a aprovecharlas, intentando desmantelar la incipiente rebelión. Esta situación fue aprovechada por el Alto Comisionado británico para Oriente Medio, Henry McMahon, para garantizar a Hussein las posesiones entre Egipto y Persia a cambio de involcurarse en la guerra a favor de la Entente. Hussein aprovechó su deserción del mando otomano para enfrentarse a su rival, el Jerife Ali Haidar. El 5 de junio, los hijos de Hussein, Ali y Faisal, al mando de numerosas fuerzas irregulares, mal armadas, atacaron a la guarnición otomana de Medina, siendo derrotados.
La Revuelta Árabe, como tal, se iniciaría el 10 de junio de 1.916, cuando coordinadamente, diversas fuerzas irregulares árabes atacaron diferentes puestos y posiciones otomanas.
El 10 de junio, el ejército principal, liderado por el propio Hussein, atacó a la guarnición otomana de La Meca. La posterior batalla llevó un sangriento mes de lucha, en un combate calle por calle, casa por casa, entre los inferiores numéricamente, pero bien armados otomanos, y las tropas tribales de Hussein. La llegada de fuerzas egipcias mandadas por los británicos con artillería, supuso la rendición de la guarnición el 9 de julio de 1.916. El mayor efecto de la batalla lo supuso el bombardeo indiscriminado de la artillería turca de la ciudad sagrada del Islam, lo que ayudaría a Hussein a unificar a las tribus árabes entorno a su causa.
El mismo 10 de junio, los hijos de Hussein atacaban otras guarniciones otomanas, extendiendo la rebelión árabe por toda la Península Arábiga. El emir Abdullah atacó Ta’if, siendo rechazado, aunque poniendo a la guarnición bajo asedio. Dicha guarnición se rendirá tras la llegada de la artillería egipcia, el 22 de septiembre de 1.916.
Tropas irregulares del emir Faisal
El 10 de junio, las fuerzas navales aliadas habían limpiado el Mar Rojo de buques otomanos, a fin de apoyar con el fuego de sus buques de guerra, el ataque árabe sobre el puerto de Jeddah. 3.500 árabes, dirigidos personalmente por Faisal, atacaron el puerto desde tierra, sorprendiendo a la guarnición, que acabaría rindiéndose tras seis días de combate. La rendición de Jeddah permitió a los árabes atacar y conquistar varios puertos del Mar Rojo, privando de bases a los buques otomanos, capturando cerca de 6.000 prisioneros.
Las fuerzas otomanas de la región se refugiaron en Hejaz (donde se encontraban cerca de 15.000 soldados turcos). Además, el avance sobre Medina fue nuevamente rechazado en octubre de 1.916, sufriendo los árabes graves pérdidas.
Sería durante ese mes de octubre de 1.916 cuando el teniente británico T. E. Lawrence sería enviado por el mando británico para trabajar con las fuerzas del Jerife en Hejaz, y convertirse en leyenda.

3. LA REBELIÓN ÁRABE. LA INFLUENCIA DE LAWRENCE:
El emir Faisal con oficiales aliados y árabes
Tras acompañar a mediados de 1.916 a una comisión militar de la Entente, que debía influir en el Jerife Hussein para unir sus fuerzas al esfuerzo bélico contra el Imperio Otomano, Thomas Edward Lawrence solicitó su retorno como consejero del Jerife. Realmente había quedado cautivado por la cultura árabe, e impresionado por el hijo del Jerife, el emir Faisal, a quién contempló como verdadero cabecilla de la insurrección y futuro líder del mundo árabe.
La influencia que Lawrence ejercería sobre la lucha en la zona sería definitiva para encumbrar la Rebelión Árabe, con especial atención a la toma del puerto de Aqaba. Pero vayamos por orden.
La llegada de Lawrence supuso un nuevo impulso a la colaboración entre la Royal Navy británica y el ejército irregular del Jerife. Pero su mayor éxito fue convencer a los líderes tribales, los hijos del Jerife Faisal, Ali y Abdullah, de coordinar sus acciones apoyando la estrategia británica en Oriente Medio. Lawrence trabó una gran amistad con Faisal, que dirigía el ejército del norte; sin embargo, su relación con Abdullah resultó más compleja; Abdullah dirigía el ejército oriental, más alejado de las rutas de suministro británicas, lo cual supuso que contase con mucho menos apoyo británico, lo que el achacaba a la influencia de Lawrence sobre su hermano y rival, Faisal.
Tropas árabes se preparan para una carga a caballo
Lawrence consiguió que el ejército árabe se centrase en ataques de guerrilla, evitando el combate frontal que tanto les había desangrado en sus intentos de tomar Medina o Hejaz. A cambio, durante noviembre, las fuerzas árabes se concentraron en atacar el ferrocarril de Hejaz, lo que obligaría a los otomanos a diversificar sus fuerzas, intentando proteger esa vital ruta de abastecimiento.
A principios de diciembre, y ante la falta de avances árabes, el responsable militar de Medina, Fakhri Pasha, lanzó tres de sus brigadas sobre el puerto de Yanbu. Las fuerzas del Jerife fueron derrotadas en los primeros combates, en los alrededores de la población; sin embargo, la comunicación de Lawrence con la Royal Navy permitió que las fuerzas árabes recibiesen un nutrido apoyo artillero naval, que aplastara a los asaltantes, provocando su retirada tras sufrir gravísimas pérdidas el 11 de diciembre.
Fakhri Pasha no estaba dispuesto a replegarse a Medina sin presentar batalla. Sabiendo que aun contaba con fuerzas superiores, se dirigió hacia el sur, a fin de conquistar Rabegh. Sin embargo, los árabes atacaron sus líneas de comunicación en una suerte de guerra de guerrillas, planificada por Lawrence, y coordinada con el Real Cuerpo Aéreo, que acababa de instalar una base aérea en Yanbu. Las fuerzas otomanas fueron hostigadas sin que pudiesen lograr su objetivo, retirándose finalmente a Medina a mediados de enero de 1.917.
Ilustración que muestra las mejoras en armamento árabe
El 23 de enero de 1.917, el ejército de Faisal, que contaba con más de 10.000 hombres entre jinetes de camello y tropas a pie, avanzó hacia el norte por la costa del Mar Rojo, a fin de atacar la población costera de Wejh, que estaba defendida por una guarnición de 800 soldados otomanos. Cuando las fuerzas árabes se encontraban ya a la vista de la guarnición, que esperaba un ataque desde el sur, fue asaltada desde el norte por una fuerza conjunta de infantería árabe y marines británicos. Tras varias horas de lucha, la guarnición otomana se rendía a las tropas de Faisal.
El ejército otomano decidió entonces desistir de su avance hacia La Meca, desde donde el Jerife Hussein dirigía nominalmente las operaciones, y desplegarse defensivamente para defender Medina y proteger el fundamental ferrocarril a Hezaj.
Emir Faisal, interpretado por Alec Guinnes en el film
de 1963 "Lawrence of Arabia"
La fuerza de los ejércitos árabes había crecido exponencialmente según la revuelta iba consiguiendo éxitos. A primeros de febrero de 1.917, contaba ya con más de setenta mil hombres armados, aunque seguía teniendo un serio déficit de armas modernas, contando con tan sólo unos treinta mil rifles para todo el ejército. El mando árabe, influenciado por las opiniones británicas a través de Lawrence, reorganizó su fuerza en tres grupos: Un primer grupo, el más importante, dirigido por Alí, amenazaría frontalmente Medina, fijando a las tropas de defensa otomanas. Un segundo grupo, dirigido por Abdullah, operaría al este, desde el Wadi Ais, destruyendo las líneas de comunicación otomanas y capturando sus trenes de suministro; mientras tanto, el grupo de combate de Faisal, se acantonaría en Wejh para avanzar hacia el norte desde la costa del Mar Rojo. La enorme movilidad de las unidades montadas en camello se convirtió en un auténtico quebradero de cabeza para las defensas otomanas, ya que su capacidad para cubrir grandes distancias llevando sus propios suministros, les permitía atacar zonas muy alejadas de sus bases, destruyendo puestos de retaguardia y capturando suministros y prisioneros. Muchos de estos prisioneros eran de origen árabe, y acabarían componiendo el núcleo central del ejército árabe que comenzaba a perfilarse, partiendo del núcleo de guerrillas en que se estructuraba la fuerza del Jerife.

4. LA REVUELTA ÁRABE. EL EJÉRCITO DEL JERIFE:
El Ejército Irregular sufrió un severo cambio a partir de
1917, cuando los británicos incrementaron su ayuda
Si 1.917 comenzó con las fuerzas árabes operando como guerrillas bien organizadas, este año vería el desarrollo real de una fuerza árabe de combate que llevaría al Jerife al triunfo. La captura por parte de Abdullah de un gran tren de suministros otomano, valorado en más de 20.000 libras esterlinas en oro, permitió al Jerife Hussein sobornar a diversas tribus beduinas para que abandonasen su fidelidad al Sultán y se uniesen a la revuelta. Como vimos anteriormente, la llegada de estas fuerzas, de tropas otomanas de origen árabe capturadas en las anteriores acciones, y de un gran número de suministros aliados, incluyendo fusiles, ametralladoras y cañones, permitieron al Jerife Hussein organizar un ejército regular, partiendo de su guerrilla árabe. Bajo la tutela de oficiales británicos, entre los que el más conocido es Lawrence, aunque también destacaron el teniente Hornby, el mayor Herbert Garland, etc, el ejército árabe centro sus esfuerzos en atacar los sectores menos protegidos del vital ferrocarril a Hejaz, lo que dejó a las guarniciones otomanas cortas de suministros, y obligó a reforzar el área, impidiendo a los otomanos concentrarse contra la inminente invasión del General Allenby desde Egipto.
El mayor Garland fue el cerebro de un ataque al ferrocarril que supuso un hito en la Rebelión Árabe y un gravísimos trastorno para los otomanos, al contruir una mina bajo el ferrocarril que hizo estallar al paso de un convoy, durante febrero de 1.917. La destrucción de la locomotora fue considerada un icono para la rebelión.
La llegada de refuerzos otomanos durante marzo, apoyados por hombres de la tribu árabe del reino de Ha’il, se desplegaron hacia el este desde la costa del Mar Rojo, causando desconcierto y numerosas bajas entre las fuerzas árabes del Jerife. Aun así, el ejército otomano había pasado claramente a la defensiva tras su fracaso de diciembre en el asalto a Yanbu, por lo que no fueron capaces de aprovechar el caos ocasionado entre los rebeldes.
Tropas del Ejército Regular del Jerife en Aqaba
La posición estática de las fuerzas otomanas, permitió a Lawrence diseñar un plan para las fuerzas a las que estaba asignado, mandadas por Faisal. Avanzando en paralelo a la costa, se dirigió hacia el norte con una fuerza limitada, compuesta por tropas irregulares árabes y los hombres de la tribu de Auda Abu Tayi, que acababan de desertar del bando otomano, con el objetivo de atacar el vital puerto de Aqaba, el último puerto de importancia que les restaba a los otomanos en el Mar Rojo. Aqaba tenía una nutrida guarnición, que confiaba en que la distancia que les separaba de las fuerzas rebeldes era su mejor protección. El 9 de mayo, Lawrence y Auda partieron de Wedj con un grupo de cuarenta hombres para reclutar una fuerza móvil compuesta de camellos, entre las tribus sirias. Su objetivo era atacar Aqaba por tierra, sorprendiendo a la guarnición con esta fuerza móvil; Lawrence informó a sus superiores, que no tomaron en serio el plan considerándolo irrealizable.
Aqaba era un gran obstáculo militar para las fuerzas británicas, desde el oeste, y árabes, desde el sur. A pesar de contar con una guarnición relativamente pequeña, de poco más de un batallón de tropas de infantería no regular, su posición estratégica y sus cañones le permitían ser una espina clavada en las líneas de avance británicas desde el Sinai. La Marina Real Británica había intentado tomarla varias veces desde el mar, pero la falta de puerto y playas para el desembarco convertían un asalto anfíbio en imposible. Además, Aqaba se encontraba rodeada por kilómetros de un denso desierto, el Wadi Itm, que la protegía de los ataques terrestres, ya que se consideraba imposible un tránsito de días a través del desierto para un ejército organizado y sus suministros.
Lawrence planificó una estrategia para golpear en profuncidad
los suministros otomanos, utilizando una nutrida fuerza de
camellos. Esta fuerza sorprendería a la guarnición de Aqaba
Una vez reclutados los camelleros beduinos al este del Mar Rojo, Lawrence y Auda se dirigieron hacia Aqaba. A pesar del enorme calor del desierto, los curtidos beduinos encontraron pocos obstáculos, a parte de enfrentamientos ocasionales con bandas de ladrones que trabajaban a sueldo de los turcos. Durante su camino, la fuerza beduina causó estragos en las vías del ferrocarril de Hezaj.
Una vez las fuerzas de Auda alcanzaron el Wadi Sirhan, sobornaron a los habitantes locales, pertenecientes a la tribu Rualla, para que permitiesen a la fuerza beduina utilizar la zona como base. Desde aquí, Lawrence realizó un esfuerzo para que los otomanos tuviesen la convicción que el objetivo de la fuerza de ataque que mandaba era Damasco, mientras finalizaba los preparativos para el ataque a su verdadero objetivo, el puerto de Aqaba. Tras enviar en dirección Alepo una pequeña partida de guerra, que destruiría un puente ferroviario, partió con el grueso de su fuerza hacía Daraa. La acción en el camino de Damasco causó confusión en el mando otomano, que decidió concentrar sus fuerzas en defensa del norte de Siria, cuando la realidad es que las fuerzas de asalto de Lawrence se dirigían al noroeste, tomando una estación de ferrocarril próxima a Daraa.
Tras ese ataque, se hizo obvio que el objetivo del avance de las tropas irregulares de Lawrence era Aqaba, por lo que el mando otomano despachó un regimiento de caballería para interceptarlos.
Lawrence participó en la carga de Abu al Lasan, cerca de
Aqaba. Mató a su camello accidentalmente sufriendo una
dura caída que apunto estuvo de acabar con su vida.
La fuerza árabe alcanzó las proximidades de Aqaba a comienzos de julio de 1.917, atacando un grupo de casas de piedra en la próxima localidad de Abu al Lasan. Ocupadas por un batallón de infantería que había arrebatado la posición a una pequeña fuerza de vanguardia árabe, recibieron el asalto del grueso de la fuerza de Auda el día 2 de julio. Sorprendidos por la violencia del asalto, la infantería turca, sin apenas posiciones preparadas en las que guarecerse, fue arrasada por la banda de camelleros árabes. La resistencia turca se derrumbó rápidamente, mientras decenas de turcos eran masacrados. El éxito fue demoledor, muriendo cerca de 300 soldados turcos, y perdiendo otros 300 prisioneros, mientras la fuerza árabe tenía tan sólo dos muertos y un puñado de heridos. Lawrence participó activamente en la carga, y estuvo cerca de morir cuando, accidentalmente, disparó a su propio camello en la cabeza, sufriendo una brutal caída.
Tras el enorme éxito cosechado en Abu Al Lasan, las fuerzas de Lawrence y Auda se unieron a los desertores locales, y junto a la fuerza beduina y tropas británicas que desembarcaron en su apoyo, organizaron un grupo de asalto de más de 5.000 hombres, que marcharían sobre Aqaba. El 6 de julio de 1.917 alcanzaban sus puertas y pedían a la guarnición que se rindiesen; conformada en su mayoría por tropas de etnia árabe, los turcos se rindieron y muchos de ellos se unieron a la rebelión.
Una vez logrado el enorme éxito de la captura de Aqaba, Lawrence escribió un nuevo hito, al recorrer en pocos días la distancia de más de 240 kms que le separaba de Suez, para hacerse con suministros suficientes para alimentar a la fuerza árabe y a sus prisioneros en Aqaba.
Allenby (derecha) aprovechó los éxitos del Ejército del Jerife
para atacar la línea entre Barsheeba y Gaza.
La invasión de Allenby desde el Sinaí comenzó a penetrar en territorio otomano tras la caída de Aqaba, rompiendo la línea entre Gaza y Barsheeba tras la sangrienta batalla ocurrida en esta última localidad. La campaña de Allenby ocupará uno de nuestros próximos artículos. En apoyo de la misma, Lawrence comandó en octubre de 1.917 una profunda penetración con camellos en el valle del río Yarmuk, destruyendo el puente ferroviario de Tel-ash-Shenab, y emboscando el tren personal del general Mehmed Cemal Pasha, comandante del VII cuerpo otomano. La acción de Lawrence allanó el camino para que Allenby ocupase Jerusalen en diciembre de ese año 1.917.
Escena del film "Lawrence of Arabia" que representa la
icónica destrucción del tren del general otomano Mehmed
Cemal Pasha por parte de la fuerza de Lawrence.
Durante 1.918 la campaña árabe se extendió a lo largo de todo el ferrocarril de Hezaj, que fue virtualmente destruido por las largas penetraciones de las fuerzas móviles dirigidas por Lawrence, Wilson y otros oficiales británicos. Lawrence sería promocionado al rango de teniente coronel, en reconocimiento de la importante labor que había realizado tomando el puerto de Aqaba. Las acciones profundas de las fuerzas de camellos árabes, apoyadas desde mediados de julio por fuerzas del Cuerpo de Camellos británico, obtuvieron el resultado de capturar enormes cantidades de suministros otomanos, y retener y eliminar miles de soldados enemigos. Su objetivo principal, que era aislar a la guarnición de Medina, se consiguió rápidamente, pero la terca resistencia opuesta por el brutal gobernador otomano, Fakhri Pasha, hizo que Medina no se rindiese hasta finalizada la guerra, tras recibir, el 9 de enero de 1.919, una orden ejecutiva del nuevo gobierno otomano para rendir la guarnición.
Durante el mes de enero de 1.918, la mayor parte de las fuerzas otomanas opuestas al ejército árabe, se encontraban desmoralizadas por la pérdida de Jerusalen, al norte, y Aqaba al este. Consecuencia de ello fue la escasa oposición mostrada ante el ejército árabe, quienes derrotaron a una importante fuerza de infantería otomana en Tafileh, causando un millar de bajas a los otomanos por la pérdida de apenas cuarenta hombres.
Los vehículos a motor y coches blindados ayudaron al ejército
árabe en las fases finales de la campaña.
Lawrence y el resto de oficiales británicos aprovecharon febrero para reorganizar el ejército árabe del Jerife, preparándolo para las ofensivas de primavera. Durante el mes de abril, Jafar al-Askari y Nuri as-Said, lideraron al ejército árabe del Jerife en un asalto frontal contra la bien defendida estación de Ma’an; aunque se consiguieron algunos éxitos iniciales, la lucha se prolongó en el tiempo, causando enormes bajas entre ambos contendientes. La falta de apoyo británico, impidió conquistar la posición hasta el mes de septiembre de 1.918.
Durante la primavera, las unidades móviles árabes lanzaron la operación Erizo (Hedgehog), un ataque conjunto de todas las fuerzas móviles sobre el ferrocarril de Hezaj, que causaría un enorme daño a la principal vía de abastecimientos otomanos en la zona. Sólo durante el mes de mayo de 1.918, los camelleros árabes destruyeron más de veinte puentes ferroviarios. El 11 de mayo capturaban la estación de Jerdun, tomando 140 prisioneros. Como vimos previamente, a partir del verano se incorporó a la campaña parte de la Brigada de Camellos Imperial británica, que, partiendo desde Aqaba, atacaron y conquistaron la estación de Mudauwarah el 8 de agosto.
Desde allí, fuertemente apoyados por aviones de la Fuerza Aérea Real británica, el cuerpo de camellos avanzó hacia Amman. Tras tan sólo mes y medio de campaña, alcanzaba las proximidades de la población, pero las tropas dirigidas por el oficial británico Buxton sufrieron graves pérdidas tras un ataque de la aviación turca y se vieron obligados a replegarse hacia Beersheba.
Coche blindado británico a sueldo árabe
El General Allenby requirió a las tropas del Emir Faisal su apoyo para la parte final de la ofensiva, a fin de proteger sus flancos ante el inminente ataque hacia Oriente Medio. A fin de reforzar a las fuerzas de Faisal, los británicos destacaron una fuerza de coches blindados, una unidad de Gurkhas malayos, el cuerpo de camellos egipcios y un grupo de artillería argelina, destacado por los franceses. El avance de las fuerzas móviles del Ejército Árabe del Norte, dirigido por Faisal con el consejo de Lawrence, permitió a los árabes arrollar las columnas de suministro otomanas, derrotando a finales de septiembre a una brigada enemiga, que incluía tropas alemanas y austriacas, cerca de la población de Tafas. La brigada mixta otomana fue masacrada el 27 de septiembre, cuando se retiraba de Mezerib, no tomándose prisioneros; aquellos que se rindieron, más de 250 alemanes y austriacos, y un número aun mayor de turcos, fueron ejecutados. Lawrence se referiría a este episodio en su libro “Los Siete Pilares de la Sabiduría” como “el horror de Tafas”.
Este éxito árabe permitió a Allenby ganar la batalla de Megiddo, ante la falta de refuerzos otomanos. El mismo día 27 de septiembre, Lawrence, con una fuerza irregular árabe, tomó Deera. Estos éxitos acabaron con la moral otomana, cuyo ejército comenzó una retirada desorganizada hacia el norte, perdiendo Alepo y Damasco, que sería ocupado por las fuerzas árabes el 30 de septiembre.
Las piezas del dominó de Oriente Medio fueron cayendo una tras otra a lo largo de octubre; la fuerza expedicionaria de Allenby acabaría ocupando Palestina, Transjordania, Líbano e importantes áreas de la Península Arábiga y Siria.
La guerra acabaría el 11 de noviembre de 1.918, con el armisticio de las Potencias Centrales.

5. LAS NEGOCIACIONES DE PAZ:
Delegación árabe en las negociaciones de Versalles. Incluye
al Emir Faisal (centro) y Lawrence (a su derecha en la imagen)
Desde un primer momento, Oriente Medio entró de lleno en los objetivos de los aliados occidentales. La presencia de los, cada vez más necesarios, pozos petrolíferos, hizo que desde fecha tan temprana como 1.916, Francia, Reino Unido y Rusia convirtiesen el área en objeto de deseo con vistas a las compensaciones de guerra que solicitarían al Imperio Otomano, por su participación en la guerra a favor de las Potencias Centrales.
La necesidad de apoyarse en las tribus árabes para crear inestabilidad en el Imperio Otomano, hizo que el gobierno británico, especialmente, adelantase promesas al Jerife Hussein y otros jefes tribales árabes, como sus hijos Faisal y Abdullah, cuyo cumplimiento era poco menos que imposible, teniendo en cuenta los acuerdos secretos que las potencias iban alcanzando.
Acuerdos tras correspondencia
entre el Jerife y MacMahon
Desde mediados de 1.915, y hasta febrero de 1.916, el Alto Comisionado británico en Egipto, Sir Henry MacMahon, intercambio una fluida correspondencia con el Jerife Hussein de La Meca, en la que se comprometía, en nombre del Imperio Británico, a apoyar la independencia del pueblo árabe, respetando “los límites fronterizos establecidos por el Jerife de La Meca”, a cambio de la intervención del ejército irregular del Jerife a favor de las potencias de la Entente. En el acuerdo establecido por esas cartas, quedaban excluídas las zonas en las que los franceses tuviesen intereses. Dentro de estos términos quedaban la mayor parte de la Península Arábiga, así como territorios de la actual Jordania, buena parte de Siria e Iraq.
Sin embargo, los verdaderos planes de las potencias aliadas quedarían sellados tras los acuerdos secretos de Sykes-Picot. A finales de 1.915, mientras MacMahon mantenía su correspondencia con el jerife, el diplomático británico, Mark Sykes, y su contrapartida francesa, François Georges-Picot, bajo tutela rusa, se reunieron sucesivas ocasiones, a fin de acordar el reparto de Oriente Medio entre las potencias coloniales de la Entente.
El acuerdo, sellado el 16 de mayo de 1.916, daba el control de la zona costera del Mar Mediterráneo, del Río Jordán, Jordania, el sur de Iraq, los puertos de Haifa y Acre, al Imperio Británico. Francia se garantizaba el control del sur de Turquía, el norte de Iraq, Siria y Líbano. Rusia conseguía el control de Estambul, el vital Estrecho de los Dardanelos y Armenia. Se dejaba abierta la posibilidad de negociar con terceros, entre los que se mencionaba, explícitamente, al Jerife de La Meca. Sin embargo, la intención, tras las demandas de sionistas británicos de territorios en la zona que consideraban la Tierra Prometida, hacía que el acuerdo mirase con desdén la posibilidad de facilitar un entendimiento con los árabes, y tendía a apartarles de cualquier negociación.
Reparto de Oriente Medio por el acuerdo Sykes-Picot
La caída del Zar hizo que los documentos secretos vinculados al acuerdo Sykes-Picot quedasen en manos de los bolcheviques, quienes publicaron los términos el 23 de noviembre de 1.917, provocando un terremoto entre los británicos y sus aliados árabes, ya que dejaban en papel mojado las promesas de MacMahon y las posteriores que el teniente coronel T. E. Lawrence habían realizado al Jerife y, especialmente, a Faisal, sobre la creación de una gran patria árabe en Siria.
Aun así, las aguas fueron calmadas gracias a la intervención de los oficiales militares británicos que acompañaban a los emires, y a un incremento de la ayuda militar y económica aliada. Se aseguró al Jerife que participaría de las conversaciones para cerrar la guerra con un armisticio definitivo. La declaración anglo-francesa de noviembre de 1.918, convenía que Francia y el Imperio Británico asistirían al establecimiento de un gobierno y administración árabe en Siria y Mesopotamia. Francia estuvo de acuerdo con esa declaración, ocultando sus verdaderos intereses; había aprovechado un falló en la cadena diplomática, para firmar la declaración a través de su delegación militar, cuyos acuerdos dejarían de tener vigencia una vez finalizado el estado de guerra. Francia ansiaba Siria, y no estaba dispuesta, en forma alguna, a ceder la soberanía al Jerife ni a ningún árabe.
El 30 de septiembre de 1.918, los rebeldes árabes habían declarado su fidelidad al Jerife de La Meca, tras la ocupación de Damasco. El Jerife Hussein había sido nombrado Rey de los Árabes. Sin embargo, las negociaciones de paz de Versalles comenzaron a mostrar una faz diferente al rey árabe y sus aliados. Francia no iba a permitir el establecimiento de un gobierno árabe, y los delegados enviados por el Jerife, y encabezados por el Emir Faisal, tuvieron que retirarse de la mesa de negociaciones sin un reconocimiento explícito de su estado. Hasta comienzos de 1.920, Faisal intentó negociar un acuerdo favorable, consiguiendo el 6 de enero que el presidente de la República Francesa, Clemenceau, reconociese el derecho de los sirios a “crear y gobernar un estado independiente”.
A la luz de este acuerdo, se realizó en marzo de 1.920 un congreso en Damasco, en el que todas las tribus de origen sirio negociarían y declararían un estado independiente, que incluiría gran parte de Siria, Palestina y el norte de Mesopotamia. Sería nombrado rey Faisal, mientras que uno de sus hermanos, el príncipe Zeid, era nombrado regente de Mesopotamia.
Pero las potencias no estaban dispuestas a finalizar así el conflicto. Realizaron una conferencia en la ciudad italiana de San Remo, por la que Gran Bretaña, Francia y Bélgica reconocían la independencia de Siria y Mesopotamia de forma provisional. Es importante este dato, ya que vinculaban la existencia del estado independiente a mantener intereses dentro de su administración. A su vez, reconocían a Palestina como un territorio independiente de la patria árabe, aprovechando los flecos sueltos de los acuerdos con Faisal para el reconocimiento de su estado. Esto situaba al nuevo estado bajo el paraguas de una previsible situación de casus belli, de ser ocupado por los árabes. Ante la inoperancia de la Liga de Naciones, Francia decidió gobernar por su cuenta Siria, y forzó un Mandato Francés en dicho territorio, impidiendo que la Liga de Naciones reconociese el estado árabe. La intervención militar francesa se resolvió el 24 de julio de 1.920, tras la batalla de Maysalun, donde el ejército árabe fue completamente derrotado. En agosto, el Rey Faisal se veía obligado a abandonar Damasco.
Gran Bretaña, aprovechando el éxito de la expedición francesa, decidió establecer su propio mandato sobre Palestina, eliminando cualquier opción de un estado árabe con salida al Mediterráneo.
La compensación para Faisal surgió tras la conferencia de El Cairo de 1.921, cuando, tras la conciliadora actitud de su antiguo amigo Lawrence, se llegó al acuerdo para nombrarle rey del mandato británico de Iraq, un área de Mesopotamia poco habitada, pero rica en pozos petrolíferos.
El gobierno británico exigió, en cualquier caso, que el rey fue elegido tras un referéndum, que se realizaría tras una repoblación de la región con árabes de diferentes orígenes. El rey Faisal sería elegido con el 96% de los sufragios.

6. CONSECUENCIAS:
Celebración del centenario de Jordania como nación
La terrible gestión de la victoria por parte de las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, supondrían enormes sufrimientos al mundo. La Segunda Guerra Mundial, como veremos en los artículos relacionados con la Paz de Versalles, sería consecuencia directa de las durísimas compensaciones que las potencias aliadas reclamarían a Alemania.
Igualmente, pasaría algo parecido con Oriente Medio. El engaño al que Francia e Inglaterra sometieron al pueblo árabe, prometiendo un territorio que ansiaban para si mismos, acabaría provocando una serie de conflictos locales que aun hoy en día, cien años más tarde, sufrimos.
Sykes, responsable británico del
acuerdo secreto con Francia
Oriente Medio era en aquél inicio del siglo XX una zona muy poco poblada. Como hemos visto, las tribus beduinas prestaban su fidelidad a una confesión religiosa musulmana diferente de las de sus vecinos. Los enfrentamientos entre las diferentes tribus y facciones eran habituales, y no fue hasta la rebelión árabe que se vivió una suerte de unificación de las mismas, buscando un objetivo común, vinculado a las peticiones del Jerife Hussein.
Los representantes de las potencias vencedoras realizaron una pésima gestión de la victoria, imponiendo a las naciones derrotadas durísimas penalizaciones económicas; en el caso concreto del Imperio Otomano, su desmembramiento obedeció a intereses puramente económicos de Francia, especialmente, y Gran Bretaña. Como veremos más adelante, las otras naciones aliadas acabaron levantándose de la mesa de negociaciones, comenzando con Estados Unidos, y acabando con el pueblo árabe.
Las colonias resultantes de la división de Oriente Medio, supuso una mezcla de tribus absolutamente caótica, donde las diferentes facciones del mundo árabe se veían dirigidas por facciones rivales y oprimidas por las potencias coloniales. Dicho maremágnum acabó degenerando en el tiempo en naciones fracasadas, como Iraq, Siria o Líbano, desencadenando sangrientas guerras civiles y entre naciones, masacres de población civil, golpes de estado y, desde la última mitad del siglo XX, terrorismo a nivel mundial, alcanzándose la cumbre de dichos acontecimientos el tristemente célebre 11 de septiembre de 2001.
Los desastres de ayer, causan el dolor de hoy. Niños durante
la batalla de Alepo, Guerra Civil Siria, 2016
Las consecuencias del incumplimiento de las promesas de MacMahon y Lawrence, ha supuesto al mundo sangre y odio, justo aquello que el Tratado de Versalles y los acuerdos con el Jerife Hussein y el Rey Faisal, trataban de evitar.
Sirva este artículo como homenaje a los fallecidos en la Guerra Civil Siria, último acontecimiento de la cadena de sucesos generados por los hechos narrados.

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