viernes, 7 de abril de 2017

ARTÍCULO XXXI. (APOCALIPSIS). DE LA RETIRADA ALEMANA A LA LÍNEA HINDEMBURG A LA CAMPAÑA DE ARRAS

Memorial Canadiense sobre el Risco de Vimy. Durante una amarga lucha de cinco días, murieron 3.600 canadienses.
El invierno había caído sobre los contendientes como una losa. Diciembre de 1.916 fue el mes de realizar balance, tras onces meses de matanza continuada provocada por la absurda visión estratégica de los estados mayores de ambos bandos. Ya hacía un mes que la batalla había perdido intensidad en el Somme, mientras que a mediados de diciembre se daba por finalizada la brutal batalla de Verdún.
Las desastrosas ofensivas de 1.916 no habían conseguido
nada más que una matanza sin igual. Incluso los innovadores
tanques británicos no sirvieron de mucho más que para
adornar con sus esqueletos el devastado campo de batalla
Ambos conflictos se convertirían en los más sangrientos y menos rentables de lo que se llevaba de guerra. A cambio de exiguas ganancias territoriales, los aliados se habían dejado sobre el terreno las vidas de cerca de 250.000 franceses y 150.000 soldados del Imperio Británico, mientras que los alemanes sufrían más de 300.000 muertos. Las cifras de bajas aun eran más desastrosas si cabe; sólo la batalla del Somme había consumido más de un millón de hombres, aproximándose a los dos millones cuando se sumaban las bajas de Verdún. Un auténtico baño de sangre que había tenido consecuencias directas sobre sus máximos responsables, al menos en parte del campo de batalla.
Aun cuando el gobierno británico seguiría confiando en Douglas Haig, responsable de la carnicería del Somme, al sostener una cuestionable estrategia ofensiva, el resto de estados mayores sufrieron cambios lógicos. Joseph Joffré fue elevado al rango de generalísimo del Ejército francés, en una suerte de “patada hacia arriba” propinada por el gobierno republicano; su puesto quedaría en manos del “Héroe de Verdún”, Robert Nivelle, quién le arrebataba de esa forma la dirección estratégica de la guerra.
Paul von Hindemburg daría una nueva
perspectiva a la estrategia alemana en el
Frente Occidental.
Por su parte, el Kaiser había finiquitado a Erich von Falkenhayn en agosto de 1.916, dando la dirección del ejército alemán al binomio formado por Paul von Hindemburg y Erich von Ludendorff, quienes se convertirían en los auténticos gobernantes de Alemania. Su estrategia distaba mucho de la ofensiva constante de Falkenhayn; aunque 1.916 no permitió aplicar la estrategia de forma indefinida, desde el primer momento se mostraron dispuestos a presentar la defensa como bandera en el Frente Occidental, a fin de ahorrar los monstruosos recursos humanos y materiales que ese frente demandaba. La falta de reservas estratégicas comenzaba a pasarle factura a Alemania; por tanto, durante la segunda mitad de 1.916, ordenaron el desarrollo y construcción de una sólida línea defensiva, ubicada tras la línea principal de trincheras, y que denominarían la Línea Sigfrido.
Contrariamente a lo que dictaba la lógica de las bajas, los aliados occidentales decidieron que debían desgastar a los alemanes, manteniendo una ofensiva constante que les llevase, en último término, a la victoria definitiva por el agotamiento del rival. Para ello, trazaron planes suicidas en los cuales, sin innovar realmente con respecto a las desastrosas ofensivas de 1.916, mantendrían una ofensiva total, irresponsablemente lanzada a partir de la primavera de 1.917. Consecuencia serían los terribles acontecimientos que degeneraron en la rebelión del ejército francés tras la ofensiva Nivelle de abril, las desastrosas ofensivas italianas que desencadenaron el derrumbamiento del frente italiano, la revolución rusa y la terrible matanza que supondría la ofensiva Kerensky, así como las terroríficas bajas que sufrirían las tropas del Imperio Británico en su asalto en el Risco de Vimy y su avancé hacia Arrás, objeto de estudio de esta entrada.
Veamos como se desarrollaron los acontecimientos.
Contenido de la Entrada:
1.       La Operación Alberich. La retirada alemana a la Línea Hindenburg.
2.       Ofensiva Británica en Arras. Preparativos Estratégicos.
3.       La primera fase. Asalto en Arras y la lucha por el Risco de VImy.
4.       La Ofensiva Británica de Arras. La Segunda Fase.
5.       Operaciones de apoyo o subsidarias.
6.       Consecuencias.

1.- LA OPERACIÓN ALBERICHT. LA RETIRADA ALEMANA A LA LÍNEA HINDEMBURG:
Ingenieros alemanes despejan el terreno en la zona donde
se construirá la Línea Sigfrido (Hindemburg para la Entente).
Cuando el nuevo estado mayor alemán comprobó la desastrosa cantidad de bajas que la ofensiva de Verdún estaba suponiendo al ejército alemán, decidió un cambio de estrategia. Hindemburg y Ludendorff, convencidos de la necesidad de dar prioridad a la eliminación de un rival potencialmente más débil, como era Rusia, y sobre el que mantenían varias espadas de Damocles, en la forma de líderes bolcheviques que, como Lenin, prometían sacar a Rusia de la guerra a cambio del apoyo alemán al golpe de estado revolucionario contra el Zar, antes de prestar más reservas al costoso Frente Occidental, comenzaron en el otoño de 1.916 la construcción de una sólida red de trincheras y fortificaciones, en el sector ubicado entre Arras y Saint-Quentin, y que denominarían bajo el nombre clave de Siegfriedstellung o Línea Sigfrido.
La posición fortificada alemana se ubicaría unos kilómetros por detrás de las líneas de trincheras de finales de 1.916. Previamente a tomar la decisión de retirarse a esta nueva línea, Ludendorff estuvo barajando diversas posibilidades para mantener la presión y permitir al ejército alemán recuperar la iniciativa perdida por la ineficaz acción ordenada por Falkenhayn en Verdún. Barajó la opción de lanzar una ofensiva en el sector del Somme, pero las estimaciones de bajas resultaron desastrosas, por lo que terminó presentando a Hindemburg un plan de retirada que, aun considerando que afectaría a la moral del ejército y la población alemana, permitiría establecer una línea de defensa sólida que evitase penetraciones aliadas durante 1.917, lo que concedería tiempo para concentrarse en el este, donde Rumanía ya sucumbía a las fuerzas de las Potencias Centrales, y Rusia veía cernirse sobre ella la sombra de la revolución.
Línea Hindemburg y Operación Alberich.
Bajo el nombre clave de “Alberich”, aceptó el plan trazado por el Príncipe coronado de Baviera, Rupprecht, quién mandaba el grupo de ejércitos afectado por la retirada, ubicado entre la Picardía y el Mar del Norte. Los comandantes de los ejércitos 1.º y 2.º, presentaron objeciones a cumplir un plan que, a todos los efectos, suponía ceder un terreno que había costado mucha sangre e innumerables sufrimientos a las tropas que mandaban, lo que evaluaban tendría un negativo efecto moral, muy poco recomendable.
Aun previendo este afecto adverso, Ludendorff presentó su plan al Mariscal Hindemburg a primeros de febrero, recibiendo la autorización para su ejecución el 16 de marzo. El objetivo sería recortar el frente unos 40 kilómetros, lo que permitiría concentrar a unas trece divisiones bastante dispersas y vulnerables a un ataque concentrado aliado. Rupprecht había diseñado una retirada basada en la teoría de la “Tierra Quemada”, mediante la cual, el ejército alemán destruiría todo aquello de utilidad que quedase en campo aliado, impidiendo al enemigo avanzar y reforzarse en las mejores condiciones.
Ingenieros alemanes en un descanso en la construcción.
Las operaciones previas comenzaron en fecha tan temprana como el 9 de febrero de 1.917, cuando los alemanes comenzaron a destruir las instalaciones, derribar árboles, plantar minas y trampas, a lo largo de toda el área que iba a ser cedida a los aliados. Los civiles de la zona, más de cien mil personas, fueron deportadas a las áreas ocupadas de Francia, a fin de ser utilizadas como mano de obra. Muchos civiles morirían de hambre durante el traslado, ya que las raciones, necesariamente, debido al bloqueo naval aliado y a la escasez en Alemania, eran demasiado magras.
El 4 de marzo, el Grupo de Ejércitos Norte aliado, mandado por el General Louis Franchet d’Esperey, lanzó un ataque sobre las posiciones alemanas de primera línea en el sector de Mouvron, entre los ríos Aisne y Oise. Encontrando que la oposición alemana, que preparaba la retirada, era bastante débil, solicitó al mando general que le permitiese profundizar en sus éxitos, lo que habría abortado la operación de repliegue alemán. Sin embargo, el General Nivelle, comandante en jefe francés, que estaba a punto de lanzar su famosa ofensiva de primavera, estableció que una vez alcanzados los limitados objetivos del ataque de d’Esperey, sus tropas pasasen a la defensiva, perdiendo así una oportunidad única de interferir en los planes de Hindemburg.
La retirada, de forma efectiva, se iniciaría el 16 de marzo; durante cuatro días los ejércitos alemanes replegaron material, animales y tropa sin que apenas recibiesen obstáculos por parte aliada, cuyo servicio de información se vió sorprendido por la cesión de un terreno ocupado por Alemania desde 1.914. Al evacuar los salientes de Noyon y Bapaume, Hindemburg consiguió un doble éxito, al acortar sus líneas, concentrando su fuerza sobre una posición más fácilmente defendible, además de causar un serio revés a las intenciones ofensivas aliadas en la zona.
Bunker en la Línea Wotan, cerca de Arrás, al norte de
la Línea Sigfrido. La Línea Hindemburg se mostrará
sólida, prolongando la situación de estancamiento.
Aunque la retirada fue tratada por la prensa alemana como un desastre, la realidad es que permitió obtener importantes beneficios a las fuerzas alemanas del Frente Occidental, poniéndolas a salvo mientras se derrumbaba el este de Europa. Los aliados fueron incapaces de leer las intenciones alemanas, aun cuando tenían pruebas fehacientes, gracias al reconocimiento aéreo, que los alemanes preparaban nuevas posiciones muy por detrás de la línea de frente.
La retirada alemana fue aprovechada por los británicos para ocupar un terreno que les habría costado muchas bajas conseguir en combate, pero se encontraron indefensos frente a una formidable línea de defensa alemana, sin defensas propias preparadas, lo que evitaría que pudiesen explotar de forma decisiva el avance, y les forzaría a iniciar un amargo combate en los flancos de la posición.

2.- OFENSIVA BRITÁNICA EN ARRAS. PREPARATIVOS ESTRATÉGICOS:
Sir Douglas Haig ya era conocido como "El Carnicero del
Somme", por su irresponsable estrategia de asaltos frontales.
En Arras buscaría innovar con nuevas técnicas de asalto,
pero acabaría empantanado en un amargo combate en
apoyo de la desastrosa Ofensiva Nivelle.
El alto mando aliado había preparado una gran ofensiva coordinada para comienzo de la primavera de 1.917, cuando los ejércitos aliados atacarían toda la línea de frente, concentrando la mayor intensidad del asalto en el frente central, donde los británicos atacarían nuevamente en el Somme y el Aisne, mientras los franceses asaltarían las alturas de Chemin des Dames. La operación Alberich vino a romper estos planes aliados, aunque sólo modificándolos, ya que obligaría a las tropas británicas del Somme a avanzar rápidamente sus posiciones, trazando Douglas Haig y sus secuaces nuevos planes con premura, para poder apoyar el asalto principal que las fuerzas francesas iban a lanzar al sur de su posición en la Picardía.
Los planes ofensivos aliados, tenían el ambicioso objetivo de finalizar la guerra tras un violento ataque de 48 horas, ya que el alto mando aliado evaluaba que el ejército alemán, que consideraba carente de reservas en el Frente Occidental –la inmensa mayoría estaba acumulándose contra Rumanía y Rusia-, se derrumbarían tras la caída de la primera línea alemana. Aunque el asalto principal, que será objeto de una entrada individualizada, sería llevado a cabo por el ejército francés, se solicitaba de las fuerzas británicas bajo el mando del General Douglas Haig, el romper el frente en el sector ubicado entre Vimy, al noroeste, y Bullecourt, al sureste, presionando hacia Arras, a través de la primera línea de trincheras alemana. Contaría para esta tarea con los más de 400.000 hombres de los ejércitos primero, tercero y quinto, hombres de todas las zonas del Imperio Británico.
Soldados británicos llegan al frente de Arras antes de la
batalla. Hubo que mover un gran contingente en poco tiempo
y con escasa preparación, tras la retirada alemana Alberich.
El ataque tenía un componente político muy importante. Los desastres de Gallipolli, el Somme y Verdún habían causado cambios no sólo en los estados mayores de los ejércitos, si no que habían causado un movimiento de dominó en los gobiernos de las naciones aliadas. Tras el desastre del Somme, el Primer Ministro británico, Asquith, presentó su dimisión en diciembre de 1.916, siendo sucedido por el galés David Lloyd George. En la República francesa, el presidente Aristide Briand y el Ministro de la Guerra, general Hubert Lyautey, fueron depuestos de sus cargos en marzo de 1.917. Para los nuevos gobernantes era fundamental comprometerse a una ofensiva que permitiese un gran éxito que ratificase su posición, así como para forzar al presidente Woodrow Wilson a meter a Estados Unidos en el conflicto al lado de las Potencias de la Entente; Estados Unidos, como veremos en una entrada posterior, estaban involucrados ya en un incidente con la embajada alemana de México, que será conocida como el “Telegrama Zimmerman” y que acabará causando la entrada americana en la guerra el 6 de abril de 1.917.
Los planes estaban preparados para lanzar la ofensiva conjunta en marzo de 1.917, pero la preocupante situación social en Rusia, con el ejército al borde de la rebelión y la revolución rugiendo en las calles, causó que el alto mando ruso indicase a sus homónimos aliados su imposibilidad de unirse a un ataque en un momento tan temprano del año. Los movimientos preliminares franceses fueron excesivamente lentos, marcados por la prudencia, ante las dudas sobre implementar el plan de asalto en las fechas previstas o bien retrasarlo hasta que Rusia pudiese cumplir con su parte.
Caballería británica atravesando Arras.
La operación Albericht vino a desbaratar los planes ofensivos aliados de marzo. Como vimos en el anterior apartado, la retirada alemana frente a los británicos, causó que toda la estrategia aliada se viniese abajo. Aunque se ocupó un terreno considerable sin oposición, el movimiento alemán negaba al gobierno francés la posibilidad de una victoria decisiva, que necesitaba por encima de todo ante la preocupante situación social que comenzaba a notarse en las ciudades francesas. El viento revolucionario que estaba por estallar en Rusia, se extendía por las naciones en conflicto como la pólvora; tanto los soldados como la población civil estaban hartos de sangre y muerte, de hambre y penalidades.  Por tanto, se hacía perentorio el lanzar la ofensiva prevista, aunque la posición hubiese empeorado tras el repliegue alemán.
El comandante en jefe francés, Robert Nivelle, se entrevistó con el Primer Ministro británico, Lloyd George, convenciéndoles de lanzar un asalto de apoyo al principal ataque francés, a mediados de abril, en el sector de Arras. El ataque tendría la consideración de ataque de diversión, y sería puesto en marcha una semana antes del asalto principal francés, que se convertirá en la carnicería de Chemin des Dames.
David Lloyd George, Premier británico.
Tras la desastrosa aventura en el Somme del pasado verano, Haig decidió no correr riesgos, dedicando a la operación el grueso de tres de sus ejércitos, con cerca de 400.000 hombres. El Quinto Ejército, mandado por el veterano general Hubert Gough, quién mandó el Ejército de Reserva en el Somme, se desplegaría al sur de Arras; en el centro se situaría el Tercer Ejército, dirigido por el general Edmund Allenby; al norte estarían dispuestas las divisiones del Primer Ejército, mandado por el general Henry Horne.
Los británicos llevaban tiempo preparando nuevas técnicas de asalto, que facilitasen la labor de conquistar las trincheras enemigas. La artillería estaba siendo entrenada en la técnica de la barrera de artillería móvil, lo que permitiría a la infantería avanzar con el paraguas de una barrera artillera que iría barriendo las defensas enemigas unas decenas de metros por delante. A nivel inferior, las compañías de infantería fueron reorganizadas en pelotones, y los pelotones en secciones, lo que permitía asignar una mayor capacidad de acción a los escalones inferiores de la cadena. Se entrenó a la infantería en nuevas técnicas de infiltración, las cuales permitían que las secciones se apoyasen entre sí para incrementar las posibilidades de conseguir alcanzar los objetivos asignados a cada compañía.
Despliegue de fuerzas previstas en la Ofensiva Nivelle
Por su parte, el mando alemán, convencido de mantenerse a la defensiva, había desarrollado nuevas técnicas defensivas, apoyadas en posiciones sólidas, con la creación de reservas especializadas en el contraataque, desenfiladas para la artillería, canales de penetración a vías muertas, etc. En el frente de Arras había quedado acantonado el 6.º Ejército alemán (general Falkenhausen), al que se le había asignado el área al norte de la nueva Línea Sigfrido, un área de orografía compleja, donde se habían preparado posiciones fuertes que evitasen el flanqueo de la línea principal. Esta área fuerte sería denominada la Línea Wotan, y cubriría el área entre Neuville y el Risco de Vimy, al norte. Contarían con una reserva estratégica de cinco divisiones, ubicadas unos 20 km por detrás de la línea principal, lo que permitiría un rápido despliegue de las mismas en caso de ataque.
El plan británico pasaba por concentrar su ataque en un área relativamente pequeña, de unos 18 km de extensión, desde el Risco de Vimy a Neuville. La artillería británica bombardearía durante una semana las posiciones enemigas, concentrando el fuego más intenso en la zona de Vimy, donde las posiciones se consideraban más difíciles de conquistar. Además, se instó a los artilleros a reservar munición para llevar a cabo la nueva técnica de Barrera de Fuego móvil.
También se guardó un número de baterías que se mantendrían en silencio hasta que las baterías alemanas respondiesen al avance, y que tendrían por objetivo eliminar las baterías enemigas con un eficaz y demoledor fuego contra batería.
Los combates aéreos sobre Arras fueron tan sangrientos e
intensos que la acción sería conocida como "Bloody April",
el "Sangriento Abril" de 1.917.
En el aire se dispusieron numerosos aviones, buscando ganar la superioridad aérea en el avance sobre Arras. Las fuerzas del Cuerpo Aéreo Real quedaron bajo el mando directo del General Trenchard, quién ordenó un incremento de la actividad, tanto de combate como de reconocimiento. Sin embargo, la presencia en el sector de la Jasta 1, conocida como “El Circo Volante” y comandada por Manfred von Richtoffen, el Barón Rojo, suponía un auténtico desafío para las fuerzas británicas. La lucha sería tan intensa en el aire, que acabaría teniendo su propio sobrenombre, bajo la denominación “Bloody April”, el Abril Sangriento, como veremos más adelante.

3.- LA PRIMERA FASE. ASALTO EN ARRAS Y LA LUCHA POR EL RISCO DE VIMY:
Mapa de la operación sobre Arras.
Todo estaba dispuesto para la matanza. A partir del 20 de marzo y durante un periodo de más de dos semanas, la artillería británica comenzó a machacar día y noche las posiciones alemanas sobre el Risco de Vimy. El 4 de abril, la lluvia de proyectiles comenzaría a tantear las posiciones en el resto del frente atacado, totalizando la nada despreciable cifra de más de 2,6 millones de proyectiles disparados sobre un sector de poco menos de 40 km. Como en ocasiones previas, las excelentes posiciones defensivas alemanas de la Línea Wotan aguantaron el chaparrón, sufriendo las tropas involucradas pérdidas moderadas; sin embargo, el contínuo bombardeo acabaría rompiendo los nervios de los hombres, muchos de los cuales terminarían acusando la falta de comida, ya que apenas podían llegar refuerzos ni suministros baj el constante martilleo.
Cuando llegó el día clave, las líneas de trincheras habían sucumbido bajo el peso de las toneladas de proyectiles, y el alambre de espino había sido despedazado, abriendo el paso a la infantería. Además, para causar mayor confusión y bajas entre los defensores, las últimas horas de bombardeo se realizaron con proyectiles de fosgeno, provocando una gran conmoción y el caos en las líneas alemanas.
El ataque, previsto para la mañana del domingo de Pascua, 8 de abril de 1.917, fue pospuesto veinticuatro horas por petición del mando francés, que buscaba ajustar el asalto con sus acciones posteriores en Chemin des Dames. Así, a las 05:30 horas del 9 de abril, la infantería del Imperio Británico abandonó sus posiciones, mientras un huracán de fuego barría las defensas alemanas frente a ellos.
Los preparativos de la ofensiva incluían un amplio apoyo
con tanques. Los problemas mecánicos serían su talón de Aquiles.
A pesar de ser abril, plena primavera, nevaba copiosamente; las tropas avanzaron rápidamente a través de la tierra de nadie sin que nada interfiriese en su avance. Apenas tenían referencias, en medio de una densa oscuridad, incrementada por el polvo y humo causado por las constantes explosiones de la artillería, permitiendo a los pelotones de infantería avanzar bajo el negro manto de la noche, alcanzando las líneas defensivas y tomando a muchos alemanes aun protegidos del bombardeo artillero. El éxito inicial fue total, tomándose muchos prisioneros entre los defensores de las dos primeras líneas de trincheras alemanas.
El reconocimiento aéreo sería fundamental para identificar
los objetivos de los ejércitos asaltantes. Muchos aviadores
pagarían con sus vidas esta vital información.
La línea de avance británica para el primer día se dirigió directamente hacia el este, hacia Arras, con la 12.ª división de infantería atacando frontalmente hacia el norte de la carretera de Arras a Cambrai. Mientras tanto, la infantería canadiense asaltaría el Risco de Vimy, en una operación subsidiaria de la principal, que acabaría convirtiéndose en un épico y mortal duelo sobre el barro y la nieve. Pero vayamos por partes, comenzando con el asalto hacia Arras, en la que sería conocida como la Primera Batalla del Scarpe (por el río que corría a lo largo del campo de batalla).
Durante el primer día de batalla, la 12.ª división alcanzó rápidamente la primera línea alemana, empujando a los defensores hacia Feuchy, y tomando, sucesivamente, parte de la segunda y tercera líneas de trincheras. Al sur de la carretera de Cambrai avanzó decididamente la 3.ª división de infantería, conquistando sin demasiados inconvenientes sus objetivos asignados (el Bosque del Diablo, Tilloy-lès-Mofflaines y el Bois des Boeufs). El objetivo final de ambas divisiones era conquistar la posición fuerte conocida como la Monchyriegel, una gran trinchera fortificada que defendía el área entre Wancourt y Feuchy.
Los bombardeos sobre Feuchy permitieron su conquista,
aunque la población fue completamente destruida.
En el curso del día 10 de abril, parte de la trinchera fue alcanzada, iniciándose una feroz lucha por su posesión; a pesar de las graves pérdidas que sufrirían las divisiones implicadas, conseguirían ocupar una parte de la posición, incluyendo la conquista de la mayor parte del pueblo de Feuchy. Sin embargo, la creciente oposición de las tropas del 6.º Ejército alemán, que mantenían el pueblo fortificado de Neuville-Vitasse, obligó a intervenir a las reservas británicas. En el curso de intensos combates, la 56.ª división de infantería consiguió desalojar a los defensores del pueblo fortificado, aunque la completa conquista de la Monchyriegel no se lograría hasta el 14 de abril. Las tropas británicas siguieron empujando a los defensores hacia Monchy-le-Preux, a costa de sufrir enormes pérdidas durante la lucha callejera en los arrabales de la población.
Tropas canadienses avanzan al parapeto de un tanque.
Los éxitos habían sido, en cualquier caso, excelentes, habiéndose alcanzado la mayor parte de los objetivos asignados. El fracaso del 6.º Ejército en implementar la teoría de la defensa en profundidad, al mantener Falkenhausen a sus reservas demasiado alejadas del frente, imposibilitó que la retirada de las tropas de primera línea a través de las trincheras de comunicación, hacia los puntos de emboscada desde donde las fuerzas de reserva deberían triturar a las fuerzas asaltantes, fuese eficaz. Los primeros contraataques alemanes se iniciaron pasadas setenta y dos horas del inicio de la ofensiva, imposibilitando el éxito de los mismos, empantanados en una suerte de inútiles combates a corta distancia con los británicos.
Tropas canadienses salen de sus posiciones para asaltar el
Risco de Vimy, el 9 de abril de 1.917. La operación, bien
preparada por Byng, supuso la muerte de 3.600 canadienses.
Al mismo tiempo que las fuerzas británicas avanzaban a lo largo de la carretera de Arras a Cambrai, el Cuerpo Canadiense se lanzaba al asalto del objetivo más complejo de la operación, el Risco de Vimy. Avanzando tras la cobertura de la artillería y con el apoyo de tanques y ametralladoras Lewis que portaba la infantería, los canadienses cubrieron en unas horas los casi cuatro kilómetros que les separaban de la cresta. A pesar de las bajas sufridas en la ascensión, consiguieron ocupar la cresta de Vimy a la una de la tarde, en un éxito sin precedentes, que puede atribuirse a la cuidadosa preparación de la operación por parte de Julian Byng, comandante del Cuerpo Canadiense, y de su subordinado, el general Arthur Currie. Los soldados canadienses llevaron a cabo un avance sistemático, perfectamente entrenados en las técnicas de ataque por pelotones, lo que les permitió alcanzar sus objetivos aun cuando algunas de ellas habían perdido a todos sus mandos.
Julian Byng. Comandante del Cuerpo Canadiense.
El asalto sobre el risco se inició a las 05:30 horas del 9 de abril, con la artillería canadiense pulverizando las líneas alemanas por delante de las divisiones 1.ª, 2.ª y 3.ª, que encabezaban a los 80.000 hombres del Cuerpo Canadiense. Los objetivos iniciales se habían logrado en menos de una hora de combate, lo que permitió a los canadienses mantener la presión y avanzar hacia sus objetivos secundarios, a pesar de la terca oposición alemana. A las 9 de la mañana, prácticamente todas las unidades habían logrado sus objetivos secundarios; Byng, haciendo intervenir a la 4.ª división canadiense, decidió avanzar sobre la tercera línea alemana.
La 4.ª división no consiguió grandes avances, teniendo que mantenerse pegada al terreno ante el nutrido fuego alemán, pero manteniendo entretenidas a las reservas alemanas mientras el resto de unidades mantenían su avance.
Al acabar el día, los canadienses comenzaron a recibir contraataques alemanes, que buscaban recuperar el terreno perdido en la tercera línea de trincheras. La batalla se alargó tres días más, sin que los alemanes consiguiesen grandes progresos con sus contragolpes, y con los canadienses asentándose sobre el Risco de Vimy, tras perder más de 11.000 hombres, incluyendo unos 3.600 muertos.

4.- LA BATALLA POR ARRAS. LA SEGUNDA FASE:
Las defensas alemanas en la Línea Wotan se consolidaron
tras finalizar la primera fase del asalto británico.
El enorme éxito de la primera fase de la operación, puso en jaque a las fuerzas británicas. La falta de previsión del mando británico no había previsto los suministros necesarios para mantener la ofensiva con un éxito tan rápido. La necesidad de suministrar a las fuerzas aliadas sobre el terreno capturado, supuso que se estableciese un periodo de parada en las operaciones a fin que los ingenieros pudiesen habilitar corredores, trincheras de comunicación y carreteras, al tiempo que la artillería ocupaba posiciones que le permitiesen apoyar en profundidad a las tropas avanzadas. Además, los comandantes de ejército expresaron a Haig sus dudas sobre que las agotadas tropas de primera línea pudiesen mantener la presión, ahora que el 6º Ejército había enviado refuerzos y consolidado sus posiciones. Requerían reemplazar las divisiones de asalto con tropas más frescas, pero el maremágnum logístico que se crearía impediría avanzar rápidamente.
Fritz von Lossberg, de facto nuevo
comandante del 6.º Ejército. Abril 1.916
En el bando alemán, Ludendorff estaba muy disgustado con la implementación de la defensa móvil por parte de Falkenhausen, por lo que decidió castigarle, reemplazando a su jefe de estado mayor por un hombre de su entera confianza, el coronel Fritz con Lossberg, al que atribuyó la capacidad de aplicar instrucciones directas de Ludendorff, saltándose a su jefe de ejército, Falkenhausen, lo que suponía, tácitamente, el reemplazo directo del mando del 6º ejército. Aprovechando la parada en las operaciones, Lossberg reorganizó la línea defensiva alemana.
Mientras, Haig definía nuevos objetivos a sus ejércitos. La necesidad de mantener la ofensiva en apoyo del ataque francés sobre el Chemin des Dames, obligó a realizar nuevos planes, que buscarían consolidar las posiciones aliadas y lanzarse a una nueva ruptura en el sector del río Aisne. El 16 de abril se inició la Ofensiva Nivelle en Chemin des Dames, que resultaría un absoluto fracaso desde el primer día, como veremos en una posterior entrada de este blog. Las enormes bajas francesas forzaron a los británicos a acelerar sus planes y lanzarse nuevamente a la batalla, en un intento por minimizar las bajas francesas.
No sería, en cualquier caso, hasta el 23 de abril cuando la lucha volvió a rugir en el Scarpe. Ese día, tras varios de mal tiempo y escasa visibilidad, el Tercer Ejército británico lanzó un asalto a través de 14 km de frente, ubicados entre Croisilles y Gavrelle, avanzando con un cuerpo en cada orilla del río Scarpe. En la orilla norte, las divisiones 51.ª y 37.ª avanzaron sobre Roeux, viéndose implicados en un amargo combate, en que las bajas fueron creciendo rápidamente, aunque consiguieron ocupar varios de sus objetivos. La lucha fue especialmente intensa en el entorno de la estación de ferrocarril, donde apenas se consiguió conquistar algunos edificios y parte del espacio abierto situado a su derecha. Más al norte, la 63.ª división si consiguió una pequeña ruptura, y avanzó rápidamente hacia el pueblo de Gavrelle, conquistando la población.
Tropas británicas se lanzan al asalto.
En la orilla sur, el VI Cuerpo atacó entre Guémappe y Vis-en-Artois, consiguiendo algunos objetivos, aunque no obteniendo ninguna gran rotura. Los combates en ambos lados del Scarpe se mantendrían durante días, con intensos contraataques de las reservas alemanas, que comenzando el 24 de abril y que conseguirían arrebatar parte del terreno ganado a los británicos, aunque estos acabarían conservando las villas de Guémappe y Gavrelle, así como las posiciones elevadas entorno a Fontaine y Cherisy. Sin embargo, el avance el Roeux se estancó, y la localidad no pudo ser ocupada.
Nuevamente las fuerzas británicas volvían a estar agotadas. Las bajas excedían, con mucho, las sufridas días antes en una operación completamente exitosa, acercándose a las 70.000 bajas totales. El empeño suicida de Haig, exigiendo más a sus hombres de lo que la situación permitía, volvía a teñir de sangre británica los campos de la Picardía.
Caballería británica descansa en el frente del Scarpe.
Forzados por el incremento de bajas y la necesidad de refrescar la fuerza de asalto, incorporando nuevas divisiones, los británicos realizaron una nueva parada en las operaciones en el Scarpe. La segunda batalla apenas había permitido unas pequeñas ganancias a un alto coste, por lo cual, Haig, acuciado por el desastre que el ejército francés estaba sufriendo en Chemin des Dames, al sur, decidió lanzar nuevamente sus fuerzas de refresco contra uno de los flancos del despliegue defensivo alemán, en un intento de atraer nuevas reservas alemanas a la batalla, liberando de su peso a los franceses.
Con el objetivo de economizar las fuerzas, Haig puso a sus fuerzas unos objetivos limitados. Ya se había convencido de que un asalto a gran escala, en el estado en que se encontraban sus tres ejércitos de línea de frente, era imposible, por lo que limitó su rango de asalto a la pequeña franja de terreno que rodeaba la carretera de Arras a Cambrai, al norte del río Souchez.
Prisioneros alemanes ayudan a trasladar heridos.
El ataque principal fue lanzado por tropas británicas y canadienses al amanecer del 28 de abril, centrándose en un frente muy estrecho, dirigido hacia la llanura al norte de Monchy-le-Preux. Aunque las fuerzas de la 1.ª división canadiense consiguieron capturar la pequeña población de Arleux-en-Gohelle, el resto de unidades apenas consiguieron realizar pequeñas ganancias territoriales a un coste muy alto. Además, las fuerzas alemanas comenzaron a contraatacar en toda la línea, pulverizando a la 63.ª división que defendía Gavrelle, quedando la población en manos germanas. Tras dos días de terribles combates cuerpo a cuerpo, las fuerzas aliadas apenas si habían conseguido unos pocos objetivos, pero el coste de sangre volvía a dispararse.
Además, apenas habían conseguido retener a fuerzas de reserva alemanas, que estaban cobrando un durísimo peaje a las fuerzas francesas más al sur. Tanto es así, que las peticiones constantes por parte de Nivelle para que Haig mantuviese la ofensiva a toda costa, supuso un nuevo enfrentamiento entre los aliados. Los británicos acumulaban más de 100.000 bajas sin conseguir importantes ganancias territoriales, ni dinamitar la defensa alemana al norte de la línea Hindemburg.
Decenas de cuerpos esperan ser enterrados. Guemappe.
Aun así, Haig concedió un último asalto, lanzando a partir del 3 de mayo la tercera batalla del Scarpe. Ya era obvio que Chemin des Dames había sido un terrible fracaso, que acabaría costando el puesto a su organizador, Robert Nivelle. Sin embargo, los británicos no pensaban dejar sólos a sus aliados, por lo que atacaron la línea del Scarpe una vez más. En los días previos habían asegurado sus posiciones entorno a Arleux, e intentado algunos avances hacia el este, sin éxito. Aprovechando el ataque australiano en el sector de Bullecourt, el Tercer Ejército atacó el Scarpe; durante dos días, la infantería británica intentó romper la línea Wotan, sufriendo cuantiosas bajas sin conseguir grandes avances, más allá de capturar la pequeña zona boscosa de Oppy.
Los posteriores intentos por consolidar las posiciones y realizar avances adicionales, acabaron en fracaso, siendo la operación cancelada el 16 de mayo.  La batalla, lanzada como un ataque de diversión de refuerzos alemanes, supuso la pérdida de más de 150.000 soldados del Imperio Británico, por unos 125.000 alemanes.

5.- OPERACIONES SUBSIDARIAS Y DE APOYO:
Artillería australiana en acción en Bullecourt.
Paralelamente a las acciones entorno a Arras, Haig diseñó una serie de operaciones menores al sur de la línea principal de asalto, que degeneraron en un agrio combate por la posesión de Bullecourt y Langecourt. El 10 de abril, una vez iniciada la operación principal, dos divisiones, la 62.ª división y la 4.ª división australiana, habían recibido órdenes de atacar ambos flancos de la población de Bullecourt. Tenían que lanzar un ataque coordinado con tanques, pero las máquinas infernales sufrieron un retraso en llegar a las posiciones de partida, por lo que hubo que retrasar el comienzo de la operación 24 horas; sin embargo, no todos los batallones fueron informados del retraso, y el regimiento del Oeste del condado de York (West Yorkshire) atacó con dos de sus batallones, sufriendo gravísimas bajas. Al día siguiente, a pesar de las protestas de los mandos australianos, que consideraban un suicidio atacar cuando el error del día 10 había descubierto sus objetivos, se inició el ataque general, apoyado por tanques. Sin embargo, tan sólo 11 tanques consiguieron situarse en línea de batalla, y apenas pudieron prestar un apoyo limitado, abriendo brechas en el alambre de espino.
Tanque en el sector de ataque australiano. Dos de ellos fueron
capturados indemnes por los alemanes.
Los alemanes se encontraban preparados para repeler el ataque enemigo, lo que supuso que los australianos, que consiguieron inicialmente algunos éxitos localizados en el frente enemigo, se viesen obligados a replegarse con cuantiosas bajas. En el sector australiano las tropas alemanas pudieron innovar con la técnica de defensa elástica, haciendo caer a las tropas australianas en zonas de emboscada, donde eran contraatacados y masacrados. Los australianos dejaron sobre el terreno las vidas de muchos de sus hombres, así como dos tanques operativos, que fueron capturados por el ejército alemán.
Aprovechando la debilidad británica en el sector más al sur de su despliegue, donde la 1.ª división australiana se encontraba demasiado extendida, cubriendo con sus batallones una amplia área de terreno, el XIV Cuerpo alemán de reserva pasó a la ofensiva el 15 de abril. El objetivo de las fuerzas del General Otto von Moser no era ganar terreno, si no golpear al enemigo, implicado en la ofensiva al norte, en Arras, destruyendo artillería, depósitos de suministros y aniquilando sus puestos de avanzada, para, posteriormente, replegarse a la Línea Sigfrido. Presentado el ataque al Alto Mando alemán, fue aprobado y se añadieron batallones adicionales hasta formar una fuerza de cuatro divisiones, que atacaría el punto de unión entre las divisiones australianas primera y segunda, para ocupar la población de Lagnicourt y destruir la artillería australiana allí ubicada. El éxito inicial alemán obligó a los australianos a contraatacar, consiguiendo restablecer la situación al anochecer.
Australianos dispuestos a atacar en el sector de Bullecourt
Esta acción demostró al mando británico que los contraataques locales alemanes podrían desangrar las posiciones británicas. Por tanto, se centraron en sus combates en Arras, reforzando las líneas defensivas en los flancos. La carnicería que se estaba produciendo en el Scarpe y en Chemin des Dames, obligó a un nuevo intento sobre Bullencourt, en un intento de alejar los refuerzos alemanes de los puntos clave de la ofensiva.
Tras el fracaso australiano de primeros de abril, se planificó un nuevo asalto, tras pulverizar Bullencourt con artillería. Previsto inicialmente para el día 20, las necesidades de apoyo en otros sectores obligó a retrasar la operación, hasta que se dio luz verde para el asalto el día 3 de mayo. El asalto fue brutal, realizado por cuatro divisiones británicas y australianas, que consiguieron tan sólo pequeños avances al este de Bullecourt. Tras dos semanas de intensa batalla, Bullecourt quedaba, finalmente, en manos británicas, mientras los australianos se hacían con parte de la línea de trincheras entre Bullecourt y Riencourt. Estos pequeños avances habían supuesto a las fuerzas implicadas una gigantesca sangría en hombres y material.

6.- CONSECUENCIAS DE LA OFENSIVA NIVELLE PARA EL FRENTE BRITÁNICO Y BAJAS:
La Batalla de Arras sería parte de la Ofensiva Nivelle. La ofensiva, como tal, concebida con el objetivo de finalizar la guerra con un golpe decisivo, lanzado desde todos los frentes al mismo tiempo, fue un auténtico fiasco. Su máximo defensor, el general Robert Nivelle, que compartía con su contrapartida británica, Douglas Haig, un gusto por la “offensive autrance”, la ofensiva a toda costa totalmente suicida, perdería su puesto tras la sublevación de una pequeña parte del ejército francés (unos 80.000 hombres, como veremos en la entrada correspondiente) como consecuencia de las monumentales pérdidas que supusieron las dos semanas de combates de la ofensiva Nivelle en Chemin des Dames.
El comandante del Cuerpo Canadiense, Byng, y un oficial
francés comprueban el material capturado.
La batalla de Arras, por su parte, no cambió mucho el decorado del resto de la ofensiva. El éxito inicial en romper la Línea Wotan, al norte de la Línea Sigfrido, no bastó para descomponer la Línea Hindemburg, forzando a los británicos a lanzar oleada tras oleada, en el sector de Arras y sus sectores subsidiarios, sin conseguir prácticamente ningún avance sustancial, soportando en poco más de un mes de combates, unas perdidas horrorosas que pasarían factura en operaciones subsiguientes. El resultado puede considerarse un empate, en el que las fuerzas del Imperio Británico acumularían cerca de 160.000 bajas, incluyendo 87.000 hombres perdidos por el Tercer Ejército (Edmund Allenby), quién llevó el peso de la acción, perdiendo cerca del 50% de su fuerza original. Las tropas del 6.º ejército alemán (von Falkenhausen) sufrieron unas 125.000 bajas, aunque más de un tercio estaría en condiciones de reincorporarse al servicio en muy poco tiempo (heridos leves). Las pérdidas permanentes entre las tropas del Imperio Británico fueron tremendamente altas, comparadas con anteriores ofensivas, incluido el Somme; según los estadillos, apenas 20.000 hombres, entorno al 15% de las pérdidas, se reincorporarían a los combates en un plazo relativamente corto de tiempo. Esta cifra es aun más sangrante cuando se compara con la de los soldados alemanes que se reincorporaron al combate rápidamente, incluso durante la misma batalla, que fue superior al 30% de sus bajas.
Edmund Allenby. Jefe
del Tercer Ejército.
Allenby fue culpado por Haig del fracaso de la operación. A pesar del éxito inicial, que atribuyó a sus subordinados en el Tercer Ejército, Allenby fue desterrado al lejano mando de la fuerza expedicionaria egipcia, que se disponía a invadir Palestina. Este movimiento, motivado por la búsqueda de una cabeza de turco por parte del Carnicero del Somme, como ya era conocido Douglas Haig, acabó dando grandes frutos a las fuerzas británicas, que descubrieron en Allenby el mejor comandante posible para mandar a sus fuerzas de invasión, y llevarían a la derrota del Imperio Otomano en Oriente Medio, como veremos en una posterior entrada de este blog.
Por su parte, los comandantes alemanes tampoco permanecieron indemnes; tras la sustitución del mando del 6.º Ejército por parte de Ludendorff, quién puso al coronel Fritz von Lossberg como comandante nominal, aun manteniendo al general von Falkenhausen en su puesto, vendrían las destituciones reales. Von Falkenhausen sería retirado del mando al acabar la batalla; su falta de capacidad táctica para implementar la defensa flexible instruida por Hindemburg y Ludendorff, provocaría que recibiese el cargo nominal de gobernador militar de Bélgica, siendo retirado del mando activo sobre el campo de batalla. Por el contrario, la excelente labor de Lossberg durante la segunda fase de la batalla sería premiada con su ascenso a general, recibiendo el mando del 4º Ejército alemán, con quién se enfrentaría al mayúsculo desafío de frenar la ofensiva británica de verano en Flandes, que pasará a la historia como una de las mayores carnicerías de la misma, bajo el título de “la Passchendaele”, y que conoceremos más ampliamente en unas entradas.
Los británicos si extrajeron de la batalla algunas lecciones, que les permitirían mejorar la coordinación entre la infantería, las barreras de artillería y los tanques, que les permitirían lanzar, meses más tarde, la ofensiva de Cambrai, la primera en la historia en que se usaría el tanque de forma masiva.

La matanza continuará…


Supervivientes del Batallón Regina (Cuerpo Canadiense) alegres tras sobrevivir a la batalla. Tendrían más oportunidades
para morir en los meses posteriores. El Frente Occidental no callaría hasta pasado un año y medio.

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