martes, 23 de septiembre de 2014

ARTÍCULO 10.- (MOVILIZACIÓN) EL FRENTE ORIENTAL. TANNENBERG Y LOS LAGOS MASURIANOS:

Hasta ahora, nuestros artículos se han centrado en mostraros la Primera Guerra Mundial en el Frente Occidental, tal vez el área más conocida de la misma. Los próximos artículos se centrarán en los frentes desconocidos. Este primero, nos permitirá narrar la ofensiva rusa y la defensa alemana en la región de Masuria y Prusia Oriental en agosto y septiembre de 1914, mientras que en el siguiente nos centraremos en ver a los Austrohúngaros por primera vez, enfrentando la Ofensiva rusa en Galitzia.

Tannenberg fue el enfrentamiento decisivo que los alemanes buscaron en Europa Occidental, y que encontraron en Europa Oriental, aunque fueron incapaces de aprovecharlo ante la falta de planificación para extraer los máximos rendimientos a una victoria en esta área… El Plan Schlieffen, la Biblia con que los alemanes fueron a la guerra, no preveía un éxito de esa magnitud.

Pero no adelantemos acontecimientos. Relatemos los hechos cronológicamente.

LA BATALLA DE TANNENBERG: 

Recreación de la Batalla de Tannenberg. Segundo Ej. ruso.
Hacia finales de agosto de 1914, cuando el Plan XVII francés se extinguía y los alemanes cruzaban el Aisné para amenazar París, el ejército ruso, tras un mes de lenta preparación y con su movilización sólo parcialmente finalizada, inició la incursión sobre Prusia Oriental.

El Comandante en Jefe de los ejércitos zaristas, Yakov Zhilinski, había preparado un plan que incluía el atacar con sus dos primeros ejércitos, los únicos preparados a esas alturas, con algo más de 350.000 hombres, en dos ejes de avance. El Segundo Ejército, mandado por el General Aleksander Samsonov, con 150.000 hombres, avanzaría desde Polonia hacia la frontera sudeste de Prusia Oriental, mientras el Primer Ejército, mandado por el General Paul von Rennenkampf, de origen alemán, avanzaría por la región de Masuria hacia el corazón mismo de Prusia Oriental, al noroeste. El objetivo era la aniquilación de las fuerzas alemanas que defendían Prusia Oriental, comandadas por el General Maximilian von Prittwitz, y la conquista de la plaza fuerte de la zona, la emblemática Königsberg.

Si el General Prittwitz presentaba batalla con su Octavo Ejército, Rennenkampf contendría a las fuerzas alemanas y Samsonov las envolvería por el flanco, forzando su rendición. La ocasión se presentó cuando las fuerzas alemanas presentaron batalla en Gumbinnen, donde Rennenkampf consiguió una costosa victoria, pero la exasperante falta de comunicaciones y lentitud de maniobra, permitió que el Octavo Ejército se retirase sin obstáculos. En cambio, el I Ejército Ruso, que ataco desorganizadamente, necesito detener su avance para recomponer sus líneas. No perseguir a los alemanes, que probablemente tendrían que haberse detenido para presentar nuevamente batalla, fue el primero de una cadena de muchos errores que llevarían a los rusos al desastre.

Hindemburg y Ludendorff, preparando el plan de batalla
Y fue un error, en primer lugar, porque, sin presión física, pero temeroso de quedar cercado, el General Prittwitz desobedeció las líneas maestras del Plan Schlieffen en el Este, que le solicitaban evitar la batalla y ceder terreno poco a poco, y se retiró más allá del Río Vístula, cediendo mucho territorio y creando en el Alto Mando alemán la sensación de ansiedad que tan mala resulta cuando hay que tomar decisiones decisivas. Inmediatamente, Helmuth von Moltke, el Comandante en Jefe alemán, llamó al General Prittwitz y a su ayudante, von Waldersee, a consultas a Berlín, y aprovechó su viaje para destituirlos. Para reemplazarlo, sacó de la reserva al carismático General Paul von Hindemburg, que a sus 66 años aceptó el cargo como servicio final a la patria, sin saber que aun le quedaría mucho camino que recorrer. Eligió como su Jefe de Estado Mayor a Erich Ludendorff, quién se había distinguido tomando Lieja a primeros de Agosto, y que resultaba una personalidad muy agresiva, que contrarrestaba la consabida sobriedad de Hindemburg. Ambos formarían, a lo largo de la Guerra, un dúo decisivo en las aspiraciones de victoria alemana.

El 23 de agosto, recién llegado a Prusia Oriental, Hindemburg anuló todas las órdenes cursadas por Prittwitz para la retirada, autorizando el plan de acción desarrollado por el Jefe de Operaciones del Octavo Ejército, Coronel Maximilian Hoffmann, y que había trazado una estrategia para cumplir con las líneas maestras del Plan Schlieffen, que Prittwitz rechazó aplicar en su momento. Este consistía en utilizar las unidades de caballería del Ejército para crear una diversión, una pantalla frente al Vístula, con la intención de confundir a Rennenkampf y retrasar el cruce del río por parte de las fuerzas rusas. El apantallamiento permitiría desplazar fuerzas hacia el sur, para enfrentar la penetración del Segundo Ejército ruso, y que había llegado a un punto en que su flanco derecho quedaba muy expuesto, ante la lejanía del avance con respecto al Primero.

Paul von Rennenkampf, Primer Ejercito
Se producía un hecho parecido al que, días más tarde, acontecería en la Batalla de El Marne, donde la separación entre los ejércitos atacantes permitía aprovechar a los defensores la debilidad en sus flancos y explotarlo. Además, en este caso concreto, Hoffmann contaba con información privilegiada; siendo un fanático de su trabajo, Hoffmann había requerido en el periodo previo a la guerra información sobre los generales zaristas, y había encontrado en el historial de Rennenkampf y de Samsonov una brecha emocional que habría de aprovechar. Ambos generales rusos mantenían una fuerte rivalidad personal que se aproximaba al odio mutuo, desde que, durante la batalla de Mukden, en la Guerra Ruso – japonesa de 1905, Samsonov había presentado una queja formal contra Rennenkampf, provocando la violentar reacción de este, y a una pelea a puñetazos entre ambos.

Hoffmann iba a jugar, por tanto, una arriesgada carta. Usar el enfrentamiento personal en su propio beneficio. Si fracasaba, Rennenkampf tendría camino libre hacia Königsberg, verdadero objetivo del ataque ruso.

Una de las principales ventajas de los alemanes era su excelente servicio ferroviario, dedicado al 100% al traslado de tropas. Dicho elemento había permitido su rápida movilización en los días previos a la Guerra, de tal suerte que en cuatro días fueron capaces de desplegar más de un millón de hombres en la frontera franco-belga. Nuevamente iban a utilizar el ferrocarril con gran éxito, al trasladar un cuerpo de ejército completo (el Primero, bajo el mando del General Hermann von Francois) hacia el sudeste, desplegándolo en pocas horas frente al ala izquierda del Segundo Ejército ruso.

Aleksandr Sansonov, Segundo Ejercito
Hindemburg prefirió mantenerse prudente y guardar dos de los tres cuerpos de ejército que le restaban al norte, en espera de resultados. Si estos eran positivos, marcharían a pie hacia el sur, apantallados por la caballería, y atacarían el ala derecha del Segundo Ejército. El cuarto cuerpo, estaba desplegado al sur, al otro lado del Vístula, frente a la línea de avance de Samsonov, esperando su asalto.

El mando ruso no tenía ni idea del peligro que se cernía sobre sus tropas. Zhilinski había ordenado silencio de radio para que el ataque fuese por sorpresa, pero tras Gumbinnen, se comprobó que los alemanes ya sabían lo que se les venía encima. Se intentó desde entonces el establecer una línea de contacto permanente entre los dos ejércitos, pero tenían graves problemas para establecer una comunicación cifrada correcta. De hecho, cuando el plan de Hoffmann empezó a cobrar forma, Samsonov aun desconocía que Rennenkampf había combatido con el Octavo Ejército alemán en Gumbinnen, y que había necesitado detenerse para reorganizar sus fuerzas.

Para incrementar sus problemas, el deficiente sistema logístico ruso, impedía que Samsonov pudiese garantizar los suministros de su ejército en la región por donde avanzaba. Sus órdenes le obligaban a situarse lo antes posible en la supuesta ruta de retirada del Octavo Ejército alemán, lo que le impedía el asegurar la ruta propia de retirada convenientemente. Así, mientras uno de sus cuerpos se dirigía hacia el norte para tomar Rastemburg, el resto de su Ejército, doce divisiones, avanzaban imprudentemente dentro de la trampa hábilmente tejida por Hoffmann.

Recreadores en plena batalla
El día 25 de agosto, las fuerzas del I Cuerpo Alemán ya se encontraban en posición, al sur del despliegue ruso, frente a la localidad de Usdau. Ludendorff mando órdenes a su comandante, von Francois, para que iniciase el asalto y retomase la ciudad, amenazando el flanco izquierdo ruso. Pero von Francois rehusó, argumentando que sus cañones aun no habían recibido proyectiles para apoyar la maniobra, y que prefería esperar al día 27 para atacar, cuando estuviese completamente preparado.

Sorprendido por la desobediencia de uno de sus generales, Hindemburg ordenó a Erich Ludendorff, quién se hizo acompañar por Hoffmann, visitar urgentemente a Francois y obligarlo a cumplir la orden de ataque. En pocas horas, los comandantes alemanes se presentaron en el Cuartel General del Primer Cuerpo, sólo para recibir de von Francois la afirmación que cumpliría las órdenes en cuanto estuviese preparado. Se le exigió que atacase esa misma tarde del día 25, pero a las ocho de la tarde aun no había iniciado el ataque.

Poco podían hacer Ludendorff y Hoffmann, en viaje de regreso hacia el Cuartel General. Fue durante este trayecto cuando se produjo el suceso que permitiría a los alemanes tomar una decisión definitiva sobre sus planes de batalla. Hoffman recibió dos transmisiones interceptadas por la inteligencia militar del Octavo Ejército. Estaban cruzadas sin cifrar entre los comandantes del Primer y Segundo Ejércitos rusos. En ellas, torpemente, Rennenkampf revelaba sus posiciones y líneas de avance, que le alejaban de la línea de ataque de Samsonov. Para completar la información, Samsonov detallaba su plan en el segundo mensaje. Habiendo topado con el XX Cuerpo Alemán en el Vístula, fuertemente atrincherado, fue rechazado el día 24 en la Batalla de Orlau-Frankenau; por ello, había decidido girar su ataque hacia el norte con el objetivo de cortar la retirada del Octavo Ejército Alemán en Tannenberg.

Con una idea clara de los planes rusos, al Estado Mayor del Octavo Ejército no le quedaba más que poner en marcha los suyos.

Tropas de la 36.ª División Rusa
Aun así, Ludendorff sospechaba de una trampa. Fue, por tanto, una decisión personal del General Hindemburg, atendiendo a los antecedentes de rivalidad de sus contendientes, adaptar sus planes a las noticias interceptadas, el enviar sus tropas al sur. Lo primero de todo, se curso mensaje a von Francois indicándole que podía retrasar el inicio de su ataque sobre Usdau al día 27, permitiéndole así contar con su artillería. Mientras, los dos cuerpos situados más al norte, avanzarían sobre Tannenberg, lo sobrepasarían hacia el este y atacarían el flanco derecho del Segundo Ejército ruso.

Finalmente, el I Cuerpo atacó Usdau al amanecer del día 27 de agosto. La sorpresa fue total, y el éxito rotundo; al atardecer sus tropas conquistaban Soldau, cerca de la frontera rusa, cortando las líneas de retirada y suministro del Segundo Ejército.

A pesar del éxito, Ludendorff seguía temiendo que Rennenkampf cambiase de opinión y dirigiese su ejército hacia el sur para ayudar a Samsonov, lo que dejaría en situación delicada al Octavo Ejército Alemán. En prevención de esta posibilidad, curso órdenes a von Francois para que, una vez había logrado sus objetivos principales, se dirigiese hacia el norte para contactar al Primer Ejército ruso. Pero von Francois, que veía que su rivalidad con Ludendorff le alejaba del éxito, desobedeció nuevamente una orden directa, y giró su cuerpo hacia el oeste para atacar directamente a Samsonov desde su retaguardia.

Mientras, los Junker prusianos, viendo que sus terrenos caían en manos rusas y viendo la gran amenaza que se cernía sobre Königsberg, elevaron sus voces sobre la delicada situación del frente. Moltke, siempre indeciso y temeroso, rompió nuevamente las líneas maestras del Plan Schlieffen, y mandó hacia el este una división de caballería y tres cuerpos de ejército adicionales. El envío era considerado innecesario por el mando del Octavo Ejército, que conocía los entresijos del Plan Schlieffen y sabían que estas tropas serían necesarias para conquistar París. Cursaron respuestas explicando que la situación estaba controlada, que no necesitaban esos refuerzos, pero ya era tarde.

De hecho, estas nuevas fuerzas no tendrían presencia en la Batalla que comenzaba. Los rusos profundizaron más en la trampa hábilmente tejida por Hoffmann; el Jefe de Estado mayor ruso, Zhilinski, recibió informes que le indicaban que una masa de soldados alemanes se dirigía al sur. Interpretó erróneamente los acontecimientos, y ordenó a Rennenkampf apresurar su ataque sobre Königsberg, informándole que había pocas tropas en su camino. Esta decisión impedía definitivamente cualquier posibilidad de reforzar a Samsonov. Y para rematar el error, y ante los problemas en la recepción de mensajes cifrados, emitió la orden sin cifrar, siendo interceptada el día 28 de agosto por Hoffmann.

Inmediatamente, Ludendorff cursó órdenes para que los dos cuerpos enviados desde el norte se trabasen en batalla con el VI Cuerpo ruso, que avanzaba hacia el norte. El choque ocurrió en Bichofsburg, resultando desastroso para los rusos, que se retiraron en desorden.

Con todos los datos sobre la mesa, Ludendorf envió al cuerpo de Mackensen desde Bichofsburg hacia el sur, para unirse al asalto desde la retaguardia del díscolo von Francois. El día 29 de agosto, los cuerpos alemanes chocaban con la retaguardia rusa en Willemberg, derrotándola y cercando al Segundo Ejército por completo.

Prisioneros Rusos
Cuando Samsonov tuvo constancia de los acontecimientos, ya era demasiado tarde. Dándose cuenta que su única posibilidad era romper el cerco retirándose hacia su línea de suministros, cursó órdenes el mismo día 29 a sus cuerpos de atacar en dirección a Willemberg. Pero sus fuerzas estaban demasiado dispersas y cortas de suministro y el VI cuerpo había sido destruido. Consecuencia de ello fue la rendición en masa de las fuerzas rusas. El 30 de agosto, tan sólo algunos contraataques locales consiguieron el objetivo de forzar la retirada. El resto fueron fracasados y, consecuentemente, el Segundo Ejército se rindió.

Las cifras del desastre fueron enormes. Sólo 10.000 rusos escaparon del desastre. Del resto, unos 35.000 murieron y el resto fueron capturados. A los alemanes tan sólo les costó 20.000 bajas la destrucción del Segundo Ejercito.

LA BATALLA DE LOS LAGOS MASURIANOS:

Tropas rusas en Prusia Oriental
Cuando Rennenkampf recibió las noticias del desastre del Segundo Ejército en Tannenberg, había avanzado su ejército por la región de Masuria hacia Königsberg, y se encontraba en una situación delicada. Había topado con las caballerías del Octavo Ejército y apenas había conseguido desalojarlas cuando observó que su situación podría tornarse dramática si seguía las órdenes de Zhilinski.
Inmediatamente, cursó órdenes para replegar su ejército a un punto más seguro, en dirección a los puertos del Báltico y Angerburg. Su objetivo era retirar su ejército en espera de refuerzos, aunque no había reservas rusas disponibles, ya que estaban implicadas en la Campaña de Galitzia.

Mientras, y destruido completamente el Segundo Ejército, Hindemburg ordenó a Ludendorff desplazar el Octavo Ejército alemán nuevamente al norte, lo más rápidamente posible. Para el día 7 de septiembre, las fuerzas alemanas ya estaban en disposición de ofender las fuerzas de retaguardia de Rennenkampf. Los combates empezaron de inmediato, pero las desmoralizadas unidades rusas no aguantaron y huyeron rápidamente.

Hindemburg y Ludendorff. Estado Mayor Alemán.
No obstante, no fue hasta el día 9 de septiembre cuando Rennenkampf, viendo que podía quedar completamente rodeado, ordenó la retirada a la línea Instenburg – Angerburg, cerca de la frontera. Para cubrirse, inició una serie de sangrientos contraataques locales, que retrasaron las alas del ejército alemán.

Ludendorff ordenó a sus generales de cuerpo acelerar la operación de cerco, pero las bajas sufridas en los combates y cierta lentitud en aplicar las órdenes permitió que el 11 de septiembre comenzase la retirada general rusa. El día 14, combatiendo a su retaguardia, los supervivientes del Primer Ejército abandonaban Prusia Oriental.

En una semana de combates habían dejado atrás a 125.000 camaradas, la mayoría prisioneros, y la mayor parte de su equipo pesado.

La aventura rusa en Prusia Oriental había durado tres semanas, con un coste enorme. Unos 50.000 rusos murieron y otros 175.000 resultaron capturados. Tan sólo unos 60.000 consiguieron alcanzar la seguridad de su frontera. Se perdieron unos 1.000 cañones, e infinidad de carros, caballos, etc. El General Samsonov murió el día 30 de agosto, al suicidarse tras el desastre acaecido. Su cuerpo, recuperado por los alemanes, sería enterrado con honores militares.


Ningún Ejército ruso volvería a entrar en suelo alemán hasta 1945.

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