Hasta ahora, nuestros artículos se han centrado en mostraros
la Primera Guerra Mundial en el Frente Occidental, tal vez el área más conocida
de la misma. Los próximos artículos se centrarán en los frentes desconocidos.
Este primero, nos permitirá narrar la ofensiva rusa y la defensa alemana en la
región de Masuria y Prusia Oriental en agosto y septiembre de 1914, mientras
que en el siguiente nos centraremos en ver a los Austrohúngaros por primera
vez, enfrentando la Ofensiva rusa en Galitzia.
Tannenberg fue el enfrentamiento decisivo que los alemanes
buscaron en Europa Occidental, y que encontraron en Europa Oriental, aunque
fueron incapaces de aprovecharlo ante la falta de planificación para extraer
los máximos rendimientos a una victoria en esta área… El Plan Schlieffen, la
Biblia con que los alemanes fueron a la guerra, no preveía un éxito de esa
magnitud.
Pero no adelantemos acontecimientos. Relatemos los hechos cronológicamente.
LA BATALLA DE TANNENBERG:
Recreación de la Batalla de Tannenberg. Segundo Ej. ruso. |
El Comandante en Jefe de los ejércitos zaristas, Yakov Zhilinski,
había preparado un plan que incluía el atacar con sus dos primeros ejércitos,
los únicos preparados a esas alturas, con algo más de 350.000 hombres, en dos
ejes de avance. El Segundo Ejército, mandado por el General Aleksander Samsonov,
con 150.000 hombres, avanzaría desde Polonia hacia la frontera sudeste de
Prusia Oriental, mientras el Primer Ejército, mandado por el General Paul von
Rennenkampf, de origen alemán, avanzaría por la región de Masuria hacia el corazón
mismo de Prusia Oriental, al noroeste. El objetivo era la aniquilación de las
fuerzas alemanas que defendían Prusia Oriental, comandadas por el General Maximilian
von Prittwitz, y la conquista de la plaza fuerte de la zona, la emblemática
Königsberg.
Si el General Prittwitz presentaba batalla con su Octavo
Ejército, Rennenkampf contendría a las fuerzas alemanas y Samsonov las
envolvería por el flanco, forzando su rendición. La ocasión se presentó cuando
las fuerzas alemanas presentaron batalla en Gumbinnen, donde Rennenkampf
consiguió una costosa victoria, pero la exasperante falta de comunicaciones y
lentitud de maniobra, permitió que el Octavo Ejército se retirase sin
obstáculos. En cambio, el I Ejército Ruso, que ataco desorganizadamente,
necesito detener su avance para recomponer sus líneas. No perseguir a los
alemanes, que probablemente tendrían que haberse detenido para presentar nuevamente
batalla, fue el primero de una cadena de muchos errores que llevarían a los
rusos al desastre.
Hindemburg y Ludendorff, preparando el plan de batalla |
Y fue un error, en primer lugar, porque, sin presión física,
pero temeroso de quedar cercado, el General Prittwitz desobedeció las líneas
maestras del Plan Schlieffen en el Este, que le solicitaban evitar la batalla y
ceder terreno poco a poco, y se retiró más allá del Río Vístula, cediendo mucho
territorio y creando en el Alto Mando alemán la sensación de ansiedad que tan
mala resulta cuando hay que tomar decisiones decisivas. Inmediatamente, Helmuth
von Moltke, el Comandante en Jefe alemán, llamó al General Prittwitz y a su
ayudante, von Waldersee, a consultas a Berlín, y aprovechó su viaje para destituirlos.
Para reemplazarlo, sacó de la reserva al carismático General Paul von
Hindemburg, que a sus 66 años aceptó el cargo como servicio final a la patria,
sin saber que aun le quedaría mucho camino que recorrer. Eligió como su Jefe de
Estado Mayor a Erich Ludendorff, quién se había distinguido tomando Lieja a
primeros de Agosto, y que resultaba una personalidad muy agresiva, que
contrarrestaba la consabida sobriedad de Hindemburg. Ambos formarían, a lo
largo de la Guerra, un dúo decisivo en las aspiraciones de victoria alemana.
El 23 de agosto, recién llegado a Prusia Oriental,
Hindemburg anuló todas las órdenes cursadas por Prittwitz para la retirada,
autorizando el plan de acción desarrollado por el Jefe de Operaciones del
Octavo Ejército, Coronel Maximilian Hoffmann, y que había trazado una estrategia
para cumplir con las líneas maestras del Plan Schlieffen, que Prittwitz rechazó
aplicar en su momento. Este consistía en utilizar las unidades de caballería
del Ejército para crear una diversión, una pantalla frente al Vístula, con la
intención de confundir a Rennenkampf y retrasar el cruce del río por parte de
las fuerzas rusas. El apantallamiento permitiría desplazar fuerzas hacia el
sur, para enfrentar la penetración del Segundo Ejército ruso, y que había
llegado a un punto en que su flanco derecho quedaba muy expuesto, ante la
lejanía del avance con respecto al Primero.
Paul von Rennenkampf, Primer Ejercito |
Se producía un hecho parecido al que, días más tarde,
acontecería en la Batalla de El Marne, donde la separación entre los ejércitos
atacantes permitía aprovechar a los defensores la debilidad en sus flancos y
explotarlo. Además, en este caso concreto, Hoffmann contaba con información
privilegiada; siendo un fanático de su trabajo, Hoffmann había requerido en el
periodo previo a la guerra información sobre los generales zaristas, y había
encontrado en el historial de Rennenkampf y de Samsonov una brecha emocional que
habría de aprovechar. Ambos generales rusos mantenían una fuerte rivalidad
personal que se aproximaba al odio mutuo, desde que, durante la batalla de
Mukden, en la Guerra Ruso – japonesa de 1905, Samsonov había presentado una
queja formal contra Rennenkampf, provocando la violentar reacción de este, y a
una pelea a puñetazos entre ambos.
Hoffmann iba a jugar, por tanto, una arriesgada carta. Usar
el enfrentamiento personal en su propio beneficio. Si fracasaba, Rennenkampf
tendría camino libre hacia Königsberg, verdadero objetivo del ataque ruso.
Una de las principales ventajas de los alemanes era su
excelente servicio ferroviario, dedicado al 100% al traslado de tropas. Dicho
elemento había permitido su rápida movilización en los días previos a la
Guerra, de tal suerte que en cuatro días fueron capaces de desplegar más de un
millón de hombres en la frontera franco-belga. Nuevamente iban a utilizar el
ferrocarril con gran éxito, al trasladar un cuerpo de ejército completo (el
Primero, bajo el mando del General Hermann von Francois) hacia el sudeste,
desplegándolo en pocas horas frente al ala izquierda del Segundo Ejército ruso.
Aleksandr Sansonov, Segundo Ejercito |
Hindemburg prefirió mantenerse prudente y guardar dos de los
tres cuerpos de ejército que le restaban al norte, en espera de resultados. Si
estos eran positivos, marcharían a pie hacia el sur, apantallados por la
caballería, y atacarían el ala derecha del Segundo Ejército. El cuarto cuerpo,
estaba desplegado al sur, al otro lado del Vístula, frente a la línea de avance
de Samsonov, esperando su asalto.
El mando ruso no tenía ni idea del peligro que se cernía
sobre sus tropas. Zhilinski había ordenado silencio de radio para que el ataque
fuese por sorpresa, pero tras Gumbinnen, se comprobó que los alemanes ya sabían
lo que se les venía encima. Se intentó desde entonces el establecer una línea
de contacto permanente entre los dos ejércitos, pero tenían graves problemas
para establecer una comunicación cifrada correcta. De hecho, cuando el plan de
Hoffmann empezó a cobrar forma, Samsonov aun desconocía que Rennenkampf había
combatido con el Octavo Ejército alemán en Gumbinnen, y que había necesitado
detenerse para reorganizar sus fuerzas.
Para incrementar sus problemas, el deficiente sistema
logístico ruso, impedía que Samsonov pudiese garantizar los suministros de su
ejército en la región por donde avanzaba. Sus órdenes le obligaban a situarse
lo antes posible en la supuesta ruta de retirada del Octavo Ejército alemán, lo
que le impedía el asegurar la ruta propia de retirada convenientemente. Así,
mientras uno de sus cuerpos se dirigía hacia el norte para tomar Rastemburg, el
resto de su Ejército, doce divisiones, avanzaban imprudentemente dentro de la
trampa hábilmente tejida por Hoffmann.
Recreadores en plena batalla |
El día 25 de agosto, las fuerzas del I Cuerpo Alemán ya se
encontraban en posición, al sur del despliegue ruso, frente a la localidad de
Usdau. Ludendorff mando órdenes a su comandante, von Francois, para que
iniciase el asalto y retomase la ciudad, amenazando el flanco izquierdo ruso.
Pero von Francois rehusó, argumentando que sus cañones aun no habían recibido
proyectiles para apoyar la maniobra, y que prefería esperar al día 27 para
atacar, cuando estuviese completamente preparado.
Sorprendido por la desobediencia de uno de sus generales,
Hindemburg ordenó a Erich Ludendorff, quién se hizo acompañar por Hoffmann,
visitar urgentemente a Francois y obligarlo a cumplir la orden de ataque. En
pocas horas, los comandantes alemanes se presentaron en el Cuartel General del
Primer Cuerpo, sólo para recibir de von Francois la afirmación que cumpliría
las órdenes en cuanto estuviese preparado. Se le exigió que atacase esa misma
tarde del día 25, pero a las ocho de la tarde aun no había iniciado el ataque.
Poco podían hacer Ludendorff y Hoffmann, en viaje de regreso
hacia el Cuartel General. Fue durante este trayecto cuando se produjo el suceso
que permitiría a los alemanes tomar una decisión definitiva sobre sus planes de
batalla. Hoffman recibió dos transmisiones interceptadas por la inteligencia
militar del Octavo Ejército. Estaban cruzadas sin cifrar entre los comandantes
del Primer y Segundo Ejércitos rusos. En ellas, torpemente, Rennenkampf
revelaba sus posiciones y líneas de avance, que le alejaban de la línea de
ataque de Samsonov. Para completar la información, Samsonov detallaba su plan
en el segundo mensaje. Habiendo topado con el XX Cuerpo Alemán en el Vístula,
fuertemente atrincherado, fue rechazado el día 24 en la Batalla de
Orlau-Frankenau; por ello, había decidido girar su ataque hacia el norte con el
objetivo de cortar la retirada del Octavo Ejército Alemán en Tannenberg.
Con una idea clara de los planes rusos, al Estado Mayor del
Octavo Ejército no le quedaba más que poner en marcha los suyos.
Tropas de la 36.ª División Rusa |
Aun así, Ludendorff sospechaba de una trampa. Fue, por
tanto, una decisión personal del General Hindemburg, atendiendo a los
antecedentes de rivalidad de sus contendientes, adaptar sus planes a las
noticias interceptadas, el enviar sus tropas al sur. Lo primero de todo, se
curso mensaje a von Francois indicándole que podía retrasar el inicio de su
ataque sobre Usdau al día 27, permitiéndole así contar con su artillería.
Mientras, los dos cuerpos situados más al norte, avanzarían sobre Tannenberg,
lo sobrepasarían hacia el este y atacarían el flanco derecho del Segundo
Ejército ruso.
Finalmente, el I Cuerpo atacó Usdau al amanecer del día 27
de agosto. La sorpresa fue total, y el éxito rotundo; al atardecer sus tropas conquistaban
Soldau, cerca de la frontera rusa, cortando las líneas de retirada y suministro
del Segundo Ejército.
A pesar del éxito, Ludendorff seguía temiendo que
Rennenkampf cambiase de opinión y dirigiese su ejército hacia el sur para ayudar
a Samsonov, lo que dejaría en situación delicada al Octavo Ejército Alemán. En
prevención de esta posibilidad, curso órdenes a von Francois para que, una vez había
logrado sus objetivos principales, se dirigiese hacia el norte para contactar
al Primer Ejército ruso. Pero von Francois, que veía que su rivalidad con
Ludendorff le alejaba del éxito, desobedeció nuevamente una orden directa, y
giró su cuerpo hacia el oeste para atacar directamente a Samsonov desde su
retaguardia.
Mientras, los Junker prusianos, viendo que sus terrenos
caían en manos rusas y viendo la gran amenaza que se cernía sobre Königsberg,
elevaron sus voces sobre la delicada situación del frente. Moltke, siempre
indeciso y temeroso, rompió nuevamente las líneas maestras del Plan Schlieffen,
y mandó hacia el este una división de caballería y tres cuerpos de ejército
adicionales. El envío era considerado innecesario por el mando del Octavo
Ejército, que conocía los entresijos del Plan Schlieffen y sabían que estas
tropas serían necesarias para conquistar París. Cursaron respuestas explicando
que la situación estaba controlada, que no necesitaban esos refuerzos, pero ya
era tarde.
De hecho, estas nuevas fuerzas no tendrían presencia en la
Batalla que comenzaba. Los rusos profundizaron más en la trampa hábilmente
tejida por Hoffmann; el Jefe de Estado mayor ruso, Zhilinski, recibió informes
que le indicaban que una masa de soldados alemanes se dirigía al sur.
Interpretó erróneamente los acontecimientos, y ordenó a Rennenkampf apresurar
su ataque sobre Königsberg, informándole que había pocas tropas en su camino.
Esta decisión impedía definitivamente cualquier posibilidad de reforzar a
Samsonov. Y para rematar el error, y ante los problemas en la recepción de
mensajes cifrados, emitió la orden sin cifrar, siendo interceptada el día 28 de
agosto por Hoffmann.
Inmediatamente, Ludendorff cursó órdenes para que los dos
cuerpos enviados desde el norte se trabasen en batalla con el VI Cuerpo ruso,
que avanzaba hacia el norte. El choque ocurrió en Bichofsburg, resultando
desastroso para los rusos, que se retiraron en desorden.
Con todos los datos sobre la mesa, Ludendorf envió al cuerpo
de Mackensen desde Bichofsburg hacia el sur, para unirse al asalto desde la
retaguardia del díscolo von Francois. El día 29 de agosto, los cuerpos alemanes
chocaban con la retaguardia rusa en Willemberg, derrotándola y cercando al
Segundo Ejército por completo.
Prisioneros Rusos |
Cuando Samsonov tuvo constancia de los acontecimientos, ya
era demasiado tarde. Dándose cuenta que su única posibilidad era romper el
cerco retirándose hacia su línea de suministros, cursó órdenes el mismo día 29
a sus cuerpos de atacar en dirección a Willemberg. Pero sus fuerzas estaban
demasiado dispersas y cortas de suministro y el VI cuerpo había sido destruido.
Consecuencia de ello fue la rendición en masa de las fuerzas rusas. El 30 de
agosto, tan sólo algunos contraataques locales consiguieron el objetivo de
forzar la retirada. El resto fueron fracasados y, consecuentemente, el Segundo
Ejército se rindió.
Las cifras del desastre fueron enormes. Sólo 10.000 rusos
escaparon del desastre. Del resto, unos 35.000 murieron y el resto fueron
capturados. A los alemanes tan sólo les costó 20.000 bajas la destrucción del
Segundo Ejercito.
LA BATALLA DE LOS LAGOS MASURIANOS:
Tropas rusas en Prusia Oriental |
Cuando Rennenkampf recibió las noticias del desastre del
Segundo Ejército en Tannenberg, había avanzado su ejército por la región de
Masuria hacia Königsberg, y se encontraba en una situación delicada. Había
topado con las caballerías del Octavo Ejército y apenas había conseguido
desalojarlas cuando observó que su situación podría tornarse dramática si seguía
las órdenes de Zhilinski.
Inmediatamente, cursó órdenes para replegar su ejército a un
punto más seguro, en dirección a los puertos del Báltico y Angerburg. Su
objetivo era retirar su ejército en espera de refuerzos, aunque no había
reservas rusas disponibles, ya que estaban implicadas en la Campaña de
Galitzia.
Mientras, y destruido completamente el Segundo Ejército,
Hindemburg ordenó a Ludendorff desplazar el Octavo Ejército alemán nuevamente
al norte, lo más rápidamente posible. Para el día 7 de septiembre, las fuerzas
alemanas ya estaban en disposición de ofender las fuerzas de retaguardia de
Rennenkampf. Los combates empezaron de inmediato, pero las desmoralizadas
unidades rusas no aguantaron y huyeron rápidamente.
Hindemburg y Ludendorff. Estado Mayor Alemán. |
No obstante, no fue hasta el día 9 de septiembre cuando
Rennenkampf, viendo que podía quedar completamente rodeado, ordenó la retirada
a la línea Instenburg – Angerburg, cerca de la frontera. Para cubrirse, inició
una serie de sangrientos contraataques locales, que retrasaron las alas del
ejército alemán.
Ludendorff ordenó a sus generales de cuerpo acelerar la
operación de cerco, pero las bajas sufridas en los combates y cierta lentitud
en aplicar las órdenes permitió que el 11 de septiembre comenzase la retirada
general rusa. El día 14, combatiendo a su retaguardia, los supervivientes del
Primer Ejército abandonaban Prusia Oriental.
En una semana de combates habían dejado atrás a 125.000
camaradas, la mayoría prisioneros, y la mayor parte de su equipo pesado.
La aventura rusa en Prusia Oriental había durado tres
semanas, con un coste enorme. Unos 50.000 rusos murieron y otros 175.000
resultaron capturados. Tan sólo unos 60.000 consiguieron alcanzar la seguridad
de su frontera. Se perdieron unos 1.000 cañones, e infinidad de carros,
caballos, etc. El General Samsonov murió el día 30 de agosto, al suicidarse
tras el desastre acaecido. Su cuerpo, recuperado por los alemanes, sería
enterrado con honores militares.
Ningún Ejército ruso volvería a entrar en suelo alemán hasta
1945.
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