viernes, 5 de septiembre de 2014

ARTÍCULO 8.- (MOVILIZACIÓN) OFFENSIVE AUTRANCE*. LA BATALLA DE LAS FRONTERAS:

Como vimos en anteriores artículos, el plan francés, ideado por el Mariscal Joseph Joffré, y denominado PLAN XVII, estaba basado en la idea de la preponderancia moral del soldado francés sobre el alemán.

La idea desarrollada por Joffré incluía el renunciar a una defensa intensa contra el ala derecha alemana, para concentrarse en una Ofensiva Constante* en el sector central (el Bosque de las Árdenas) y el ala derecha francesa, buscando el objetivo de expulsar a los alemanes de Lorena y Alsacia, las dos provincias perdidas en el curso de la Guerra franco-prusiana de 1870. Basándose en la idea del Elán, del espíritu de lucha intrínseco al soldado francés, que tanto había dado a Francia en otras épocas, ya lejanas, inflamado por el magnífico aspecto de sus hombres, embutidos en el clásico uniforme de Casaca azul y Pantalón rojo, tan característico de Francia y de su Ejército, Joffré ordenó el ataque a los ejércitos del frente.

Cuando la masa de fuerza alemana penetró en Bélgica, los franceses iniciaron sus movimientos para situarse en el área entre el Bosque de las Árdenas, en Bélgica, y a lo largo de toda la frontera de Alsacia y Lorena, hasta Suiza. Joffré jugaba con la creencia que los belgas lucharían, retrasando el avance alemán para permitir la llegada de los aliados británicos, mientras su ejército conseguía una victoria decisiva aplastando a los débiles ejércitos alemanes desplegados en estas Regiones.

Los primeros en penetrar en el Sagrado Suelo de La Alsacia fueron los hombres del VII Cuerpo francés, del General Louis Bonneau, quienes avanzaron el día 7 de agosto desde la frontera y tomaron sin oposición la Ciudad de Mulhouse. Este acontecimiento fue considerado un gran éxito; se acababa de conquistar la segunda población en tamaño de Alsacia, liberando a decenas de miles de ciudadanos franceses. La conquista fue celebrada tanto por el Estado Mayor como por la población y políticos parisinos, que veían en ella la primera piedra de un rápido y decisivo avance sobre los territorios perdidos.

Asalto de fuerzas francesas
Esta “celebración” fue el bosque que impidió ver a los mandos franceses la realidad. Las fuerzas del 8º Ejército Alemán se habían retirado siguiendo órdenes, a la espera de nuevos refuerzos. El día 8 recibieron órdenes de lanzar su contraataque, mientras los franceses se preparaban para girar su ataque hacia el norte, hacia la ciudad de Colmar, cerca del Rhin. El contraataque fue iniciado con tropas de refresco el día 9, y sorprendió a las fuerzas francesas, que se retiraron en desorden, perdiendo nuevamente Mulhouse, y sufriendo importantes bajas.

La pérdida de Mulhouse será considerada una humillación por el alto mando francés. Sin tener en cuenta el enorme riesgo de la estrategia seguida, Joffré sólo fue capaz de observar que la ciudad se había perdido y que las tropas del General Bonneau se habían retirado derrotadas, sin analizar las deficiencias que su propio mando había provocado, tales como la falta de reservas y refuerzos, o el retraso en enviarlos a la primera línea, podía haber supuesto el cerco y destrucción de las fuerzas francesas implicadas.

En consecuencia, Bonneau fue destituido del mando, que pasó a manos del General Paul Pau.

Días después, el ejército francés intentó forzar nuevamente los accesos a Mulhouse, pero la situación se había vuelto ya imposible. El 19 de agosto el asalto fracasó, y la falta de recursos, implicados en el resto de los frentes de la Batalla de las Fronteras, impidió más progresos.

La línea de ataque se desplazó a partir del día 14 de agosto hacia La Lorena, en la línea Saarburg-Morhange, más directa para alcanzar el verdadero objetivo: Strasbourg.

Dibujo idealizado de un asalto francés en Morhange
La Batalla de La Lorena fue el enfrentamiento principal de la Batalla de las Fronteras, y punto clave del Plan XVII francés. Se implicaron en los combates el I Ejército de Auguste Dubail, y el II Ejército de Noel de Castelnau, dos de los más prestigiosos generales franceses, dirigidos personalmente por Joseph Joffré. Casi cuatrocientos mil hombres que buscaban penetrar el corazón de la provincia emblema de las pérdidas francesas de 1870. Se valoraba que estas fuerzas serían suficientes, ante la supuesta debilidad del ala izquierda alemana… La perspectiva francesa era simple; si el ala derecha alemana tiene un millón de hombres, la izquierda debe estar prácticamente vacía, atendiendo a que preveían una movilización máxima de 1.200.000 alemanes.

La realidad era muy diferente. El Kaiser había insistido para que la defensa de esas emblemáticas provincias correspondiese a miembros de la nobleza imperial, demostrando así la importancia que le daba a la misma. De tal suerte, asignó dos ejércitos a la defensa de La Lorena, el VI y VII, bajo el mando del Príncipe Ruppretch de Baviera y del General Josias von Heeringen, con más de 300.000 hombres. Una fuerza muy superior a la que Joffré esperaba enfrentar.

El objetivo era avanzar desde la ciudad de Nancy, con el Primer Ejército Francés avanzando en fuerza hacia Saarburg, ciudad fuertemente defendida al este de Nancy, y con el Segundo Ejército Francés avanzando hacia Morhange.

Observador francés en Alsacia
El Príncipe Ruppretch preparó una estrategia muy hábil. Ocultó sus principales fuerzas, y simuló una retirada con la línea de vanguardia, a fin que Joffré pensase que la “Offensive Outrance” triunfaba, que su estrategia conseguía el éxito. Cuando los ejércitos franceses veían los objetivos a su alcance, Ruppretch ordenó contraatacar a sus fuerzas ocultas, apoyadas por ametralladoras y una gran cantidad de piezas de artillería, que descompuso las líneas francesas. Tal fue el éxito de Ruppretch, que solicitó autorización al Estado Mayor Alemán para lanzar una gran ofensiva en el sector. Implicar más tropas en la contraofensiva del Príncipe Ruppretch suponía retirar reservas del avance principal en el ala derecha, lo que contradecía las ideas planteadas en el Plan Schlieffen. Aun así, el Jefe de Estado Mayor Alemán, Moltke, autorizó la ofensiva. Ruppretch ordenó el día 20 iniciar un gran asalto que tomó por sorpresa a las fuerzas de Castelnau, que sin atrincheramientos ni apoyos, se retiraron en desorden hacia la frontera francesa. Nancy estaba seriamente amenazada.

Este ataque obligó al ejército de Dubail, el Primero, a retirarse de Sarrebourg hacia Nancy, dejando al XX Cuerpo del General Ferdinand Foch, futuro Generalísimo del Ejército Francés, para defender la ciudad y continuar la retirada.

El 22 de Agosto, sólo ocho días después de iniciar su ofensiva, los franceses se habían retirado a Francia, a la línea de fortalezas Belfort-Epinal-Tour. Desmoralizados, con una brecha enorme en sus líneas que Joffré intentaba sellar de cualquier forma posible, se enfrentaban a un ejército alemán enfervorecido, y a un comandante dispuesto.

El Príncipe Ruppretch solicitó nuevamente refuerzos para romper la línea del Epinal. Bajo presión imperial, Moltke retiró nuevas reservas del ala derecha, ignorando otra vez el Plan Schlieffen, para asignarlas a la gran ofensiva, iniciada el 26 de Agosto. Sin embargo, la defensa en un área densamente boscosa, resultó efectiva, y los alemanes apenas consiguieron ganancias territoriales a un alto coste humano. La ofensiva se detuvo el día 28, pero su peso resultaría vital en los acontecimientos que debían venir. Las 26 divisiones utilizadas en la contraofensiva por los alemanes serían vitales en la gran batalla que se vislumbraba en el avance del ala derecha.

Al mismo tiempo, en Bélgica, en el Bosque de las Ardenas, y con Joffré presionado por el desastre de sus ofensivas en Alsacia y Lorena, y en la creencia, nuevamente falsa, que si los alemanes habían concentrado sus ejércitos en los flancos derecho e izquierdo, en el centro deberían ser débiles, ordenó a los ejércitos Tercero y Cuarto avanzar por el Bosque de las Ardenas, en Bélgica, siguiendo la línea de avance entre Virton y Nefchateau. Nuevamente, a partir del día 21 de agosto, y mientras las fuerzas francesas se retiraban hacia Nancy en la Lorena, buscó la batalla decisiva.

Y nuevamente, de forma errónea, consideró débiles a las fuerzas situadas en la zona, los 4º y 5º Ejércitos Alemanes, bajo el mando de Alberto de Wüttemberg y del Príncipe Heredero de Prusia.

Como Joffré quería tener la sorpresa total en su asalto, prohibió los reconocimientos previos, lo que dejó a sus fuerzas completamente a ciegas. Para complicar más la situación, el avance se realizó en medio de una densa niebla, lo que provocó que ambos bandos se encontrasen de repente, ya que no sólo los franceses avanzaban, si no que los alemanes también habían comenzado a desplazarse. Sin saber que se enfrentaban a una fuerza superior, los franceses se dispusieron al combate. A lo largo de todo el día se produjeron escaramuzas entre las vanguardias de ambos ejércitos, sin que ninguno obtuviese una ventaja real.

Tiradores alemanes en el Bosque de las Ardenas
El 22 de agosto amaneció despejado. Sin niebla que las protegiese, las divisiones francesas se lanzaron al asalto, ignorando aun que se enfrentaban a fuerzas superiores. Mandados por el General Ruffey y embutidos en sus uniformes rojos y azules, los soldados franceses avanzaron por el Bosque de las Ardenas con valor y fueron destrozados con valor. En ninguno de los cuatro ejes de avance principales se consiguió ganancia alguna, y muchas unidades fueron aniquiladas por las ametralladoras y cañones alemanes. Las unidades francesas sufrieron ese día más de 35.000 bajas, con algunas divisiones, como la Sexta División de las Colonias, prácticamente destruidas por completo.

Los franceses estaban agotados y desmoralizados. Ruffey se encontraba enzarzado en una bronca constante con el Estado Mayor, que le ordenaba continuar el ataque, a lo que el, en buena lógica, se negaba, apostando por montar una línea defensiva para contener el previsible ataque alemán. Y en ese ambiente, el día 23, los alemanes atacaron con fuerzas muy superiores.

Las órdenes de Joffré indicaban que debían resistir a cualquier costa, pero las unidades se encontraban en muy mal estado y sin reservas estratégicas (el Quinto Ejército, reserva general, como ya vimos anteriormente, fue destrozado en Charleroi), fueron incapaces de confrontar el ataque alemán, retirándose en desorden hasta la línea segura del río Moselle.

La Batalla de las Fronteras había sido un fracaso absoluto de las fuerzas francesas, que siguiendo las directrices del Plan XVII, habían lanzado a la ofensiva a unos 750.000 hombres, asumiendo enormes bajas (sólo en el sector de las Ardenas sufrió 40.000 muertos y el doble de heridos) y dejando a sus fuerzas a merced del movimiento de pinza del ala derecha alemana.

La estrategia cuidadosamente planteada por Joffré había fracasado completamente, y ahora enfrentaba la destrucción de sus fuerzas. No parecía haber solución, la derrota asomaba pronta, con los alemanes a escasos kilómetros de la capital francesa, a punto de separar sus fuerzas de París. Pero aun tenían que cruzar el Río Marne


Batalla de Haelen
P. D.: Como referencia para el lector, se incluye también dentro de la Batalla de las Fronteras un enfrentamiento producido en la Ciudadela de Haelen entre la caballería belga y las fuerzas alemanas, que mostró el enorme valor de las pequeñas fuerzas armadas belgas, consiguiendo una sorprendente victoria. No obstante, este acontecimiento apenas tuvo peso específico en el grueso de la batalla, al ser un suceso independiente, y ante la magnitud del desastre francés.

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